Como mi amante se enteró de mi aventura sexual

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Todavía no consigo entender como no se dio cuenta antes. Me refiero a la persona de mi amante, al hombre que me enculó y llenó por primero y al hecho que mi culo ya no le pertenecía en exclusiva. Lo cierto es que no teníamos relaciones intimas muy frecuentemente sobretodo desde cuando tuve como novia una chica rubia, de cara vulgar, cuerpo provocador y justificada fama de putilla. Desde aquella hermosa noche de verano en la cual, por primera vez, había concedido el disfrute de mi culo a un desconocido (ver mi relato anterior “Mi culito: de coto privado a jardín publico” había pasado algo más que un año y medio: mi hermoso cuerpo había sido sobado, besado, acariciado, penetrado y llenado de leche por un gran numero de hombres distintos.

Después de aquella noche de primeros de Junio había vuelto al mismo parque, donde me estrené, en Septiembre y luego cada vez más a menudo llegando a ir hasta dos o tres veces por semana cuando el clima lo permitía. También empecé a frecuentar ciertos cines xxx cuyas instalaciones procuré aprovechar recibiendo un cierto numero de pollas bien duras. Sobretodo en el parque a los frecuentadores habituales gustó mucho mi joven trasero y la forma que tenia de chuparla: no acababa ninguna visita a este lugar sin haber sido debidamente enculado por lo menos por un hombre y muy a menudo delante de unos cuantos espectadores extasiados por el espectáculo.

Durante algunas de aquellas visitas tuve ocasión de hacerlo hasta con dos hombres a la vez dejándome encular por ambos. Cada uno de estos momentos merecería ser objeto de un relato a parte: lo cierto en cualquier caso es que mi agujero había sido ensanchado bastante y mi técnica amatoria había mejorado sobretodo en la calidad de las mamadas que impartía a mis amantes ocasionales y en la rapidez con la cual me colocaba cualquier polla dentro de mi culo sin que me hiciera daño a pesar de las diferencias de forma y tamaño que pudiera encontrar y de las posiciones adoptadas.

Por lo que concierne mi agujero en particular no solo se había hecho más grande: su forma había cambiado pasando de ser redonda a ovalada en sentido vertical y unos pequeños labios habían hecho su aparición alrededor de su perímetro. Digo esto con total seguridad porque me encantaba, después de haber sido follado por uno o más hombres y una vez de vuelta a casa, encerrarme en el cuarto de baño y mirar mi agujero, inclusive antes de limpiarme, mediante un pequeño espejo oportunamente posicionado. La verdad que era un bonito espectáculo verme totalmente abierto. Mi amante, al abrirle mis nalgas, para que pudiera penetrarme debería haberse dato cuenta de estos cambios: quizás no fue así en cuanto siempre habían transcurridos unos días desde mi ultima “enculada publica” a su “enculada particular”.

Lo cierto que cada vez menos notaba su polla dentro de mi culo y tenia que recurrir a unos cuantos meneos de cadera para disfrutar de su presencia dentro de mi: La consecuencia más directa de estos movimientos eran sus corridas muy rápidas y muy abundantes en mi culo (no aguantaba más de un par de minutos). Todo esto fue así hasta el día después de una noche de octubre cuando recibí quizás una de las pollas más grande de mi vida.

Era aquella una noche bastante fría por ser de principio de Otoño: en cualquier caso, con mucha gana de ser poseído, me desplacé a la Ciudad y aparqué el coche en la cercanía de un parque que todavía no había frecuentado nunca que pero tenia fama de ser lugar de encuentros entre hombres. El lugar parecía desierto: sin embargo se debía recorrer un espacio abierto bastante grande antes de llegar a la parte oscura y resguardada de miradas indiscretas. La verdad es que dudé mucho antes de salir del coche por miedo a ser visto y reconocido. Al final el deseo que tenia prevaleció y salí rápidamente recorriendo en muy poco tiempo el espacio abierto y colocándome en una posición segura. No había nadie a la vista así que decidí esperar un rato para ver si venia alguien que pudiera estar interesado en meterla a un jovencito rubio muy caliente. Estaba congelándome y a punto de marcharme cuando vi un hombre acercarse despacio.

