El vagabundo me folla y me hace su dama parte 3

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Cuando llegué a mi casa después de haber llevado las bolsas al vagabundo y haber estado siendo follado por él, lo primero que hice fue ir a darme una buena ducha de agua bien calentita.

Luego de ducharme me puse un pijama, llevé la ropa que traía a lavar, y me senté para comer.

Después de haber comido, fui para la sala, encendí la televisión tumbándome sobre el sofá, poniéndome a ver la tele. Poco pude ver ya que al poco de tumbarme, quedé grogui. Vamos que me eché una siesta de campeonato.

Antes de que dieran las 8:30 de la tarde, marché de casa dispuesto a recoger la empanada que tenía encargada. Una vez recogí la empanada, fui a la cafetería donde solía parar, tomar algo mientras esperaba que dieran las 10 de la noche, e ir junto a el vagabundo cómo habíamos quedado.

Estuve tomando unas copas mientras leía el periódico, veía el partido de fútbol que echaban por la televisión, y charlando con varios amigos, hasta que dieron las 10 de la noche, que fue cuando después de pagar y despedirme de varios amigos, me fui con la empanada a la cita que tenía con el vagabundo que tan rico me daba por el culo.

En menos de 10 minutos ya estaba en la puerta de la casa donde dormía el vagabundo que tan bien me follaba.

Tenía la puerta abierta, estaba terminando de colocar unos palés de madera que tenía sobre el carrito que usaba, cuando llegué. Hola, saludé al verlo allí.

Se giró para ver quién era, nada más verme, con una sonrisa en la boca me devolvió el saludo. Tiró de una mano por mí haciéndome pasar, cerrando la puerta tras haber entrado.

Ven, pasa para la cocina y espera que termino de colocar estos palés que acabo de traer.

Pasé para lo que llamaba cocina, dejé sobre la mesa la empanada que traía, sentándome sobre una banqueta que allí había.

Mientras esperaba que terminase de guardar los palés de madera, me fijé que sobre la mesa estaba el radio casete, lo cogí encendiéndolo para sintonizar una emisora. Ya empezó a sonar el partido que estaban radiando, nada más encenderlo. Lo dejé donde estaba mientras esperaba que viniese el vagabundo.

¡Bufff! Exclamó el vagabundo viniendo a donde yo estaba, menos mal que me dio tiempo a llegar antes de que llegases, dijo acercándose a mí, abrazándome por la espalda y llevando su boca a mi nuca y cuello, dándome pequeños mordiscos.

Me estremecí al notar su boca sobre mi nuca, echando mis manos atrás sujetándolo por las piernas.

Oh mi damita, que noche vamos a pasar los 2 juntitos en la cama. Te voy a dejar embarazado, te voy a hacer mi damita toda la noche.

Vamos a beber algo que tengo sed, y luego nos vamos para la cama mi amor, me decía besando y mordisqueándome el cuello y nuca.

Traje empanada, y más cervezas, así que si quieres podemos empezarla y cenamos mientras bebemos las cervezas, le dije.

Como tú quieras, mi damita. Fue a por un cuchillo y cortar la empanada, mientras yo abría 2 cervezas.

Cuando hubo cortado la empanada, puso varios trozos en un plato, cogió una de las cervezas que yo había abierto, y cómo allí nada más había una banqueta para sentarse, abrió una puerta que daba al patio trasero de aquella casa. Ven, vamos a comer aquí mientras escuchamos la radio, me dijo. Me levanté de la banqueta saliendo tras él.

Salimos a aquel patio trasero de la casa, sentándonos en el poyete que había pegado a la pared de la misma. Apoyó el plato con los trozos de empanada en aquel poyete de cemento, diciéndome que me sentara allí. Aquí podemos sentarnos los 2, y escucharemos igualmente la radio.

Allí me senté, mientras iba ojeando con curiosidad todo el patio y la parte trasera de otros edificios que se veían desde allí. Tomé un trozo de empanada que me pasaba el vagabundo, poniéndome a comer mientras seguía observando los edificios que nos rodeaban.

Cuando terminamos con aquella empanada, me dijo si quería más. Le conteste que por ahora no, pero que quería otra cerveza. Se levantó llevando el plato vacío, trayendo cuando volvió otras 2 cervezas, una me la pasó a mí, y la otra la abrió empezando a beber de ella.

Estando allí sentados, se arrimó a mí, y mientras bebíamos aquellas cervezas y escuchábamos el sonido de la radio que se oía de fondo, llevó su boca a mi cuello, empezando a mordisquearme mientras me susurraba como le gustaba, y cómo me iba dejar embarazado.

