El otro primo de mi primo – I, II, III
El verano que siguió a la primavera cuando me comí la primera verga fui a pasar las vacaciones a la casa de mis tíos en el interior de la provincia, invitado por haber cumplido 18 años. Por los exámenes de fin de año, retrasé mi llegada y mi primo, que tenía mi edad y competía en natación, se había ido a con su equipo a un torneo provincial en otra ciudad por unos días.
Mi tía me pidió que fuera de todos modos porque un sobrino de mi tío, que vivía en las afueras de su ciudad, iría para limpiar la pileta de la casa de fin de semana y quería que le diese una mano.
Al otro día de mi llegada, a media mañana llegó a la casa de mis tíos, Lucas, el primo de mi primo, en bicicleta. Abrí la puerta de un pasillo lateral para que entrase la bici a la casa y cuando lo vi me sorprendió su físico, enfundado en un traje ceñido de ciclista en degradé de tonos de violeta a lila. Lo hice entrar y como él estaba muy transpirado me dijo que me saludaría después, pero yo solo tenía ojos para su cuerpo. Era un verdadero Adonis, músculos ligeramente marcados, un precioso trasero y un paquete más que interesante. Cuando se quitó el casco y sacudió su cabellera, me dio un sofocón de lo hermoso que era. Tostado natural, pelo negro largo, tipo melena corta, y lacio, ojos claros y unas pestañas arqueadas que daban vértigo.
Balbuceando le dije que la tía me pidió que si debía ducharse, lo hiciera en el baño del quincho y que yo le alcanzara la toalla. Le llevé dos toallas, no muy grandes, a propósito, para entrar y verlo. Me asomé a la puerta entreabierta del baño y lo vi a través del espejo, en silencio, mientras se duchaba, muy sensualmente, como posando. Se enjabonaba suavemente el cuerpo, la espalda en V, su trasero espectacular, al que le dedicó bastante tiempo, incluso metiendo los dedos de una y otra mano, alternativamente, entre las nalgas para hurgarse el ano, emitiendo gemidos de placer. ¡qué elasticidad!, pensé. Lucas estaba gozando y lo demostraba. Abrí un poco más la puerta sofocando mi jadeo porque me había puesto al palo y noté que tenía su celular apoyado en una silla dirigido hacia él. ¡Se estaba filmando! Lo empecé a grabar yo con mi celular, poniéndome las toallas entre las rodillas. Me empecé a tocar la pija ya húmeda por debajo de mi short de baño, me chupé los dedos. No podía con todo, me iba a ver. Pero Lucas parecía no advertir que lo estaba fisgoneando tan concentrado estaba en lo suyo. Se volteó hacia su móvil acariciando con las manos enjabonadas su pubis y genitales bien depilados, sin marcas de bañador o slip. Preciosa poronga lucía, erecta, lindo tamaño, no grande pero apreciable. Glande rosado fuerte como tirando a púrpura, tronco marrón claro, para comérselo hasta el fondo, pensé mientras me relamía. Creo que me ha visto y disimula. Si me sigo tocando me voy a correr, sacó la mano de mi bañador, está mojada, me chupo los dedos y resoplo, no puedo más. Toco a la puerta, me pide que pase. Era espectacular bajo la ducha, enjabonando ese cuerpo de Adonis que tenía, y se me escapó expresar en palabras lo que pensaba:
-¡Qué lomazo!
Me oyó, me sonrió con picardía y me pidió que cerrara la puerta y me sentara en un banco mientras él terminaba de bañarse. -¿Puedo tomar tu celular? – Sí, claro, pero no cortes el video. Con las toallas me cubría la tremenda erección que me provocó.
-Uy, son dos toallas chicas, me dijo al terminar de ducharse. ¿Me podrías secar la espalda por favor?
Estaba tan caliente de sólo verlo, así que accedí sin hablar, deposité ambos celulares en la silla y lo empecé a secar muy despacio, casi acariciándolo, hasta que llegué a la cintura y me detuve.
