Despedida de soltera de una compañera de trabajo y amiga
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A mi amiga la conocí en un trabajo casual. Desde el principio se convirtió en mi confidente de mis aventuras, todavía más cuando con ella no había ninguna posibilidad. Andrés y ella tenían siete años de noviazgo que ya casi era matrimonio. De hecho, Andrés que también trabajaba conmigo en algunos turnos, me confesó que le pediría matrimonio dentro de poco.
Mi amiga pronto se convirtió en mi consejera sentimental. Yo estaba saliendo con dos chicas a la vez, así que ella me invitaba a parar con ese juego porque podía herir los sentimiento de las demás personas y de los míos y porque iba a terminar sin el pan y sin el queso. Sin embargo, ella se divertía con mis enredos sentimentales.
Mi consejera, como le decía cariñosamente, trabajaba en nuestro uniforme de trabajo. Una camiseta negra con el logo del restaurante. Nada sensual ni atractivo. Sin embargo, un día ella olvido la camiseta y trabajó con una blusa escotada de hombros que resaltaba toda su espalda y dejaba insinuar su pecho, grande para su tamaño. Los clientes se inclinaban para acercarse a la caja para ver a la chiquita con espalda sexy y tetas ricas. Así se lo dije un borracho que entró a la hora del cierre. Ella se sorojo, yo le dije al borracho que ya habíamos cerrado y lo hice salir, pero me quedé pensando en que tenía razón.
Otro día, volvió a olvidar la ropa de trabajo, pero esta vez la blusa era normal y lo que era diferente eran los shorts y no los pantalones que llevaban. Esta vez los clientes no podían ver demasiado desde el otro lado de la barra, pero yo sí que mi gusto e incluso, le hice un comentario, algo como “Consejera, ya entiendo por que Andrés anda tan contento, con esas piernas”.
Mi amiga era todo lo que se llama una chica handy. Delgadita, morenita y con unas tetas ricas. Así que la seguía considerando mi amiga pero ya sabía que había llamado mi atención. De hecho, un día mientras estaba con una de las chicas con la que salía no pude controlar las ganas de tener sexo y pensaba en la espalda de mi compañera mientras cogía en cuatro a una de las chicas con las que salía.
Pero en fin, todo parecía quedar allí en la simple fantasía. Hasta que un día, Andrés y ella, llegaron al restaurante con la noticia de que se iban a a casar la semana siguiente. Al despedirse, yo les dije por m*****ar que Andrés tenía la despedida de soltero en el local de en frente al día siguiente. Ellos se rieron, pues el local era un bar de bailarinas exóticas. Mi amiga, para no quedarse atrás, dijo que ella también tendría su despedida de soltera. No era mentira, Andrés se iba reunir con los amigos para charlar y hablar y ella iba a hacer lo mismo. Así que él me invitó el día siguiente a su despedida de soltero. Yo estaba muy contento por ambos.
Tan contento estaba que no me pareció sospechoso que a la mañana siguiente ella me llamará y me pidiera el favor de acompañarla a traer unas cosas para preparar su despedida de soltera. Pensaba organizar una reunión en casa con sus amigas y yo había sido el elegido para acompañarla comprar todo, pues todo era una sorpresa para sus amigas. No sé si lo fue para ellas, pero por lo menos lo fue para mí.
Cuando llegué estaba en babydoll. No particularmente sexy, pero corto. Así que de nuevo pude admirar sus piernas. Le dije que nos teníamos que afanar porque todo tenía que estar listo para cuando llegara el estriper. Ella me dijo que nada de eso, que ella no iba a traer un estriper a su casa, pero pues yo le dije que sus amigas tal vez sí. Ella me dijo que no, que ella les había advertido a todas que no lo iba a permitir. No iba permitir que un desconocido viniera a su casa delante de todas sus amistades. Así que por m*****ar, le dije que tranquila, que podia ser yo el estriper.
Ella se río y se acercó y me dijo; no, mira, todavía te falta mucho de aquí y me tocó los biceps, estás muy flaco. Así que yo le seguí el juego, ¿Y de tríceps?, ella se acercó más y me dijo, peor. ¿Y de… bueno, ya no sigo más, consejera, ya me vas hacer llorar?, Yo que puedo hacer, si estás así de flaco. Ahí me hice el triste y ella se sintió mal, así que me dijo… bueno, de pechito tienes algo. Así que le dije, ¿segura?… y comenzó a bajar las manos, y de abdominales no estás mal, ahí ya la temperatura comenzaba a subir y nuestros ojos se cruzaron… así que siguió bajando… y… yo no pensé que fuera a seguir, me estaba poniendo caliente… así que ya se iba a terminar todo, pero no… y de allá parece que estás nervioso… y yo le dije… Ah, sí… y ahí, le dije, revisa, mientras que posaba su mano en mi pene.