Una vez cerca pudo ver que era de mediana altura y nada más: se paró un momento mirándome y me hizo seña de seguirle. En pocos minutos lo vi desaparecer en medio de un matorral bastante espeso: al acercarme más al lugar pudo comprobar como había una abertura en el mismo la cual, valientemente, crucé. La oscuridad dentro de la espesa vegetación era casi total pero pudo distinguir lo que seria el amante ocasional de aquella noche en un rincón de esta cavidad esperándome. Me acerqué hasta alcanzarlo y mi mano enseguida se dirigió a buscar su polla. De principio pensé haberle agarrado el antebrazo ¡¡sin embargo no tardé mucho en darme cuenta que lo que tenia en mi mano derecha era un pene durísimo y de tamaño descomunal!! En un instante y sin mediar palabras me arrodillé para introducir su enorme capullo en mi boca (solo cabía aquello): mientras que con la mano derecha empecé a masturbarlo mi lengua lamía su capullo. Mi compañero empezó a gemir de placer mientras que notaba su polla crecer en mi boca: mi mano izquierda se dedicaba mientras a acariciarle sus enormes pelotas grandes casi como huevos de gallina. Al cabo de muy poco me hizo levantar y se bajó totalmente los pantalones. Con los ojos ya acostumbrados a la oscuridad pude apreciar el enorme miembro que exhibía mi amigo: era un rabo sin ninguna imperfección en la forma, muy recto y con un capullo de diámetro muy superior a su cuerpo.

– “Es enorme” solo pude decir.

– “Quítate los pantalones que quiero follarte” contestó el muy seco.

Con las piernas temblorosas de deseo obedecí y me quede totalmente desnudo(a) de cintura por abajo con mi polla durísima y pequeña si comparada a la suya. Me apoyé a una rama y enseguida noté su mano llenándome el agujero de saliva y a continuación su pollón colocarse en posición para penetrarme.

– “No me hagas daño por favor” le dije.

– “Te la voy a meter toda sin romperte el culo” me prometió el.

Me relajé totalmente y, gracias al buen tamaño de mi agujero, su capullo entró por completo al primero empujón suyo sin provocarme dolor alguno: luego poco a poco, centímetro tras centímetro, me la introdujo por completo.
Noté sus enormes pelotas rozarme el entrepierna desnuda por un tiempo muy breve en cuanto lentamente empezó el movimiento de salida de su enorme polla de mi culo: en este momento a punto estuve de desmayarme por el inmenso placer que estaba probando ¡Y solo acababa de empezar!. La salida de su miembro y en particular de su capullo provocó una succión increíble y unos escandalosos gemidos por mi parte.
La sacó prácticamente toda y con un solo movimiento volvió a penetrarme por completo haciéndome chillar como una mujer histérica. Me levantó por completo la camiseta y, mientras me estaba enculando de esta manera, empezó a estrujarme los pezones. Aceleró por momentos el ritmo de entrada y salida de su polla en mi culo mientras, resoplando por el esfuerzo, me decía:

– “Tienes el culo de una puta”.

La verdad es que en aquel momento me hubiera gustado ser una chica y tener unas buenas tetas. Mi excitación y el gozo que probaba llegó al máximo y le dije:

– “Ábreme el culo lo máximo que puedas”.

A mi apasionada petición respondió en seguida introduciéndome su polla hasta el ultimo centímetro e iniciando unos movimientos rotatorios de sus caderas: no sé durante cuanto tiempo me aplicó este tratamiento lo cierto es que noté como mi agujero se iba agrandando por momentos. Después de un rato volvió a encularme de nuevo y cada vez más fuerte haciendo chasquear mis bonitas nalgas: noté que ya estaba a punto de correrse y por el tamaño de sus huevos sabia que recibiría una buena cantidad leche en mi culo. Poco antes de correrse, con voz entrecortada, me dijo:

– “Eres una gran puta ¿Cómo te llamas?”

