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El policía me dejó usar su uniforme

Estaba solo en mi casa, era un día de vacaciones y mis padres se habían ido a trabajar. Me había levantado a las diez AM, me di una corta ducha y me puse una pantaloneta y una camiseta. Estaba viendo televisión cuando, de repente, tocaron a la puerta. Me asomé por la ventana del segundo piso y me quedé algo sorprendido, era un policía el que estaba timbrando. Baje y abrí un poco la puerta para poder atenderlo. Me sorprendí mas al verlo pues era bastante joven para ser policía, tal vez dos años mayor que yo. En fin, me explicó que pertenecía a la policía cívica y que venían realizando una encuesta casa por casa para recolectar datos y brindar un mejor servicio al barrio. Me preguntó si podía entrar un momento a lo que le respondí con un: Claro, siga por favor.

Siguió y cerré la puerta tras de él. Siguió hasta la sala y le ofrecí un asiento. Yo me senté al frente suyo. Inmediatamente empecé a notar que aquel policía no era solamente atractivo, realmente tenía una cara muy linda y su cuerpo se adivinaba bien trabajado. Me estaba gustando la situación.

– Queréis tomar algo? – le pregunté.

– Agua por favor.

– Si, claro, con el calor que está haciendo debes estar muerto de sed, voy a traerte el vaso.

Regresé con el vaso de agua.

– Y hace mucho estás en la policía?.

– No, apenas inicié hace dos meses.

– Ah que bien, y que tal es el trabajo.

– Pues a veces es duro, por ejemplo hoy, he caminado de casa en casa toda la mañana.

– Claro me imagino si se te ve cansado… por cierto como te llamas?.

– Ricardo

– Mucho gusto, Esteban – estiré mi mano para estrechar la suya – Pues Ricardo, si queréis ponerte mas cómodo, yo estoy solo, así que podes quitarte los zapatos y la camisa mientras me haces la encuesta.

– Que bien, gracias Esteban.

Ricardo se puso de pie y se quitó la gorra y la camisa. Debajo de esta traía una camiseta blanca que contorneaba los músculos de su pecho y su abdomen. Se dio media vuelta para ponerla sobre la silla y pude ver una espalda trabajada y atlética. Definitivamente Ricardo se veía muy bien y no podía dejar pasar esa oportunidad.

– Solo me voy a quitar la camisa, ya con eso quedo mas cómodo.

– Ok, no hay problema, te traigo mas agua?.

– No así esta bien, gracias, mejor empecemos pues me faltan muchas casas.

– Ok.

Tenía que pensar en algo rápido pues Ricardo se iría una vez terminada la encuesta. Afortunadamente, llego la oportunidad que estaba esperando, a Ricardo le entró una llamada a su radio teléfono, que casi no podía escuchar así que tuvo que cortar la comunicación.

– Que problema con este radio, casi no escucho nada. Que pena Esteban, me podrías prestar un teléfono?.

– Si claro, seguidme.

No le iba a llevar a la otra sala donde estaba el teléfono, lo hice subir hasta mi cuarto para que usara el mió.

– Seguí tranquilo, este es mi cuarto, sentarte (señalándole la cama) podéis usar el teléfono sobre la mesa de noche.

Mientras Ricardo hablaba, yo seguí pensando en que podía hacer para lograr acercarme a él, no se me ocurría mucho, me intimidaba el que era mayor que yo y además era policía. Ricardo habló por unos minutos mientras yo trataba de ordenar un poco mi cuarto. Escuché la conversación y no era nada importante, al parecer su superior le estaba recordando los barrios a visitar en la tarde. Finalmente colgó el teléfono.

– Listo Esteban gracias, sigamos con la encuesta.

– Listo sigamos aquí mientras yo termino de ordenar el cuarto, es que en estos días he llegado muy cansado de entreno y no he tenido tiempo de arreglar nada.

