El me observo siendo follada por otro
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Os voy a relatar unos sucesos que he vivido y me gustaría contar pues pienso que os pueden gustar. Soy una mujer de treinta años, felizmente casada, y con mi vida bien asentada. Mi físico es bastante bueno pues no siendo alta, si estoy muy bien proporcionada, y tengo una cara bonita, con dos hermosos ojos azules y un largo pelo caoba.
Mi matrimonio empezó con mal pie, pues los celos de mi marido estuvieron por dar al traste con nuestra relación, debido a que siempre me ha gustado arreglarme bien, y debido a la buena figura que tengo lucia bastante, cosa que el no conseguía asimilar a pesar de que yo no lo hacia buscando nada que no fuese sentirme bien. Debido a los problemas que tuvimos, mi marido dio un giro radical a su forma de pensar, pues vio que acabaríamos de mala manera, y poco a poco fue cambiando, y tanto… Al tiempo, mi marido se dio cuenta que cuando estábamos solos (sin amigos, ni conocidos), le excitaba ver como me miraba algún hombre, y ver sus caras de deseo. Poco a poco su imaginación fue en aumento, hasta que una noche me propuso hacer un juego, que consistiría en salir a tomar algo, pero él me arreglaría maquillaría, pintaría, y vestiría. A mi esa idea me gusto, y lo hicimos, dándonos cuenta que ese juego nos excitaba.
Con el paso de los meses, el juego fue siendo cada vez mas fuerte, cada vez iba vestida más provocativa, me lucia mas cuando iba al servicio etc., hasta que una noche en una discoteca mi marido me dijo – mira como te mira ese, ¿Porque no te pegas a la pista de baile cuando empiece la música lenta, y yo voy a pedir algo de beber?, con un poco de suerte te saca a bailar y de verte me pongo a cien. Y lo hicimos… a pesar del miedo que me daba dar ese pequeño paso me atreví, y mientras baile reconozco que me excite muchísimo sintiendo el bulto que me refregaba ese perfecto desconocido. Cuando acabaron los lentos busque a mi marido y le pedí que nos fuésemos. La reacción de mi marido ante aquella noche me convenció de que realmente le gustaban todos esos juegos (morbosos según él) pues hicimos el amor como locos, y no paro de repetirme que teníamos que hacerlo mas veces. El juego siguió seis meses más, pero en aumento, por aquel entonces me pedía ver como me abrazaba alguien y me besa de forma entregada, pero yo tenia miedo, hasta que después de mucho tiempo empecé a perder el miedo pues veía que realmente estaba seguro de lo que quería, y siendo pareja y estando los dos de acuerdo.
Tuvimos un verano muy morboso, en el yo me enrolle en tres ocasiones con algún desconocido en discotecas mientras el miraba, pero no pasamos de besos, refregones y tocamientos, hasta que empezó a decirme mientras hacíamos el amor, que estaba loco por verme en la cama con alguien mas, cosa que me excitaba al limite. La historia siguió igual y yo como fruta madura termine cediendo, y al verano siguiente termine accediendo a su propuesta (realmente habia conseguido que me apeteciese tanto la aventura como a el).
El se encargo de poner un contacto en un periódico, y después de seleccionar entre varios, eligió al que seria mi amante por una noche… y con acierto. Quedamos en un pueblo costero cercano a donde vivimos, pues tenia la ventaja de que estaba muy concurrido, y a la vez lejos de donde vivimos, con lo cual pasaríamos desapercibidos de cara a alguien conocido. Esa noche me arregle con un traje minifalda y zapatos de tacón, pero menos provocativa que en otras ocasiones, y mi marido me pregunto que que ocurría, y le dije.
– Por favor, no me presiones. Estoy muy nerviosa y me da un poco de miedo.