-¿Qué pasó?
-¿Sigo?
-Sí, claro.
Le sequé los glúteos firmes y perfectos como una manzana, seguí por las piernas bien torneadas, ya de rodillas. Cuando llegué a los tobillos me quedó su precioso traste delante de la cara y le dije que parecía una manzana, estaba como para morder.
-Con que no me lo marques, me dijo, si te gusta…
Lo mordí suavemente y empecé a lamerlo, pasando de un glúteo al otro. Lucas gimió, inclinando algo su culo y fue girando de a poco, hasta que quedó con su pene erecto frente a mi boca y su hermosa sonrisa mirándome a los ojos. Lo miré, hizo un gesto y me dijo:
-Me secaste muy lindo, pero fíjate cómo me pusiste. Le salía juguito de la punta.
Mi mirada bajó de sus ojos a su torso y a su pene, que luego comprobé con mis manos puestas una detrás de la otra lo contenían apenas. No dudé y le empecé a chupar el líquido, goloso de mí, despacio, muy despacio, solté la toalla y lo tomé de los glúteos. De a poco lo fui lamiendo mientras él me acariciaba la cara y me seguía mirando a los ojos. Yo cerré los míos y me dediqué a chuparle la pija con ganas, hasta metérmela toda en la boca. Se me llenaron los ojos de lágrimas, tan ávido de conservar su pija entera en mi boca.
Estaba en la gloria y lo incité a moverse, como si me estuviera cogiendo, lo que hizo enseguida con un vaivén estremecedor. No podía soltarla y la chupaba cada vez con más fruición, mientras acariciaba sus nalgas. Estuvimos varios minutos así, hasta que escuchamos ruidos y tuve que dejarlo. Me incorporé y me dio un beso increíble, con mucha lengua y mucha pasión. Me temblaban las piernas y estaba muy caliente.
-¿Cómo vamos a esconder el palo?
-No sé, balbuceé.
Y lo besé de nuevo.
-Tenemos que ir a la quinta para limpiar la pileta, así que decile a la tía que vamos en la moto y compramos comida por ahí, pero que no te vea, porque se va a dar cuenta del calentón que tenés.
Obedecí como autómata y fui a abrir la puerta del corredor mientras Lucas sacaba la moto, vestido con una remera ajustada que resaltaba su cuerpo de atleta y un short de baño corto de tela muy fina, bien empalmado. Le avisamos a la tía desde la puerta del corredor lateral, arrancó la moto y me invitó a subir detrás suyo.
-Tengo miedo de andar en moto, le dije.
-Tranquilo, que voy despacio pero agarrate bien.
Abracé su cuerpo, a la altura de los abdominales, duros y marcados como tabla de lavar. Los fui acariciando mientras iba a velocidad razonable por las calles de la ciudad hasta salir a la ruta, mientras le susurraba qué bien que estaba y qué hermoso era, desinhibido. En el último semáforo antes de salir a la ruta, me contó que lo había excitado más, por eso no iba muy rápido.
Cuando dio la luz verde, le dije que no le creía y me respondió que probara si no era cierto. Despacio fui bajando una mano hasta su poronga, erecta como antes en el baño, así que no dejé de sobarlo por encima del short finísimo mientras hacíamos los pocos kilómetros hasta la casa de fin de semana y llegué a tomarlo con las dos manos mientras recostaba mi cara sobre su espalda.
La casa estaba a una cuadra de la ruta donde había un almacén de campo, que atendía un chico que era también el jardinero de la quinta. Para que no se notara nuestra excitación, Lucas le pidió unos sándwiches desde la puerta del local, sin bajarnos de la moto, para cuando cerrara el almacén a la una de la tarde y lo invitó a venir a la pileta, cosa que me sorprendió y se lo dije.
-No te preocupes, me dijo, pero no me tranquilizó porque lo quería todo para mí.
