En verano el espectáculo debía continuar
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Quedé con unas amigas para salir, ir a cenar, a tomar algo. Era verano y todas estábamos de vacaciones, así que pudimos coincidir y aprovechar para celebrar el cumpleaños de dos de mis amigas. Esa noche tenía muchas ganas de fiesta, pues hacía mucho tiempo que no salía y, si lo hacía, era a cenar simplemente o a casa de algún amigo, en plan más tranquilito. Me apetecía mucho bailar y pasarlo bien. Y he de reconocer que también tenía ganas de ligar, de conocer a algún chico. Pues sí, porque ya ni recordaba cuándo había sido la última vez. Pero vamos, que esa no era mi prioridad.
Yo, por si acaso, me arreglé todo lo que pude. Me puse una falda bastante estrecha y corta, negra, pues hacía un calor de muerte. Siempre o casi siempre vestía pantalones, pero ese día no me apetecía pasar calor. Un suéter negro, atado al cuello, con gran escote también negro. Unas sandalias con algo de tacón, atadas a los tobillos. Dejé el pelo suelto, me maquillé, aunque no demasiado y pinté mis uñas, que las llevo bastantes largas, en un color granate oscuro. Realmente, el resultado me gustó mucho. Me sentía y me veía muy bien, como hacía tiempo que no me veía.
Llegué al restaurante y lo normal, saludando a las amigas, algunas de las cuales tenían pareja o niños y apenas salían, por lo que hacía meses que no nos veíamos. Teníamos muchas horas por delante para ponernos al corriente. Empezamos a cenar. Éramos siete chicas y, bueno, no parábamos de hablar y hablar. Una de ellas hacía unos meses que se había casado y nos dijo que estaba embarazada… Un brindis!!! Otra, nos dijo que ya tenía fecha de boda… Otro brindis!!! Seguíamos comiendo, charlando, bebiendo sangría que, por cierto, estaba riquísima… Y, con los postres, dimos los regalos a las dos que cumplían años. Y dejamos la gran “sorpresa” para el final…
Una de las chicas hacía poco que había roto su relación con su novio y estaba pasando un momento realmente malo. Así que, para animarla, pensamos que le vendría bien tener un hombre cerca por un rato… En fin, que contratamos un boy. Conocíamos al dueño del restaurante y nos había reservado una zona del mismo, por lo que era exclusivamente para nosotras. Fue muy divertido. El chico iba vestido con una bata de médico. No era excesivamente guapo, pero si muy atractivo, mucho. Empezó el espectáculo. Empezó a bailar y a desnudarse, mientras nosotras aplaudíamos, reíamos y le animábamos. Y me estaba excitando, pues los médicos me dan mucho morbo…
El se acercaba a cada una de nosotras, rozándonos y, cuando se acercó a mi, una sensación rara, un calor recorrió mi cuerpo y me di cuenta de lo excitada que estaba, y me ruboricé… qué apuro!!!. El lo notó, porque se acercó a mi oído y me dijo: “Tranquila, es normal”. Que voz… Ufff… Si pensaba tranquilizarme, no logró si no el efecto contrario, pues me puso como una moto. Siguió desnudándose, lo cual fue acompañado por más aplausos, risas de las chicas y ovaciones al ver su miembro. Imaginaos a un grupo de mujeres en una situación así, nos comportamos como si estuviésemos locas o algo parecido. Su pene… madre mía!!! Era enorme. ”No puede ser normal”, decíamos todas, pero sí lo era. Algunas intentaban tocarlo, pero me parece que el contrato se limitaba a mirar, nada más. Para desconsuelo de muchas, claro. Y eso que no estaba totalmente erecto. Tenía que ser una maravilla en todo su apogeo. Aquello me puso aún más cachonda y pensé qué se sentiría al chupar una polla de aquellas dimensiones y al sentirla dentro de mi, tan grande… Me moría de ganas por probarla. Pero sabía que no podría ser.
Aquello terminó, el chico (muy simpático y amable, por cierto; se notaba que estaba acostumbrado a trabajar para mujeres y no se sorprendía ante las reacciones de ninguna) se despidió de cada una con un par de besos y, cuando me los iba a dar a mi, surgió de mi boca el lugar donde iríamos luego. No pude evitarlo. Debía de estar loca si pensaba que vendría; pero tenía que intentarlo. Le deseaba con todas mis fuerzas y con todo mi cuerpo. Ni que decir tiene que a las cumpleañeras les encantó. Fue algo diferente, divertido y que nos alegró la vista, la verdad… y tanto.
