Hacía ocho meses que me había casado con Juan, un hombre de negocios con un gran poder económico pues poseía diversas empresas en todo el país. Me casé realmente enamorada de Juan, el cual había enviudado tres años atrás de su mujer lo cual le afectó considerablemente. Nos conocimos en una fiesta celebrada en un hotel con motivo de una reunión de negocios relacionada con una de sus empresas. Sólo vernos el flechazo fue instantáneo. Pasaré a presentarme y a presentar a Juan para que nos conozcáis mejor.
Juan tiene 57 años y es un importante empresario tal como dije al iniciar el relato. Así pues su posición económica es bastante acaudalada aunque debo decir que no me casé con él por su dinero sino que me sentía realmente enamorada. La primera vez que le vi me gustó a rabiar. Tiene el cabello canoso y muy bien cuidado. Es un hombre de constitución fuerte y que se conserva realmente bien a pesar de su edad. En la cama nos entendíamos de maravilla pues me daba lo que le pedía al menos tres veces a la semana. Las sesiones que manteníamos los fines de semana eran tremendas pues Juan me sorprendió con el morbo que desarrollaba en la cama. Juan tiene un hijo de su anterior matrimonio el cual es, junto a una servidora, el protagonista de la presente historia.
A continuación paso a presentarme: Me llamo Inés y tengo 42 años. Me divorcié hace cinco años de mi marido tras descubrir que me engañaba con una chica mucho más joven que él. Por lo visto se cansó de mí y encontró otra con la que divertirse. Físicamente estoy bastante bien pues así me lo demostraban los hombres con los que coincidía. Mido 1.67 de altura y peso 53 kg. El cabello lo tengo rubio y largo en una bonita melena ondulada que me llega a media espalda. No tuve hijos con mi marido pues el muy necio decía que así tendríamos menos problemas. Tonta de mí!! Después de saber como me pagó no hubiese dejado que me engañara y dejar pasar la oportunidad de tener un hijo.
Siguiendo con la relación que mantenía con Juan tras nuestro matrimonio debo decir que los primeros meses fueron geniales desde el punto de vista sexual. Follábamos sin descanso dentro de lo que Juan podía ofrecerme debido a su edad lo cual debo decir que no era poco. Además poseía un buen aguante con lo que nuestros escarceos tenían una duración adecuada para conseguir que fuesen provechosas para ambos. En fin me sentía realmente satisfecha con lo que Juan me daba.
Sin embargo dicha felicidad fue cambiando a los cinco meses pues las relaciones se fueron distanciando debido al trabajo de mi marido el cual se hallaba totalmente enfrascado en sus negocios. Cada semana debía realizar al menos dos viajes para cuidar de las diferentes empresas. Así pues nos acostábamos los fines de semana y tampoco todos con lo que mi calentura no se veía satisfecha. Opté por comprarme un consolador para ayudarme en mis noches solitarias pensando en Juan. Se lo dije a Juan y no se molestó por ello. Así fui pasando aquellos últimos meses hasta que llegó el verano y conocí a Santiago, el hijo de Juan.
Santi no pudo asistir a la boda civil que celebramos su padre y yo ya que se encontraba en Estados Unidos estudiando y no pudo escaparse pues estaba en plena época de exámenes. Era su último curso y su padre y yo pensamos que no era plan de hacerle perder un año para que viniera a la boda. Además en pocos meses estaría con nosotros con lo que no tardaría demasiado en conocer a mi joven hijastro. La sensación que me produjo al conocerle fue inmejorable. Era el vivo retrato de su padre solo que mucho más joven. Santiago tenía 25 años y su presencia produjo en mi una chispa similar a la que se produjo cuando conocí a su padre. Era extrovertido como su padre y su mirada desprendía deseo en cuanto posaba sus ojos sobre una. Era más alto que Juan pues medía sobre 1.87 y delgado aunque no excesivamente.
