El día que le comí el culo a mi hermana

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Empecé presentándome: me llamo Israel, soy de Jalisco (México), y lo que les voy a relatar sucedió cuando yo tenía 20 años, actualmente tengo 35. Soy moreno, delgado, bien parecido y muy caliente. Mi hermana tiene un cuerpo bonito y bien formado, con unas enormes tetas, un culo grande y unas caderas bien torneadas. También es lampiña, lo que quiere decir que no tiene bello en su hermosa vagina.

Mi hermana es dos años menor que yo. Desde que éramos chicos, ella acostumbraba a desvestirse delante de mí. En ese momento no había morbo, hasta que entré a la secundaria y un nuevo mundo se abrió ante mis ojos: comencé a ver películas y revistas para adultos. Nunca me imaginé ni pensé en mi hermana. Como mujer, hasta que un día se iba a bañar y, como siempre, se desnudo delante de mí, mostrándome su hermoso cuerpo, que llevaba cubierto con una preciosa tanga de encaje negro y un sujetador del mismo color. Me los mostró moviéndose delante de mí y me pidió mi opinión sobre lo que pensaba. Esto me excitó mucho. Cabe decir que vivíamos mi hermana, mi madre y yo solos en un apartamento de un solo cuarto, así que dormíamos todos en el mismo cuarto: mi hermana y mi madre en una cama y yo en otra.

Esa noche mi hermana salió de la ducha. Yo ya estaba acostado y no quería levantarme por la tremenda erección que tenía; por si mi madre me viera, fuera a regañarme.

Transcurrió la noche con normalidad: mi madre y mi hermana ya dormían, y yo no podía dormir pensando en mi hermana, así que me armé de valor, salí de la cama con las luces apagadas y me arrastré hasta sus pies. Empecé a acariciarle las piernas; al principio me conformé con eso y regresé a la cama, pero la emoción y la adrenalina de ser descubierto fueron en aumento, así que volví esta vez hasta su hermoso culo, que estaba cubierto solo por un tanga que se metía en su hermoso culo. ¡Su piel era tan suave! Logré abrir sus piernas y, al abrir sus nalgas firmes y grandes, deslicé mi lengua hacia su culo y vagina, sobre el cachetero.

Después de eso, el miedo se apoderó de mí y decidí no hacer nada, pero mi calentura y la adrenalina por si llegara a despertar o mi madre, que estaba durmiendo a un costado de mi hermana, me impidieron hacerlo. Me armé de valor, introduje mis dedos por el elástico del calzón y lo fui bajando poco a poco, dejando al descubierto su hermoso culo. Abrí sus nalgas y metí mi cara en medio de su culo, lamí todo cuanto pude y metí mi lengua lo más profundo que pude. Era exquisito, me encantó su sabor, quería seguir comiendo por siempre.

Era tanta mi excitación que abría sus nalgas y succionaba directamente con mi boca en la entrada de su culo como si mi alma dependiera de eso. No me importaba si llegaba a sacarle un trazo de mierda, me lo comería gustosamente.
Mi madre empezó a despertar con los sonidos que hacía al chuparle el ano.

Así que me puse de pie junto a la cama y me masturbé, logrando bañar ese hermoso culo de mi leche. Después, se lo esparcí por toda la vagina y las nalgas, así como por su culo.

Después, le subí las bragas, dejándola como la había encontrado, con la diferencia de que su culo estaba bañado en mi leche.

Al terminar mi faena, volví a mi cama, aunque no podía conciliar el sueño, porque me imaginaba la manera de poder acostarme con mi hermana de nuevo. Me masturbé dos veces más y me quedé dormido.

Al día siguiente todo pasó sin novedad, pero yo decidí hacer un plan para follarme a mi hermana.

Continuará…

Les iré contando cómo avanza la relación incestuosa con mi hermana.

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Carloscael
Carloscael
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