Unos días después, el colo, me pidió que lo acompañara, junto con el padre a hacer un reparto de vinos, para mí era algo divertido y de paso le daba una mano a un amigo; fue así que estuvimos desde las 17 hasta las 19, mas o menos, entrando y saliendo en 3 o 4 negocios y volvimos a su casa, ni bien bajamos de la camioneta acomodamos con el padre unos cajones y luego nos fuimos para el galpón donde habíamos estado antes y la ?casita? con la frazada vieja como piso nos esperaba; se acostó mientras me invitaba a hacer lo mismo pero él se bajó el cierre y sacó su pene duro… esta vez fue directo:
-Dale vení quiero que me hagas la paja, dijo
-Está bien, pero vos me la haces a mí después.
-Bueno, dale.
-Esperá que me saco todo; y me quedé solo con una remera puesta, mientras él hacía lo mismo, debo reconocer que me gustaba ver como se desnudaba y su pene siempre se mantenía erecto, yo me excitaba tan solo con eso.
Se acostó y esperó que yo hiciera lo mismo y me dijo:
-Dale que esta vez quiero ver como acabo mientras vos me pajeas.
-Bueno, pero ¿después con que me limpio?
-Tengo un trapo por ahí.
Le tome el pene suavemente, como acariciándolo, y lentamente, subía y bajaba mi mano, mientras con la otra lo tocaba a él en la parte que tenía cerca, el ombligo, los pezones, las piernas; poco a poco mi excitación subía y la del colo más aún, ya había empezado a decirme cosas como ?sí dale que así me gusta?, ?sos bueno?, ?bien así despacio que me excita más?, yo ya me había puesto de rodillas a su lado y le acariciaba los huevos suavemente, mis sentidos se sensibilizaban cada vez más y veía que en ese momento podía hacer cosas que ni pensaba en otro tiempo hacer; me pidió que se la chupara (creo que estaba esperando eso) no dude en ponerme la pija en la boca, su aroma ya había logrado en mí una excitación que deseaba hacerlo, fue un placer que no creía que sentiría; mis labios se ponían jugosos y babeaban su miembro ardiente y casi tan duro que me parecía increíble que se sintiera así, jugaba con él en mi boca, realmente me gustó tanto que casi la mordí.
-Cuidado con los dientes, me dijo
-Te gusta hacerlo, ¿es la primera vez en serio? Me preguntó
-Sí, nunca lo hice con nadie
-¿No queres que te coja?
-Si vos queres, pero no sé, nunca me lo hicieron.
Todo esto lo hablamos despacio mientras yo no dejaba de meter una y otra vez su pene en mi boca hasta el fondo.
-Dale ponete en cuatro patas y vemos, yo tampoco lo hice nunca.
-Bueno con cuidado, si me duele te digo.
Dejé de mamarla y me dí vuelta quedando mi cola expuesta hacia él esperándolo. De una quiso hacerlo y me causaba no solo dolor sino que también sentía como que raspaba.
-Espera, espera, me haces mal
-Ni te toque casi, dale de nuevo.
-Espera un segundo, le dije y moje mis dedos con saliva que puse en mi ano. Él hizo lo mismo con algo más de la suya y empezó nuevamente a intentar penetrarme. Me dolía un poco pero al mismo tiempo quería que lo hiciera, no sé porque, pero, a pesar de mis prejuicios, me gustaba lo que hacía.
Suavemente fue ingresando su pene, hasta que le dije basta.
-Un poco más, me pidió
-No me haces doler, es la primera vez.
-Por eso, después te va a gustar. A mi me gusta como va entrando
? Bueno dale un poco más, pero despacio.
-Hasta ahí; esta bueno entrar y salir. Comentó
Luego de unos minutos de su juego donde los dos gozábamos al mismo tiempo, pero casi sin entender lo que realmente nos pasaba, se retiró de atrás mío se acostó y me pidió que lo masturbara, me arrodillé frente a él con sus piernas entre las mías y le tomé el pene muy caliente y de un color rojizo oscuro que me asombró; suavemente fui subiendo y bajando mi mano, su cara empezó a transformarse, se mordía el labio de abajo cerraba los ojos y miraba hacia arriba como esperando algo. No sé cuanto tiempo pasó, quizás segundos, quizás varios minutos lo que si puedo asegurar es que me gustaba sentir en mi mano los cambios que iba teniendo el pene a medida que llegaba al éxtasis; su explosión fue asombrosa, era la primera vez que veía y sentía como el semen de alguien se derramaba en mi mano mientras yo no dejaba de acariciar una pija dura y erecta que palpitaba a cada emanación de leche adolescente.
Lo solté, me limpié la mano y me puse la ropa, el se quedó recostado unos minutos hasta que hizo lo mismo, me miró y me dijo.
-No te hagas problema el domingo te confesas y listo.
-Sí pero me voy a ir al infierno.
-Si te gusta hacerlo no creo que te pase nada.
Desde su inocencia me había dicho una gran verdad; me acompañó hasta la puerta de su casa.
-Mañana te espero, sugirió
-Bueno, vengo más temprano para que no se haga de noche.
-Dale, mejor, tenemos más tiempo
-No cuentes nada
-Ni loco, vos tampoco
-A nadie; aseguré y fue un secreto por 30 años.