Ricardo me siguió haciendo preguntas hasta que por fin terminó la encuesta. Se enteró así que vivía con mis padres, que yo tenia 18 años, donde estudiaba etc. Cuando hubo terminado hice mi siguiente movimiento.

– Ve Ricardo te puedo pedir un favor? Vos me decís si podes hacerlo.

– Es que me gustaría solo por dos minutos ponerme el uniforme de policía, yo tengo aquí una cámara y me quiero tomar una foto.

– No Esteban en realidad no me permiten eso además no tengo mucho tiempo, lo siento no puedo.

– Dale porfa Ricardo no nos demoramos nada, además quien se va a dar cuenta?.

– Pero no tengo tiempo.

– Dale no nos demoramos, en serio.

– Esta bien dale, pero hagámosle rápido.

– Listo – le dije mientras el empezó a desamarrar sus botas.

– Voy por la camisa y la gorra que quedaron abajo ok? – le dije yo.

Regresé al cuarto y cerré la puerta tras de mi.

– Por si llega alguien – le dije.

Ricardo se quitó primero las botas y yo me fui quitando la camiseta. Posteriormente el quedó solamente con el pantalón mientras yo me puse su camisa. La idea me estaba gustando mucho pero no podía dejar notar mi excitación, ni en mis movimientos ni en mi pene que empezaba a crecer un poco. Mientras me abotonaba la camisa Ricardo me preguntó.

– Esteban se ve que vos haces algún deporte, tenéis los abdominales y los pectorales marcados.

– Si, si hago bastante volleyball.

– Se ve que estas jugando desde muy pequeño.

– Si, empecé a los 8 años… Y vos, vos también tenéis el cuerpo marcado, que practicas?.

– Bueno antes hacia natación, pero desde que estoy en la policía me mantengo con el entrenamiento del cuartel.

– Y es muy duro ese entrenamiento?.

– Si bastante, nos levantamos súper temprano a entrenar dos horas, y es todos los días.

Para ese momento yo ya tenia la camisa abotonada y estaba dispuesto a quitarme la pantaloneta. El tenía la camiseta puesta, y también era su momento de quitarse los pantalones. Decidí mirar hacia el piso mientras me quitaba la pantaloneta frente a él, pero haciendo evidente que no tenía pantaloncillos por lo que mi pene quedó totalmente expuesto, solo lo cubría un poco la camisa. No levantaba la mirada hacia Ricardo pero sentí que él se quedo quieto por un momento, tal vez , pudo ver que yo no tenia pantaloncillos y se impresionó un poco al ver mi pene como de pronto lo haría cualquier hombre heterosexual, o tal vez le interesó lo que vio. En todo caso yo me hice el desentendido, era obvio que no me pondría pantaloncillos pues no teníamos mucho tiempo y pues así lo entendería él también.

– Listo pásame los pantalones.

Subí los pantalones hasta la cintura y ajusté la cremallera, sin embargo, la riata que llevaban tenía un sistema muy complicado o al menos nuevo para mí.

– Ayúdame porfa a cerrar la riata.

– Listo, es un poco difícil pero uno se acostumbra.

– Bueno ahora solo me faltan las botas, queréis que te preste algo para ponerte? O te quedas en pantaloncillos.

– No tranquilo yo me quedo así, igual no nos demoramos.

– No solo me tomo las fotos y ya.

Me puse las botas y quedé listo. Abrí la puerta del closet donde había un espejo de cuerpo entero y pude verme finalmente vestido de policía. Solo faltaba un detalle, la gorra. Ricardo me la entregó y estuve completamente listo.

– Listo Ricardo ahora te paso la cámara para que porfa me tomes las fotos.

Ricardo empezó a tomarme algunas fotos en varias poses que yo le indiqué. Hasta que, al parecer perdió un poco la timidez y me sugirió una pose.

– Esteban que tal una con la camisa por fuera y desabotonada, que se te vean un poco los abdominales y los pectorales.

– Listo – le dije yo.

