Conquistado por el viejo, 2da parte
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Me dio por el culo, me hizo gozar, luego me utilizó.
Me decía, así, mi niño, así, goza. Mira como tienes la pollita, la tienes empalmadita. Mira como te gusta, ves, mira como goza tu culito con el juguetito, mi niño.
Habían pasado ya los 3 días, y allí estaba yo a 8:30 de la tarde.
Cuando llegué, ya me estaba esperando el viejo en el coche. Nada más llegar, me abrió la puerta, subiéndome al coche.
Hola, ¿que tal estás? me preguntó.
Bien le contesté,
¿Como tienes el culito? ¿Has tenido molestias en él?
No, ¿por qué iba tener?
Mejor, así hoy lo pasaremos mejor.
Te voy hacer gozar hasta que te derrita el culito tan rico que tienes, mi niño, me dijo.
Se sacó la polla, y me ordenó, anda salúdala, y dale la bien venida a la pollita que te va hacer gozar, anda.
Mientras me agachaba, le agarré la polla con las manos, llevándola a la boca.
¡Aaaaaaaaahhhhhh! como te echaba de menos ¡aaaaaaaahhhhh! que boquita tienes, anda sigue mamándola, mientras nos vamos.
Primero vamos ir a junto unos amigos, que he quedado con ellos, tomamos algo, luego vamos darle placer a ese culito tan rico que tienes mi niño; hoy le vamos dar una buena ración de polla, para que no sufra tanto.
Me llevó hasta la calle San Juan, que fue donde aparcó el coche.
Mientras íbamos llegando, había dejado de chuparle la polla, para no ser visto por la gente que había en la calle.
Salimos del coche, y nos encaminamos al bar Huevito, que fue a donde me llevó.
Allí estaban 4 viejos más, a los que me presentó; estuvimos bebiendo con ellos durante 2 horas.
Ellos bebían vino Ribeiro; yo como no solía beber, no sabía que tomar; me hicieron beber igual que ellos.
Cuando salimos de allí, yo iba ya medio mareado, por beber tanto vino.
Se despidió de ellos; a uno le dijo que luego nos vemos allá.
Montamos en el Seat 127, arrancó, nada más hacerlo, me dijo, ¿estás mareado?
No, le contesté, lo que pasa es que no estoy muy acostumbrado a beber vino. Y claro que estaba mareado, pero…
Anda, sácame la polla, y ve dándole una mamada, que está necesitando de tus besitos.
Así lo hice.
Empecé a chupar su polla, como el más rico de los manjares.
Esta vez me llevó al monte de la Zapateira. Cuando llegamos allí, me fijé que estábamos entre un bosque de pinos, y poco más sabía, ya que no tenía idea de por donde habíamos ido, al ir todo el tiempo agachado, mamando aquella rica verga.
Yo había creído que íbamos ir al mismo sitio de la otra vez, pero él se encargó de decirme que esa semana, no se podía ir allí. Como no dio más explicaciones, pues no dije nada más.
Sácate toda la ropa, y échala en el asiento de atrás, me ordenó.
Empecé a quitarme los zapatos, desabrochando el cinturón, luego sacarme los pantalones, y slip, para luego sacarme una camiseta que traía.
El también se desnudó completo, dejando la ropa junto a la mía.
Me mandó echar el asiento para atrás de todo, y luego lo reclinó para que quedara totalmente acostado.
Queda así un momento, que voy coger unas cosas del maletero, me dijo.
Abrió la puerta del conductor, la cerró y salió hacia el maletero.
Luego vino por la puerta del acompañante; traía una especie de esterilla; pero era más grande; y una bolsa de plástico pequeña, con algo dentro.
Estiró aquella especie de esterilla, en el suelo, junto al capó del coche.
Luego abrió la puerta donde estaba yo, trayendo la bolsa en la mano.
Abrió la bolsa sacando un consolador; era una polla de lates, tan pero que tan grande, que aquello me asustó.
¿Y eso para que es? Le pregunté.
Es un juguetito, para que tu culito se divierta, y lo pase bien. Ya verás como le va gustar.
Pero si eso no me va entrar en el culo, le dije.
Tu tranquilo, toma, cógelo, sóbalo un poco y mételo en la boca un poquito.
Lo agarré y al abrir la boca, no era capaz ni de meter la cabeza de aquella monstruosidad.
Joder, si ni siquiera me entra en la boca, le dije.