Los primeros días de estancia de Santi con nosotros traté de ser amable con él para que la relación fuese buena. Cuando mi marido no estaba con nosotros Santi aprovechaba para mirarme de arriba abajo desnudándome con su mirada sin cortarse un pelo. Ello producía en mí una sensación de desasosiego y de temor pensando que Juan pudiese percatarse de dichas miradas. Sin embargo mi marido no sospechó nada pues como dije estaba demasiado preocupado en sus cosas como para darse cuenta de lo que pasaba. Santiago salía y entraba de casa cuando le apetecía y quedaba con los amigos de la facultad que mantenía pese a haber estado este último año en el extranjero. Incluso vino algún sábado noche con alguna amiga con la que se encerraba en su habitación tras haber cenado en algún elegante restaurante de la ciudad. En alguna ocasión pude escuchar como acababa follando con su ocasional compañera en su habitación mientras Juan y yo estábamos ya acostados. Mis hormonas estaban a reventar oyendo como Santi follaba con aquella chica mientras mi marido dormía como un bendito. Salí al baño y acabé masturbándome mientras oía los gemidos de aquella muchacha siendo amada por Santiago.
Santi era un gran amante, tal y como pude comprobar por los gritos y quejidos que profería aquella chica. Estuvieron follando al menos tres horas antes de quedar rendidos hasta el día siguiente. Aquella muchachita disfrutó de varios orgasmos y mi hijastro debió correrse unas tres veces. Debo confesar que sentí deseos de ocupar el puesto de aquella chiquilla. Cada vez me estaba sintiendo más atraída por Santiago. La juventud de Santi hacía que mi líbido aumentara de forma considerable.
A la mañana siguiente me levanté antes que mi marido. Había dormido mal pues toda la noche estuve soñando con mi hijastro imaginándole follando con su compañera de aquella noche. Imaginé su cuerpo desnudo sin un gramo de grasa revolcándose entre las sábanas con aquella niña y dándole todo el elixir que su cuerpo podía ofrecer. En uno de aquellos sueños me sorprendí siendo la protagonista junto a Santi. Nos encontrábamos en la playa, era una mañana en una playa solitaria en la que estábamos tan solo los dos sin nadie que nos molestase.
Santi me despojó del vestido corto que me había puesto aquella mañana. Me lo quitó con suavidad acariciándome los pechos por encima del vestido. Los pezones se me erizaron al momento y gemí como una loca. Mi deseo de encontrarme a solas con mi hijastro se estaba cumpliendo al fin. Santiago me apartó el sujetador del bikini y empezó a comerme los pezones haciéndolos crecer sin parar. Agarré su cabeza con mis manos sin dejarle escapar deseando que siguiera con aquella caricia. Tras estarme chupando los senos durante cinco largos minutos, Santi bajó hasta llegar a mi entrepierna lamiéndola con suavidad y sin prisas. Aquel jovencito me estaba volviendo loca con aquella lengua. Me tumbó mirando al cielo y se situó entre mis piernas acariciando mi botón del amor haciéndolo crecer sin remisión.
Le hice colocarse en posición inversa a la mía y de este modo me topé con su entrepierna la cual me desafiaba estando cubierta por la tela de su slip. Aquel muchacho mostraba un inicio de erección nada desdeñable aunque estaba segura que aquello debería adoptar un tamaño muy superior al sentir mis caricias. Me entretuve chupando aquel mástil por encima de la tela y notando como iba creciendo de forma escandalosa. El slip no fue suficiente como para poder acoger semejante intruso en su interior y de este modo su pene saltó buscando respirar. Me golpeó con fuerza en los labios sorprendiéndome pues me hallaba con los ojos cerrados saboreando aquel terrible bastón. Inicié una lenta mamada empezando con la punta de mi lengua sobre su glande el cual palpitaba con las caricias que le prodigaba. Tras esto pasé a recorrer aquel músculo desde la base hasta arriba degustando toda aquella carne que ocupaba por completo mi cavidad bucal. Llegué a atragantarme con semejante badajo el cual llegó a golpearme la garganta. Santiago me agarró el cabello ayudándome en mi felación. Mi hijastro gozaba sin parar gimiendo sin poderlo resistir. Sus caricias sobre mi clítoris se hicieron más audaces arrancándome auténticos aullidos de placer. Agarré su polla con mi mano y seguí chupando con mis labios y mi lengua masturbándole esperando hacerle correr y que me llenase con sus jugos. Empecé a mover mi mano con rapidez a lo largo de aquel pene como si estuviese preparando un cóctel en una coctelera. Sentía que mi orgasmo se aproximaba y pretendía que Santi se corriese de una vez y me llenase con todo aquel torrente que debía guardar entre sus piernas. De pronto no soportamos más aquel estado de ansiedad y acabamos explotando gritando sin poderlo resistir más. Santiago se corrió como un toro llenándome de leche la boca la cual no logré tragar en su totalidad escurriendo parte de ella por la comisura de mis labios hasta caer sobre mis pechos.