Una vez hubo terminado con las fotos empecé a insinuarle que se tomara unas como estaba, en pantaloncillos. El solo se reía y acepto que le tomara una foto muy común, pero me serviría para la paja que vendría después. Al parecer todo había terminado cuando llegó lo inesperado.

– Oye Esteban, te puedo hacer una pregunta un poco personal.

– Si claro decidme.

– Es que cuando te quitaste la pantaloneta vi que vos te afeitas por la zona del pene.

– Me viste el pene? – le dije yo pretendiendo una exclamación pero con una sonrisa de cómplices.

– No No!! No es eso, no es que te lo haya visto solo que noté eso.

– Si si es cierto, yo me afeito la zona del pene y a veces las guevas.

– Las guevas también? Yo ni siquiera soy capaz de afeitarme la pelvis, eso si, menos mal que no tengo mucho pelo.

– Yo no me afeito todo el tiempo, por lo general solo me corto el pelo bajito con tijeras aunque en este momento si estoy afeitado, lo hice ayer.

– Esteban, no te molesta si te pido que me dejes ver como queda la zona del pene sin pelos? Solo la parte de la pelvis – se apresuró a decir – no tenéis que mostrarme el pene ni los testículos.

– No tranquilo no hay problema igual solo estamos los dos y somos hombres, pero eso si ayúdame con la riata que no la puedo abrir.

Me puse de pie frente a Ricardo que estaba sentado en la cama y este llevó las manos a la riata para aflojarla. Acto seguido abrió un poco el pantalón y lo bajo solamente a la altura de la pelvis. Yo lo abrí más y lo dejé caer hasta las rodillas. Estaba apunto de tener una erección pero resistía.

– Tranquilo, ya te dije que no hay problema.

– No es que me da pena Esteban.

– Pena de que? Ya te dije que estamos solos además vos me dejaste medirme tu uniforme sin problemas.

– Bueno en todo caso se ve algo chistoso, parece que fuera otra parte del cuerpo… por que te afeitas?.

– Bueno en realidad lo hago desde hace mucho tiempo, no tengo una razón precisa pero lo que me gusta de hacerlo es que el pene se ve mas grande.

– No, pues de hecho lo tenéis de buen tamaño jaja (risa nerviosa de Ricardo).

– En realidad la diferencia se ve cuando esta en erección… te lo muestro duro?.

– Ok… (Más nervios en la voz de Ricardo).

Inmediatamente empecé a sobar mi pene ante su mirada. Ricardo observaba lo que hacia con mi pene a la altura de su cara y miraba mis ojos de vez en cuando. Yo los tenía cerrados por la excitación. Mi pene no tardó mucho en crecer ante sus ojos.

– Listo yo creo que hasta allí crece, ya esta bien duro.

– Te crece bastante, vos tenéis dos años menos que yo pero el tuyo es de buen tamaño.

– Si, y sin pelos se ve aun mas grande…el tuyo entonces es como el mío?.

– Si más o menos del mismo tamaño.

– Veo, ah mira, también me afeite las guevas.

Y levante un poco mi escroto para que Ricardo lo viera. Ricardo, para sorpresa mía, llevo sus dos dedos a mi escroto y trato de sentirlo sin pelos. Yo me sorprendí de ese movimiento suyo pero no le dije nada. Finalmente retiro su mano, me subí los pantalones y mientras me ajustaba la cremallera Ricardo me dijo:

– Esteban, otra pregunta (Con voz temblorosa)

– Si decidme (con nervios)

– No se si te moleste… puedo… podría tocarte el pene, solo por un momento.

No le respondí, solamente volví a bajar el pantalón y a liberar mi pene frente a el. Ricardo llevo su mano hacia mi verga y la tocó solamente con dos dedos. Apenas me lo hizo sentí como si un rayo hubiera caído justo sobre mí, pero disimule muy bien mi excitación. Ricardo tomó mas confianza y empezó a tomar mi pene con toda su mano y a acariciarlo como si me estuviera masturbando pero muy suave y muy lentamente. Con una voz muy baja, casi susurrando le pregunté.