Llegamos al portón de la casa, bajé a abrir, entró la moto y la llevó hasta detrás de un cerco de ligustros que tenía la pileta y me esperó mientras yo cerraba el portón con candado. Cuando llegué donde estaba Lucas, él estaba apoyado en la moto con las manos detrás sobre los asientos. Le miré el bulto del pantaloncito y me acerqué para seguir acariciándolo, mientras él me tomaba de la cabeza y me daba un beso prolongado de lengua que me dejó sin aliento.
Apoyé mis manos en sus glúteos mientras nos besábamos calientes a mil, y las metí por dentro de su short. Ya ni sabía qué parte de su cuerpo quería tener para mí porque todo él era una belleza. Estuvimos besándonos y franeleando un rato largo hasta que tuvimos que separarnos para hacer lo que debíamos hacer, limpiar la pileta.
Lucas desactivó la alarma de la casa y las cámaras, mandó un mensaje a mis tíos para avisar que habíamos llegado y que luego actualizaría el sistema, para que no nos vieran. Mientras yo activaba el filtro de la pileta y retiraba el barre fondo, él se quitó el short quedando en un slip turquesa que le quedaba pintado al cuerpo.
-Mejor imposible, le dije, porque no podía creer lo bien que estaba.
Se acercó, me besó largamente y me dijo que empezáramos a limpiar. Mientras él sacaba hojitas y alguna que otra sabandija del agua, yo iba pasando el barre fondo, uno a cada lado de la pileta. Me llevó una hora completar la faena, mientras él fue a regar la ligustrina con una manguera.
PARTE II
Estábamos los dos muy transpirados por la limpieza de la pileta y el regadío y su cuerpo brillaba espléndido al sol.
-Vamos a ducharnos, me dijo Lucas y le obedecí como si fuera su mascota.
La ducha estaba al aire libre, detrás del cuarto de baño de la pileta y el de herramientas, y tenía un duchador. Mientras él se bañaba, dirigió el duchador a mi cuerpo y aproveché para desnudarme y enjabonarme. Estaba muy caliente, bien empalmado. Me dejé llevar mientras él me giraba y me enjabonaba desde atrás, lavándome bien la pija, mientras yo empujaba mi culo contra su verga bien parada y lo tomaba de sus nalgas para atraerlo más hacia mí, si era posible. Recosté mi cabeza sobre su hombro, señal más que suficiente para que me besara suave y largamente, mientras me seguía acariciando. Se me doblaban las piernas de placer, así que lo enfrenté y mientras nos enjuagábamos, lo besé en la boca y volví a agarrar sus glúteos. Se apartó apenas y me dijo que le parecía que me gustaba mucho su culo.
-¡Todo de vos me gusta! No sé de dónde agarrarme, te quiero besar todo, te quiero chupar todo, te quiero tener adentro de mí todo el tiempo.
-¡Guau! Nunca me dijeron todo eso, me contestó.
A mí se me caían las lágrimas de la emoción y la calentura. Incluso estaba agitado, así que poco a poco me soltó, y me propuso limpiar su ano con el duchador.
-Acercalo de a poco y apoyame la punta, me pidió, mientras abría sus nalgas.
Lo hice y gimió de placer.
-Sacalo ahora, y se volvió hacia el cerco verde, echando chorros de agua por su culo hacia aquel lado, tal vez con alguna impureza. Me pidió repetirlo dos veces más hasta que el agua salió tan limpia como había entrado y luego hizo lo mismo conmigo varias veces. Me sorprendió, pero me gustó. Eché mis dos primeros chorros, hasta que en los últimos dos salió agua solamente.
Me dijo que era para limpiar bien lo que íbamos a usar. Fui lamiendo su cuello, los pectorales, le comí los pezones duros, bajé por sus abdominales de hierro, sin dejar de lamer uno solo y llegué a la gloria, que era su hermoso glande rosado y mojado que empecé a lamer y chupar con delicadeza, sin dejar de mirar su cuerpo y sus ojos. Se la chupé un rato largo sin soltar sus glúteos.