No te preocupes, dijo mientras sacaba otro consolador de la bolsa, primero jugaremos con este, me enseñó. Y además tenemos una crema especial, para lubricar tu culito, así no sentirás daño. Sino te entra, pues nada, lo dejamos.
Sacó la crema, la abrió y me dijo, levanta las piernas un poco, que te voy poner un poco de crema en el culo. Así no te dolerá como el otro día. Luego empezamos con este consolador, para preparar tu culito.
Levanté las piernas, y empezó a untarme de la crema en el culo.
Metía un dedo en mi culo, mientras con la otra mano me acariciaba la polla y huevos, mira como tu pollita ya se pone contenta, me iba diciendo, mientras me untaba de aquella crema.
Metía su dedo en mi culito, y mientras me iba untando de aquella crema, me iba hablando:
Ya verás como va gozar esta noche este culito tan rico que tienes, lo vamos hacer delirar de placer. Además de los juguetitos, hoy tenemos invitado.
¿Como invitado?
Le pregunté al viejo.
Sí mi putito, es uno de los amigos que te presenté. Le hablé de ti, y quiere conocer tu culito, para presentarle su polla, haber si le gusta.
Pero sino te gusta, no te preocupes, que se marchará. Pero estoy seguro que te va gustar y vas gozar, y a tu culito, le va encantar.
Cuando me tuvo bien lubricado, me mandó salir.
Me incorporé, ayudado por la mano del, llevándome por la mano, me llevó hasta el capó del coche, poniéndonos de pie en aquella esterilla.
Cogió el consolador más pequeño, me dijo, ven, colócate aquí, apoyado en el capó, y abre las piernas, que te voy metiendo este juguetito en el culito.
Me coloqué como me ordenó, esperando que me metiera aquel consolador en mi culo ¡Aaaaaaaaahhhhh! grité, cuando me estaba empezando a meter aquel consolador.
Tranquilo, mi niño, que ya lo tienes dentro, me dijo
Ahora vamos a dilatar este culito, mi niño, así no te va doler como el otro día.
Me estaba metiendo y sacando el consolador en mi culo, mientras me agarraba con una mano mis huevos y polla, me los acariciaba.
Me decía, así, mi niño, así, goza. Mira como tienes la pollita, la tienes empalmadita. Mira como te gusta, ves, mira como goza tu culito con el juguetito, mi niño.
¡Aaaahhhhhh! ¡Aaaaaaahhhh! suspiraba yo, allí apoyado con el pecho en el capó del coche, mientras el viejo me estaba sacando y metiendo aquel consolador en el culo.
Así mi niño, gime, gime y goza, mi niño.
Mira como me tienes, mira como tengo la polla.
Me dejó enterrado el consolador en el fondo del culo, y agarrándome por la mano me dijo, ven, que tu amiga necesita que la mames un poquito, mientras esperamos.
Me llevó hasta la puerta del copiloto, se sentó él con las piernas para fuera, y me dijo. Agáchate, y chupa la polla un poco, que lo está necesitando.
Me agaché, y como el consolador se salía del culo, me dijo: mételo bien a fondo con la mano, y aguántalo un poco.
Con una mano metí hasta el fondo del culo aquel consolador, aguantando con ella que no saliera, a la vez que apretaba el culo para que el consolador no se escapara de mi culo.
Mientras con la otra mano agarraba la polla del viejo y abría la boca, para empezar a chupar aquel manjar.
Así, así, abre bien esa boquita, trágala toda, así, así trágala toda ¡ooooooohhhh! que boquita mi niño.
El viejo empujaba mi cabeza con sus manos, haciéndome llegar tan a fondo la polla, que casi devuelvo todo.
Empecé a toser; me salía el vino que había bebido. Joder, me salió hasta por las narices.
Tranquilo mi niño, coge aire, y abre bien la boca.
Chupa un poquito más, anda, mmmmmm, suspiraba, mientras yo volvía meterme aquella polla en la boca.
Fue entonces cuando escuchamos llegar un coche. Ya mi niño, ya está aquí el invitado, ya verás como te va gustar, y lo bien que lo vas pasar.
Tardó un poco en salir, desde que había llegado el coche. Cuando lo hizo, lo primero que dijo, fue, Buenas noches, veo que ya estáis en plena función, eh. Que bien lo estáis pasando.