¡Ay mi damita! Que bueno estás, te voy a abrir el culito con mi polla durante toda la noche, y te voy a dejar embarazado con mi lechita. Me iba susurrando mientras mordisqueaba mi cuello, y con sus manos me iba metiendo mano.

Yo ya empezaba a estar cachondo, poco a poco la polla se me iba empalmando con aquellos mordiscos que me daba en el cuello, y las caricias que me hacían sus manos. Llevé mi mano a su polla, notando que ya la tenía dura y tiesa. Empecé a acariciarla por encima del pantalón, hasta que le empecé a desabrochar el cinturón, y irle desabrochando luego el pantalón, hasta que pude sacarle la polla de fuera.

Dios, ya se mostraba la polla del vagabundo hinchada, asomándosele el glande enrojecido cómo una fresa madura. Llevé mi boca a aquel manjar que se me mostraba, y sacando la lengua, se la pasé por la punta de aquel falo que sujetaba con mis manos. ¡Ohhh! Gimió el vagabundo, al notar pasar mi lengua por la cabeza de su polla. Volví a pasar mi lengua por la punta del glande, metiéndola luego por la piel del prepucio, haciéndole soltar más gemidos al vagabundo, ¡ooohhh mi damita! Decía llevando sus manos a mi cabeza, empujándola para que tragara toda su polla.

Empecé a chuparle el glande y pasarle la punta de la lengua por dentro de la piel del prepucio, haciendo que él siguiera soltando gemidos, y empujara con más insistencia mi cabeza para meterme toda su polla dentro de ella.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que bien la chupas! Gritaba empujando mi cabeza para meterme más su polla. ¡Cómela toda! Anda cómetela toda, decía mientras seguía empujando mi cabeza.

Poco a poco fui tragándome toda aquella polla, haciendo delirar al vagabundo, y que este empezara a irme quitando la ropa mientras le chupaba aquella verga. Ya me había quitado la cazadora y desabrochado la camisa que traía, y mientras pellizcaba mis pezones y acariciaba mi espalda, sacó mi camisa, siguiendo luego con el cinturón. Una vez me lo hubo aflojado, fue desabrochándome el pantalón, hasta que me lo bajó a los tobillos. Luego me sacó los zapatos y calcetines, terminando por sacarme el pantalón. Hizo lo mismo con el slip, dejándome totalmente en pelotas, mientras yo no paraba de chuparle la polla.

Empezó a acariciarme la espalda y el culo mientras yo seguía chupando aquella fruta que tanto placer me daba, diciéndome que quería darme por el culo. Ya mi damita, ya te la quiero meter en este culito tan rico que tienes, ¡ooohhh que gusto! Gemía mientras yo seguía agarrado a aquella polla sin dejar de mamarla.

Se sacó la sudadera que tenía, bajándose luego el pantalón y slip, quedándose al igual que yo, totalmente en pelotas.

Me hizo luego poner en pie, y sentándose en el borde del poyete, hizo que me abriese de piernas, me arrimase a él, y me fuese sentando a horcajadas sobre su polla.

Me sujetaba por el culo, haciendo que este se abriera mientras yo me iba sentando sobre su polla.

Con mi mano derecha sujeté la polla del vagabundo, y colocándola en la entrada a mi ano, fui bajando hasta que esta se empezó a introducir en mi culo.

Ufff, ya me había entrado todo el glande, me sujeté a sus hombros, y mientras yo bajaba, él impulsaba su pelvis introduciéndome toda su verga. Una vez la tuve toda dentro, me sujeté a sus hombros, empezando a subir y bajar sobre ella, dando gritos de placer.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gemía abrazándome a él, mientras subía y bajaba, clavándome más su polla en mi culo.

Así mi amor, así, ¡aaahhh que gusto! ¡aaahhh que gusto! Gritaba él agarrándome los cachetes de mi culo, haciendo que se abrieran más a la vez que impulsaba su pelvis para introducirme más a fondo su polla.

Yo no dejaba de subir y bajar sobre su polla, mientras él me iba abriendo el culo con sus manos, y con su boca me iba mordiendo el hombro y cuello. Luego llevó su boca a la mía, empezando a morderme los labios y meterme la lengua en mi boca. Me saboreó todo lo que quiso jugando con su lengua, me mordió los labios hasta dejármelos enrojecidos e hinchados de tanto morderlos. Luego siguió por mi cuello dándome mordiscos y chupones, mientras me susurraba lo bueno que estaba, y lo que le gustaba darme por el culo.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gemía el vagabundo mientras yo cabalgaba sobre su polla, haciendo que cada vez entrara más a fondo aquella verga que tanto placer me estaba dando.