Me hizo ponerme de pie y me besó otra vez. Luego hizo lo mismo conmigo, lamiéndome y chupándome hasta que casi estuve por acabar, por lo que me apretó bien la base del pene para calmarme. Me giró y me abrazó desde atrás, empezando a besarme la espalda hacia abajo hasta que llegó a mi culo y comenzó a besarme el ano, con lengüetazos cada vez más profundos que me daban oleadas de inmenso placer. Me penetró con su lengua a más no poder y yo berreaba gozando.
-Seguí, seguí, por favor, le pedí.
Volvió a subir por mi espalda mientras yo me apoyaba en la pared del cuarto de herramientas. Me besó de nuevo en la boca, largamente, suavemente, entrelazamos nuestras lenguas varios minutos mientras me ponía un dedo en el ano y me penetraba una y otra vez. Luego fueron dos dedos, masajeándome bien el agujero. Traté de apresarle los dedos con el esfínter anal pero se me escapaban, tan lubricado y amoldado me lo estaba haciendo. Su pija se apoyaba en mi espalda, bajó hacia mi culo. Me hizo inclinarme un poco y volvió a besarme y ensalivar el ano, hasta que le rogué que me la metiera. Me separó los glúteos y fue penetrándome de a poco, mientras yo trataba de empujar mi culo hacia su pija dura. Despacio me fue penetrando, di un respingo y suspiré. Me preguntó si me dolía.
-Ya pasó, ahora me está gustando, le dije y fue apurando la metida, hasta el fondo y se quedó adentro. Empecé a dilatar y contraer mi ano.
-¿Quién te enseñó eso?, me preguntó.
-Un compañero del colegio, le dije, para gozar más de la pija.
Empezó a moverse hasta sacarla casi toda y volver a meterla, hasta que pudimos acompasar nuestros vaivenes y yo trataba de atrapar su pija cuando salía y abrirme cuando entraba. Me cogió así varios minutos, y cada tanto me apoyaba hacia atrás para poder besarlo. Me inclinó más el cuerpo y empezó a bombear más rápido rozando y masajeando mi punto P, generándome cosquilleos interminables y le susurré:
-¡Ahí, ahí!, empujando más mi culo hacia él con cada embestida suya. Estaba por acabar sin tocarme, apoyado con una mano en la ducha y aferrado en su nalga con la otra.
Me estremecí, se me aflojaban las piernas de placer, no cesaba de apretar el esfínter para sentir todo el grosor de su poronga.
¡Cómo me gustaaaaa!
Él seguía al palo y me cogía como un potro alzado. Me sentí desfallecer de gusto. Acabé sin tocarme, con varios espasmos y gritos ahogados. Continuó cogiéndome varios minutos hasta que se me volvió a parar la pija y él acabó derramando toda su leche dentro de mí. Estaba en éxtasis. Me apoyé hacia atrás contra su cuerpo y nos besamos, así como estábamos. Su pija no se ablandaba.
-¡Qué máquina de coger! ¡No te salgas! ¡Dame más! todo eso le dije mirándolo a los ojos y besándolo en la boca entre frase y frase. Lo miraba embelesado. Me movía con su pija dentro del culo, chorreante de leche entre mis piernas y las suyas. Me lo quería comer, se lo dije, me chuponeó como poseído, me seguía cogiendo, estábamos a mil, no queríamos parar.
No sé cómo nos detuvimos para enjabonarnos y lavarnos las pijas, paramos el filtro y nos tiramos a la pileta. Estuvimos un rato largo, nos abrazamos y besamos con mucha calentura y nos pajeamos mutuamente. Fue a sentarse en la escalerilla, apoyó los brazos hacia atrás en el borde de la pileta mostrando su cuerpo mojado y la pija apuntando al cielo justo fuera del agua, así que no dudé y volví a lo mío de chupársela otro rato largo. No me cansaba de hacerlo, admirando y acariciando su cuerpo de atleta.
