Mi primera orgía fue realmente increíble

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Después de pensarlo durante bastante tiempo, al final me decidí a apuntarme a un gimnasio. Llevaba varios meses con esa idea en la cabeza, más que nada por hacer algo de deporte, conocer gente y de paso, sentirme mejor. No es que me hiciese falta, la verdad, pues no estoy nada mal de cuerpo. Mido 1.60, peso 52 kg. y cada cosa muy bien puesta en su sitio… Durante esos meses, estuve intentando convencer a alguna amiga para que se apuntase conmigo. No me gusta mucho, por no decir nada, hacer ejercicio; así que pensaba que la única forma de “obligarme” a ello sería yendo con alguien. Pero al ver que nadie se hacía el ánimo, decidí hacerlo yo sola. Probaría y, si no me gustaba o me aburría, con dejar de ir, todo arreglado. Sólo podía ir a partir de las diez y media de la noche; sí, un poco tarde, pero es cuando salgo de trabajar. Encontré uno no muy lejos de casa que estaba abierto hasta las dos de la madrugada. Así que me apunté ahí.

Salí una mañana que tenía libre a comprarme ropa apropiada, pues no tenía nada de deporte. Compré un top de tirantes color blanco por encima del ombligo y un pantalón azul celeste, como de chándal, pero más entallado y, por lo tanto, más femenino, digamos… No me disgustaba nada como me quedaba, no… La primera noche que fui había muy poca gente. Pero claro, a esas horas, quién iba a ir al gimnasio? Ciertamente, era para pensárselo bien. De todos modos, las siguientes noches, todavía hubo menos gente. La gente que estaba allí debía llevar bastante tiempo yendo, pues tenían unos cuerpos geniales, tanto los cuatro chicos como las cinco chicas. Evidentemente, se conocían bien y me sentí un poco “apartada”, pues tras mi saludo, ninguno de ellos mostró ningún interés por acercarse y conocerme; y yo soy lo suficientemente tímida como para meterme en su grupito. Aún así, pude darme cuenta de que dos de los chicos no dejaban de mirarme y hablar entre ellos todo el rato. Cosa que, por un lado, me hacía sentirme algo incómoda, pues bien podían haberme hablado directamente; y por otro lado, he de reconocer que me gustaba, pues…estaban buenísimos…ufff.

Tampoco yo podía dejar de mirarles, de reojo, eso si, disimuladamente, me sorprendí a mi misma algo excitada al contemplar aquellos cuerpos, bronceados, musculosos, pero en su justa medida, fuertes, no podía evitar imaginarlos, a los cuatro, en las duchas, al terminar, enjabonándose, con sus penes, erectos para mi, esperándome…como me estaba poniendo. Entonces, me di cuenta de que uno de ellos (el que me parecía más atractivo; era moreno con el pelo muy corto y bastante alto, sobre 1.85) me miraba muy fijamente y me sonreía. Aquello me sacó de mi “sueño” y, por su mirada, cualquiera hubiese dicho que me leyó el pensamiento, pues disimuladamente tocó su paquete y me guiñó un ojo, sentí como me ponía roja de la vergüenza. Me apuré muchísimo, asi que tardé poco en terminar mi hora. Decidí que me ducharía en casa. Necesitaba salir de allí rápidamente, por evitar más sus miradas, que me ruborizaban, y porque me iba tan excitada, que necesitaba hacer ciertas cositas.

Al día siguiente, volví. No iba a hacerlo, pero algo dentro de mi me decía que sí, que volviese, que algo bueno iba a traer el apuntarme al gimnasio. Como suele decirse “No hay mal que por bien no venga”, ¿No?. Como dije al principio, había menos gente que el día anterior, y me alegré, la verdad. Y esta vez fui yo la que dio el paso de saludarles.