El me tranquilizo diciéndome que habíamos quedado sin ningún compromiso, que si después no me atrevía o no me parecía atractivo lo dejábamos y ya esta, pero yo no quería decepcionarle, pues sabia que llevaba todo un año esperando ese momento, y a mi tambien me excitaba la idea. Cuando llegamos nos estaba esperando en una terraza de un bar en el paseo marítimo, y realmente me pareció atractivo; era alto mas bien delgado pero fuerte, se le vio educado, y tenia una mirada de complicidad cuando me miraba y hablábamos, que no pude evitar el sentirme húmeda hasta un grado que me parecía se me notaba. Hablamos de cosas soeces, y sin importancia haciendo hincapié en que a el no le gustaban las prisas, y pasando a conversaciones mas especificas de los gustos que teníamos en la cama, lo cual me puso en el disparadero, hasta decidirnos a ir a una casa que habia buscado en el campo.
Cuando llegamos a la casa resulto que Pedro (así se llamaba), habia alquilado solo una parte de la casa (era como un pequeño cortijo) y tuvo que llamar para pedir la llave, lo cual fue muy poco discreto, y bastante incomodo, pero yo estaba decidida a seguir adelante y así lo hicimos, Cuando entramos dejamos las cosas(bolso, jersey, llaves, etc) en una mesita y hubo unos instantes tensos, la sala era fea con mobiliario antiguo, una cama que no me convencía mucho, ( parecía un picadero barato y viejísimo) pero nos sentamos los tres en un sillón, y empezó la fiesta.
Mi marido empezó dándome besitos en el cuello y poniendo su mano en mi rodilla, para ir calentándome, y Pedro me cogió la cara con las dos manos, y empezó a besarme en los labios despacio y con dulzura. Yo ya no pensaba, solo me dejaba hacer, y el me calentó un momento hasta que me puso de pies, y empezó a desnudarme lentamente, ayudado por mi marido desde atrás. Caímos en la cama y empecé a sentir las caricias de las cuatro manos, recorriendo mis muslos por dentro, el pecho, y me creía que iba a reventar. Tumbada boca arriba mi marido empezó a comerme los labios y Pedro empezó a comerme abajo, cosa que no esperaba, pero que me volvió loca, hasta que subió refregándose por todo mi cuerpo y poniendo su glande en mi pubis( tengo que reconocer que sus medidas eran más grandes de lo habitual, y que según el estaba vasectomizado y tenia mas aguante debido a eso, cosa que me creo por lo que viví).
Empezó a masturbarme con su glande, después de separarme las piernas y yo estaba muerta de ganas de sentirme penetrada por aquel inmenso trozo de carne, pero lo supo retrasar hasta tenerme en el limbo, y entonces empezó a abrirse paso en mi cuerpo, lentamente hasta llegar al fondo, y yo creí volverme loca. Mi marido se fue al sillón y desde allí observo como un desconocido me estaba disfrutando totalmente, y como yo no podía evitar el gritar muerta de gusto a cada embestida que me propinaba. No era capaz de reaccionar, estaba siendo follada por un hombre que no era muy normal ni en dimensión, ni en aguante, y me gustaba, aunque mi marido no estuviese a mi lado. Pedro me disfruto por espacio de una hora seguida, pero de una manera bestial, y mi marido miraba absorto el cuadro. Cuando acabamos, nos vestimos y nos fuimos rápidamente. Yo me sentía avergonzada de lo que habia hecho, pues me habia comportado como una autentica viciosa, y me daba miedo las consecuencias de eso me podía traer con mi marido. !Me habían follado en todas las posturas posibles, alguien mas dotado de lo normal, y durante una hora sin descansar, y todo delante de el!.
– ¿Cómo se podía sentir el?.
Durante dos meses cada vez que me duchaba me corría recordando como me gustaba e incluso me dolía los envites de Pedro, y mi estado anímico fue de estar siempre dispuesta para el sexo durante seis meses. Mi marido lejos de sentirse mal esta loco por repetirlo, pero en un sitio en condiciones, pero a mí me da miedo, tanto va el cántaro a la fuente que al final puede pasar algo, y llevamos casi dos años sin hacer nada fuera de lo normal.
Actualmente seguimos viviendo en la Costa del Sol, y nuestra relación esta siendo más fría, debido a que cuando alguien prueba el placer del morbo, luego lo demás sabe a poco, y como el no para de pedírmelo. Me planteo repetir algo parecido, pero bien organizado para que sirva de recarga de ganas.