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El culo de Leticia quería una polla bien dura

El culo de Leticia quería una polla bien dura 2

Leticia esperaba que la fiesta acabara con una excitante juerga pero acabó siendo una experiencia muy dolorosa. Nos pasamos un poco… Todos estábamos un poco borrachos aquella noche en la fiesta de Rafa. La fiesta era un poco aburrida, y me sentía más animado por el alcohol que por otra cosa. Rafa es de una familia bien situada y ha sido siempre un poco pijo y creído, aunque un buen tío en el fondo. Era quien había organizado la fiesta, como siempre, en su chalet. Rafa, Manolo y yo somos tres buenos amigos desde hace mucho tiempo y aquella noche veríamos hasta dónde llegaba nuestra amistad.

El caso es estaba hablando con Manolo cuando vi a Rafa sentado al lado de Leticia, y hablando con ella animadamente. De Leticia diré que ya la había visto en alguna ocasión. La primera vez cuando Rafa nos la había presentado a mi novia y a mí, y ya me había deslumbrado entonces. Se puede decir que era un monumento de chica: pelo castaño oscuro y liso, cuerpo bien formado, sensualidad por toda su cara, unos veinti pocos años… No me sorprende que Rafa estuviera loquito por ella y tratara de ligársela como fuera. Sin embargo, mi novia le había puesto después unos cuantos peros.

– Ese Rafa está babeándose por ella pero no es para tanto. ¿No crees que está un poco rellenita? – me comentó.

Mi novia es alta y delgada; es guapa. Pero no tenía razón. No estaba gorda sino que tenía un cuerpo generoso y voluptuoso como nos gusta a muchos hombres, muy preferible por supuesto a ningún cuerpo flaco que no tiene donde agarrar. Aquella chica en cambio tenía unos pechos grandes y un culo divino. En fin, las mujeres son envidiosas y parecen creer que no hay otra belleza que la delgadez. Desde luego, yo hubiera cambiado a mi novia por la tal Leticia sin dudarlo pero claro: la novia es la novia y le di la razón. Leticia sólo era una fantasía.

Pero vuelvo a la fiesta. El caso es que nos acercamos para saludarles, y vi que si todos andábamos con alguna copa de más, ella estaba más borracha que ninguno, gracias a la astucia de Rafa que quería camelársela así. El alcohol la hacía sentir muy animada, y hablaba y se reía mucho como una tonta. Los tres nos íbamos excitando también pero no sólo por el alcohol sino porque la chica nos ponía. Sabía que lo correcto era dejarla sola con Rafa para que pudiera ligársela, pero ni Manolo ni yo nos resistíamos a seguir babeándonos con ella.

– ¿Qué? ¿Os gusto? Si es que me estáis comiendo con la mirada.

Nos dijo esto y se río. Por supuesto que nos la comíamos con la mirada. Se estaba poniendo provocativa y lo conseguía, vaya que sí lo conseguía.

– ¿Qué? ¿No os atrevéis? Los tíos sólo sabéis pensar, hay que actuar.

Y volvía a reírse con una risa tonta pero muy sugerente. Aquella provocación era intolerable. Claro que había que actuar. Manolo propuso salir al jardín a tomar un poco el aire. La propuesta fue bien aceptada y salimos.

Manolo me susurró al oído: “Esta noche nos vamos a divertir”. ¡Vaya que si nos divertimos!, pero sigo contando. El jardín de la casa de Rafa es grande y tiene piscina y una caseta para guardar las herramientas y los trastos. Decidimos ir a la caseta. No hay que olvidarse que había bastante barullo dentro de la casa y si queríamos conseguir algo tendría que ser discretamente. A ella no le pareció mal ir a la caseta porque también deseaba divertirse. Bromeó diciéndonos que era un sitio muy curioso para tomar el fresco… La caseta era grande pero había poco espacio con tantos trastos en ella. Además sólo había una mesa. No parecía un sitio muy cómodo pero habiendo tantas ganas no era problema. Sólo Rafa estaba un poco mosqueado porque nos gustaba también su chica. Luego me confesó que entonces se había irritado pensando que él debía haber sido el único en estar allí. Pero no hubo problema al final… allí había mujer suficiente para tres.

