Chat, sexo y cintas de video porno

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La noche iba cayendo y la soledad de mi casa hacia que el seguir conversando con ella me sirviese de compañía. Suelo ser una persona que tantea demasiado el terreno antes de explayarse en su propia personalidad y contar cosas de su intimidad pero aquel nick me inspiró confianza. Casi con cuentagotas íbamos destapando aspectos de nuestras respectivas vidas, pero aspectos triviales como edad, trabajo, zona de residencia etc., todo acompañado con quizás alguna pequeña indirecta que ambos queríamos y sabíamos esquivar.

Sinceramente el hecho de que ella me comentase que estaba casada me provocaba cierto morbo pero a la vez algo de inseguridad. No sé muy bien como surgió el tema pero me encontré a las 2 de la mañana hablando con una mujer casada de temas sexuales… ¿o podría decir eróticos?. Yo no soy muy dado al cibersexo pero aquella conversación no se encaminaba por ahí, aquello era bastante más sensual, más morboso, mas de mi estilo. Nos hacíamos preguntas, comentábamos aventuras pasadas, situaciones. Empezaba a estar realmente a gusto de esa manera. Creo que quizás el punto culminante fue el comentar películas porno. Un tema que me apasiona y que parecía que a ella no la disgustaba en absoluto.

Alrededor de las 3 de la mañana los comentarios empezaban a ser más directos, mas personales, más serios. Apenas bromeábamos sobre ese asunto, a los dos nos apasionaba ese tema, esa situación, ese morbo. Después de mandarnos algún archivo mas que interesante la cosa se empezó a poner realmente excitante. Te voy a ser sincera -me comentó- me estoy poniendo caliente y estoy sola en casa, mi marido no viene hasta dentro de 2 días. Tras 3 segundos de reflexión y sin decir absolutamente nada mas apagué mi ordenador y salí hacia su casa con una cinta de video bajo el brazo. En apenas 10 minutos estaba llamando a la puerta de su casa. Se abrió y no se veía a nadie. Entré, cerré la puerta y aunque nervioso me atreví a buscar por las distintas habitaciones un rastro de esa mujer. Allí estaba, sentada, delante de una pantalla de ordenador, con una bata y el pelo recogido. Sabía que ibas a venir pero no pensé que tan rápido -me dijo sin quitar la vista del ordenador-. Yo solo lancé una pregunta: ¿Dónde está el video?. Tras una leve sonrisa ella se levantó dejando ver entre la bata dos largas y suaves piernas. Una mirada cruzada de apenas cinco segundos sin parpadear y me guió hacia el salón.

Ella sabía lo que yo iba a hacer así que cogió el mando a distancia y se sentó en aquel gran sofá de piel mientras yo colocaba la cinta de video. Me senté a escasos centímetros de ella y un perfume mas que embriagador hizo que la temperatura de mi cuerpo se elevase. Comenzó la película. En la primera escena una mujer de grandes pechos se insinuaba a un hombre bien dotado que rápidamente se dedicó a jugar con tan jugosos atributos mientras ella lamía de arriba abajo cada centímetro de su miembro. Mientras, ella en el sofá dejó de estar inmóvil para comenzar a moverse lentamente hacia conseguir una posición en la que sus pechos me incitaban a precipitarme sobre ella y empezar a besarla de manera lenta pero muy apasionada, no en vano, el calor ya había hecho mella en ambos. Giros de cabeza, ojos cerrados, mordiscos en los labios… aquello comenzaba a quemar. Adiviné entre mi cuerpo y el suyo el nudo que abrochaba su bata y al liberarlo su pecho se acercó al mío, escondido tras un sujetador de encaje negro que dejaba marcar sus pezones duros y muy sugerentes.

