A partir de ese momento, deseaba a mi madre como mujer
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Todo sucedió hace mucho, cuando mi madre tenía 48 años y mi padre 50. Como se casaron ya mayores, solo tuvieron a mi padre, que trabajaba de vigilante en una fábrica y apenas ganaba dinero, por lo que alquilaban una humilde habitación en una residencia, donde todo estaba junto: mi cama estaba al lado de la de ellos y el baño era pequeño y solo tenía una sabana como puerta. Yo, a mi edad (18), aún no sabía nada de sexo, pues mis padres nunca me hablaron de ello. Recuerdo que mi primera experiencia sexual fue un día en el que, al regresar de la escuela con muchas ganas de orinar, me acerqué al baño y, al recorrer la sábana, me quedé impactado: mi madre se estaba bañando y estaba de espaldas. Por primera vez vi la cola de una mujer y, en ese momento, vi cómo mi pene se ponía firme.
Ella no se dio cuenta de mi presencia y seguía tallándose ese blanco culo con las manos, aunque no era muy grande, se antojaba por un buen rato. La vi hasta que vi que se iba a dar la vuelta y, emocionado, me retiré. Me senté en el pequeño comedor y fingí que hacía los deberes. Ella salió con una bata y me preguntó si ya me daba de comer. Contesté que sí y fui al baño a lavarme las manos. Al estar haciéndolo, vi que en el cesto de la ropa sucia había… Roja, vi que en el cesto de ropa sucia estaban los calzones de mi madre. Conmovido, los tomé y, al hacerlo, noté que olían bien, así que acerqué mi nariz y un olor extraño pero agradable hizo que se me pusiera de nuevo la verga. En eso, mi madre me habló y los dejé en su lugar.
Mientras comía, no dejaba de pensar en lo que había visto. Mientras miraba sus pechos, que debido a que la bata era algo abierta de arriba se le veían casi completos, tiré la cuchara. Al agacharme, mis ojos se posaron en esos pies pequeños y blancos. Luego, miré esas pantorrillas peludas y, al mirar más arriba, vi esa enorme mata de pelos negros. Me levanté y, a partir de ese momento, ya no miraba a mi madre como antes.
Mi padre llegó de trabajar y, como no fue a trabajar, se quedó en casa. Dimos los últimos pasos antes de dormirnos y apagaron la luz, dejando una vela prendida que hacía que se mirara un poco. Cuando estaba a punto de dormirme, vi cómo mi padre empezaba a acariciar a mi madre. Ella le dijo que esperara a que me durmiera, pero él le dijo que ya estaba dormido. Luego se montó en ella y vi cómo mi madre abría sus piernas y empezaba a recibir los embates de mi padre, que no paraba de penetrarla. Mientras tanto, yo empezaba a tocar mi pene, que empecé a masturbar con desesperación, mientras mi padre ponía a mi madre de perrito.
Su verga entró en la peluda panocha de mi madre, la cual comenzó a gemir. Mi padre le preguntó si le gustaba, y ella, moviendo más su culo, movió la cabeza afirmativamente. Entonces, mi padre se quedó quieto y lanzó un gran gemido. Sentí cómo de mi verga brotaba gran cantidad de semen. Era mi primer orgasmo, gracias a mi querida madre.
A partir de ese momento, ya deseaba a mi madre como mujer.
Al día siguiente, mi madre me dijo que me había quedado dormido, y ya en la noche, mientras me masturbaba, recordaba el culo de mi madre. Entonces oí unos ronquidos, me levanté y encendí la luz; al mirar a mi madre, la cobija que la tapaba se bajó dejando al descubierto todo su cuerpo. Sus chichis se veían enormes y mi mano masturbaba mi verga aún más cuando miré su panocha; sus calzones blancos apenas la tapaban y se veían los pelos por las orillas, haciéndola. Verla más rica cuando mi mano se posó en ella. Sentí cómo mi orgasmo llegaba y el gemido que hice casi la despierta.
Y así pasó el tiempo, deseando cada vez más a mi madre. Y entonces pasó algo que lo cambió todo: mi padre se fue de casa porque una mujer más joven que mi madre se le había atravesado y le dijo a mi madre que nos seguiría manteniendo y se fue. Mi madre se quedó triste y así pasó el tiempo, y en las noches. Oía cómo mi madre se masturbaba, lo que necesitaba verga.
Ella para no estar sola el fin de semana, había invitado a dos vecinos con sus esposas; pero ninguno las trajo. Creo que sabían que mi madre estaba sola y anadaba super cachonda. Yolo solo miraba escondido.
Uno de ellos ya en confianza del ambiente y despues de unos tragos:
—Mira a la vieja, todavía está bien buena.
Verdad.
La desnudaron. Mi madre trató de impedirlo y uno de ellos, poniéndole la verga en el culo, dijo: «Mejor colabora, mi reina». Ella se dejó y los dos hombres se desnudaron y la empezaron a tocar. Miraba cómo sus manos tocaban el cuerpo de mi madre y ella, como hacía tiempo que no tenía relaciones sexuales, empezó a estremecerse. Uno de ellos tenía una verga enorme y se la acercó a la boca de mi madre. Ella se resistió un poco, pero él se la metió con fuerza. Se ahogaba por el tamaño, pero luego vi cómo se la metía y sacaba sola mientras el otro tipo le mamaba la concha. Mi madre ya estaba caliente y uno de ellos se la metía mientras mi madre le mamaba la verga con placer. Luego hicieron que mi madre se montara en uno de ellos y la peluda concha de mi madre comenzó a tragarse la enorme verga. El otro vecino se puso detrás de ella y, acercando su verga, la introdujo también.
Ella lanzó un gran gemido mientras miraba cómo dos vergas entraban en mi madre. Los vecinos la estaban disfrutando hasta que vi cómo los tres lanzaban un gran gemido de placer y sacaban sus vergas para meterlas en la boca de mi madre, que las empezó a mamar con placer mientras de su vagina salían todos los mocos de los vecinos, ya relajados y dispuestos a irse, que me miraron. Entonces, al percatarse de mi fisgoneo, uno de ellos dijo:
—Mira, al hijo se le ha puesto la verga dura de ver cómo su madre es cogida.
Y el otro contestó:
—A mí me parece que no ha tenido su primera vez. ¿Qué te parece si le damos su regalo? Y, acercando a mi madre, le dijeron:
—Sácale la verga a tu hijo y mamátela.
Ella contestó:
—No, pero uno de ellos le dijo algo en la oreja que la puso aun mas caliente, la tomó de la cabeza y acercó la boca de mi madre a mi verga.
Mi madre abrió su boca y mi verga entró. Mi madre empezó a lamer mi verga, que ya estaba a punto de estallar. Uno de ellos dijo: «Ya está bien, ahora mete la verga a tu madre». Entonces pusieron a mi madre de a perrito. Ella ya no decía nada por lo cachonda que estaba y, cuando mi verga entró, sentí que me venía el culo de mi madre. Comenzó a correr. Moverse al compás de las embestidas. Yo no lo podía creer: estaba cogiendo a mi madre y no quería que aquello acabara, pero no aguanté y me corrí dentro de ella llenándola de semen y mocos.
Los vecinos se fueron y mi madre se puso un poco extraña; pero se podía ver su felicidad y no podía creer lo que pasó. Me dijo que olvidáramos lo ocurrido. Contesté que sí, pero yo no lo olvidaría tan fácilmente.
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