-Quiero que me cojas, le dije, necesito que me cojas otra vez, varias veces, todo lo que puedas, le dije entre mamada y mamada.
-Vamos a ponernos protector solar porque nos vamos a quemar.
Así lo hicimos, aunque a mi disgusto porque no podría lamer su cuerpo como quería y se lo dije. Me contó que traía uno casero a base de zanahoria que era comestible y me dio otro beso de lengua.
Empezó a ponerme el protector con mucho cuidado y suavidad por todo el cuerpo, concentrando sus caricias en mi culo blanco y ansioso. Después me tocó a mí, se recostó sobre las baldosas atérmicas y me dediqué a pasarle por el cuerpo mientras volví a chupar su pija húmeda y enhiesta. Él iba guiando mis manos porque yo estaba realmente perdido. Luego se puso boca abajo y me ofreció su hermoso trasero que acaricié con bastante crema, aunque su piel estaba toda tostada.
-¿Tomás sol desnudo?.
-Casi, me pongo el hilo dental de mi hermanastra, me dijo y me puso a mil.
-¡Qué manos suaves tenés! Andá a buscar el gel lubricante que dejé en la ducha, me pidió.
Pensé que había llegado mi hora de gloria. Pero cuando me acerqué, seguía boca abajo.
-Ponete gel en los dedos y ponemelos de a uno en el culo, despacito.
-Sí, bombón, le dije, ya no podía contenerme de decir lo que pensaba.
-Así, suave, de a poco, me pidió.
Yo no daba más de lo caliente que estaba y mientras le metía mis dedos se fue irguiendo hasta quedar de rodillas. Se volvió y me dio una mamada de campeonato que casi me hace acabar en su boca, mientras me horadaba el ano con sus dedos con gel lubricante. Le pedí que esperase porque no quería correrme rápido. Se puso en cuatro patas y me dijo:
-Es todo tuyo.
Lo tomé de la cintura y de a poco se la fui poniendo, mientras él con una mano abría sus nalgas. Vencí la primera resistencia, gimió y empujó para atrás hasta que la tuvo toda adentro. Así se fue moviendo lentamente haciendo toda la tarea hasta que pude tomar el compás y en unos minutos acabé lo que me quedaba dentro de su culo, me salí y recosté a su lado.
-Estuvo buenísimo, me dijo.
Y me volvió a besar largamente, recostándose sobre mí.
-¿Me toca a mí?
-Pero te quiero ver cuando me cogés. Tengo ganas de tenerla adentro otra vez, le dije, resoplando.
Me levantó las piernas contra sus hombros y me la fue poniendo muy suave, muy dulce, hasta que me la metió toda. Me bombeó despacio primero y luego con más ansia, varios minutos, más de un cuarto de hora. Ya se me paraba de nuevo, cuando me dijo que fuéramos a la ducha. Me hizo apoyar en los grifos y me volvió a coger, siempre muy delicadamente, tomándome varias veces de la cabeza para besarme con mucha pasión sin dejar de cogerme. Me movía todo lo que podía para sentirla más a fondo, hasta que lo sentí acelerar sus impulsos y acabar largamente dentro de mí.
Quedamos así, unidos un rato largo, hasta que se salió y nos lavamos mutuamente la pija y el ano con bastante jabón.
-Sos una máquina, le dije.
-¿Te parece? Claro, si estás otra vez al palo y ya te la quiero comer de nuevo, le respondí.
-Hablando de comer, Toby debe estar por traer los sándwiches, me recordó.
PARTE III: EL PRIMO DE MI PRIMO Y EL CHICO DEL ALMACÉN
- ¿Viene el chico del almacén?
- Sí, Toby está bien fuerte y es simpático, pero andá con tiento porque es un tanto tímido y no sé cómo va a reaccionar.
