Follada por el jardinero
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El 24 de diciembre fuimos con mi familia a Bucaramanga a pasar el día, pero la finca de mis familiares queda en las afueras de Bucaramanga, en un sitio que se llama Pie de Cuesta. Lo cierto es que llegamos y nos esperaban en Girón para pasar la Nochebuena. A mí no me llamaba la atención la idea de ir, así que me quedé en casa a dormir.
A las cuatro de la tarde me llamaron para decirme que toda mi familia no tenía intención de regresar, así que me metí felizmente en el baño a perfumarme, a vestirme.
Tenía puesta en esa ocasión una blusa de manga corta, una peluca negra, me maquillé, unas tangas, una minifalda ligueros negros, medias negras y botas. Las llevé por si las moscas se presentaba la oportunidad. Como estaba a solas, comencé a tomarme un ron mientras me vestía. La idea era tomarme unas fotos, nada más. Aliste la cámara y demás cosas. En ese trabajo me dieron como las 6 de la tarde. Lo cierto es que, a eso de las 7, escuché unos ruidos. Salí como si nada a ver quién era y mi sorpresa fue encontrarme con un señor que, con una voz muy dulce, me decía:
Ay, qué pena, no quería asustarla. Era el señor que mis primos habían contratado para cuidar la finca. Un señor más o menos de unos 50 años, no muy alto, de unos 1,70 m. 57, gordito, se le veía el estómago un poco grande. Yo me quedé de una sola pieza del susto porque me encontró así, pero al señor no pareció molestarle. Entre risas nerviosas me pidió que si no le invitaba a una cerveza y yo le dije que bueno, se sentó fuera de la casa, en una especie de kiosco.
Nos tomamos unas cervezas cada uno. Claro, mientras él se tomaba tres, yo una. Lo cierto es que me hablaba de todo un poco y, en un momento dado, me preguntó si bailaba. Le dije que sí, entró en la casa, sacó una grabadora y me sacó a bailar. Al principio bailaba suelto, pero después se me fue acercando más y más, hasta que sus manos se posaron sobre mi cintura.
No perdía la oportunidad de apretarme, tanto que en un momento comencé a sentir la presión de su miembro sobre la minifalda. No sé qué pasó, me dejé llevar y, para entonces, él me tenía los brazos alrededor de la cintura y yo le rodeaba el cuello con los míos. Solo sé que él comenzó a besarme; al principio, solo besos suaves, pero luego metió su lengua en mi cuello y se metió en mi boca, donde nuestras lenguas se unieron en un beso largo.
Mientras tanto, sus manos comenzaban a acariciar mis nalgas. Uffff, qué delicia. En ese momento, entre sus gemidos, me agarró las manos y se las llevó a su verga dura. Yo, como pude, le bajé la cremallera y los interiores. Inmediatamente, saltó el pene fuera del pantalón y comencé a acariciárselo de arriba abajo. En un momento dado, nos separamos y, cuando pasó, me quedé viendo su miembro, que no era muy largo, pero estaba duro. Yo me puse de rodillas y comencé a chupárselo despacio y luego más rápido. Entraba y salía y el tipo gemía como si nunca se lo hubieran hecho.
Tras un buen rato de esto, este señor me agarró de la cintura, me levantó como pudo y me llevó a la habitación más cercana. Me dejó caer en la cama mientras se quitaba la camisa y los pantalones. Quedó desnudo frente a mí. Tan pronto como quedó así, me agarró de los hombros y me arrodilló frente a su miembro. Se lo chupaba frenéticamente y, tras un rato, me acostó en la cama, me subió con cuidado la minifalda y, con el mismo cuidado, me bajó la tanga. Sin más, se subió sobre mí; como un acto instintivo, abrí las piernas y él quedó dentro de ellas, su miembro y el mío quedaron rosándose.
Él comenzó a moverse de arriba abajo y sus manos se clavaron en mis nalgas. En un momento dado, me levantó un poco y comenzó a meterme un dedo con esa misma suavidad. Después de un buen rato, cambió ese dedo por su aparato, que introducía muy lentamente. El cuadro era el siguiente: él estaba sobre mí, sus manos en mi trasero, su lengua en mi boca y, mientras tanto, me penetraba una y otra vez. Uf, qué delicia era sentir su estómago grande rozar mi vientre. Esa noche me hizo todas las posturas posibles y así estuvimos casi toda la noche hasta que finalmente se vino sobre mi estómago, se derramó de una forma brutal y él gritaba mientras lo hacía.
Esta fue mi primera experiencia como travesti y me gustaría repetir, ojalá algún día se dé y ojalá con más de dos al mismo tiempo.
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