Dios, que gusto sentía, cada vez notaba cómo su polla masajeaba mi próstata, haciéndome delirar de gusto, haciéndome gemir, ¡ooohhh! Me abrazaba fuertemente a él, mientras el me martirizaba dando mordiscos con su boca, incrustándome más su polla en el culo.

¡Ohhh mi damita! Nos están viendo cómo fornicamos, mi amor. Tenemos a un espectador que nos está viendo desde el edificio de al lado.

Pues que mire, le contesté. En aquellos momentos poco me importaba que alguien nos estuviera espiando. En esos momentos lo que quería era sentir la polla del vagabundo dentro mía, notar cómo me abría el culo, y me masajeaba la próstata cada vez que entraba aquella verga en mi culo.

¡Ya! Ya ya mi amor, ya me viene, ya te voy a preñar. Me corro, me corro, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba el vagabundo insertándome toda su polla en lo más hondo de mis entrañas, mientras iba soltando su leche en él.

Notaba cómo su polla palpitaba dentro de mí, y cómo iba eyaculando la verga del vagabundo, llenándome el culo con su esperma. ¡Ohhh que gusto! Sí, sí, préñame, ¡ooohhh que gusto! Préñame, quiero que me preñes el culo con tu leche.

El vagabundo me había abrazado fuertemente mientras su polla iba descargando toda su leche, y me había mordido el cuello tan fuertemente que me obligó a parar de cabalgarlo.

Así cómo estábamos, mientras su polla terminaba de soltar todo el semen dentro de mi culo, fue lamiendo y besándome los labios, mientras íbamos recuperando el aliento. Estábamos sudando por todos los poros de nuestro cuerpo, a pesar del fresco que hacía.

No nos ha dejado de mirar el espectador que tenemos, me susurraba mientras besaba y lamía mis labios. Seguro que está con la polla que revienta, menudo espectáculo que le hemos dado.

Nos está haciendo señas. Mira cómo nos enseña la polla.

Joder, está cómo un burro de empalmado, dije al girarme para verlo, menuda tranca que se gasta.

Oh mi damita, mira cómo pones al personal, pobre, como lo has puesto.

Pues que venga si quiere que lo aliviemos, le dije sin pensar en las consecuencias que aquello podría traer.

Y mientras yo estaba abrazado al vagabundo, este le hizo señas al mirón para que bajara.

Pues creo que va a venir, le hice una seña para que bajara, y ha desaparecido de la ventana, dijo el vagabundo.

Quedé algo pensativo y preocupado mientras nos levantábamos. Me está cogiendo el frío, dije mientras me daba un escalofrío por todo el cuerpo, al notar la brisa de la noche.

Espera que voy a por una manta y nos abrigamos con ella, dijo el vagabundo entrando en la casa.

Mientras tanto, yo recogía la ropa llevándola para dentro dejándola sobre la mesa.

Nada más terminar de dejar la ropa encima de la mesa, apareció el vagabundo con una manta, echándomela por la espalda.

Abrígate mi amor, y quédate así desnudito que me gusta verte así, me decía abrazándome a él, mientras me iba acariciando con sus manos.

Mira cómo tienes la pollita, mi amor, aún estás empalmado y calentito. Quieres más polla y seguir follando, ¿eh? Me decía mientras me acariciaba la polla y sobaba los huevos.

Mi damita quiere que lo sigan preñando y lo dejen embarazado, ¿eh? Le gusta que le follen este culito tan rico que tiene. ¡Ohhh que calentito estás! Me decía abrazándome a él. Y este culito, a ver cómo lo hemos dejado, decía metiéndome 2 dedos en el culo.

En esos momentos se escuchaba cómo daban unos golpes en la puerta, llamando.

¡Uy! Parece que vamos a tener invitado, mi amor. Vas a tener que complacer a nuestro particular espectador de esta noche.

El vagabundo fue abrir la puerta, quedándome yo en la cocina tapado por la manta que me había traído el vagabundo.

Escuché cómo abría la puerta y una voz que decía, ¡hola! Pasa pasa, dijo el vagabundo. Luego cerró la puerta y le dijo al viejo que había dejado entrar, ven vamos para la cocina.

Al llegar donde estaba yo, el viejo que nos estuvo mirando cómo follábamos, se presentó, le dio la mano al vagabundo, diciéndole que se llamaba Jesus. Yo soy Martín, le dijo el vagabundo, y él es Dani, le dijo señalándome.