Leticia se sentó sobre la mesa y nos quedamos mirándola sin decidirnos. Ella nos sonreía con una mirada un poco boba pero muy provocativa, y soltando risitas. Manolo fue el más espabilado y le quitó la camiseta. Dios, nos excitamos todavía más viendo su sujetador. Rafa se lo había regalado y ella había venido a la fiesta con él. Se puso a toquetearla con nosotros, primero con timidez y luego más decidido, hasta introducir sus manos por su ropa interior. A ella no le molestaba para nada, se estaba excitando mucho. Tenía a tres hombres pendientes de ella. La ropa interior también sobraba y la desnudamos para seguir tocándola. Ninguno había practicado el sexo en grupo y nos cortaba follarla allí todos juntos y más siendo amigos. De momento nos conformábamos con sobarla con nuestras manos. Tocábamos su sexo y luego lo besábamos y lamíamos. Uno se encargaba de comérselo mientras los otros dos nos comíamos una teta cada uno. A ella le encantaba. Después de un rato paramos y nos dijo:

– ¿Qué? ¿Os gusto?

Se echaba a reír. Claro que nos gustaba.

– Seguro que habéis fantaseado mucho conmigo.

Ella sentía su dominio y le gustaba. Rafa fue ahora el más decidido:

– Dios, las pajas que me he hecho yo pensando en ti.

Leticia se río aún más y dijo:

– ¿Y qué es lo que más os gusta hacer conmigo en vuestras pajas?

Yo desde luego estaba muy seguro de que era lo que más me gustaba hacer. Tenía un culo precioso, grande y redondeado, y era lo único que nos quedaba por ver pues estaba tumbada boca arriba. Yo respondí por Rafa:

– Tienes un culo divino, Leti. Me gustaría hacértelo a lo perro pues eres una perrita.

Me había salido del alma… Ella se escandalizó un poco pero le hacía gracia. Rafa y Manolo debían pensar como yo pues la voltearon y todos pudimos ver aquel culo precioso, proporcionado y generoso. Manolo le echó mano a una de sus nalgas y yo a la otra, y la verdad es que su culo por hermoso y abundante que fuera, no bastaban para tantas manos como había allí sobando. Intentábamos abarcar todo su culo con nuestras manos y lo pellizcábamos. Manolo no podía más con el deseo.

– Joder, ya estoy harto de tocar. Ese culo hay que deshacerlo a base de follar.

Abrió sus piernas hasta que podíamos distinguir el vello de su enorme coño. Rafa y yo sujetamos sus pies para que dejársela bien abierta a Manolo. Éste se desabrochó el cinturón e introdujo su pene completamente tieso en aquel coño. Empezó así a follársela y pronto vinieron los jadeos. Era increíble. Jamás había pensado que fuera a participar en una orgía. Lo más excitante era ver a dos personas completamente poseídas. Él estaba fuera de sí y le decía de todo: zorra, puta, cerda… Vamos, las cosas que nos gustaría decir a una hembra en ese momento, reconozcámoslo, y que a toda hembra debería halagar. A ella le gustaba pues respondía, entre jadeos, llamándole cabrón e hijo de puta con mucho cariño… Estaba gozando de lo lindo. Vi su cara, tenía los ojos cerrados y la boca bien abierta, estaba descompuesta de placer. Nos encantaba oírles decir todo aquello. Eso sí eran palabras de amor… En fin, entre la excitación y las prisas se corrió bastante pronto dentro de ella. Ella gimió sin cortarse cuando lo hizo. Se retiró entonces y Rafa le reemplazó enseguida.

– Vamos, quítate, que ahora quiero follármela yo.

Rafa también se la folló y me llegó el turno. Me desabroché los pantalones y fui a hacer la faena pero el caso es que estaba pensando (todo lo que se puede pensar en una situación así) que me apetecía algo más. Saqué mi verga completamente tiesa. Tanteé entonces todo su culo con la punta del capullo, no en busca de su rubio coño sino de otro agujero más arriba… Ella se dio cuenta de que quería sodomizarla y no le gustó.

– ¿Pero qué coño vas a hacer, cabrón? A mí nadie me encula, ¿Te enteras?.