– ¿Qué tal? Me llamo Raquel

– Hola!! Yo soy Iván! .- me dijo el que me “pilló” en mis pensamientos, y sonrió

– Ellos son Raúl, Marta, Ana y David

Bueno, ahora por lo menos ya sabía sus nombres y había dado el primer paso. Así que me puse con mis ejercicios. Empecé con un aparato muy raro (claro, para mi era raro, que nunca había estado en un gimnasio) y no sabía como funcionaba. Debió de notárseme bastante, pues cuando iba a pedir ayuda a alguno, Iván se acercó y me estuvo explicando un poco. He de ser sincera y reconocer que su presencia tan cerca de mi volvió a despertar en mi la misma excitación que la noche anterior. El hecho de que me rozase con sus brazos mientras me explicaba me estaba poniendo seriamente cachonda. Desde luego, él era consciente del efecto que provocaba en mi y, cuando le di las gracias, me dijo: “Es un placer; un verdadero placer”, se acercó a mi oreja y la lamió con su caliente lengua. Casi me dio algo… Esa lengua, esa voz tan sensual, insinuante, sugerente, madre mía, me puso como una moto, me calentó sobremanera…ohhh…En ese momento, no sé lo que le hubiese hecho de haber estado solos. Pero, claro, eso no era posible, así que volví al ejercicio. No debía parar, no. Terminé y me tumbé en una colchoneta, para hacer abdominales. Había un aparato para ello, pero preferí hacerlas allí.

– Espera, que te ayudo – me dijo David

– Gracias, eres muy amable

David es un chico muy guapo, con el pelo rubio oscuro, también muy corto, y no tan alto como Iván. Es más jovencito, por lo menos su cara parece la de un niño. Y parecía (digo “parecía”, porque no resultó serlo) algo tímido. Tiene unos ojos verdes preciosos. Me sujetaba por los tobillos, mientras yo subía y bajaba. Y, cuando menos me lo esperaba, alguien me sujetó los brazos. Me asusté e intenté desasirme. Era Iván. Se acercó a mi oído y me susurró:

– Tranquila, Raquel. Sé lo que deseas…

Me dio un beso de morirse. Me retiré un segundo al principio, pero fui yo la que enseguida volví a besarle, metiendo mi lengua en su boca, atrapando la suya entre mis labios, aquello empezaba a gustarme y a calentarme a lo bestia. Entonces, sentí unas manos por mi cintura, tocando el borde de mi pantalón y una boca… Era David y parecía tímido, para fiarse. Les dije que fuésemos dentro, donde estuviésemos solos. Sinceramente, me apetecía mucho follar con ellos. Nunca había hecho ciertas cosas, pero estaba tan caliente que estaba dispuesta a hacerlo.

– No…míralos a ellos, ya están ocupados – dijeron los chicos

Joder, me quedé alucinada cuando vi que las dos chicas se estaban besando y, mientras, tocaban la polla de Raúl, por fuera ya de su pantalón!!!. Cómo me estaba poniendo aquello. Así que me dejé llevar, me dejé hacer… David empezó a quitarme el pantalón, lentamente, mientras no paraba de acariciarme, de besarme. Sentía la punta de su caliente lengua y me excitaba cada vez más. Iván hacía lo mismo, pero con el top, besándome los brazos, el cuello, las tetas, los pezones…ooohhh qué gusto. En un momento me quedé con el tanga blanco que llevaba. Las otras dos chicas ya estaban desnudas y Raúl tambien. Marta, arrodillada entre las piernas de Raúl, le estaba chupando la polla, mientras Ana estaba tumbada debajo de Marta, entre sus piernas, comiéndole el coño sin parar. Sus gemidos, sus movimientos…ufff… Raúl no tardó en correrse en la boca de Marta, pues Ana debía estar metiéndole la lengua en su coñito, lo cual hizo que se corriese y tragase más fuerte la polla de Raúl, con lo que este se corrió y menuda corrida, como me puso ver toda su leche en la cara de Marta, ver cómo ella se la tragaba.

Le bajé el pantalón a Iván y su polla salió disparada. La cogí bien fuerte y empecé a mamársela. Se la cogí primero con mi mano, por la base y apreté un poco. Con la otra mano acariciaba sus huevos. Cómo crecía!!! Qué dura se estaba poniendo, era gorda. Sentía mi coñito chorrear mientras David me lo comía todo, lamía mis labios, succionaba mi clítoris, lo recorría todo, hasta que metía su lengua en él…ahhh…ohhh…Hizo que me corriese varias veces al tiempo que mamaba la polla de Iván. Y tenía que parar de hacerlo, pues no podía controlarme y no quería hacerle daño.

– Tío, déjala un momento, que me la termine de comer. Estoy a punto de correrme y quiero que lo trague todo. No sabes esta putita lo bien que la come, joder!! – le dijo Iván a David

Este paró y, por un lado, se lo agradecí, pues me tenía sin fuerzas. Pero me recuperé al ver la polla de Iván. Se la mamé un poco más y se corrió encima de mi… ohhh…diosssss…que bueno estaba aquello. Me sorprendió ver que, tras su corrida, volvía a tenerla dura otra vez. Pero este hombre q aguante tenía!!!! Me la volvió a acercar a mi cara y Raúl hizo lo mismo con su pollon. Este si era un pollon, la más grande y gorda que yo había visto nunca.