Desperté pronto pues eran las nueve de la mañana de aquel domingo. Tras dichos sueños me levanté bastante alterada y con una gran calentura. Intenté rebajarla con una ducha fría consiguiéndolo tan solo a medias. Juan siguió durmiendo pues debía coger por la tarde un avión para estar al día siguiente a primera hora en una reunión a la que debía asistir sin falta. Estaría fuera de casa tres días lo cual hacía que me hallase en un estado de gran excitación imaginando lo que podía pasar si Santiago se me insinuaba. Sabía que no podría resistirme a sus encantos y me sentía culpable por lo que pasaría si Juan llegaba a enterarse.
Tras ducharme bajé a la cocina a prepararme un café y una tostada y me asomé a la ventana que da al jardín al oír unas risas. Dichas risas procedían de Santi y su amiga que se hallaban tumbados en la hierba encima de las toallas. Santiago se acercó a su amante de la noche anterior y se besaron apasionadamente. Jugaron con sus lenguas enroscándolas entre sí. Santi tumbó a la muchacha sobre la hierba colocándose sobre ella.
– ¿Que pretendes ahora, Santi? ¿No tuviste bastante con lo de anoche? Será mejor que entremos en casa no sea que alguien pueda vernos. No me gustaría que tu padre o tu madrastra pudiesen descubrirnos.
– Lo siento Arancha pero no puedo resistirme a tus encantos. Tal como ves vuelvo a estar en pie de guerra para hacerte gozar nuevamente. No te preocupes por mi padre e Inés ya que estarán aun durmiendo pues los domingos aprovechan para levantarse más tarde de lo habitual. Además mi padre debe coger un avión a las cinco y dormirá hasta las once al menos para coger fuerzas para toda la semana. Así que relájate y disfruta de lo que pienso hacerte. Deseo darte una sorpresa con algo que no hemos hecho todavía. Me da morbo follar al aire libre pudiendo ser descubiertos por alguien. Es una fantasía que siempre he querido ver cumplida.
Arancha no quedó muy convencida pero con las primeras caricias de mi hijastro empezó a dejarse llevar. Pude ver que las palabras de Santi en cuanto a su estado sexual eran ciertas pues el bulto que se marcaba bajo el slip demostraba una erección formidable. Ello produjo en su amiga una nueva oleada de deseo hacia Santi. Se abrazaron con pasión y Santi aprovechó para acariciar los pechos de la muchacha mientras volvían a besarse. Santiago se situó tras aquella chiquilla apretando su paquete contra las nalgas de Arancha. Logró sacar gemidos de auténtica lujuria de aquella muchacha pues se dedicó a besarle el cuello, la nuca y las orejas mientras seguía frotándose contra ella. Arancha se volvió hacia mi hijastro y le hizo levantar ante ella. Acarició aquel terrible paquete con su mano agarrándolo por encima de la tela del slip. Agarró el slip por los costados y lo fue bajando lentamente por los muslos de Santi hasta hacer aparecer aquella preciosa culebra que colgaba entre las piernas de mi hijastro.
Abrí los ojos como platos ante la visión de semejante rabo. Aquello que pendía entre las piernas de Santiago no era un pene cualquiera sino una tranca de al menos 21 cms y de un grosor considerable. El coño se me hizo agua solo de ver semejante hermosura. Arancha asió con fuerza con su mano aquella maravilla y la dirigió hacia su hambrienta boca iniciando una mamada fenomenal. Aquel ariete vibraba de emoción ante aquella lamida. Mi hijastro cerró los ojos gozando de aquellos momentos gloriosos. Aquella chiquilla sabía como utilizar su boca y su mano y la verdad es que lo hacía a conciencia. Tras un rato de estar trabajando de aquella manera, Santiago hizo levantar a Arancha y se situó entre las piernas de la muchacha lamiéndole la vagina. Al mismo tiempo dirigió una de sus manos hacia el ano de la chica empezando a jugar con dos de sus dedos en aquel orificio prohibido.