Menudo espectáculo que te hemos dado, ¿eh? Le dijo el vagabundo.

Pues sí, mira cómo me habéis puesto, dijo el viejo sacando su enorme polla y enseñándonosla.

Traía puesto un pantalón de chándal y una sudadera. Solo bajó el pantalón del chándal, y salió cómo un resorte la enorme polla que tenía.

Menuda cogida que le has dado. Me habéis dejado la pija bien tiesa y a punto de reventar.

¿De donde eres? Le preguntó el vagabundo, pareces argentino por el acento que tienes.

Sí, pero tengo la doble nacionalidad, ya que mi madre era española.

No, solo lo digo por la manera de hablar, lo demás no me importa de dónde eres.

Así que anda y aprovecha si quieres follarte a mi damita, dijo el vagabundo abrazándome a él, mientras me destapaba dejándome en pelotas delante del viejo.

Joder, este no se hizo de rogar, se abalanzó hacia mí, empezando a devorarme la boca y acariciarme con sus manos. Era como un pulpo rodeándome con sus tentáculos, no había parte de mi cuerpo que no acariciara y sobara. Mientras el viejo me iba sobando y lamiendo el cuello, yo llevé mi mano a su foronga, empezando a descapullarla y acariciarla. Menuda polla que tenía el viejo, aquello me iba abrir el culo bien abierto. Y los huevos, menudas pelotas que se gastaba, debían estar a tope de leche, seguro que me iba dejar bien preñado el culo.

¡Ohhh maricón que bueno! Que puto que sos. Te voy culiar bien culiado. Te voy a dar una buena cogida, maricón.

Llevó sus dedos a mi ano, introduciendo 2 de ellos de una vez.

¡Ufff! Si que te ha dejado el potito bien abierto. Que linda colita tenés maricón.

Vamos para fuera, que te voy a coger esta colita, so puto. Quiero garcharte donde lo estabais haciendo. Quiero que te vean cómo te coge un macho, y cómo culiamos.

Después de sacarse el pantalón del chándal, fuimos los 3 para el patio. El vagabundo colocó la manta sobre el poyete, sentándose sobre ella. Quedate así de pie, dijo el viejo colocándose a mi espalda. Agachate y colocá las manos aquí, dijo señalando el poyete.

Deja que lo aguanto yo, dijo el vagabundo sentándose delante mía, así mientras tu le das por el culo, me puede chupar la polla a mí.

Ok, dijo el viejo. Anda agachate y dame tu cola que t voy a meter mi pija, que ya no aguanto más.

Me incliné apoyándome sobre el vagabundo, dejando mi culito expuesto y listo para ser penetrado por la verga de aquel viejo.

¡Ohhh que colita! ¡ooohhh maricón que colita! Te gustá la pija ¿eh? Que puto que sos. Tomá pija maricón, gritaba el viejo metiéndome la polla en el culo.

Dios, el muy cabrón me había metido la polla de una estocada, ¡bufff! Resoplé mientras me erguía al notar entrar aquella verga en mi culo. Menos mal que ya lo tenía bien abierto y lubricado por la follada que me había dado el vagabundo, si no, el muy cabrón me habría reventado el culo con aquella polla que se gastaba. Me había llegado hasta las orejas la polla del viejo, que hijo de puta, me follaba con ganas y metía su pija hasta lo más hondo de mis entrañas, haciéndome poner de puntillas.

¡Ohhh que gúuusto!¡ooohhh que gúusto! Gritaba el viejo sin dejar de darme por el culo. Oh que linda colita tenés. Tomá, tomá pija puto.

El viejo me estaba dando por el culo con todas sus ganas, se podía escuchar el sonido de su polla entrar en mi culo, y el golpeteo de su pelvis al golpear mi ano cuando metía su polla dentro mía, plof plof plof, plof plof plof, y al viejo gritar tomá, tomá pija puto.

Dios que hijo de puta el viejo, me estaba dando duro el muy cabrón, cada vez que metía su polla, me hacía poner de puntillas, y gritar sin parar, ¡ohhh! ¡ooohhh!

Mi polla ya no paraba de gotear semen, con cada envestida que me daba, la polla se bamboleaba e iba salpicando semen sobre el vagabundo. Mientras este, se había apoderado de mi boca, y no paraba de morrearme. Me tenía los labios hinchados y colorados a más no poder; parecían los labios de un negro cantando el only yu. Sudaba por todas partes, gemía como una gatita en celo y mi pobre polla no paraba de chorrear semen, si en esos momentos me tocan la polla, hubiese estallado cómo si fuese un Géiser, soltando todo el semen que contenían mis huevos.

