Los gemidos de mi vecina

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Una noche en casa, escuchaba muy bajito unos gemidos. Como es normal, me inquieté. Pero fue más mi morbo y decidí salir al patio, ya que hay tres pisos de departamentos, cada uno independiente. La luna estaba dando bastante luz. En calzoncillos salí y busqué el origen de esos murmullos y sonidos. Me acerqué a la ventana y se escuchaba como los vecinos le daban duro y tupido. Pero poco me duró el gusto. Ya que se detuvieron, pues el señor seguramente ya había terminado, se escuchó un quejido fuerte y la cama crujía. La señora le decía:

– No papi, ¿A poco ya acabaste?, ¿Te vas a dormir?. ¡Pedro!, ¡¡Pedro!!.

Y la señora se quejó diciendo:

– ¡¡Ayggg!! ¡Siempre lo mismo contigo! ¡Hechas todo a perder!.

Entonces encendió la TV. con volumen alto (al menos para esas horas de la madrugada) y esa luz me sorprendió espiando. Ella alcanzó a verme, y se sentó en la cama. Yo, por el acto reflejo me oculté de la luz. Y ella volteaba a ver de reojo hacia la ventana (que estaba cerrada, pero con un poco la cortina corrida) y yo, quería ver un poco más a ver qué pasaba. Así que intentaba volver a mirar, pero ella me veía de reojo y hacía cara de molesta. A cada intento que era sorprendido, me retiraba del vidrio. Comenzaba a planear la ruta de huida por si acaso, cuando ella se empezó a tocar una pierna (estaba desnuda), por cierto muy ancha de caderas y muslos grandes. Con la otra mano, se tocó un seno y jalaba del pezón. Esa escena me empezó a excitar.

Su mano izquierda comenzó a subir y tocar su monte lleno de cabellos. Jugaba con ellos. Pero no volteaba a donde yo estaba. Se metió dos dedos de esa mano a la boca y se los metió directo a su vulva. Ahhh, qué rico (yo pensé). Y los empezó a mover y a meter y sacar. Su mano derecha estaba apretando su seno derecho y lo subía y bajaba. A su costado su señor, que estaba perdido boca abajo. La señora empezó a sacar la lengua y a apretar los labios. Así estuvo un rato, moviendo sus manos (mientras yo ya me la jalaba bien rico) cuando, abrió bien grandes los ojos y volteó rápidamente a verme. Yo estaba en arrodillado, así que no tuve opción sino de enfrentarme a las consecuencias. Iba a echarme a correr, cuando miré de reojo que se sacaba los dedos de la vagina, y me llamó, me hizo señales de que esperara y no me fuera. Mi corazón me salía por la boca. Se puso una bata de dormir y salió, no sin antes subir ligeramente el volumen de la TV., hasta le cambió al canal.

Miré que salió de la habitación y después se encendió la luz de la cocina. Esperé ahí, pero pensando en una posibles escapatoria, hasta la erección se me estaba bajando.

De pronto se abrió la puerta de su departamento muy lentamente y salió. Me hizo señal que la siguiera y fuimos hasta debajo de una gran escalera que hay en los departamentos. En la penumbra me abrazó y me besaba, entonces reaccioné y le apreté sus glúteos (ahhh, que ricos), entonces me dio la espalda y se inclinó. La penetré ahí mismo en la penumbra. Ella se movía como condenada, hasta que de pronto los sonidos naturales de nuestros jugos se escuchaban levemente. No duró mucho ella y le llegó su orgasmo.

Qué hermoso es sentir a una mujer convulsionarse. Se dio la vuelta y me empujaba para tirarme al suelo, se me subió y antes de ayudarme a penetrarla, jugó unos minutos con mi pene erecto y mojado. Después lo hundió y se movía (hay nanita, que ricura, qué placer). Yo le apretaba sus senos, que aunque flojos eran grandes, con unos pezones grandotes con al unos pelos.

Cuando iba a terminar se los comí. Ella logró su orgasmo junto al mío, pero no se bajó, seguía batiéndolo muy rico, después de un rato se inclinó a besarme y sentí como le llegaba otro orgasmo. Después se levantó y me dijo:

– Mi viejo se va a trabajar a las 08:00 a.m. y llega a las 10:00 p.m., puedes visitarme cuando me necesites.

Desde entonces lo pasamos muy bien. Y me ha empezado a presentar a sus amigas. Estoy aprendiendo que las maduras son fabulosas.

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