Eso estaba por ver. Intentó escapar pero a mis acompañantes les había encantado mi idea y la agarraron. Yo le hice una presa en la espalda con una mano para inmovilizarla y la obligue a inclinarse sobre la mesa mientras no paraba de insultarme. Estaba tan excitado que así entonces una azada de las que había en la caseta y le dije que si no dejaba de gritar le partiría la cabeza con ella. Se calló y me dejó que la amordazara con las bragas; agarré su cabeza y la obligue a que se inclinara al máximo. Acomodé su culo para que estuviera en perfecta situación, y entonces sencillamente volví a buscar su agujero e introduje el capullo. Jamás había tenido sexo anal y ella tampoco. No me atreví a meter toda la verga, sólo la punta, pero bastó para que gozara como nunca. Y era yo ahora el que le decía de todo.

– Tú no eres una perrita para que te lo hagan a lo perro. Lo que eres es una cerda y hay que hacértelo por el culo. ¡Puta cabrona! ¡Este culo te lo voy a destrozar!.

Ella no gozaba tanto ahora. Le debía doler a morir y ahora gemía de dolor y no de placer. A medida que perdía el miedo se la metía más adentro hasta que acabé metiéndosela todo lo que pude. Desde luego debió sufrir horrores con eso, pero en ese momento no me importaba nada, sólo empujar aquel culo adelante y atrás. Estaba poseído cuando agarré su cabeza y la levanté para poder besarla y decirle al oído que era una puta. Noté que estaba llorando y eso me irritó un poco. Si yo estaba gozando de lo lindo, ¿Por qué no reconocía que no le habían hecho nada tan fenomenal nunca?. Cogí y golpeé su cabeza contra la mesa. Sólo un poco claro, pero lo cierto es que me excitaba aquel poder. Volví a coger su cabeza y a chocarla contra la mesa, y seguí haciéndolo como un juego. Cada vez que golpeaba su cabeza se la metía con fuerza. Ella lloraba aún más y me incitaba así a golpearla con más ganas. Luego empecé a tirarle del pelo un poco y a morder sus hombros y su espalda. Fue Rafa el que me aconsejó prudencia, porque si no podría haber ocurrido una barbaridad. Además, si la golpeaba demasiado podía desmayarse y yo quería oírla gemir… Y yo no dejaba de meterle la polla dentro del culo, mientras, desgarrándoselo. Pero mi resistencia llegaba al límite y tuve que correrme dentro de aquel culo como nunca. Cuando saque mi verga temblorosa, estaba húmeda y no sólo por mi semen sino también por la sangre. Me sorprendió mucho y me encantó.

Mi turno se había acabado y Manolo me empujo de mala manera, diciéndome que me retirara sin contemplaciones, porque quería hacer lo mismo. Lo hizo: la folló como había hecho yo antes y lo mismo hizo Rafa. Y luego todos volvimos a follárnosla. Aun otra vez más repetimos, a pesar de que ya estábamos agotados y nos costaba esfuerzo, porque la excitación era enorme y se volvía a poner tiesa enseguida; y mientras uno se la metía por el culo y la hacía sufrir, los otros veíamos sus ojos llorosos y la dábamos bofetadas y le mordíamos el cuello y los pechos. Fue genial pero acabó. La habíamos hecho sufrir de lo lindo. Tenía los ojos deshechos de llorar y nos miró con odio. Se vistió como pudo con las piernas temblando por la rabia, el dolor y la borrachera. Le quité las bragas con las que la había amordazado pero no se las devolví. Me las quedé yo, claro. Había sido todo un campeón y quería mi trofeo. Me pidió que se las devolviese con enfado pero no lo hice.

– Esto es un recuerdo que me llevo para saber lo putita que eres. Pero si quieres podemos repetirlo otra vez y te las devuelvo…

Me miró furiosa.

Al día siguiente, más despejado y sin la excitación pensé en todo lo ocurrido y temí que quisiera denunciarnos. Cuando hablé con Rafa y Manolo los tres teníamos un poco de miedo. Por suerte no lo hizo. Me imagino que aquello era demasiado humillante para airearlo. Además ella había empezado invitándonos a cepillárnosla, pues era una puta en el fondo. En cuánto a los remordimientos, todos habíamos gozado como nunca y bien había merecido la pena. Si volviera a tener la oportunidad lo haría de nuevo sin dudarlo.

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