Un incesto entre sueños de hermanos

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Todos los miércoles mi hermano y la novia aprovechan para quedarse en casa ya que mi mamá cena con sus horribles amigas y por lo general llega muy tarde. Yo siempre salgo con mi novio pero el boludo me avisó a último momento que no podía venir. No sé, me mando cualquiera y antes que termine con su excusa estúpida le corté. Las chicas me habían invitado a ver una banda donde toca el chabón que se curte Jimena. A está hora seguro que ya se fueron. No sé ni la dirección, ni como se llama el grupo, ni donde se encontraban… No sé nada. Soy una tarada, todo por esperar a que este pelotudo venga a buscarme o al menos me vuelva a llamar después de mandarlo al carajo. Ya son casi las diez y el hijo de puta no va a aparecer.

Mi hermano vino con una cara de culo terrible. Carolina peor. Estuvieron media hora encerrados en la pieza de mi vieja, se dijeron de todo, una tras otra; ahora no escucho ni la respiración. ¿Se habrán matado?. Siempre igual, después la pieza es un descontrol: toallas, comida; todo desparramado en la cama y la estúpida que limpia soy yo, porque este tarado se va quince minutos antes que llegue mi vieja y vuelve al otro día. ¿Se habrán ido y no los escuché?. Es raro tan temprano. Yo toco la puerta, si se fueron zafé, miró la tele un rato y ya fue.

– ¡Pasa tonta!.
– Siempre tan educado vos.
– Dale boluda, pareces mamá. Venid que recién empezó la peli.

¡Qué mierda se van a ir!. Están los dos metidos abajo de las sábanas, Carolina recostada sobre el pecho de mi hermano que fuma con una mano y le acaricia la cabeza con la otra. Parece que no hubiese pasado nada. Hace un rato se estaban matando y ahora están a los mimos. Son dos enfermos. No sé que hacer, estoy acá parada y súper incómoda.

– Acostate Julieta, la vas a ver colgada del techo.
– Sí… Ya voy Carolina.
– Dale nena, y apaga la luz.

Para colmo una película francesa, esta Carolina siempre igual para elegir. Mi hermano se aburre como perro. Yo también. Empezó hace dos minutos y es tan lenta que no puedo ni seguirle el hilo. Aburridísima. No aguanto ni diez minutos que me duermo. Y este forro que no llama, ya fue, que se vaya a la puta que lo parió. No sé que hacer, si quedarme o ir a dar una vuelta. Estoy enroscada y está película que no ayuda en nada. Tengo ganas de salir pero ya me saqué las zapatillas y estoy cansada y las voces del televisor me van hundiendo los párpados. Una mina habla pausada y entre mi sueño y su idioma incomprensible la escucho como si estuviese en el tren fantasma. Para peor hay un timbre que suena igual al teléfono de casa. ¡Qué pelotuda que soy! Todavía espero que llame. Yo soy una estúpida, me banco todas, a veces dejo de hacer mis cosas para estar con él y después termino hecha bosta. Por suerte me estoy durmiendo. ¡No!. Por favor. No puedo creerlo, lo que faltaba, estos dos ahora se van a poner a coger.

– Shhh. Está tu hermana acá.
– Ya se durmió.
– ¡Pará! ¿A dónde vas?.
– Dale… Quiero coger.
– Yo también pero está tu hermana boludo.
– Está dormida mi amor… Dale… Estoy recaliente.
– No. Vamos al living… Dale… Yo también estoy recaliente pero acá no.
– Estás remojada… Dale.
– ¡Shhh!. Te estás zarpando, vamos al living.
– ¡Dale loca! ¡Dejate de joder! No ves que está dormida.
– Ya te pones insoportable. Pendejo caprichoso del orto.
– ¡¿Qué te pasa?!.
– Déjame que me voy.
– ¡Ándate zorra!. Siempre igual… ña, ña ,ña.

No quiero abrir los ojos. Es un papelón. Carolina se está yendo a las puteadas. No sé cómo hizo para vestirse tan rápido. Otra vez los gritos, siempre a las trompadas. Ella es buena mina, tiene diez años más que este pelotudo y se nota, y mucho. Mi hermano anda girando todo el día por la calle con los amigos. Es medio cancherito pero a mi me gusta, y cuando se enoja me gusta mucho más, se le afina la boca y endurece los ojos como si fuese a degollarte; es un actorcito de película americana. Después se ríe rascándose el pelo y te acaricia el hombro sin pedir perdón, nunca pide perdón. Eso me encanta.

