Así debe coger un verdadero hombre a una hembra

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Soy Adriana y vivo en Buenos Aires. Estoy casada hace años y les voy a contar una historia verdadera que sucedió hace diez años cuando tenía 21 y Omar 31. Lo conocí en el trabajo. A lo largo de los meses nos hicimos amigos y nos mirábamos con ganas. El era muy atento pero directo. Siempre me decía que era muy linda y que le gustaban mis piernas. Yo me reía. Al principio no llevaba atención pero con la confianza comencé a mirar a ese hombre de otra manera y a fantasear con él.

Al regreso del trabajo Jorge había notado que yo era más receptiva que antes y no le venía mal pues siempre me reprochaba que en la cama yo había cambiado. La verdad es que de novios habíamos tenido relaciones y nunca fueron del todo satisfactorias. Yo acababa casi siempre cuando me besaba mi chocha pero me costaba mucho lograr un orgasmo con la penetración así que casi siempre fingía estar satisfecha.

Jorge es muy dotado en grosor no en largo y a mí eso me dolía. Lo confesé a mi ginecóloga y me aconsejó jugar mas antes y usar una crema lubricante. Total que con crema o sin ella. Jorge siempre quiere meterla enseguida lo que me pone tensa. Finalmente entra dentro de mí, acaba y se duerme y más de una vez yo quedo con las ganas y termino yendo al baño y masturbándome. Así las cosas para mí era normal. En cambio con Omar era todo frescura y amabilidad. Cierta vez que me notó algo contrariada, me preguntó si quería compartirlo con él. Al principio le conteste con evasivas, pero luego acepté tomar un café y charlar a la salida del trabajo.

Estaba excitada, Me sentía traidora pero tenía muchas ganas de hablar con Omar. Fuimos a tomar algo y allí le conté de mis penurias. Por primera vez me sentí escuchada. Omar hacía silencio y me miraba fijamente. Cuando terminé mi relato estaba casi llorando. El hizo una pausa y me preguntó si quería saber su opinión.
Durante largo rato me dio su parecer y cuando finalizó me dijo abiertamente que el quería amarme como yo lo merecía. Que no me iba a hacer daño sino darme lo que yo quería. Sus palabras sinceras y sin rodeos me desarmaron por completo. Y la verdad es que yo ya tenía fantasías con él desde hace rato.

Salimos hacia un motel y luego de cerrar la puerta me besó con pasión pero suavemente. Me desvistió con delicadeza y yo aflojé su cinturón y baje sus pantalones al mismo tiempo. Toqué su bulto por cierto grande y pensé: Aquí vamos de nuevo. Esto me va a doler. Me arrodille y bajé sus boxers dejando al descubierto un pene muy largo. Lo metí en mi boca y comencé a mamarlo. Omar me acariciaba la nuca y me decía cosas lindas. Yo estaba a mil. Esa verga me gustaba y mi conchita latía. La solté y le pedí que fuéramos a la cama. Me recostó con delicadeza y me dio vuelta dejándome en cuatro patas aferrada a la almohada. Cuando entró dentro de mí, enseguida pude comprobar lo que mi boca ya había adivinado. Omar tenía la verga más larga que la de mi esposo. Jorge, cuando me coge me hace doler un poco. A veces porque no espera que me lubrique lo suficiente. La mete y ya. Otras porque embiste sin ninguna consideración pensando que a mí me gusta mas, pero no es así. Omar en cambio como dije no la tenía tan gruesa (aunque me llenaba por completo), pero era enormemente larga para mi costumbre.

Mis jugos que estaban chorreados por toda mi raja y mi culo facilitaban la tarea. En cuanto entró llegó lentamente al fondo de mi vagina. Sentí allí como tocaba mi cuello de útero con facilidad. Era una sensación rara, de plenitud. No me dolía, por el contrario comencé a disfrutarlo. Me arqueé un poco mas bajando mis hombros hasta la almohada y entonces sentí que esa verga ingresaba un centímetro más. Pensé que me iba a traspasar, pero luego Omar me dijo que mi cuello se había acomodado mejor y por eso logró ingresar hasta el verdadero fondo. Omar se detuvo por un momento, yo deliraba pero no quería gritar todavía. Sentía una rara forma de vergüenza de decirle a mi amado que estaba disfrutando como nunca. Su verga era durísima y caliente. Lo notaba en las paredes de mi vagina que estaban tensas de tanta dureza. Sentí como si creciera mas dentro de mí. Su cabeza, totalmente descubierta del capuchón rozaba mi interior y me hacía sentir espléndida.