El cabronazo de aquel viejo, ya venía sin los pantalones, venía con la polla al aire, y joder, menuda herramienta que se gastaba. No estaba empalmada de todo, pero ya la tenía bien morcillona. Aquella polla era mucho más grande y gorda que la del otro viejo, por eso traían los consoladores aquellos, que hijos de puta.
Puso una mano en mi culo, y dijo, ay que culito más rico tienes bebé. Ya me fijé en el bar, que lo tienes redondito y algo respingón.
Cogió con su mano el consolador, y echando la otra a mis huevos y polla, me empezó a acariciar, mientras sacaba y metía el consolador en mi culo. ¿Te gusta bebé?, claro que te gusta, mira como te entra, y te gusta mamar polla, eh bebé, me decía.
Me iba hablando, mientras ahora me acariciaba la espalda con la mano, me acariciaba el vientre y pecho, para coger uno de mis pezones, apretarlo suavemente, mientras decía uy, si que tienes los pezoncitos duros, uy que calentito debes estar bebé, veo que estás muy excitado, como te gusta bebé.
Mira que polla tengo para ti.
Anda acaríciala un poco.
Eché la mano a su polla, y joder, menuda polla que se gastaba el viejo. La empecé a sobar, le bajaba y subía suavemente la piel del prepucio, como haciendo una paja.
Es toda para ti bebé, para ese culito tan divino que tienes.
Le sobé los huevos, mientras dio un suspiro, y dijo. ¡Ooohhhh! Están cargaditos, bebé, te los voy vaciar en tu culito.
El viejo que me estaba metiendo la polla en la boca, la sacó, me hizo incorporar, me dio la vuelta, y empezó a sacarme el consolador del culo.
Vamos a empezar putito, vamos meterte primero mi polla, mientras le das una mamada a la polla de nuestro invitado.
Sin levantarse del asiento, me agarró por las caderas, me arrimó a él, ordenándome que me fuera sentando en su polla.
Así lo hice, cuando noté su polla en la entrada de mi culo, me dio una estocada, mientras con las manos tiraba de mis caderas para abajo, metiendo de un golpe la polla en mi culo, ¡Ooooooooohhhhhhhhh! suspiré.
Ya, ya está. Ya la tienes toda dentro ¡ooooooooohhhhh! que suavecito está hoy el culito, putito, mmmmmm, que bien resbala, mmmmmm, mira que bien te entra hoy.
Empezó a subirme y bajar en su polla, mientras con sus manos, me iba marcando el ritmo ¡ooooooooohhhhhh! así, así, putito, ay que gustito me estás dando.
Anda, coge la polla de nuestro invitado, y dale la bienvenida con esa boquita que tienes.
Cogí aquella polla con una mano, mientras dejaba la otra apoyada en la cadera de nuestro invitado, y la llevé a mi boca. Abrí la boca para meter aquel pedazo de tremenda polla. Joder, tenía que abrir a tope la boca, para que me entrar aquel ciruelo.
Me agarró la cabeza con las manos, mientras me acariciaba la cara y orejas, me decía, chupa, bebé, chupa la pollita y goza, que hoy te vamos hacer gozar de lo lindo.
Así, bebé, así, así, chupa, cómela toda.
Ay como te gusta la polla, mi niño. Mira como te entra ¡aaaaaahhhhhh! que gustito putito.
Mira que rico te estamos follando, mmmmmm.
Que bien lo estás pasando, putito, disfruta de tus pollas, que te van dejar el culito a gustito, y bien suavizado.
Me tuvieron así follando durante unos 7 minutos por lo menos, cuando el viejo que me había conquistado, se paró, diciendo, vamos cambiar de postura. Ahora vamos para aquí, mientras me iba llevando con la polla dentro del culo, hasta donde había estirado aquella especie de esterilla.
Cuando nos colocamos sobre aquella esterilla, le pidió al invitado que se pusiera de pie apoyado sobre el capó del coche.
Sigue chupándosela putito, me ordenó.
Me aferré con las manos a aquel tremendo ciruelo, y a la vez que iba abriendo la boca, me la volví engullir.
Mientras por el culo, seguía recibiendo la polla del viejo. Ahora a mayor ritmo.
¡Ooooooohhhh! que gusto putito ¡ooooooooohhhhhh! te voy llenar este culito, putito, Mm.
¡Aaaaaahhhhhh! ya putito, ya ¡ooooooohhhhhh! me corro, me corro, putito.
