Mi hermano, mi marido y yo nos fuimos a la boda de mi sobrina Inés sin imaginar que aquel viaje iba a tener una enorme incidencia en nuestras vidas. Ceremonia, banquete y baile en el mismo restaurante hasta la una de la madrugada. Mi marido con bastantes copas de más y empeñado en que había que seguir la juerga con el apoyo de un par de matrimonios que también tenían ganas de fiesta. A mi no me entusiasmaba mucho la idea porque en las condiciones alcohólicas en que se encontraba mi marido no le veía mucho futuro a la noche.
Encontramos una boite que era realmente pequeña y que se veía que estaba preparada para parejas. Una pequeña barra, seis mesas y al fondo escondida entre cortinas la mínima expresión de pista de baile, solo iluminada por un par de luces rojas, mas que una boite parecía un club de alterne.
Uno de los matrimonios que venía con nosotros salió a bailar en cuanto pedimos las consumiciones y mi marido se lió en una discusión de política con el marido de la otra mujer, los dos estaban muy pasados de copas y la conversación era de lo más absurda, miré a mi hermano que se mantenía callado y muy serio, me imaginé que tendría ganas de meterse en la cama.
– Sácame a bailar, porque si no nos vamos a dormir – dije.
Nos levantamos y nos fuimos hacía la pista de baile, no se veía nada hasta que uno se acostumbraba a aquella oscuridad, dos pequeños sofás en donde más que ver, se adivinaba dos parejas pegándose el lote, que podían estar follando tranquilamente sin que nadie se enterara. La música era suave muy propia para un lugar como aquel, pensé que mi hermano con aquel tipo ritmo iba a durar poco bailando.
Debo decir antes de seguir con la historia que yo tengo 36 años y mi hermano 21, un fallo de mis padres con toda seguridad.
Comenzamos a bailar.
– Tengo que bailar con mi hermano porque mi marido esta que no se tiene en pie – les comente al matrimonio que había venido con nosotros y que por lo que se veía iban a terminar la noche con un buen polvo.
Yo bailaba con la cabeza apoya en el hombro de mi hermano pensando en la vuelta a casa y en lo que tenía que hacer nada mas llegar, cuando me di cuenta de que algo estaba pasando. Yo bailaba con el pecho apoyado en el de mi hermano sin ninguna prevención y no pensé que aquello pudiera provocarlo pero pronto me di cuenta de lo equivocada que estaba. Se colocó de forma que su vientre se pegó al mío y no necesité mucha imaginación para deducir que aquel bulto que notaba apretado contra mí era una polla empalmada. Me aparté un poco, no creí que mi hermano tuviera ninguna intención extraña, con 21 años un chico se empalma con cualquier cosa. Como dice mi marido “con pelos un cepillo”. La curiosidad nos pierde muchas veces y cuando volvió a apretarme contra el me dejé llevar “solo para saber si de verdad esta empalmado” y lo estaba y se movía buscando rozarse contra mi vientre y la mano que tenía en mi cintura bajo hasta mi nalga apretándome más.
– ¿José que haces?
Su mano subió de nuevo a la cintura.
– Nada.
Sin embargo yo no hice nada para separarme y me di cuenta de que me estaba excitando. Era una sensación cargada de morbo que mi hermano estuviera con aquel grado de calentura que no trataba de disimular, que frotaba su polla contra mi vientre, que volvía a bajar su mano hasta mi nalga sobándola. Mi excitación iba a mas, mi coño estaba empezando a segregar jugos.
– José por favor!… van a vernos.
Pero yo quería mas, en ese momento me había excitado de tal manera pensando que el que estaba poniendo tan cachonda era mi propio hermano que ya no había lugar para el disimulo. José no se cortaba un pelo, había metido su mano en mi escote y buscaba mi pezón que ya estaba tieso y duro antes de notar los dedos.
– José te estas pasando.
Me creí en la obligación de decir aquello para justificarme, pero me apretaba contra la pierna que el había metido entre las mías, tratando de calmar la calentura de mi coño, lo sentía palpitar como nunca, notaba las palpitaciones en la entrada de la vagina y el clítoris parecía tener un corazón latiendo. Al apretarme contra su pierna y rozarme contra ella, el coño se me abrió y la tanga que llevaba puesta se incrusto entre sus labios.
Iba a correrme!. Iba atener un orgasmo en medio de una pista de baile abrazada a mi hermano y cascándomela contra su muslo!. Me corrí, me corrí refregándome fuerte hasta que se me doblaron las rodillas. José tuvo que dejar mis nalgas y sujetarme por la cintura.
– ¿Que te pasa? – parecía asustado.
– Nada… nada…un… un mareo, Vamos!… tenemos que irnos ya.
Di la vuelta y salí hacia la mesa donde aún estaban los otros. Mi marido estaba verdaderamente borracho y entre el matrimonio que había estado bailando y la mujer del otro que estaba poco más o menos igual conseguimos sacarlos de allí, un taxi nos llevó al hotel. En el ascensor mientras mi marido seguía con su perorata de borracho, mi hermano trato de meterme mano buscando directamente mi entrepierna.
– No, ahora no…aquí no
Creo que interpreto mal mis palabras o yo inconscientemente me exprese mal, pero el caso es que cuando mi marido quedo tirado sobre la cama como un saco, me encontré frente a frente con mi hermano.
– Tienes que irte a tu habitación.
– Ven conmigo.