– ¿Estás dormida nena?.
– ¿Qué?… Sí. Y Carolina.
– No sé… Se fue a la mierda.
– ¿Por qué?… ¿Cómo bajo?.
– Tiene las llaves. ¿Mamá a qué hora viene?.
– No sé, dentro de un rato. Voy a dormir acá hasta que llegue.

Tengo frío. Me da tanta fiaca sacarme la ropa cuando ya estoy metida casi en la cama. El colchón de mi vieja es lo mejor que tiene la casa. Cuando hace tanto frío como hoy es una delicia quedarse acurrucado y todo tapadito. Mi hermano misteriosamente sigue mirando la película, gruñe solo y busca algo en la mesita de luz. No quiero ni darme vuelta porque seguro que me putea. En dos minutos se duerme y no jode más. Yo lo conozco.

¿Puedo sacarme la venda?. Me estoy mareando. Quiero ver. No puedo bajar esas escaleras. Me da miedo. No me empujen por favor. Llegaste de tu partido… Te estuve esperando. Estoy enojada. No me toques porque ya sabes. ¿Carolina te dijo algo?. Estoy recaliente. ¿Puedo sacarme la venda?. ¡No!… Me la quieres meter pero yo sigo enojada. Ni siquiera llamaste por el tema de las escaleras. Me gusta… Me gusta que me agarres así de la cintura. Las curitas las tengo yo en la cartera. Que lindo sois… Que lindo me cogés. Me gusta mucho hacer el amor con vos. No me vas a dejar bajar las escaleras. ¿Puedo sacarme la venda?. La guitarra es de Jimena, la compró hace más de un año. Me gusta quedarme quieta… Sí lloras me caliento más… Así… Pobrecito. Estás triste y yo toda húmeda. Me gusta que me cojas con esa carita de pena… así… Casi llorando por decirte que no te quiero… así… Todo triste y con la pija redura… así.

Más de un minuto para reconocer que este velador pertenece a la pieza de mi vieja; y yo estoy acá, en su cama, con el quejido dormido de mi hermano en la espalda. La mano cruza con fuerza mi cintura. Se mueve despacio y gime en un ronquidito de bebé que me vuelve loca. Estoy abombada, asustada, caliente. Tengo su pija adentro de mi concha. Me da asco. No salgo. No grito. ¿Qué pasa?. Estoy loca. Nadie lo sabe, supongo que ni él. No quiero hacer nada, me da mucha vergüenza. Esto es horrible y tengo mucho placer… Creo que puedo acabarle así, sin la necesidad de moverme un milímetro. Me pasa la lengua por la nuca y me dice que esta lleno de leche para mi. Me babea y le pide a Carolina que se la chupe. No sé que hacer. Si me doy vuelta se va todo a la mierda. No puedo más. La siento muy gorda, muy grande. Me calienta estar tan callada. Tengo la nuca llena de saliva y me da mucho asco… Mucho placer. No puedo más. Por favor no puedo más. No lo puedo creer… Estoy muy calladita, muy pegadita. Por favor… ¡Estoy muy caliente!. Me quiero acomodar para sentirlo mejor… Sin hablar nada… Sin que nadie nos vea. Estamos dejando mucho olor a sexo en las sábanas de mi vieja, y mi hermano que no se despierta, y me toca las tetas y la concha soñando a Carolina. Siempre que los escucho coger me recaliento, estoy en mi pieza y Carolina empieza a gemir y a decir cosas… Habla mucho… Todo el tiempo… Y yo me mojo y me paso los dedos y la mano… así… Me voy a acabar. Pienso en la cara de Carolina cuando le entra la pija de mi hermano… así… Como a mi ahora… Me voy a acabar. No puedo más… Pienso en mi cuando espero desde mi pieza escuchar el orgasmo de Carolina para recién acabarme toda. No aguanto más… Mi hermano me está por llenar de leche… Le siento la pija por explotar y lo aprieto con mi concha… así… Me acabo toda… así… así…

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