Me dejó toda su leche en lo más hondo de mi culo.
Mientras se reponía, me tenía la polla dentro, arrimando su pelvis a mi culo lo más que podía.
Ay, que rico estás putito, mientras me acariciaba con su mano por la espalda, luego la pasaba por los huevos y polla, terminando en el culo. Iba acariciando y decía, estás buenísimo, putito.
Mira como gozas, me decía mientras pasaba la mano por mi polla, mira como sueltas semen por tu pollita. Mira como disfrutas, que bien te lo estamos haciendo pasar, putito.
Sacó su polla de mi culo, y decía, mira, mira como lo tienes abiertito, mira como sale mi lechita, mi niño, mientras me iba metiendo un dedo en mi agujerito.
¡Dios!, seguía con aquel ciruelo en mi boca, y estaba sintiendo un placer enorme, notaba como mi pollita derramaba semen en un constante goteo- Y ahora notaba como por mis piernas iba escurriendo el semen que el viejo me había dejado en el culo.
Notaba el dedo en mi culo; me hacía estremecer; con el dedo y las caricias, me estaba derritiendo.
Me sacó la polla de la boca y haciéndome poner de pie me dijo, ahora deja que te de por el culo nuestro invitado, ya verás como le gusta a tu culito la polla de nuestro amigo.
Abrazándome el viejo que me había conquistado, me sujetó la cabeza, empezando a besarme, y meterme la lengua en la boca, me iba susurrando: tranquilo, que lo vas disfrutar. No tengas miedo, ya verás como te gusta y lo pasas bien.
Claro que estaba disfrutando y gozando como nunca. Estaba en pelota picada con 2 maduros que me estaban dando por el culo en pleno monte de la Zapateira.
Pero ellos sí que disfrutaban como nunca, tenían a un ingenuo y caliente jovencito, desnudo por completo en pleno bosque, deseando le abrieran el culo con aquellas pollas, y lo llenaran de semen.
Me agachó la cabeza para meterme su polla, que ahora estaba morcillona, diciéndome, anda mámala un poquito, y saborea la lechita que te he dejado dentro de tu culito.
Abrí la boca, y empecé a chupar la polla que había terminado de darme por el culo.
Así, así, mi niño, Ho, que boquita tienes, mmmmm, que bien mamas.
Primero vamos probar con la polla de lates, para que tu culito se acostumbre. Ahora ya lo tienes bien abierto, y está bien lubricado, después de mi follada.
El invitado fue por el tremendo pene de lates que estaba en el coche. Acercándose por detrás de mí me lo colocó en la entrada de mi culo; mientras hablaba, ay que culito bebé, te sale la lechita.
Metiendo un dedo en mi culo, sacaba semen, untándoselo a la polla de lates.
Ya verás como te entra bebé, decía.
Colocó la punta de aquel tremendo consolador en la entrada de mi culo, agarrándome los huevos y polla con una mano, me decía relájate bebé, relájate, mientras daba un empujón a aquel consolador.
Ay, solté. Despacio, despacio, ve despacio, que me está haciendo daño.
Tranquilo, bebé, tú relaja el culo, me decía mientras iba empujando poco a poco. Metía un poco, sacaba, y volvía a meter.
¡Aaaaaaaahhhh! suspiraba yo, ve despacio, por favor, le decía.
Ya bebé ya, ya lo tienes dentro, solo falta un poquito.
Dando un golpe al consolador, terminó de meterme por completo aquel monstruo de lates.
¡Aaah! me volví a quejar.
Mientras el me acariciaba la polla y huevos; me decía; ya bebé ahora ya la tienes toda dentro, relájate, que vamos a moverla un poquito.
Empezó a sacar y meter aquel monstruo, mientras me iba diciendo, así, bebé, así, relájate y disfruta
¡Dios! aquello me estaba haciendo sudar, y notaba mi culo abierto a más no poder.
Ahora ya notaba como entraba y salía con más facilidad de mi culo, aquel pedazo de monstruo.
Ves mi niño, me decía el viejo, mientras me sujetaba la cabeza, y me volvía a meter la polla en la boca, ves como sí que te entró, ahora vas quedar bien abierto, para que no sufras. Ahora te va quedar el culito bien abierto y suavizado, mi niño; vas gozar mucho más.
