Ana se enamora de su amante
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Pasados ya unos meses desde que empezamos a salir con Arnaldo, el chico que vino a trabajar a nuestra empresa y amante de mi mujer Ana, parece que nuestra visión del matrimonio ha cambiado un poco.
Arnaldo está muy agradecido por su nueva vida: coche, casa, trabajo bien remunerado y, por si fuera poco, sexo sin fin con mi mujer. Ana y Arnaldo son como una pareja y yo vivo con ellos, lo que me empezó a preocupar, así que se lo comenté a mi mujer.
Yo: Ana, ¿qué nos está pasando con Arnaldo? Solo tiene que estar a disposición de tus deseos sexuales y para eso vino, y no me quejo, ya que como trabajador es un fenómeno.
Ana: No pasa nada, él cumple con todo lo que le pedimos. Folla conmigo todos los días y, a veces, varias veces al día. Pero sí noto que estoy empezando a sentirme deseada por él, no solo sexualmente, sino que creo que los dos nos estamos dejando llevar por sentimientos.
Yo: ¿Estás diciendo que te estás enamorando de él?
Ana: Sé que la diferencia de edad es muy grande y que nunca pensaría que eso me podría pasar con un amante, pero es que este me gusta más que ningún otro.
Yo: Entonces, ¿qué pinta yo en tu vida? Estoy confundido. Siempre te he dejado hacer y esto formaba parte de un trato, ¿y ahora qué?
Ana: Te quiero mucho y Arnaldo nunca podrá sustituir nuestro amor. No te enfades, eso lo voy a cambiar. Él y yo solo tendremos sexo, que es para lo que vino. Le dejaré claro que soy una mujer casada y enamorada. Por eso, esta noche volveré a llamar a José para que Arnaldo se dé cuenta de que esto es lo que es y podré cambiar su forma de pensar. Si no, romperé el contrato con él.
Yo: Ayer vi a José y me comentó que te echaba mucho de menos, ya que hace mucho tiempo que no os veis. Le llamo, le invito a casa y hablo con Arnaldo para explicarle la fiesta que quiero organizar y en la que tú estás de acuerdo.
Ana: De acuerdo, hazlo. Con tu permiso, me acostaré con los dos y así todo volverá a su punto de partida. Te quiero.
Entonces lo hice: llamé a José y le conté que Ana necesitaba echar un buen polvo y que un empleado mío también se uniría a la fiesta. Después fui a la empresa y llamé a Arnaldo para explicarle que esa noche Ana le iba a presentar a su antiguo amante, mi amigo José, y que yo quería verles a los dos follando con mi mujer.
Arnaldo: ¿Pero Ana está de acuerdo con esto? Si ella y yo fallamos todos los días y nunca me ha dicho nada parecido.
Yo: Ana es libre para hacer lo que quiera, pero yo también. Esta noche, si no te unes a la fiesta, ella lo hará por mi, ya que es mi deseo verla con los dos. Tú decides.
Arnaldo: No tengo problema en pasar un rato divertido.
Ya por la noche llegó José y, al ver a Ana, su abrazo fue increíble y ella le dio un beso en la mejilla. Arnaldo estaba sentado en el sofá y, al ver a José, se levantó y se dieron la mano. José dijo:
Joder, claro que ahora entiendo: Ana, un joven vale por dos como yo.
Ana sonrió y no quiso esperar más, sirviendo la cena. Cenamos y charlamos.
Después de cenar, Arnaldo y yo recogimos la mesa. Ana les dijo: «No tardéis, que estoy muy caliente». Estoy en mi habitación.
José y Arnaldo me miraron y yo lo tenía claro.
Yo: «Sé que los dos estáis encantados con follarme a mi mujer, pero hoy quiero que lo dios de vosotros». Vamos, díganme.
Subimos y, al entrar en la habitación, allí estaba Ana arrodillada. Al vernos, dijo: «Venid aquí y quitáos los pantalones, sacad las pollas».
Ellos obedecieron y yo me senté en el tocador para ver el espectáculo: Ana chupaba a uno y a otro sin parar.
Yo: «¿Os gusta, verdad?» —¿José la echabas de menos? Es una buena zorra y una gran esposa.
Tras un buen rato, como era de esperar, José la tumbó en la cama, le metió el pene hasta el fondo y empezó a follarla como un animal. Arnaldo le chupaba los pechos y Ana decía lo mucho que le gustaba.
Arnaldo le pidió a José que le dejara metérsela y José dejó paso al otro tío.
Le metió la polla y ella meneaba la mano de José. Después de un buen rato, José, que ya le había follado el culo a mi mujer en anteriores ocasiones, la puso a cuatro patas y se la metió por detrás.
Ana: «Dios, cómo me gusta. Dale, cabrón, no pares, y tú ven, mete tu polla en mi boca».
Era maravilloso ver a los dos disfrutar tanto. Ya llevaban casi una hora cuando Ana les propuso hacer una doble penetración.
Nunca se lo habían hecho y eso fue increíble.
Ana: «Joder, amor, gracias por este gran regalo. ¡Qué gusto! Sigue, que me corro, sí, sí.
En ese momento, vi a los tres en un orgasmo bestial. José se corrió dentro del culo de Ana y Arnaldo en su coño.
Así, todo volvió a su sitio: Ana ahora tiene a José y Arnaldo sabe que Ana es libre.
Arnaldo se va a pasar unas vacaciones a Colombia y José cubrirá a Ana. Aunque sabe que, cuando está Arnaldo, es el macho preferido de ella. Solo viene a casa a follar cuando Ana le llama.
Ella tiene libertad para elegir y así controla sus sentimientos. Follar sin sentimientos, solo sexo.
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