– ¿Qué me haces cabrón? – sollozó Arancha ante aquel inesperado ataque en su agujero posterior.
– Tranquila cariño, relájate y déjate llevar. Hace tiempo que deseo gozar de ese agujero que posees y creo que ha llegado el momento de hacerlo mío.
Santiago escupió sobre aquel agujero y lo fue lubricando con sus dedos con el fin de ayudar a que su amante se relajase y que su orificio se dilatase para lograr que la penetración que se avecinaba fuese más sencilla y menos dolorosa.
– Ten cuidado Santiago, solo he sido follada una vez por ahí y la verdad es que mi ex-novio fue demasiado brusco.
La mirada de la muchacha delataba el temor que le producía el miembro de mi hijastro y debo reconocer que no era para menos. Tras abrir poco a poco aquel agujero gracias a sus caricias, Santiago logró que Arancha se mostrase dispuesta a ser penetrada por su poderosa herramienta. Yo, por mi parte, empecé a masturbarme por debajo del camisón ante dicha escena. Iba a presenciar un maravilloso coito anal entre aquellos jovencitos y no deseaba apartarme por nada del mundo de aquella ventana.
Santiago se puso tras la muchacha la cual estaba a cuatro patas esperando pacientemente el tormento que la acechaba. Colocó una de las manos entre las piernas de la chiquilla masturbándola para que Arancha se relajase totalmente y que no pensase en su entrada posterior. Apuntó aquel músculo en el agujero trasero empezando a apretar la cabeza contra aquel estrecho conducto.
– Con cuidado Santiago, por favor. Ten compasión de mí.
Santiago fue introduciendo lentamente su fabuloso miembro dentro del ano de la muchacha consiguiendo arrancarle auténticos berridos de su boca. Observé como fue entrando centímetro a centímetro en el interior de Arancha hasta lograr introducir la mitad de su miembro. Se quedó parado unos segundos permitiendo que su amante se fuese habituando a la presencia de aquel invasor. De repente apretó con fuerza atravesando por completo a la muchacha hasta golpear las nalgas con sus testículos.
– Suéltame cabrón!!! – chilló Arancha ante aquella enculada. Puso los ojos en blanco con dicha penetración y empezó a llorar ante el dolor sufrido.
– Me quemas por dentro hijo de puta, sal de mí por lo que más quieras. Es demasiado grande para mi pequeño culito.
Sin embargo Santiago hizo caso omiso a las súplicas de la chiquilla e inició la mejor cabalgada anal que haya visto en mi vida. La verdad es que Santiago era un experto en dicha práctica por lo que pude apreciar. Sabía perfectamente cuando debía apretar y cuando parar para hacer que Arancha se fuese relajando con su follada.
Los gritos iniciales de la chica se fueron convirtiendo en gemidos de lujuria con el paso de los minutos. Arancha empezó a rotar sus nalgas sobre aquel pene ayudando activamente al muchacho. Ahora ya no era tan solo Santi quien apretaba contra ella sino que la muchacha empezó a participar en dicho coito buscando con sus nalgas aquel ariete que la taladraba. Me mordí los labios hasta hacerlos sangrar para reprimir el grito de deseo que iba a lanzar ante semejante escena. Jamás había visto un acoplamiento tan perfecto. Santiago fornicaba sobre Arancha sin ningún tipo de compasión por aquella muchacha. Aquella niña degustaba aquel taladro con los ojos cerrados y una cara de placer inigualable.
– Sigue amor, me arde el culo pero me encanta tu polla dentro de mí. No creí que pudiera ser tan maravilloso.
Arancha empezó a proferir verdaderos alaridos gracias a las acometidas de su invasor.