Me tuvieron así por lo menos unos 5 minutos. El viejo que me había conquistado, haciéndome chupar la polla, que ya se la tenía bien reluciente con la mamada que le estaba dando. Mientras el invitado, sacaba y metía aquel monstruo de lates en mi culo.
Bueno, ya está listo tu culito, para recibir con todos los honores, a nuestro invitado.
Me sacaron aquel consolador; Cuando lo sacó noté un tremendo soplo de aire entrar por el agujero de mi culito.
Eché la mano a mi culo y ¡dios!, tenía un tremendo agujero. Hasta notaba como si me entrara el aire por ese tremendo agujero que me había quedado.
El viejo invitado me agarró por la cintura, llevándome hacia el capó del coche.
Me hizo colocar las manos en el capó y pegar mi pecho al mismo.
Cogiéndome por las caderas, me dijo.
Vamos bebé, dame ese culito tan bueno que tienes. Así, bebé, así, abre bien las piernas, y dame ese culito, para que te lo folle bien follado. Te voy dejar el culito bien folladito, bebé.
Metió primero un dedo en mi agujerito, mientras me iba diciendo, así, así, ábrete bien; a la vez que iba colocando aquel ciruelo que se gastaba en la entrada a mi culo.
Fue empujando poco a poco su tremendo ciruelo, hasta metérmelo todo en mi culito.
¡Ufffffff! ya estaba ensartado por aquel tremendo ciruelo.
Notaba sus huevos pegados a mi culo, teniendo la sensación de estar ensartado en una estaca.
Ay, bebé, que culito tienes, ya se comió toda mi polla. Ahora vamos hacerlo gozar, mmmmm, aaaaahhhhh, que bueno, que gusto. Está de vicio tu culito, bebé. Mientras empezaba a mover sus caderas, haciendo que su tremendo ciruelo, entrara y saliera de mi culito, haciéndome chillar de placer, aaaaaayyyy, siiiii, aaaaaaayyyyy, suspiraba yo.
Mientras me follaba el viejo invitado, el otro me acariciaba la espalda y cabeza.
Me iba diciendo:
Así putito, goza, disfruta del placer que te damos, mi niño.
Debía llevar más de 10 minutos dándome por el culo aquel semental, y no tenía trazas de acabar.
Yo ya estaba en el séptimo cielo, con la polla que no paraba de chorrearme semen.
Sudaba como si estuviera en una sauna.
El que me estaba dando por el culo, ahora me cogía por las piernas. Mientras me metía en el culo su tremenda polla, me las tenía en el aire, dando unas tremendas envestidas con su polla, eran tan fuertes y placenteras, que me hacían gritar de placer.
Prácticamente me tenía acostado sobre el capó del coche, y a punto de correrme.
¡Dios! aquello me estaba volviendo loco de placer.
¡Me estaba corriendo! ¡Oooooohhhhhh! me corro, me corro, ¡ooooooohhhh!
Goza mi niño, goza, ay que orgasmo te está haciendo tener.
Me había corrido como nunca; era la segunda vez que eso me pasaba; me había corrido, sin haberme tocado la polla.
¡Dios!, aquello me tenía en trance, y el que me daba por el culo, seguía rompiéndome el culito, con aquel tremendo ciruelo, y que ciruelo, como me había hecho gozar.
Al cabo de un rato, el que me estaba dando por el culo empezó a gemir fuertemente ¡oooooooohhhhhh! me corro ¡oooooooohhhhhhh! me corro, me corro, y dando unas culeadas más fuertes y profundas, terminó de correrse, quedando encima de mi espalda, diciendo, Que culito bebé, tienes un culito de vicio.
Cuando se repuso, nos levantamos, me giró sobre él, dándome un tremendo morreo, que casi me quita la respiración.
Me agarró con sus manos por el culo, levantándome en el aire, y posándome sobre el coche, empezó a morrearme, morderme el cuello, cosa que me hacía estremecer, teniendo que abrazarlo, mientras me temblaban las piernas a causa de aquel placer que estaba sintiendo.
Fue bajando con sus labios dándome pequeños mordiscos por todo el cuerpo, hasta llegar a mi polla, la cual se metió en la boca, me la chupó como si fuera un caramelo, mientras con la mano, jugaba con mis huevos.
Me puso de pie otra vez, no dejándome de abrazar, mientras con sus manos buscaba el agujerito de mi culo, metiendo uno de sus dedos, y diciendo:
Que culito tienes bebé, tienes un culito divino.