– Te gusta

Ricardo tampoco respondió, solo siguió tocándolo. Entonces tomé su cabeza y sutilmente la guié hace mi pene. Ricardo entendió lo que pretendía y no se hizo rogar. Acercó su boca a la punta de mi verga y la tragó con la mayor de las ganas. Empezó a darme la mejor mamada que haya sentido. Yo ya pude descansar un poco de tanta tensión, doble un poco mis rodillas y empecé a respirar mas profundo mientras sostenía su cabeza contra mi pene. Estuvimos en esa posición por un buen tiempo. Ricardo sentado a la orilla de mi cama y yo parado en frente de el llevando mi verga hasta su garganta. Tuve que detenerlo para no venirme pues con tanta excitación no necesitaba mucho para acabar en su boca.

Ricardo se puso de pie y nos besamos por un largo rato mientras nos abrazábamos y sentíamos el cuerpo de cada uno. Nuestras pollas se frotaban. La mía totalmente expuesta, la suya por encima de sus pantaloncillos. Ya era hora de continuar. Busque rápidamente en mi mesa de noche un condón. Ricardo lo tomo y me lo puso con bastante facilidad. Me senté yo esta vez en la orilla de la cama, el se quito la camiseta dejando ver un pecho espectacular, sin pelos y perfectamente marcado, se quito también sus pantaloncillos y pude ver su pene, bastante atractivo, el tamaño, el color perfectos, la cantidad de pelos indicada, que delicia. Se dio media vuelta mostrándome su espalda delineada, amplia pero atlética y finalmente su culo redondo y firme.

Se sentó en mis piernas, en mi verga. Con su mano llevo mi verga a su culo y lentamente la fue aceptando toda mientras yo gemía de placer. Le dolió un poco pues trataba de levantarse a veces, pero yo lo sostuve firme por los hombros hasta que tuvo toda mi verga adentro y empezó a moverse como pocos lo pueden hacer. El placer no podía ser mayor para mí. Estaba penetrando al policía, tenía su espalda pegada a mi pecho mientras su culo recibía todo mi pene en una mezcla de placer y dolor. Empecé entonces a masturbarlo para que disfrutara más de la culiada. Pronto estuvimos los dos listos para venirnos pero decidí que no era el momento. Le pedí que se pusiera de pie. Ricardo se levanto, le indique que pusiera sus manos sobre mi mesa de noche y abriera un poco sus piernas. Una vez estuvo listo volví a meterle mi verga en su delicioso culo. Esta vez se la introduje toda sin consideración. Ricardo gimió fuertemente producto del dolor pero pronto estaba de nuevo disfrutando esa culiada. Volví a pasar mi mano por su verga para masturbarlo, pronto empecé a sentir como derramo todo su semen en mi mano, mientras su año se contraía por el orgasmo y me hacia sentir a mi cerca de venirme. Inmediatamente retire me verga y volví a pedirle que se arrodillara frente a mi. Me quite el condón y puse mi verga en su boca. Ricardo, todavía llevado por la arrechera me la mamó hasta que empecé a derramar todo mi semen en su boca. Varios chorros de semen deje en su boca mientras el tragaba todo lo que podía. Yo gemía de placer.

Cuando todo hubo terminado me pidió que le prestara la ducha. Rápidamente se baño mientras yo me quite la poca ropa suya que tenía puesta y caí rendido, desnudo, sobre la cama. Recuerdo que lo vi salir de la ducha y vestirse rápidamente de serio policía. Luego tomo un lapicero de mi mesa de noche y escribió algo en un papel que me entregó, yo no lo leí en ese momento.

– Me tengo que ir, ya voy retrasado, hablamos mas adelante.

No bajé a despedirlo, solo escuché cuando cerró la puerta y en ese momento me dormí pensando en que esa visita se repetirá.

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