Fuimos a una zona de pubs a tomar algo. Un par de chicas se marcharon, pues tenían niños y no querían llegar tarde a casa. Y, al rato, se fueron otras dos. Como siguiésemos así, no iríamos donde pensábamos ir. Nooo!!! Si había una mínima oportunidad de verle, parecía que se esfumaba. Pero no, finalmente fuimos donde dijimos. Era una discoteca en la playa, al aire libre. Nos tomamos un par de copas y yo ya llevaba un buen mareo. No suelo beber y, por ello, rápidamente hace su efecto. De todos modos, no estaba borracha, si no contenta, con esa sensación de que flotas. Estando hablando y riendo con un grupo de chicos, pletórica y alegre como yo estaba, sentí que alguien me miraba. Giré un poco la cabeza hacia la barra y allí estaba él, mirándome fijamente con una sonrisa en los labios. Les dije a mis amigas que iba al baño un momento. Fui, me refresqué un poco el cuello y los brazos, pues sentía un calor que no era normal, y salí.
Él me estaba esperando fuera. Se acercó y me dijo “¿Creías que no vendría?”, y estuvimos un rato hablando. Y pensé: “Quizás el espectáculo deba continuar ahora entre nosotros” Empecé a excitarme muchísimo. Pero lo que yo deseaba en verdad era besarle y, sin pensarlo y dejándome llevar, lo hice. Él me correspondió dándome su lengua, su húmeda y caliente lengua, que se unió a la mía, pareciendo una sola. Me agarró de la cintura para acercarme más a él y así pude notar la dureza de su miembro, pegado a mi. Así estuvimos un rato, bailando muy juntos, entre la gente. Acerqué una mano a su abultada bragueta, la bajé y comencé a acariciar su pene, que estaba ya durísimo. No podía esperar a y hubiese empezado a chupárselo allí mismo. Pero había demasiada gente alrededor, así que le cogí de la mano y le llevé hasta un reservado de la discoteca. También estaba al aire libre, pero algo alejado y más oscuro de lo normal, hecho a propósito para las parejitas que quisiesen darse el lote o lo que pudiesen, ya sabéis.
El deseo iba en aumento, era algo increíble. Llegamos y se sentó en un sofá. Me senté de lado encima de él, sintiendo su gran pene, que luchaba por salir. No parábamos de besarnos, al mismo tiempo que metía sus manos por debajo de mi suéter, acariciando mi espalda con las yemas de sus dedos, besando y chupando mi cuello, bajando por mi escote; y todas sus caricias me ponían la piel de gallina. Notaba cómo su polla crecía más y más, por la presión que sentía en mi costado… Ufff… cómo quería comerla, cómo deseaba tenerla dentro de mi. Metió una mano por mi falda y sus dedos retiraron delicadamente mi tanga, que estaba muy, muy mojado. Jugaba con los labios, acariciándolos de un lado a otro lentamente primero, y agarrándolos un poco más fuerte después. De vez en cuando, sacaba la mano y chupaba sus dedos impregnados de mi. Qué morboso me resultaba aquello!!! Y, tras ello, me volvía a besar, cada vez con más pasión. Esos besos me encantaban, pues me excitaba muchísimo el sabor y el olor de su boca a mi sexo.
Metía un dedo en mi totalmente mojado sexo y yo gemía. Sabía que pasaba gente por ahí, pero me daba lo mismo. Además, no creo que se percatasen. El hecho de pensar que podía haber alguien mirando no me hizo avergonzarme, si no más bien todo lo contrario. Me resultó aún más morboso y se lo susurré al oído y nos pusimos mucho más cachondos los dos. Siguió con sus dedos en mi coñito, acariciando, jugando, penetrando, e hizo que me corriese un par de veces. La segunda vez, mientras me corría, entre gemidos y jadeos, sentí que una mayor cantidad de líquido se deslizaba por mis muslos, empapando su mano y llegando incluso a mojar un poco sus pantalones.
– “Qué corrida, madre mía. La próxima vez quiero beberla, que mi lengua lama tus flujos” – me dijo, con lo cual me mantuvo igual de excitada o más.
– “Fóllame yaaa… Dame tu polla. Deja que mi coño la trague entera. Jódeme sin parar, cabrón, como si fuese tu puta” – le dije yo, sin poder esperar más.