– Mmmm… ¿Las dos para mi?

– No, las tres, la mía también. Mira a las chicas… Somos todo tuyos – dijo David

Joder…Marta y Ana estaban follando como locas. Tenían dos consoladores, bastante grandes también, por cierto, y no paraban de metérselos la una a la otra por todos sus agujeritos. Una chupaba uno, mientras la otra la follaba por el coño. Luego hicieron un 69, pero algo peculiar: una le comía el coño a la otra (ya no podía distinguir cual estaba arriba y cuál debajo; realmente, se parecían bastante: las dos con el pelo muy corto, castaño) mientras le metía un dedo en el culo; y la otra tenía los dos consoladores: uno se lo metió en el culo y el otro en el chorreante, hinchado y rojizo coño, mientras lamía su clítoris. Dios…yo quería un 69 así.

– Así que, cariño, prepárate para tener tres pollas, nuestras tres pollas, para ti solita. ¿Las quieres? – me dijo Iván.

– Siii, siii, quiero comerlas, que os corráis en mi, que me falléis

– Joder, y parecía tan tímida, ¿eh? – dijo Raul

– Mmmm…lo soy, ¿No ves lo cortadita que estoy? – le dije yo y le metí mi lengua hasta la garganta

– Ostia, me gusta que seas tan cortada, je je… sigue así, vas bien. Mira como pones mi polla – dijo David

Sin mediar palabra, Raúl metió su polla en mi boca. Era tan grande que no me cabía. Pero hacía lo que podía, mmmm… La de Iván estaba entre mis tetas, haciéndole una muy buena paja. Y la de David que rozaba y penetraba mi coño. Que calentón me está entrando al recordarlo… Estoy en el trabajo, así que no sé…

David se salió de mi y empezó a comer mi coñito, mis labios…ooohhh. Qué bien me lo hacía, mucho mejor que antes!!! Aaahhh. Iván y Raúl acercaron nuevamente a mi y comencé a masturbarlos a los dos: una mano para cada polla. Y entonces, otra polla se acercó a mi boca. Era David, pero cómo podía ser? No estaba saboreando mi coño? Levanté la cabeza y pude ver a Ana entre mis piernas, comiéndome el coño como nunca nadie más lo ha hecho. Me encantaban sus labios, su lengua… ooohhh…aaahhh… No paraba de gemir, de moverme y, cuando metía su lengua en mi, yo tragaba más la polla de Iván y apretaba las otras dos. Con lo cual, ellos gemían más y sus vergas se hacían cada vez más grandes, más duras. Se acercó también Marta, que empezó a chuparme las tetas. Pasaba su lengua por mis pezones. Primero, en círculos, lentamente. Luego, cada vez más rápido, mordisqueando, chupando, cogiendo uno y otro entre sus labios. Pensaba que sería una gozada que los tres chicos se corriesen en mi. Así que entre corrida y corrida que me provocaban las chicas, me afané para conseguirlo. Mis manos se deslizaban cada vez más rápido por las tres pollas, alternándose con mi lengua, con mis labios. Lamía la polla de Iván y acariciaba, apretaba, la de Raúl y los huevos de David al tiempo que le metía un dedo en su culito…uuufff…aaahhh…Y cambiaba: tragaba la polla de Raúl y pajeaba sin parar las de Iván y David. Hasta que los tres agarraron sus largas, gordas, duras y venosas pollas (joder, como me pone ver esas venas, tan marcadas) y, con rápidos movimientos de sus manos, y fuertes apretones se corrieron.

– Aaaahhh…siii…- gritaba yo, mientras me corría también.

Ni que decir tiene que me llenaron toda con sus lechitas. La cara, tragué bastante, me resbalaba por los labios, la barbilla. Me llenaron el cuello, las tetas y ésta la lamió toda Marta, mmmm…

– Ufff…tía, como chorrea tu coñito, qué gusto. Está buenísimo – me decía Ana, metiendo dos dedos en mi y prolongando así mi orgasmo, hasta que comenzó a cesar.

Me ayudaron a levantarme. David se acercó a mi, me cogió de la cintura y empezó a besarme. Aún quedaba semen en mis labios, y eso resultó aún más morboso.

– Mmmm…qué bien sabes – me dijo.

