Edipito. Una madre que es hermosa y exuberante
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…”Ya me anda de la chis”. Dijo mi joven y bonita mamá a la señora. Y a nosotros: “no vayan a voltear”. Y se alzó el amplio vestido circular majándose las lisas bragas, para expedir por entre los lindos y regios muslos un susurro para mí muy conocido, pues al bañarnos ella y yo, la había visto sentadita varias veces en el retrete”…
“Una madre que es hermosa y exuberante puede despertar en el hombre bajas pasiones al punto de con su cuerpo obsesionar a su propio hijo, quien puede quedar castrado física o mentalmente, fijado ante la bella desnudez de su madre por el resto de sus perversos y libidinosos días”.
Yo todavía recuerdo como en turbios sueños el nacimiento de mis negros deseos filiales, cuando a la edad de “6” años junto con un amigo salimos de la escuela con mi turgente y atractiva madre y la abuela de mi amigo, una señora sexagenaria, cuando de repente mi mami que contaba 27 (super) años se le antojó hacer una necesidad privada.
“Las primeras sombras de la noche onvadían la calzada, no pasaban traseúntes y el tránsito de carros era casi nulo, había árboles frondosos como había casas y ventanas enfrente”.
“YA me anda de la chis”. Dijo mi mamá a la señora. Y a nosotros: “no vayan a voltear. y se alzó el amplio vestido circular bajándose las lisas bragas y sentándose a horcajadas, para expedir entre los preciosos y regios muslos un susurro para mí muy conocido, pues al bañarnos ella y yo, la había visto sentadita varias veces en el retrete; y hasta me había meado en la misma taza, a la hora que ella me hacía un huequito, para dejarme orinar tras de sus descomunales nalgas: en unión a ella. Pero mi amigo de infancia ahí junto, hizo que me sintiera molesto y muy celoso.
¡Ya! Dijo: “Y nosotros que la veíamos de reojo a un metro de distancia… volteamos a verla de inmediato al instante que ella se subió la pantaleta (talla 38) de nylon claro, y se bajó acomodándose el largo vestido circular estampado”.
Por otro tiempo de plenitud y felicidad edípica, el mismo amigo y yo solíamos jugar horas y a los “13” años púberes también despertábamos ante nuestra curiosa adolescencia.
Ella (MQMC) se cargaba 34 curvilíneos años con un bello rostro de póster y un cuerpazo como para un calendario: de lindos ojos oscuros, insinuantes, persuasivos y que lanzaban atrevidas y coquetas miradas.
Una tarde mi amigo y yo la hallamos semidesnuda, saliendo del baño por el pasillo con la toalla blanca húmeda envuelta en el tupido y tardeado pelo, nada más vistiendo una pantaleta blanca y lisa; nosotros la seguimos muy a pesar mío pero por más que quise contener al otro íbamos a dos o tres pasos de distancia, de aquel espectáculo tan tentador y ondulante, luego que empezó a subir por los escalones de la escalera nosotros seguimos sin despegar nuestros ojos de ella, de las chulas y gruesas y torneadas piernas, por la tersa y acanelada espalda quebrada, así como entre las sutiles playas de las hermosas bahías de sus posaderas llenas y traslúcidas entre la “espuma” del nylon(38) de la blanca prenda íntima.
Entramos a su recámara en seguida cuando ella se compuso un brasier (36 B) también blanco cubriendo sus frutos con pezones de cacao, y viéndonos sexy y tiernamente se sentó frente al tocador con atenta mesura, para pronta desprenderse de la toalla y peinar la vorágine de sus cabellos oscuros.
Yo podía entrar a su cuarto cuando yo quería, y cuando salía de la regadera, le pasaba del cajón algún calzón de tono tenue, o le ayudaba a sujetarse el sostén o el liguero; pero desde ese día no volví a invitar a mi amigo, aunque mis celos filiales fueron creciendo, pues mi ex amigo e inquilinos y vecinos la siguieron espiando vestida o desvestida, en paños menores o completamente en cueros, porque ella era muy generosa y “compartía” todo lo que tenía, ya que nunca cerraba las cortinas de las ventanas de su aposento.
“Las mujeres feas tratan de ocultar su fealdad, pero las mujeres bellas aunque quieran ocultar su belleza no pueden cubrirla ni estando vestidas, y mucho menos mundanamente exhibiéndose en pura fina piel tal como las vistió la sensualísima naturaleza”.
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