Lucas enseguida le mandó un mensaje pidiéndole que trajera un tercer sándwich para él y unas latas de cerveza y que agregara todo a la cuenta de la tía.
-Estoy a punto de cerrar, respondió Tobías.
-Te esperamos. Si no tenés short de baño, no te preocupes que acá hay.
Ya fuera de la pileta, nos envolvimos en toallas y lo esperamos. Llegó en diez minutos y noté por qué me iba a gustar. Pelo rubio oscuro corto, rulos, ojos claros y pestañas largas. Venía en cuero, con la piel tostada por su trabajo y calzaba unas bermudas color mostaza ajustadas a sus piernas bien torneadas. Nos presentamos y nos sentamos a comer. Lucas le contó que estábamos desnudos debajo de las toallas y le preguntó si le molestaba. Dijo que no, nos comimos los sándwiches y los bajamos con la cerveza. Toby dijo que estaba acalorado por su trabajo y si podía meterse a la pileta.
-Claro, vamos los tres.
Preguntó por el short de baño y Lucas le respondió que no le hacía falta, si le parecía bien. Se quitó las bermudas y lo que vi me puso de nuevo al palo, así que giré para que no viera mi erección, corrí hacia la pileta, sacándome la toalla y tirándome de cabeza.
-¡Qué buen pedazo tenés!, le dijo Lucas, lo que avergonzó un poco a Tobías, pero enseguida se tiró también al agua.
Lucas trajo una pelota y propuso jugar un loco en el agua, guiñándome un ojo. Lo que pretendía era el manoseo mientras jugábamos, como excusa. Y lo consiguió. Él tenía la pelota y había que quitársela. Así fuimos rodeándolo y nos tocábamos los tres. Mi erección era imposible de disimular y ya no me importó. Pude quitarle la pelota y me puse de frente a Lucas, mientras Toby se me acercaba por detrás. Me incliné hacia atrás para pegar mi culo a su pija y noté que ya la tenía parada. Más trataba de sacarme la pelota, más me inclinaba yo contra su cuerpo, hasta que me sacó la pelota.
Lo rodeamos con Lucas hasta acorralarlo con nuestros cuerpos, ya en pleno franeleo. Era muy escurridizo y se nos escapó un par de veces, pero estaba bien empalmado. Volvimos a arrinconarlo y esta vez Lucas lo abrazó por detrás y yo le agarré la pija dura. Abrió los ojos, muy sorprendido, pero se dejó sobar.
-Tranquilo, le susurró Lucas y aflojó un poco el abrazo.
Yo seguía prendido a su miembro y él se relajó, recostando su cabeza hacia atrás sobre Lucas, que no dejaba de acariciarlo y apretar su cuerpo contra su espalda y su traste.
-Hagamos un tren, dijo Lucas, así que sin vacilar me volteé, puse mi culo contra la pija de Tobías y empezamos a hacer un vaivén en el agua, todos al palo. Fuimos y vinimos por toda la pileta, cambiamos posiciones hasta que llegamos a un rincón y empezamos a pajear a dos manos a Tobías y mientras le tocábamos el culo.
Un poco se molestó al principio, pero se dejó llevar y nos empezamos a besar con Lucas, con mucha lengua a fondo. Yo les agarré la pija a los dos, mientras Lucas nos tocaba el culo, hasta que giró un poco y le dio un beso suave a Tobías, que también se dejó hacer por la calentura, se comieron la boca mutuamente y yo me puse detrás de Tobías mientras no dejaba de pajearlo.
Se despegó un poco de Lucas y nos dijo que estaba por acabar, así que paré de sobarlo y le apreté bien fuerte la base del pene para que no se corriera. Me prendí en los besos con los dos y tomé bastante aire para sumergirme y chuparles unos segundos la pija a ambos, al punto de meterme las dos vergas en la boca. Salí a respirar porque casi me ahogo y volvimos a besarnos los tres.
