En busca de un nuevo amante
📋 Lecturas: ️975
⏰ Tiempo estimado de lectura: 6 min.
Hola, amigos:
Como sabéis por mis relatos anteriores, mi esposa Ana es muy caliente y, como yo no puedo satisfacer sus deseos sexuales, ella tiene dos amantes que suplen esa parte de nuestro matrimonio. Su amante, José, es un íntimo amigo mío y el que más tiempo lleva con ella; Arnaldo es un empleado nuestro que ya va para el año de relación con ella. Ahora, el verano que viene, se le acaba el contrato de trabajo y tenemos que renovárselo o tendrá que volver a su país de origen.
Mi mujer está dispuesta a no renovar su contrato, por lo que solo se quedaría su primer amante, José. Yo estoy de acuerdo, pero, viendo lo buen trabajador y buena persona que es Arnaldo, he decidido renovar su contrato, sus papeles de trabajo y sus documentos de estancia aquí en España. El tema es que mi esposa quiere meter a otro hombre en nuestra vida y ya el día pasado me contó su encuentro y os cuento lo que pasó con toda mi aprobación.
Ella va a un gimnasio muy valorado de la ciudad desde hace cinco años, donde tiene amigos y amigas, y el día pasado se les unió su profesor, el que les prepara para las tablas de ejercicios. Después de estar con ellas, le comentó a Ana que quería hablar con ella en su oficina y ella fue sin pensar nada malo. Ya dentro, charlaron un rato y él le dijo:
—Desde hace mucho tiempo veo que vienes sola y nunca he visto a tu marido o a tu pareja por aquí. Y eso me llama mucho la atención, ya que eres una mujer increíble y yo nunca dejaría a una mujer así sola.
Ana: «Estoy casada y mi esposo tiene varios negocios muy ocupado, así que no necesito que nadie me traiga ni me lleve de vuelta para venir aquí». Por cierto, gracias por tus cumplidos, y tú tampoco estás nada mal.
Profesor: Perdona, no quise molestarte, pero siempre me fijé en ti y, sobre todo, en tu físico.
Ana: Gracias a ti tengo este cuerpo. Tú me has moldeado y me has ayudado a conseguir este aspecto.
Profesor: Si no, estarías casada, no sé si podría aguantarme.
Ana: «Estoy casada, pero eso no significa que no me gusten los hombres y otras cosas, ya que mi marido y yo tenemos una relación en la que nos contamos todo y el tema sexual no es algo cerrado para nosotros. Al contrario, si algo me gusta, se lo comento y tomamos una decisión juntos.
Profesor: Me encantaría poder tocar tu cuerpo y pasar un rato agradable contigo.
En ese momento se acercó a mi mujer y la besó. Ella dice que le siguió y se estuvieron besando un buen rato hasta que él intentó tocarle las tetas y ella le paró.
Ana: No, hoy no, ya te lo he dicho, sin que mi marido lo sepa no puede ser. Yo hablaré con él y le contaré lo ocurrido. Si él está de acuerdo, los dos nos quitaremos esas ganas y lo pasaremos bien.
Profesor: No querría tener problemas contigo ni con tu esposo, y mucho menos perderte como cliente.
Ana: De ninguna forma me perderás como cliente y mi marido no tendrá ningún problema.
Eso fue lo que le pasó y ella me lo contó al llegar a casa. Yo le pregunté:
—Si te gusta, ¿por qué nos has aceptado? Sabes que por mi no hay problema, pero ten cuidado.
Ana: sabes que nunca te he ocultado nada, pero siempre me llamó la atención. Su cuerpo es todo músculo y pienso que, si acabo con Arnaldo y puedo meter a mi instructor, no estaría mal.
Yo: Tú decides, pero los tres no lo veo bien. Lo que dices con José y ese muchacho me parece bien, ya que con José no siempre puedes contar.
Ana: Pues mañana te cuento cómo fue.
Al día siguiente salí pronto como siempre y no le di importancia a lo que había hablado con Ana. Ya en mi empresa las horas pasan volando y, al mediodía, salí a comer con unos amigos. Ya sobre las 6 de la tarde regresé a casa y allí estaba mi mujer con Arnaldo. Ella estaba encima de él follando y gimiendo como es característico en ella. Fui a mi habitación a ducharme y a cambiarme de ropa. Al salir, todavía estaban liados; esta vez era él quien estaba encima de ella. Bajé al salón y encendí la televisión para relajarme. Pensé en la conversación del día anterior y entendí que entonces no había pasado nada y por eso estaba follando con Arnaldo.
Puede escuchar sus orgasmos desde el salón.
Pasada una hora, aproximadamente, ella me llamó al teléfono móvil para preguntar dónde estaba. Me eché a reír y le dije que estaba en el salón, pero que como vi que estaba ocupada no quería molestarla.
Ella bajó y me dio un beso. Me preguntó si quería cenar y le dije que no, que estaba cansado y que me iba a descansar. Entonces me comentó que me acompañaba a mi habitación. Subimos y, ya en mi habitación, no estaba Arnaldo. Se tumbó en mi cama y me explicó lo ocurrido.
Ana: Hoy, después de estar en el gimnasio, me duché y, al salir, me encontré con José Manuel, que es mi instructor, y le invité a un café. Le dije que lo hablado ayer estaba de acuerdo y que no había ningún problema. Él me preguntó:
—¿De acuerdo? ¿Cómo lo hacemos? Si vienes por la tarde, estoy solo.
Ana: No, aquí no, en mi casa, cuando tú puedas o quieras, ya que mi marido no va a molestar y allí me siento más segura. Dime qué día puedes y así lo coordinamos.
Él: Yo puedo todos los días antes de las 10 o después de las 6 de la tarde, los sábados y domingos.
Ana: Pues este sábado vente, te paso mi dirección y mi número de móvil, ya lo tienes.
Esa es la nueva conquista de mi mujer. Ahora toca sacar a Arnaldo de casa, ya que creo que bastante hemos hecho por él. Ya está buscando casa porque le voy a renovar el contrato y tendrá otro medio año asegurado. Mi mujer también ha hablado con él para decirle que ya no se volverán a ver, porque no quiere encapricharse; el ya sabía que tenía que volver. Parece que lo acepta de buen grado, ya que también lo hablamos nosotros y me da las gracias por todo lo que he hecho por él, por todo lo que ha ahorrado aquí trabajando y por lo bien que lo ha pasado con Ana.
Ya os contaré qué tal ha ido la nueva amistad de mi mujer.
Saludos.
Tendencia ahora