Como gran parte de los hombres, siempre he soñado y fantaseado con un trío con mi mujer y otro hombre para ella. Incluso en nuestras fantasías eróticas jugábamos a soñar con esto y la verdad es que nos ponía a cien. Mi mujer pensaba en un compañero de su gimnasio, al cual yo no conocía, pero que a juzgar por lo húmeda que se ponía, debía gustarle mucho.
Cierto día le propuse que lo llamara y probáramos un trío. Pensé que se lo tomaba a broma, pero el día de nuestro último aniversario vi que no. Habíamos dejado a los niños en casa de mi suegra para poder pasar una velada los dos solos. Decidimos tener una cena romántica en casa y después follar como locos. Al llegar al postre mi mujer tomo mi móvil y realizó una llamada, creía que era a su madre pero al poco sonó el timbré de la puerta y cuando abrió entró un muchacho de unos 30 años, alto y de complexión fuerte. No tenía ni idea que era Paco su compañero de gimnasio. Cuando nos presentó automáticamente adiviné de qué iba la cosa. Ella lo había llamado con la excusa de ver unas cintas de Taich, que es lo que practican.
Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo les propuse tomar una copa y mientras las preparaba mi mujer puso una cinta de vídeo. En la pantalla apareció mi mujer comiéndome el rabo en unas imágenes que teníamos grabadas con la cámara. Ella disimulaba como si hubiera sido un error y quisiera quitarlo. Paco no quitaba la vista de la pantalla. Entré en la habitación y dije que tenía que ir al bar de enfrente por hielo.
Cuando regresé al poco, entré en la habitación y mi mujer ya había empezado el repertorio. Estaban morreando en el sofá y ni siquiera se habían dado cuenta de mi presencia, así que decidí ver un poco más. Paco le magreaba las tetas, que no son muy grandes pero sí «caídas para arriba» como yo les digo y con un pezón rosado y pequeñito. Mi mujer que se llama Carmen le comenzó a bajar la cremallera mientras le metía la lengua hasta la campanilla. Cuando tuvo la polla de Paco en sus manos se le quedó mirando y no pudo aguantar una exclamación de admiración pues la verdad que era bastante larga y gorda. Empezó a menearla con suavidad mientras Paco se reclinó hacia atrás y cerrando los ojos gemía de gusto. Carmen se arrodilló delante de él y sin asco ninguno le introdujo en su boca sin dejar de moverla y gimiendo también. Yo estaba como una moto y sacándomela empecé a meneármela también.
Cuando Paco y yo estábamos a punto, Carmen soltó la polla y se desnudó completamente. Paco le siguió y yo no fui menos. Entré en la habitación y vi como Paco se quedó cortado pero cuando mi mujer se tumbó boca abajo en el sofá comprendió que estábamos de acuerdo. Carmen abrió las piernas dejando su peludo coñito al aire, cosa que Paco no desaprovechó y tumbándose encima le introdujo poco a poco su enorme rabo. Mi mujer gemía y se mordía el puño mientras yo le acercaba mi polla a la boca. Comenzó a chupármela como nunca antes lo había hecho, sin duda estaba en la gloria. Paco le metía la polla completamente con furiosas embestidas que provocaban que el culo de mi mujer temblara con cada una y sonara un chup, chup de lo mojada que estaba.
Tras un rato así decidimos cambiar de postura y Paco se tumbó en la alfombra lo que provocó que mi mujer se subiera encima y empezara una cabalgada furiosa mientras cerraba los ojos, se echara para delante y le metiera sus pezones en la boca de Paco. Caí en la cuenta de que no se había puesto condón y lo comenté pero mi mujer dijo que esta vez quería sentir dentro la leche de los dos. Yo me estaba pajeando con aquella escena que sólo había visto en nuestras fantasías. Desde atrás veía la polla de Paco entrar completamente en el coñito de Carmen que rebosaba de jugo.
Le pedí a mi mujer que se tumbara en la mesa y que me dejara metérsela. Aceptó y Paco se la metió en la boca mientras le pellizcaba las tetas, yo le levantaba las piernas y al metérsela noté como estaba de dilatada por el tamaño de la pollar de Paco. Carmen comenzó a sentir espasmos y ponerse colorada mientras se corría sin soltar la polla de Paco y esto me puso tan caliente que me corrí dentro de ella. Paco aprovechó para sacarla de la boca de mi mujer y hacer que esta se la meneara pues quería correrse en la cara. Carmen comenzó a menearla con furia hasta que una catarata de leche le llenó desde el pelo a la boca. Con expectación contemplé el espectáculo ya que mi mujer no contenta con aquello volvió a chupar aquella polla como si fuera una cañita en la granizada, mientras tragaba el resto de la leche pues al retirar la boca no escupió nada.
Nos limpiamos, tomamos la copa y quedamos para otro día pues a los tres nos gusto la experiencia y cómo mi mujer se había tirado a Paco hacía una semana en la ducha del gimnasio, pero eso os lo cuento otro día.
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