-Salgamos, dijo Lucas y se recostaron sobre las baldosas del borde de la pileta. Me arrodillé entre ellos y empecé a mamarles la pija con entusiasmo, mientras se acariciaban y se besaban con frenesí. Con Toby boca arriba, me puse en cuatro patas sin dejar de chupársela, mientras Lucas me untaba de nuevo el ano con gel. No tardó en empalarme, de a poco, con delicadeza, pero hasta el fondo. Sus embestidas me ayudaban a tragar la pija de Toby, que ya emanaba líquido seminal.
Le pedí a Lucas que parara y lo dejara a Tobías en su lugar detrás de mí y que se fuera a lavar la pija. Toby no dudó y empezó a cogerme con ganas, mientras yo trataba de acompasar su ritmo. Apenas volvió Lucas con su pija parada y limpia, se la empecé a chupar con todas las ganas, al tiempo que movía mi culo empalado para Toby, que no tardó en eyacular dentro de mí bufando y gimiendo, lo que me puso a mil y aceleré mi mamada a Lucas hasta hacerlo acabar en mi boca. Me dieron arcadas y escupí todo lo que había tragado.
Me tuve que ir a enjuagar la boca y disminuyó mi erección. Se acercaron los dos desnudos y me empezaron a acariciar el culo y la poronga hasta que me recuperé. No tardamos en empezar a besarnos de nuevo y volvimos a calentarnos. Lucas le mostró a Tobías como me la chupaba y le dijo que probara que estaba muy rica. El chico dudó un poco y yo lo seguía besando y acariciando tratando de que se acercara a mi pija dura. Empezó por besarlo a Lucas mientras éste me mamaba y luego se hizo cargo de la tarea, con buena disposición.
Se turnaron para besar y chupar hasta que casi me hacen acabar, por lo que Lucas se posicionó que me lo cogiera, sin que yo dejara de besar a Toby. Puse las piernas de Lucas sobre mis hombros y lo cogí de frente. Fui inclinándome sobre él para besarlo mientras lo bombeaba y al mismo tiempo le ofrecía mi ano a Toby. que me la metió hasta el fondo de una. Me los fui cogiendo a ambos, a uno con la pija y al otro con el culo.
Estuvimos más de diez minutos así hasta que acabé dentro de Lucas. Tobías siguió cogiéndome hasta que Lucas le pidió que se la metiera a él para probarlo. Cedí mi lugar porque ya estaba saciado por el momento y me fui a lavar bien la pija. Los veía y me excité de nuevo, hasta que vi que los dos acabaron otra vez y se recostaban uno al lado del otro.
Me llegué hasta ellos para pasarles protector solar y de paso acariciarlos y besarlos con suavidad, pasando de la boca de uno a la de otro. Noté que Toby estaba algo molesto, se puso serio y le pregunté qué le pasaba.
-No soy puto, me respondió. Me gustan las chicas.
-¿Quién te dijo que sos puto?, le dijo Lucas.
-Por lo que pasó recién, los besos, las cogidas, las mamadas, dijo Toby.
-A nosotros nos gustan las chicas lindas, pero también los chicos lindos. Y vos sos un caramelo para chuparlo todo, le respondió Lucas.
Mientras, yo les limpiaba la pija a los dos, concienzudamente y más que nada para sobarlas, se volvieron a poner duras de nuevo.
-Nunca estuve con una chica, dijo Toby, mientras yo terminaba de limpiarles bien las pijas con agua y jabón, así que simplemente me lancé a chuparlas con ansias. Lucas tomó su celular y llamó a su hermanastra. Yasmine:
-¿Querés venir más tarde a la quinta de la tía a meterte en la pileta? Ya limpiamos todo con Flavio y con Tobías, el chico del almacén. Dale, que te esperamos.
¿Te gustó este relato? descubre más historias picantes en nuestra página principal.