Pero el que explotó fue el viejo, empezó a gritar que se venía, ¡ohhh me vengo! Me vengo, ¡ooohhh me vengo! Su polla se empezó a hinchar notando cómo palpitaba, e iba soltando todo su esperma dentro de mi culo.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ohhh que colita tenés! ¡ooohhh que rica garchada! Te voy a reventar el poto que tenés puto.

El muy hijo de puta del viejo se había corrido abundantemente, menuda descarga de semen que me había largado el muy cabrón. Seguro que llevaba tiempo sin vaciar el deposito de sus cojones.

Sin sacarme la polla del culo, el viejo me iba acariciando la espalda y culito, mientras me decía de todo. Y el vagabundo llevaba su polla a mi boca, para que se la chupara.

Así mi damita, así, chúpala un poquito.

Abrí la boca, metiéndome la polla del vagabundo y empezando a chuparla con unas ganas tremendas, cuando de repente, noté como se empezaba a hinchar en mi boca. El muy hijo de puta me estaba empezando a mear en ella.

¡Ohhh mi damita! Me decía el cabronazo del vagabundo, sujetándome fuertemente la cabeza mientras su polla meaba dentro de mi boca. Bébelo todo mi amor, anda trágalo todo.

No me quedó más remedio que tragarme aquellos meos, el muy cabrón, me tenía bien sujetado por la cabeza, y el hijo de puta del viejo, me tenía sujetado por las caderas, y con la enorme polla incrustada en el culo, terminando de eyacular dentro.

Cuando por fin aflojó el cabrón del vagabundo mi cabeza, fue cuando pude sacarme la polla de la boca. Eres un cabrón, le dije, me has hecho beber los meos, joder casi me ahogas. Escupí en el suelo, pero la verdad es que ya me los había bebido todos.

Seguía con el viejo agarrado a mi cintura, y su enorme polla dentro de mi culo, por lo que, volviendo a agarrar la polla del vagabundo, la volví a meter en la boca, y ahora chupando con furia y más ganas. Le apretaba los huevos, y tragaba toda su polla comiéndola con desesperación.

Mientras tanto el viejo seguía con su enorme polla dentro de mi culo, sin terminar de sacarla, y el vagabundo con una mano sobre mi cabeza, llevó la otra a mi polla que no paraba de gotear semen. La empezó a menear, y en 10 segundos, exploté soltando unos chorros de semen.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gemí mientras me convulsionaba, empezando a correrme.

Cuando terminé de correrme, y ya no salía nada de semen por mi polla, al viejo ya se le iba saliendo la polla de mi culo; ya se le empezaba a desinflar la enorme pija, saliendo por si sola; el muy hijo puta me había dejado el culo bien repleto de leche.

Terminé por sacarme la polla del vagabundo de la boca, y recomponiéndonos de tremenda follada, garchada o cogida cómo decía el viejo, agarré la manta que estaba sobre el poyete, tapándome con ella. El vagabundo levantándose, me abrazó a él, y entramos los 3 para dentro de la casa.

El viejo acariciándome el culo decía que lo había pasado fenomenal, y que cuando quisiéramos repetir, él estaba dispuesto. Tenés una linda colita, y me gustaría volverte a garchar.

Ahora nos vamos para la cama mi damita y yo, decía el vagabundo, esta noche lo voy a preñar y dejar embarazado. Mañana si quieres es otro día, y si vosotros queréis, te dejo que me lo preñes de nuevo.

Ok, dijo el viejo, mañana a las 8 de la mañana, bajo a leer el periódico a la cafetería, y después de desayunar unos churros con café, paso por aquí. ¿Qué os parece!

El vagabundo mirando para mí, esperó a ver que decía. Asentí con la cabeza, entonces el vagabundo le dijo, de acuerdo, pero podías traernos unos churritos a nosotros de paso que vienes.

Ok, pues entonces hasta mañana, y terminando de ponerse el pantalón del chándal, se despidió.

El vagabundo después de abrirle la puerta cerró la misma, viniendo a donde yo estaba, y abrazándome a él, nos fuimos para la cama, después de bebernos otras cervezas y apagar el radio casete.

Iba pasar la noche con el vagabundo que tan rico me follaba, pasaríamos una noche de amor los 2 allí acurrucaditos en la cama, él sería mi hombre, y yo su damita.

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