El ritmo de Santiago fue aumentando con el paso de los segundos golpeando las nalgas de la muchacha sin ningún tipo de miramiento hacia ella. El metesaca de mi hijastro adquirió un ritmo enloquecedor, podía oír el sonido que producían sus huevos al chocar con las nalgas de ella. Empezó a gritar indicando la llegada de su corrida hasta acabar parándose tras la muchacha explotando sin poderlo remediar.
– Me corro!!! Tómalo todo, es todo para tí amor.
– Así, así Santi lléname entera con tu leche, es fenomenal. Tu corrida me llena por completo. Veo que tenías los huevos nuevamente bien cargados. Me encantaaaaa…
Yo también me corrí junto a ellos masturbándome con fruición con ambas manos. Me aparté de aquella ventana dejándoles reposar y subí corriendo a mi habitación encontrándome con Juan aún dormido. Volví a darme una ducha fría para tratar de calmar mis deseos.
Al salir de la ducha me acerqué a la cama y desperté con un suave beso a Juan. Le dije que se levantase y que bajáramos a tumbarnos en el césped junto a la piscina. Relajé a mi marido con una lenta masturbación por encima del calzoncillo acariciándole unos cinco minutos hasta hacerle reventar entre mis dedos. A Juan le gustaban esas pajas matinales al despertar de un sueño reparador. Tras dicha caricia manual, Juan se cambió poniéndose un bañador y bajamos a tumbarnos a tomar el sol antes de comer. Primero se duchó junto a la piscina para refrescarse un poco. Estuvimos durmiendo un rato antes de comer. Debíamos comer pronto pues Juan debía coger el avión sobre las cuatro. Tras una comida corta nos preparamos para ir al aeropuerto. Acompañé a mi marido y le despedí con un fuerte abrazo y un beso largo y cálido.
Cogí el coche y llegué a casa en media hora escasa. Me esperaban tres días estando a solas con Santi en casa. No tenía ni idea de lo que podía ocurrir junto a aquel guapo muchacho aunque sabía que no podría resistirme a sus encantos. Si Santi se me insinuaba estaba dispuesta a entregarme sin cortapisas. Volví a casa encontrándomela vacía. Santi debía haber salido con Arancha para disfrutar de aquella tarde y por la noche la dejaría en su casa. Me desnudé al llegar a mi habitación despojándome del vestido estampado que me había puesto para acompañar a Juan al aeropuerto. Me quité las sandalias y la ropa interior y abrí el grifo de la bañera llenándola de sales para darme un baño reparador. Me quedé dormida una media hora y volví a mis sueños junto a Santi. Desperté de golpe al oír el ruido de la puerta al cerrarse. Santiago había vuelto y dicha presencia hizo que mi cuerpo empezara a tensionarse sin remedio. Oí como Santi subió las escaleras corriendo y se metía en su cuarto.
Tras salir de la bañera me vestí cubriendo mi cuerpo con un vestido negro de tirantes que me quedaba muy bien. Era un vestido un tanto ceñido que remarcaba mis formas y con el cual estaba dispuesta a seducir a mi hijastro. Había decidido entregarme a él. Deseaba hacerme con aquella polla de la que había disfrutado Arancha aquella mañana. Una oportunidad como esa no podía dejarla pasar. Fui a la cocina a tomar un zumo ya que tenía una sed atroz. Tenía la boca seca y me tomé dos vasos de zumo de manzana sin prácticamente respirar. Me quedé mirando por la ventana hacia el jardín apoyada en el mármol de la cocina. Hacía una tarde agradable y el sol brillaba con fuerza. De pronto sentí la presencia de Santiago junto a mí. No le había oído bajar las escaleras y me sorprendió envuelta en mis pensamientos. Noté como me agarraba desde atrás apretándose contra mí haciéndome sentir su cuerpo junto al mío.
– Qué haces Santiago? Suéltame, por favor. No está bien lo que haces… supliqué con un tono nada convincente.
– Te deseo Inés, te llevo deseando desde el primer momento en que te ví. Esperaba el día en que mi padre nos dejase solos para poder hacerte mía. Me gusta tu cuerpo maduro y bien formado.
– Pero, y qué pasa con Arancha? – le pregunté.