Su mano se metió por debajo de mi camiseta acariciándome la espalda y quitándomela posteriormente para dirigirse a mi torso ya desnudo y rozar con sus labios mis pezones. Al mirarme a los ojos supe que quería que la quitase el sujetador. Así lo hice, admiré unos instantes sus dos grandes manjares y como tales me dispuse a chuparlos de manera suave pero muy intensa. Se perdían entre mis manos, uno, otro, mi lengua se los rifaba y mis dientes ya empezaban a morder esos pezones con mucha suavidad. Sus manos ya estaban bajando mis pantalones y acariciando mi trasero con algún pequeño apretón de nalgas de sus dedos. Me sentó en el sofá, me quitó los boxers y empezó a pasear su pecho contra mi sexo aun no del todo erecto. Yo jugaba con su pelo que solté dejando ver esa preciosa melena apoyada en su espalda desnuda. Su boca se entretenía con mis piernas y cada vez iba subiendo un poco mas hasta que su lengua recorrió de arriba abajo mis testículos y posteriormente mi pene ayudándose con su mano derecha mientras la izquierda paseaba por mi pecho.

Labios carnosos y boca húmeda jugueteaba con mi glande cada vez más hinchado. Movimientos de cabeza acompasados de arriba a abajo hacían que mi pene entrara y saliera de su boca a un ritmo despacio. Cada vez un poco mas deprisa… Me miró a los ojos, dejó libre su boca y paseó su lengua por ambos labios. Me incorporé ayudándola a tumbarse en el sofá boca abajo y aquel tanga dejaba al descubierto sus maravillosas nalgas que con mucho cuidado mordí lentamente subiendo mas tarde por su espalda a la vez que mis manos la desnudaban por completo. Ella como si me leyera el pensamiento se dio la vuelta y abrió sus piernas para que yo pudiese con mis dedos poder notar que ya estaba mojada y excitada. Sus labios vaginales estaban sumamente hinchados y la entrada a su cueva muy caliente a la par que empapada. Me miró a los ojos y yo apresuré a poner la punta de mi sexo en la entrada del suyo y lentamente entré en su cuerpo viendo como su cara se tornaba a placer.

Mis caderas se movían a un ritmo que hacía que las suyas lo hicieran de igual manera. Mis manos apoyándose en sus maravillosos pechos y mi boca mordiendo una de sus orejas… cada vez más rápido, la respiración más fuerte… pequeños gemidos. Ella de manera imprevista se retiró y dándome un empujón me sentó en el sofá de nuevo y subió encima de mí para cabalgarme, yo la agarré fuertemente de sus nalgas y mientras ella botaba encima de mi sexo mi boca intentaba frenar el movimiento de sus pechos arriba y abajo. Ella botaba cada vez más deprisa y al caer soltaba su respiración haciendo que mi corazón bombease cada vez más rápido. Sentí como tuvo el primer orgasmo a la vez de cuando me arañó la espalda por la contracción de su vagina contra mi pene.

Se levantó y poniéndose de rodillas en el sofá se inclinó hacia adelante, encorvó la espalda y dejó que su trasero se presentara ante mí como el bocado más apetecible. Yo quería entrar de nuevo… estaba muy excitado y ella no lo estaba menos acariciándose sus nalgas me miró a los ojos y me dijo que todo aquello era para mí, que quería sentirme muy dentro. Apenas terminó su frase mi pene ya entraba en su vagina a un ritmo casi trepidante que hizo que a la postre ella tuviese otro orgasmo que me agradeció acariciando por debajo mis testículos. Yo estaba viendo ese ano y la idea de poder poseerla de aquella manera me hacia realmente vibrar. Me separé y tras lamer ese pequeño agujerito lubricándolo bien uno de mis dedos entró en él haciendo que un escalofrió recorriese su cuerpo. Ahora si, dirigí mi pene a ese ya dilatado ano y entré en él despacito pero hasta el fondo. Movimientos más lentos pero con una sensación de fricción increíble. Yo estaba a punto de estallar de placer. Me faltaba muy poco para eyacular. Salí con pena de su ano y agarré sus pechos con fuerza. Ella adivinó lo que quería en ese momento y poniendo mi pene entre ellos comenzó a moverles de arriba abajo mientras su lengua de vez en cuando tocaba mi glande a punto de reventar. Yo ya no podía más, iba a correrme. Ella cogió mi pene con su mano derecha y abriendo la boca lo comenzó a masturbar de una manera sublime y rápida hasta que por fin y con un inmenso gozo me corrí en su carita. Tras esto y mientras ella se metió en la ducha yo dejé mi cinta de video puesta en su televisor y me marché dejándola una nota en la que ponía:

“Esta ha sido la mejor película que haya visto jamás”.

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