Me levanté y me coloqué con las piernas abiertas encima suyo. Desde detrás no se veía nada; sólo la postura era insinuante y bastante clara, pero no dejaba ver nada explícitamente. Saqué su polla con mis manos y comencé a masturbarle, frotando con mis suaves palmas, con las yemas de mis calientes dedos, con las puntas de mis uñas, rozando, arañando suavemente la delicada piel de aquel mástil. Seguí así un momento, hasta que la sentí preparada para entrar en la húmeda cueva. Madre mía!!! La había visto durante el espectáculo, ya os he comentado que nos gustó su tamaño. Pero claro, no era lo mismo, no estaba igual de tiesa ni de dura que ahora. Así que menuda polla tenía!!!. Entonces, vi que cerca nuestro se sentaba una pareja. Nosotros nos miramos, les echamos una descarada y lasciva mirada (estaban mirándonos, pues seguramente no sabían si lo que veían era lo que creían o solo imaginaciones) y le dije a mi amante:
– “Ahora vamos a follar delante de ellos. Quiero que vean cómo lo hacemos. Creo que quieren aprender, ¿No te parece? Parecen muy jóvenes, jajaja…” – y mi voz sonó, silenciada por el alto volumen de la música que sonaba, entre tímida y muy atrevida, como si de un reto se tratase.
– “Si… si, Cabálgame sin parar. Que nos vean” – atinó a decir él.
Su pene se empezó a abrir camino entre mis gruesos, excitados y depilados labios, rozándolos mientras entraba en mi. Era bastante gruesa, por lo que entraba poco a poco y, cuando ya estaba a punto de llegar al final, alzó un poco sus caderas para que recorriese el último trecho del camino, del cálido y húmedo camino. Y esa embestida me hizo gemir con más fuerza “Ooohhh…”, agarrándome a su cuello y arañándole fuertemente en el hombro… “Sigue, sigue, no pares nuncaaaaaa!!!”. Una vez totalmente dentro de mi, comencé a moverme, a cabalgarle, como dijo él, sintiendo su polla moverse al compás de mis saltitos. Y cómo me estaba poniendo esa fricción, ese roce de su polla entrando y saliendo de mi coñito, cada vez más rápidamente… “Aaahhh… Ooohhh”.
A veces, miraba de reojo a la otra pareja. Estaban en lo suyo, calentándose muchísimo; aunque le vi a él un par de veces quedarse fijamente mirándonos. Aquello le ponía a mil, y yo lo sabía; y hacía la situación todavía más morbosa, pero mucho más. Por ello, mientras follaba como una loca a mi chico, miraba al otro; quería ponerle cachondo también a él; y lo conseguí, porque, sin dejar de mirarme, empezaron a imitar nuestros movimientos. Yo me sentía como en una nube: el alcohol que había tomado (no fue mucho, pero me afectó demasiado) y todo lo que mi pareja me estaba haciendo sentir me producía esas sensaciones tan extremadamente placenteras. Miraba a mi compañero y le besaba, sintiendo sus grandes pero suaves manos en mi espalda, acariciándome. Yo seguía moviéndome sin parar: un frenético baile sobre su polla, “Aaahhh… siiiii”, polla que sentía cada vez más grande, más gorda.
Cuando me agarró fuertemente de mis nalgas supe que iba a correrse. Yo también me agarré a él, y sentí cómo su verga empezaba a vaciarse en mi interior. Y cómo me llegaba a mi también un gran e intenso orgasmo. Para acallar un grito, tuve que besarle, mantener mi boca y mi lengua ocupadas. Conseguí no gritar, pero no parábamos de gemir los dos, nuestras respiraciones entrecortadas, entre jadeos y más jadeos… “Aaahhh… Ooohhh”. Algo que me encanta y me pone mucho, muchísimo es que mi pareja sea tan expresiva como yo o más. Y él lo es, qué gusto!!!. Su orgasmo fue alucinante, pues su pene no dejaba de expulsar leche, que se mezclaba con mis jugos, que también eran alucinantes.
Seguí moviéndome un rato más, sintiendo mi vagina contraerse en fuertes espasmos, como para no dejar salir esa polla que albergaba y que la llenaba de aquella manera, hasta que sentí que se iba, hasta que sentí cómo perdía fuerza, dureza y tamaño, era una verdadera pena. Nos quedamos así un rato y, después, agarré su gran polla para guardarla bien en sus pantalones. Miramos a la otra pareja, que ya estaban follando, sin parar.
– “Qué juguetona es… ¿Quiere más fiesta, eh? Jajaja” – dije entre risas, pues volvía a endurecerse.
– “Sí, lo es. Pero aparte, es porque le ha gustado mucho tu juguetito” – me dijo él.
Pero no podía ser, pues teníamos que marcharnos. Me propuso llevarme a casa y acepté, con un cálido beso. Y en el camino hacia casa…
Continuara…