Omar se comenzó a mover lentamente hacia fuera casi hasta salirse todo y nuevamente ingresaba con suavidad. Cada contacto con mi fondo me hacía delirar de placer. Arañé las sábanas y me permití gemir profundamente. Mi vagina se adaptaba maravillosamente y comencé a sentir un deseo incontenible de estallar. No o podía dominar. Nunca había acabado tan pronto, sentía que me venía y no podía ni quería evitarlo.
Omar acariciaba mis nalgas y mi espalda cada vez que entraba como sobandome toda no solo con su pene.
Puso un dedo en mi ano con suavidad girándolo lentamente sin violencia. Por primera vez quería sentir eso y no lo aguantaba simplemente. Le pedí que lo metiera un poco. Era distinto. Con mi esposo lo habíamos intentado varias veces pero sus ansias y su grosor me ponían de mal humor. El no era suave, no sabía llevarme por un camino agradable y finalmente terminábamos peleando. Las mujeres necesitamos cariño y comprensión. El dolor nos saca de situación y el pacer pasa a ser tortura. Cada vez que mi esposo quería hacerlo, yo apretaba mi culo por miedo a su brutalidad. Hoy era diferente. Esta vez mi culito se abría recibiendo ese dedo. La mezcla de sensaciones era exquisita. No pude mas y estallé por completo. Grité, arañe y mordí la almohada mientras mi chochita chorreaba y se contraía rítmicamente sobre esa verga. Mi ano acompañaba la presión y yo deseaba mas y más.

Omar me decía cosas hermosas que complementaban mi orgasmo mientras se seguía moviendo dentro de mí. No me permitía relajarme. Mi orgasmo era intenso y profundo. Sencillamente maravilloso. Omar notaba mis contracciones estoy segura. Estaba preocupado por mí. Me acompañaba rítmicamente una y otra vez. A pesar de mi vergüenza natural le dije: Sigue amor mío, sigue por favor te necesito mas! Empujé con mis caderas esperando su semen mientras el continuaba acariciándome las ancas y mi agujerito. Este hombre me tenía totalmente entregada. Su dedo se revolvía dentro de mis entrañas. Podía sentir esa pija interminable en mi fondo hincharse cada vez. Gemí de nuevo y me corrí por segunda vez en menos de dos minutos y allí sucedió.
Omar se quedó quieto por un momento y luego exhaló fuertemente. Yo sentí un calor intenso en mi vagina mientras recibía una verdadera lluvia de esperma exquisita. Esta sensación no me resultaba extraña. Cada vez que mi esposo acababa dentro de mí sucedía parecido. Pero esta vez era especial. Jorge -mi marido- nunca echaba una cantidad importante de semen. Era caliente pero como viscoso. En cambio Omar no terminaba nunca. Su jugo era suave bien líquido y salía con gran fuerza de su cabeza. Golpeaba en mi interior y me hacía de maravillas.

Nos fuimos calmando retiro su dedo de mi culito y me permitió dar vuelta. Me abrazó. Me besó y me dijo:
Gracias, me has cogido como una diosa sabe hacerlo, fue fantástico. Nos tumbamos mirándonos a la cara y yo me bajé hasta su pene que estaba blando. Olía fuerte y exquisito. Olía a mí. Delicadamente lo puse en mi boca y lo chupé con suavidad. Comencé a besar sus huevos y a pasar la lengua a lo largo de ese hermoso miembro.
No pasó mucho tiempo hasta que recobrara una rigidez adecuada cuando Omar se dio la vuelta y luego de secarme un poco la conchita comenzó a comerla. La verdad es que yo estaba satisfecha pero ese ejercicio me volvió a despertar y mi botoncito, aún algo hinchado se endurecía con cada lamida. Que diferencia! Era inevitable comparar. Por fin, Omar separó un poco mas mis piernas y empezó a ponerme la lengua en el ano aún húmedo por todos nuestros jugos. Yo no podía creerlo. Esa lengua entraba bien profundo y cada vez me provocaba espasmos que hacían que mordiera ligeramente el palo que tenía en mi boca.

Pensé en mil fantasías, veía nubes y colores. Ardía. Omar se retiró, me levantó las piernas hasta los hombros, me dijo -te amo- y apoyó su cabeza en mi agujero. Increíblemente no hizo mucha fuerza y mi ano se tragó su cabeza. No me dolía. Continuó entrando hasta que le dije basta. Se detuvo y me preguntó si me dolía. Le contesté gimiendo que no y lo abracé fuerte. Entonces metió toda su tranca y pude sentir esos huevos en la entrada de mi dilatado ano. Por fin lo había conseguido! Mis amigas decían que era delicioso si te lo hacían bien. En todos estos años me sentía un poco disminuida por no haber logrado esa penetración con mi esposo. Allí me di cuenta que no era el tamaño lo importante sino que te hagan sentir mujer y deseada. Omar me cogió suavemente hasta que vió que yo no aguantaba mas Entonces nos vinimos juntos y volví a sentir su leche esta vez por mi culito. Me dejó bajar las piernas y nos quedamos quietitos hasta que noté que su miembro se ablandaba y él lo sacaba con toda suavidad. Tan adentro había estado que salió un poco sucio de mis heces. Me avergoncé mucho pero el me dijo que era normal y se levantó a lavarse. Mientras me toqué y mi arito estaba perfecto. Todavía dilatado dejaba salir un poquito de leche de toda la que tenía adentro.

Me sentía feliz. Es real, le había puesto los cuernos a Jorge y no sería la última vez pero había disfrutado como nunca antes y a Omar le entregué mi amor y mi virginidad trasera para toda la vida.

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