– Me gusta follar con ella pero contigo es diferente. Siempre me he sentido atraído por las mujeres mayores que yo y contigo no es distinto. Me encantan tus senos tratando de escapar por debajo de la tela del vestido y tus muslos fuertes y poderosos.
Apoyé mi cabeza sobre su hombro dejándome llevar por sus caricias. Subió la tela del vestido hasta mi cintura haciendo aparecer mis nalgas en todo su esplendor. Me había puesto un tanga negro para estar más sexy ante Santiago. Agarró mis nalgas con una de sus manos mientras la otra la dirigió hacia mis senos introduciéndola por el escote del vestido. Se encontró de golpe con mis pechos pues no me había puesto sujetador. Me gustaba llevarlos sin sostén pues los sentía más libres. Además debo reconocer que aun se mantenían firmes pese a mi edad. Es una de las partes de mi cuerpo de las que me siento más orgullosa.
Santiago acercó sus labios a mi oreja diciéndome calientes palabras con las que mi líbido alcanzó límites insospechados. Los pezones se me pusieron como rocas con el masaje que les propinaron los dedos del muchacho. Me golpeó las nalgas dándome suaves cachetes los cuales se hicieron más fuertes hasta llegar a hacerme chillar. Me volví hacia él respirando como una gata en celo. Le agarré el polo que se había puesto y se lo quité sin esperar un segundo. Abrí mi boca buscando la suya con fruición hasta hacerme con su lengua. Mezclamos nuestras salivas en un beso enloquecedor. Separé mis labios tratando de buscar aire. Santi me cogió en brazos y me llevó hasta la mesa de mármol que hay en medio de la cocina. Me sentó sobre ella tumbándome a continuación. Hizo que abriese las piernas con sus manos y se colocó entre ellas empezando a comerme el coñito. Me acarició los muslos con su lengua subiendo poco a poco buscando el tesoro que se escondía entre mis piernas. Introdujo dos dedos en mi cueva extrayendo un profundo gemido de mi garganta. Me deje llevar por esa caricia enloquecedora que me propinaba aquel jovencito. Santiago sabía como volver loca a una mujer, lo había comprobado con Arancha y ahora lo sentía en mis propias carnes.
– Así cariño, así. No te pares nunca. Eres un experto cielo. Cómeme el coñito y hazme gozar con tus labios y tu lengua.
Santiago siguió mis instrucciones y se dedicó a golpear la entrada del coño con la punta de la lengua. Apreté los dedos de las manos sobre su cabeza agarrándole los cabellos sin dejarle escapar. Empecé a suspirar gracias a la comida de coño que me estaba haciendo. En ese mismo momento mi vagina empezó a destilar jugos humedeciendo los labios y la lengua de mi hijastro el cual lamió con mayor fruición. Santi chupó mi clítoris atrapándolo con los labios y lo hizo crecer y endurecer. Gemía de placer y deseo con aquella caricia que me hacía mi hijastro. Había encontrado un amante magnífico y no estaba dispuesta a dejarlo escapar tan fácilmente. Finalmente no pude resistirlo por más tiempo y me corrí entre los labios de Santiago dándole todos los jugos que pude destilar.
Le cogí de la mano y le hice cambiar de posición. Le tumbé boca arriba sobre la mesa y mirándole a los ojos le dije:
– Ahora me toca a mí. Déjame hacer a mí y goza con lo que voy a hacerte. Espero pagarte con la misma moneda con la que tu lo has hecho.
Le quité el pantalón de chandal que llevaba y los calzoncillos haciendo saltar aquella tranca que tanto me había hipnotizado cuando la ví peleando con Arancha. La atrapé con la mano y la llevé hacia mis labios tragándomela con pasión. La maltraté con mis labios y mi lengua haciéndola crecer sin parar. Deseaba gozar de aquel animal hasta hacerle reventar copiosamente. Lamí el rosado glande con la lengua para pasar a lamer el tronco a todo lo largo desde arriba hasta abajo. Las venas se marcaban con fuerza dando a entender la cantidad de sangre que estaba llegando a aquel músculo del placer.
– Muy bien Inés, lo estás haciendo muy bien. Es la mejor mamada que me han hecho en mi vida. No creí que la chuparas de esta manera. Me encanta tu boca, cariño.
