Patricia y ligia de 26 y 18 años tenías interés en mi solo para coger

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Hace años dictaba clase de estadística en una Universidad conocida de Bogotá Colombia y durante aproximadamente un semestre salí simultáneamente con un grupo de dos estudiantes que eran muy amigas entre ellas.

Íbamos a un sitio en el cual nos dedicábamos todos los viernes a tomar unas cervezas y a eso de la media noche comíamos unas deliciosas hamburguesas que allí mismo vendían. Era un plan zanahorio por cuanto la clase terminaba antes de las diez p.m. del viernes y solo estábamos un par de horas compartiendo.

Patricia y Ligia. De 26 y 18 años respectivamente. Después de tres meses de esta actividad rutinaria empecé a darme cuenta de que Ligia tenía interés en mi y algún día bailando empezamos a besarnos deliciosamente. Yo me ofrecía siempre a llevarla a su casa y cuadras antes de llegar ella, la chica de 18 años me proporcionaba esas deliciosas mamadas que le enseñé a suministrar: nos calentábamos besándonos y terminaba siempre con mi cabezona verga fuera del pantalón.

Debo decir aquí que soy un hombre alto, de 185 cms, acuerpado pero no gordo, bien dotado, cejas pobladas, ojos verdes, 33 años, blanco, ardiente, decidido y profesional. Amante por sobre todas las cosas del sexo oral. Ligia era una estupenda estudiante y por eso no me sentía mal de estar saliendo con ella, ya que una cosa era la relación de estudio y otra nuestra relación personal. Como no tenía ella la suficiente experiencia le enseñé a mamar verga y vaya que aprendió bien. Le expliqué que no puede quedar un pliegue de piel sin que sea rozado por su lengua, que cuando lo introdujera en su boca no me hiciera sentir sus dientes, que de vez en cuando utilizara sus ojos para indicarme si le estaba gustando, que utilizara sus manos para complementar las caricias y que me permitiera siempre tomar la decisión de derramarme en su boca o no. Incluso le enseñé a hacerse mascarillas con mi semen. Pero bueno, hasta este momento pensarás que esta es una historia muy normal.

Por su parte Patricia (de 26 años) tenía un video y en alguna ocasión que pude tocarle el tema le dije que si podía pensar en ver una película pornográfica en algún sitio discreto de su video. Me dijo que en el segundo piso había un televisor y que allí podría observarla mientras ella atendía su negocio. Le pedí eso sí, que me entendiera la curiosidad y que yo simplemente miraría la película. Subimos, y en ese dormitorio, empezó una calienta película.

Ella dejó la bandeja sobre una mesa y de un momento a otro se abalanzó a besarme. Le accedí a un beso, pero le dije que estaba muy excitado con esas mamadas de la película y quería que ella lo hiciera. Se puso a chupar y mientras tanto observé como se desabotonaba su jean, yo saqué el condón que siempre cargo en mi billetera y mientras ella se desnudaba me lo coloqué. Acuciosamente ella se fue sentando en mi palito dándome la espalda. Era una mujer gordita, blanca, rubia, de labios muy húmedos y rosados. Bastante caliente en su interior. Me preguntó si me estaba comiendo a Ligia y le dije que muchas veces, pero que ella también estaba muy rica.

Le dije que me encantaría que ella me observara mientras lo hacíamos con Ligia. Ella tomando la iniciativa de introducirlo y sacarlo de su vagina permanentemente me dijo que sería delicioso mirarnos. Cuando sentí inmensos deseos de derramarme le dije que quería hacerlo en sus senos y ella accedió encantada.

Al siguiente mes las invité a las dos a un hotel de Chinauta. Iríamos en la mañana y regresaríamos por la tarde. Desde muy temprano nos tomamos unos vodkas, poquitos, suavecitos, pero muy ricos. En la tarde subimos a la habitación ya para ducharnos e irnos. En algún momento le dije a Ligia que ya que ella lo mamaba tan rico, quería que lo hiciera delante de Patricia. Me dijo que le daba pena y le dije que simplemente se dejara llevar por el momento. Estando en la salita de la habitación le di uno de esos besos que yo ya sabía que ponían a volar a Ligia, mientras que Patricia se peinaba frente al espejo. Sabiéndola un poco caliente, aproveché para acariciarle las nalgas de manera que fuera evidente para Patricia y sin pensarlo dos veces le pregunté a Patricia: ¿Te gustaría ver a Ligia haciéndome sexo oral?

Recuerden que cuando hice el amor con Patricia ya le había preguntado al respecto y tenía claro que ella diría que sí. Entonces Ligia con ánimo de complacerme me pidió sentarme en el sofá y bajar mi pantalón. Me la acarició inicialmente y la metió en su boca con suavidad. Patricia observaba muy agitada desde la silla de enfrente. Vi incluso como se acarició con su mano en la entrepierna. Le pedí que mirara de más cerca, así que pusimos un cojín en el piso, a unos cincuenta centímetros y le pedí que se sentara allí para observar. Se sentó y expresó como comentario que yo estaba muy bien dotado. Muy orgullosa de su presa Ligia empezó a mamar como tantas veces lo hiciera y mi verga se puso en su máximo furor. Le dije a Patricia que ahora le tocaba a ella, se miraron ambas, pero Ligia le dio espacio para que se acercara.

Ahora Ligia observaba a Patricia, pensando que era la primera vez que ella me saboreaba. Les dije que quería que lo hicieran simultáneamente y efectivamente cada una se prendió de mi tronquito y lo chupaban al tiempo y deliciosamente. En algún momento empecé a desnudar a Ligia y cuando estuvo desnuda me dediqué a besar sus senos y su deliciosa ranurita; sorpresivamente vi cómo Patricia se acercó a besarle los senos a Ligia, mientras yo le daba lengua a esta última. Aproveché para empezar a desnudar a Patricia también y cuando empecé a lamerle la chochita vi como ellas se besaban en la boca frenéticamente. Nos confundimos en un mar de abrazos, de besos, se sexo oral y de penetraciones para ambas (con los debidos condones).

Al finalizar todo, ellas me decían que era su primera experiencia lesbiana, que desconocían cómo habían llegado a ese punto y que lo hab contar; agradecería tus comentarios a mi correo.

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