– “Patricia” le contesté (me encantaba hacerme llamar con nombre de chica cuando estaban follándome).

Unos pocos segundos después noté unas poderosas contracciones de su enorme verga y unos chorros calientes inundarme mientras el continuaba enculándome. Su corrida duró bastante y el hecho que seguia entrando y saliendo de mi culo hizo que parte de su semen saliera y se esparciera en mi entrepierna. Cuando terminó del todo la sacó de mi culo de golpe provocando otro chillido por mi parte: en la oscuridad pudo distinguir su polla todavía bien tiesa y me pareció increíble que parecido pedazo de carne hubiera podido estar totalmente dentro de mi sin provocarme el menor dolor si no, al contrario, un gozo increible. El acabó pronto de limpiarse y me pasó un par de paquetes de pañuelos de papel que me vinieron muy bien visto el estado en que me encontraba. Antes de que se marchara le dije:

– “Que pollon que tienes. ¿Cuánto mide?”.

– “Unos treinta centímetros más o menos” contestó el con tono orgulloso.

Tenia razón porque la longitud de su verga superaba con creces mi palma de mano extendida y no era una fanfarronada. Se despidió de mi con un “Adios” y una palmada en mis nalgas todavía al aire. Después de limpiarme como pude me vestí de nuevo y me dirigí al coche con cierta prisa de volver a casa para hacerme un buen bidet. Ya en el cuarto de baño me hizo con mi pequeño espejo y pude contemplar mi culo recién follado: ya no tenia un agujero más o menos ovalado sino una raja vertical con unos labios bastante pronunciados en los extremos superiores e inferiores, algo parecido al coño de una mujer. Gotas de semen todavía seguían saliendo de mi culo y tuvo que emplearme a fondo para limpiarme completamente. Muy cansado me fue a dormir.

La mañana siguiente me levanté tarde y al andar por casa noté que estaba muy abierto por detrás. Ya duchado, terminado el desayuno y vestido me puse a estudiar por el examen que estaba preparando cuando al cabo de media hora tocaron a la puerta. ¡Vaya sorpresa! Era mi amante de siempre que con día libre del trabajo y la putilla de su novia probablemente indispuesta había pensado bien de visitarme. Ya sabia a que venia así que a cabo de pocos minutos estaba de rodillas chupándosela: me levanté sin pedir permiso y me posicioné adecuadamente apoyándome a la mesa de la cocina para que pudiera encularme a destaco. Al agacharme mis nalgas se abrieron solas enseñando el trabajo que el dotadísimo amante ocasional de la noche anterior había realizado. Me dí la vuelta y pudo ver su cara de asombro: se quedó helado, sin moverse. Sonreí y le dije:

– “Anda métemela que tengo gana”.

Se acercó y noté (muy poco) como empezó a introducir su polla y después nada más.

– “Éntrala toda de una vez”.

Le espeté con tono impaciente. Se puso histérico y rabiosamente contestó:

– “Si la tienes toda metida ya”.

Explorando el teatro de operaciones con la mano pudo constatar que así era. La verdad es que no me había dato cuenta porqué no notaba nada. Empezó a encularme como un novato folla la puta del barrio mientras tanto esta se come una bolsa de patatas fritas. Cuando decidí acabar con este borrador de enculada apreté con toda mi fuerza mi culo y empecé a menear mis caderas: a los dos minutos (o algo menos) el neo-cornudo vació sus pelotas dentro de mi. De esta forma se enteró mi desdichado amante que mi culo ya no le pertenecía en exclusiva: nunca más volvió a follarme. Sin embargo, curiosamente, tuvimos unos cuantos encuentros íntimos más donde se hizo con los favores de mi pollón hasta que se dejó encular por completo unos días antes de casarse con su rubia y muy puta novia (la verdad sea dicha me hubiera encantado encular a ella también). Pero esta ya es otra historia.

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