Dichas palabras me animaron a ser más golosa en mis caricias. Conseguí que aquel bastón alcanzase el tamaño demoníaco que había observado por la mañana. Me quedé admirándolo unos segundos entre mis dedos notando como palpitaba. Era un aparato maravilloso del cual iba a disfrutar por completo. Una vez que estuvo bien tieso me subí a la mesa junto a él y me coloqué a horcajadas sobre su polla clavándomela de un solo golpe. Me quedé sin respiración echando el cuerpo y la cabeza hacia atrás sintiendo como esa serpiente me atravesaba. No podía articular palabra hasta que finalmente pude recuperar el aliento e inicié una lenta cabalgada sobre Santiago el cual me agarró con sus manos por las caderas ayudándome en la follada.
– Me matas cabrón, empecé a gritar como una auténtica desesperada. Aquella barra de carne me llegaba hasta el fondo produciéndome un placer inaguantable.
– Muévete Inés, móntame como la amazona que estas hecha. Me encanta que me cabalguen y que la mujer lleve la iniciativa. Tienes un coñito muy hambriento y mi polla va a ofrecerte todo aquello que le pidas. Te llenaré de leche hasta que digas basta.
Apoyé mis manos sobre su pecho iniciando un movimiento rotatorio sobre aquel eje al tiempo que Santi me secundó empezando a moverse en mi interior. Respirábamos con dificultad fornicando como animales. Aquel polvo antológico estaba acabando con mis fuerzas. Saqué aquel intruso de mi vagina y me puse dando la espalda al muchacho cogiendo su verga con la mano y la dirigí hacia mi ano. Nuevamente volví a sentarme sobre aquella lanza de un golpe poniendo los ojos en blanco ante semejante invasión. Grité como una loba siendo ensartada por mi hijastro. Mis entrañas ardían con el intruso recibido. Creí que aguantaría mejor la penetración pero evidentemente me equivoqué. No pensé que fuese tan doloroso para mí. No pude reprimir las lágrimas ante el dolor recibido. Creí que me abría en canal con aquel dardo.
Estuve dos minutos sobre mi amante sin poder moverme. Necesitaba tiempo para que mi estrecho agujero se acomodase a aquel tamaño descomunal. Tenía la boca seca. Sin embargo la naturaleza nos sorprende en ocasiones ya que llegó un momento en que el dolor se convirtió en un goce indescriptible. Santi golpeó sobre mi esfínter como un animal, sus testículos machacaban sobre la entrada de mi agujero tratando de atravesarme por completo.
– Aaaahhhh Continua así, me quemas por dentro. Menuda tranca gastas, hijo de puta. Es lo mejor que he sentido nunca. Jamás he sentido algo igual con mis anteriores amantes. Es mucho mejor que con tu padre.
Apoyé las manos sobre la mesa echándome hacia atrás. Ayudé a Santi en la cabalgada. Era algo glorioso. Nos retorcíamos sobre la mesa sin parar. Aquello duró unos cuatro minutos pero fueron los mejores minutos de mi vida. Machaqué aquella barra sin parar hasta quedarme parada sobre él sollozando como una loca.
– Me voy Santi. No lo soporto más. Es demasiado para mi pobre culito. Córrete junto a mí cariño. Te deseo dentro de mí.
Santiago explotó como una bestia llenándome el agujero posterior con su catarata vital. Me tumbé sobre él con la espalda sobre su pecho. Nos costó recuperar la respiración al menos tres largos minutos.
– Santiago, hasta que vuelva tu padre te quiero solo para mí. Durante estos días olvídate de esa muchachita con la que follaste esta mañana. De acuerdo?
Mi hijastro puso una cara de sorpresa ante mis palabras. No sabía que le había visto follando con Arancha pero en un segundo la cara le cambió de golpe.
– Tranquila por eso querida. Tu y yo vamos a joder muy a menudo. Quiero repetir esto tantas veces como podamos. No me importa compartirte con mi padre. Pienso hacerte muy feliz Inés.
Me levanté y le ayudé a hacerlo llevándolo cogido de la mano hasta mi dormitorio donde dormimos plácidamente hasta el día siguiente.
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