En un carro con los vidrios abajo

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No sé si recuerdan a Daniel y Viany, la pareja de mexicanos que nos contaron hace tiempo un relato titulado «Comparto a mi esposa». Les pregunté si habían publicado algo alguna vez y esto fue lo que me contaron:

Solo hubo una ocasión en la que un amigo de Facebook de nuestra ciudad, que tiene coche, pudo acercarse a donde estábamos para conocernos y saludar, sobre todo a mi chica, y nos invitó a unas cervezas. Como estábamos en un coche, junto a un parque algo retirado de donde nos conocen, él pidió con todo respeto si podía mostrarle a mi mujer algo que solo había visto en fotos. Me giré y le dije: «Anda, amor, deja que se alegre su día.

Ella iba vestida con mallas negras y un top o vestido entallado color vino, así que se lo tuvo que levantar completo y bajarse el sujetador para dejarle apreciar sus hermosas tetas. Él, animado, se aventuró a tocarlas y hasta chuparle y disfrutar de sus ricos pezones, que ya para ese momento tenía paraditos. Cabe mencionar que los cristales de la ventana del coche los teníamos bajados.

Ya entrados en tema, él le preguntó: «Oye, ¿y podría ver qué es lo que traes puesto debajo de tus mallas?». ? Ella se volvió hacia mí y dijo: «Claro, ¿por qué no me ocupo yo de ti?». Y él se pasó a la parte de atrás del coche con nosotros. Le intentó bajar la malla por delante y se sorprendió al ver que llevaba una minifalda de hilo roja que se perdía entre sus labios y su panocha. La verdad es que estaba deliciosa y él trató de tocarla, pero ella lo miró y le dijo: «Date gusto», y le acarició la entrepierna, metiéndole un dedo completo. Ella solo dejó salir un gemido, cerró los ojos y le indiqué con señas que la besara, y eso hizo. Ella aceptó y se dejó llevar.

Después de unos minutos dedicándole su panochita y comérsela a besos, se sentó otra vez en el asiento del conductor y platicamos del momento. Ella le dijo que se veía chistoso cómo se le veía su pene dentro del pantalón, como una carpa, por lo parada que la tenía, y él le preguntó si quería verlo y ella dijo que sí. Se la sacó y le preguntó si quería tocarla y si tendría la oportunidad de saber cómo se siente al tenerla dentro de su boca y que se la llenara de su saliva.

Ella, ya caliente, se la chupó un poco, se estiró por el medio de los asientos y se la chupó haciendo que desapareciera dentro de su boca. Por desgracia, el tiempo y el lugar no permitieron que pasara nada más y nos tuvimos que marchar. Él nos llevó de regreso al lugar donde estábamos y se fue más que feliz y con un delicioso sabor de boca; esa ha sido la única ocasión.

Como hay lectores muy curiosos, les dejamos las fotos que tomamos ese día incómodo dentro del coche… ¡Espero que les gusten!

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Carlos Relatos
Carlos Relatos
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