Se agachó, mientras me decía que se lo dejara ver, que quería verlo.
Quiero ver ese culito, quiero ver como te lo he dejado bebé.
Mientras miraba el agujerito de mi culo, el viejo que me había conquistado, con una mano, me acariciaba la cara, y con su otra mano agarrada a su polla, me iba diciendo, mira como me has vuelto a poner, mi niño.
Me fue agachando la cabeza, diciendo, anda, dale la despedida por esta noche, no la dejes así.
Abrí la boca, y cogiéndola con las manos, la metí en la boca, empezando a chupar aquella rica polla.
El viejo se apoyó en el coche, y cogiendo mi cabeza con sus manos, empezó a follarme la boca.
Mientras ahora era follada mi boca, por aquella verga, el que me acababa de dar por el culo, seguía con sus dedos metiéndolos en mi culo, y decía:
Te gusta la polla bebé, como se ve que disfrutas eh.
Hoy vas ir bien llenito de verga y lechita, bebé.
Disfruta con mi dedito, mira como entra en tu culito, mira como te sale la lechita, se te escurre por las piernas toda la lechita, bebé, ay que culito más goloso que vamos tener.
Se agachó y cogió de nuevo la tremenda polla de lates, y mientras le chupaba la polla al viejo, me volvía a meter por el culo aquel tremendo pollón de lates.
Abre las piernas un poquito, bebé, anda que vas gozar otro poquito con este juguetito.
Metió de una sola vez aquel pollón de lates, haciéndome tragar más la polla que estaba chupando.
Empezó a meter y sacar el consolador en mi culo, mientras con la otra mano, agarraba mi polla, y me la iba meneando.
Así, así, bebé, mira que eres goloso, nos has salido bien maricón, pero no te preocupes, que nosotros te vamos a atender muy bien.
Mira como traga tu culito, sí que le gustan las pollas, así, así, cómete todo el rabo, y bébele toda la lechita.
Ya llevábamos bastante tiempo y empezaba a estar cansado, cuando el viejo, empezó a moverme más rápido la cabeza, mientras suspiraba ¡ooooohhhhh! toma ¡oooooohhhhh! bebe mi lechita, oooooohhhhh, me corro, me corro.
Metió la polla en lo más hondo de mi boca, y me decía bébela toda mi niño, ya verás que rica sabe.
No me quedó más remedio que tragarme aquella leche, que salía de la polla del viejo que me había conquistado. Era la primera vez que probaba a tragar el semen. Antes solo había chupado la polla después de correrse, pero nunca había probado el semen, así saliendo de la polla.
La verdad es que no sabía mal, solo que tenía un olor fuerte.
Le dejé la polla limpia y reluciente, mientras el otro me seguía metiendo el consolador en el culo, y haciéndome una paja.
No tardé ni 2 minutos, cuando me tuve que sujetar con una mano en el coche, mientras empezaba a correrme de nuevo.
Así bebé, córrete, putito, córrete.
Estaba reventado, deslechado, con el culo a tope de abierto, lleno de leche tanto en mi culo, como en mi estómago.
Me sacó aquel consolador, y empezamos a vestirnos, para a continuación marcharnos de allí.
Antes de marchar de allí, se pusieron de acuerdo entre ellos, y cuando el viejo que me había conquistado me llevaba para mi casa, me iba diciendo que día quedábamos para la próxima cita.
¿Dentro de 5 días te va bien? Me dijo.
Me encogí de hombros, y le dije que no sabía.
Bueno, me dijo, quedamos en el mismo sitio, a la misma hora 8:30 de la tarde.
Vale, contesté.
Cuando bajé del coche, me fui para casa. Pues estaba cansado, con el culo bien abierto, repleto de semen por todas partes, y bien satisfecho.
Esos viejos, me habían hecho delirar de placer, me habían hecho gozar hasta la extenuación, pero…
Pero no acudí a esa cita, y no volví a quedar con él. No me había gustado como me había tratado.
Me había exhibido ante sus compañeros, como si de un trofeo de caza fuese. Y eso no me había gustado nada, no soy ningún trofeo, ni mercancía con la que tratar. Soy una persona, y se me debe respetar.
Por eso no volví con él, y eso que nos vimos más veces, y muchas de ellas, iba de tras mía.
Me habían hecho gozar como nunca, y me gustaba como me habían dado por el culo, pero mi orgullo, está por encima.
Fin del relato
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