– Tu estas loco. José lo de la boite fue…
– Tu te corriste…no creas que soy tonto Te has corrido – repitió
Tenía apretada contra el lavabo y volví a sentir su erección contra mi vientre. José trataba de besarme en la boca, traté de evitarlo, pero cuando consiguió poner sus labios sobre los míos y note su lengua, la dejé entrar dentro de mi boca. Su mano hurgaba entre nuestros cuerpos, abrí las piernas esperando la caricia hasta que me di cuenta que se había quitado los pantalones. Mientras mi marido dormía la borrachera, a solo dos metros, yo estaba chupando una lengua, me estaban sobando las tetas y pellizcándome los pezones y el que lo hacía era mi hermano aquello me estaba poniendo en un estado de excitación como nunca hubiera imaginado. Le cogí la polla sin mas preámbulos, estaba mojado, creí que se había corrido:
– Quiero que me folles!…quiero que me folles!
Miré buscando donde
– Ahí…siéntate ahí
Cuando se sentó me abrí de piernas, le cogí la polla y apartando la tanga coloque aquel capullo en la entrada de mi vagina, me fui sentando despacio notando como me entraba lentamente. Era una hermosa polla, gorda y larga, nada que ver con la que yo usaba normalmente.
– La tienes muy grande – le susurré al oído
– ¿No te gusta?
Ahora la había metido entera y me sentí llena por completo. Cuando empecé a moverme tuve que controlarme porque si me movía fuerte me hacía daño. Me saque las tetas del sujetador.
– Chúpamelas – y empuje un pezón dentro de su boca.
Estaba disfrutando del mejor polvo de mi vida, me sentía viciosa, aquella polla dentro de mí, el que la polla fuera de mi hermano, que mi marido estuviera a dos metros durmiendo me parecía que me daba carta blanca
para no sentir ningún tipo inhibición. Le saqué el pezón de la boca y le metí el otro.
– Chupa cariño, muérdeme el pezón, no me hagas daño… así despacio. Tu polla me esta volviendo loca, te gusta mi coño…me voy a correr muy pronto, me esta viniendo.
José dejó mi pezón y se apretó contra mi empujando su polla, me estaba lastimando pero no me importo, aquel dolor se estaba mezclando con una corrida increíble.
– Me estoy corriendo… ¿Te estas corriendo tu?
Nunca había notado claramente una corrida de mi marido dentro de mí, por eso cuando mi hermano se corrió abrí mucho los ojos sorprendida y me clave la polla lo más hondo que pude, sentí claramente los chorros de leche estrellarse dentro mi. Me abracé a mi hermano y…
– Dámela…dame toda tu leche, mas… dame mas, me estoy corriendo.
Agotados dejamos de movernos, aún disfrute un buen rato de aquella polla y después fui dejándola salir despacio. Me puse de pie y por un momento me vi en el espejo y casi me dio la risa tenía las tetas por encima del sostén, me levante el vestido la tanga esta apartada aún y mi coño bien abierto y empezando a dar salida a la leche de José.
– Venga tienes que irte.
– Ven conmigo…vamos a echar otro polvo, ven a mi habitación.
– No! No abuses…no tienes queja… ya habrá mas días.
No muy convencido se marchó a su habitación. Yo le eche una mirada a mi marido que roncaba como un animal. Me senté en el bidet para lavarme, la leche seguía manando sin cesar, abrí el grifo y el agua caliente me golpeo el coño pasé la mano y muy despacio mientras el agua seguía regándome el coño, me casqué el clítoris hasta correrme y no lo pensé mas, me desnude, me puse el abrigo y después de ver a mi marido despatarrado en la cama, salí de la habitación 110 y llamé a la puerta 112.
– ¿Quién es?
– Abre!!!
Entre rápidamente, mi hermano estaba en calzoncillos, me quite el abrigo y lo empuje hacia la cama.
– Vamos a follar… necesito follar contigo – le dije mientras le bajaba el calzoncillo – Necesito tener otra vez esta polla dentro.
Se la cogí con la mano y en cuanto se la descapullé dos veces ya estuvo en condiciones. Me puse a horcajadas sobre el y volví a metérmela hasta el fondo del coño.
– Desde cuando querías follar conmigo?- le pregunte
– Desde siempre
– Y porque tardaste tanto en darme esta polla que pone a mil. Te la voy a comer… ahora mismo…te voy a hacer una mamada y luego tu me vas a comer el coño y tiene que ser esta noche por si acaso nos arrepentimos. Somos hermanos y estamos follando ¿A ti te parece que esta bien?.
– Claro que esta bien. ¿No te has corrido? ¿No dices que te gusta mi polla? Pues a mí me gusta tu coño y tus tetas.
Desmonte, me arrodille entre sus piernas le cogí la polla con las dos manos.
– Me voy a comer tu polla, te la voy a mamar hasta que se corra y me de su leche, quiero que me llene la boca de leche y estoy deseando hacerlo y no me importa que seas mi hermano. ¿Verdad que no?
– No. No importa que sea tu hermano…Chúpame la polla.
Chupar si que lo que hice y lamersela tambien, desde los huevos hasta la rajita del capullo, una mamada con la toda la polla dentro de la boca me fue imposible, la tenía demasiado grande, pero el capullo si se lo mamé y bien mamado y se corrió en mi boca y yo me corrí mientras lo hacía. Solo recuperar un poco la respiración me puse sobre su boca.
– Ahora tu cómeme el coño – de pronto se me ocurrió… – ¿Has comido algún coño?.
– No…
– Eso me pone más cachonda. El primer coño que vas a comer es el de tu hermana. Vamos mete la lengua…así…bien hummmm sigue pasando la lengua…mas arriba…ahí…lo notas?… si? chúpalo.
Empecé a moverme sobre su cara en aquel momento no sabía si era mejor la polla o aquella lengua la corrida que estaba teniendo con la lengua era mucho mas profunda, me corría y me corría y el parecía disfrutar mas comiéndome el coño que follando y eso me lo dijo un año después de comérmelo por primera vez en el Hotel cuando fuimos a la boda de sobrina Inés.