– Estás otra vez durísimo…ooohhh – le contesté, notando su pollon rozar mi depilado coño.

Iván se acercó a David y se arrodilló frente a él. Cogió su polla y empezó a chupársela. Pensaba que David se retiraría, pero conforme se lo hacía, me di cuenta de que no era la primera vez. Mientras Iván se la tragaba toda a David, Raúl se acercó a mi, me empujó contra la pared y comenzó a follarme, a meter su gran polla (era la más grande de las tres) en mi mojadita cueva.

– Aaahhh, oohh…si, métemela toda. Metela más, más…Fóllame sin parar…siii.

A mi izquierda, los chicos comiendo sus pollas, pues ahora era David quien se la comía a Iván; a mi derecha, las chicas follando otra vez con sus consoladores; detrás, Raúl embistiéndome sin parar con su pollon. Era alucinante… Con mis manos apoyadas en la pared, no paraba de darle mi culito a Raúl, de gemir con los empujones que me daba, cada vez más dentro de mi, sus huevos casi dentro de mi también. Entonces, se salió de mi. Me acerqué a las espalderas e indiqué a Iván que se acercase… Me incliné hacia delante y, sujetándome en las espalderas, le dejé mi culito todo para él.

– Mmmm… fóllame tú ahora – le dije

Cogió su polla y empezó a penetrarme el culo, primero el capullo, rojo, brillante, gordo y poco a poco, su polla, toda su polla. Ahora, Marta le comía la polla a Raúl, totalmente empalmada, y David el coño a Ana. Y pude ver cómo se corrían de gusto en sus bocas. Iván estuvo un rato follándome el culito, sin parar…qué embestidas. Rápidamente, le hice tumbarse y me senté sobre su empalmadísima polla…qué bien entraba, en mi chorreante coño!!! Me la metió hasta los huevos. Me cogió del culo y me metió un dedo, arrancándome un fuerte gemido…aaaahhhh… David lo oyó y acercó su polla a mi culo, otra vez iba a ser follado y deslizó la punta en mi agujerito, que ya estaba bastante dilatado tras la enculada de Iván.

– Cabrón… cómo me gusta…siii, sigue, así

– Pero que puta eres, Raquel…me encanta – dijo David

Ellos debían de notar sus pollas chocar dentro de mi, apenas separadas por un pequeño trozo de carne. Aquello me excitaba muchísimo. Me encanta meterme dos dedos en el coñito y otro en mi culo y sentir cómo casi se rozan ahí adentro.

– Si, si, no dejéis de follarme, más! Joderme sin parar. Pero qué bien follais.

– Eres la ostia de viciosa. Me gustan las mujeres tan calentorras que les puedes hacer de todo y que te hacen de todo.

Todo esto, entre gemidos y jadeos, con la voz entrecortada, se lo decía a ellos, con lo que los ponía aún más cachondos y así conseguía que me follasen más y más rápido. Hasta que en una de esas fuertes embestidas Iván se corrió dentro de mi… ohhhh… mmmm… que gustazo sentir su leche. Las chicas no paraban de gritar, de gemir, follándose mutuamente. David sacó su polla y sentí su semen caer en mi espalda y mi culito, golpeándolo con su pollon, mientras el líquido se derramaba… Y Raúl, que se estaba haciendo una buena paja, acercó su polla a mi boca para que le diese una última lamida y también se corrió en mi, haciéndome tragar bastante y cayendo algo también en la cara de Iván, que estaba debajo de mi. Nos dimos un profundo y húmedo beso. La polla de Iván seguía dentro de mi, aún durita, aún moviéndose, mmmm… Su leche chorreaba por mis muslos, y al momento aquella verga empezó a perder su dureza y su fuerza… No podéis imaginar el orgasmo que tuve. El mejor que nunca había tenido…

– ¿Qué te ha parecido nuestra bienvenida, Raquelilla? – me preguntaron

– Uuufff… Creo que ha sido la mejor de mi vida. Nunca había sido tan bien recibida en ningún sitio, os lo aseguro.

Nos quedamos un rato tumbados en las colchonetas, pues yo estaba sin fuerzas, sin hablar. Fui a darme una ducha, pues estaba empapada en sudor, y en los jugos d todos ellos y los míos. En la ducha, imaginé cómo serían esos chicos entre el agua y el jabón… (como la primera vez que les vi, mi imaginación volvía a lo mismo). Me marché a casa, y seguía imaginándolos en las duchas.

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