La primera vez que tuve sexo con ella fue desastroso
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Tendría unos 30 años, no se trataba de una mujer espectacular, más bien normal, la conocí en un mitin político donde comenzamos hablando de política y terminamos hablando de nuestras vidas personales. Ella estaba superando su divorcio, y yo tenía problemas con mi pareja. Creo que por mutua compasión terminamos en la cama.
Debo reconocer que la primera vez que tuve sexo con ella fue desastroso. Se tendió desnuda en la cama del motel, dejo pasivamente que mi lengua jugara con su adorable botoncito para luego penetrarla, y que posteriormente acabara. Esto me sorprendió sobre manera, dado que como había estado casada, supuse que tendría alguna experiencia… pues había supuesto mal
Fumando un cigarrillo comenzamos a dialogar, obtuve entonces la oportunidad para requerirle porqué había actuado así.
– Así como.
Me respondió sin saber que le recriminaba yo.
– Que no sabes coger…- sin más vueltas le dije.
– Pero si lo estuvimos haciendo.
No le deje terminar la frase.
– Por lo que veo tu ex marido era un tarado, no te enseñó absolutamente nada.
Y comencé a explicarle más o menos lo que hace una verdadera hembra en la cama. Ella agachó la cabeza y murmuró…
– Verdaderamente no se nada… quiero hacerlo bien, me podéis explicar.
La tomé de las manos, la incorporé parándola al lado de la cama, la así de los hombros haciéndole agachar frente a mí.
– Te gustó como te chupé tu conchita.
– Sí… nunca nadie me lo había hecho, me hiciste tocar el cielo.
– Bueno, las hembras deben hacer lo mismo con su macho.
Comencé entonces a explicarle detalladamente como debía chuparme la verga. Kely comenzó tímidamente a pasar su lengua por la cabeza, para posteriormente comerla espléndidamente metiéndosela lo más que podía dentro de su boca. La verdad que aprendía rápidamente. Yo la observaba en el gran espejo que había en la habitación del motel, esto me puso a mil. Al estar por acabar, sin previo aviso retiré la verga de su boca, presioné fuertemente mi miembro con la mano y cuando noté que venía el torrente de semen, le dije que abriera bien grande la boca, ella evidentemente no sabía porque, pero así lo hizo. Con la mano izquierda sujetaba su cabeza, con la derecha aflojé la presión en mi miembro, lo que hizo que un grueso chorro de blanca y viscosa leche ingresara directamente hasta su garganta colmándole toda su boca de semen. Pasada la sorpresa, Kely, me empujó con sus manos haciéndome trastabillar, comenzó a escupir como si hubiese tragado veneno. No tienen idea como me dio bronca su actitud. Nos retiramos del motel, yo decirle una palabra, y así lo hice durante una semana, no le llamaba por teléfono, ni tampoco respondía sus llamados a mi celular.
Un día caminando por el centro, al doblar en una esquina, me la encontré.
– Mi amor… que pasa que no respondes mis llamadas.
Sin más le dije:
– No servís para coger… y como no servís para coger, no quiero saber más nada de vos.
Ella quedó estupefacta, yo seguí mi camino.
A los tres días de haber ocurrido esto recibí un mensaje de texto en mi celular, que decía: “No volverá a ocurrir, quiero que me enseñes todo, quiero servirte como vos quieras”. Desde ese día cambiaron las cosas.
Llegó el momento que le encantaba mirarse en el espejo mientras me la chupaba, aprendió a disfrutar ese corriente tibio cuando yo le acababa en su boca, incluso le gustaba jugar con mi semen en su boca. Si había algo que realmente le agradaba, era montarse arriba mío, pero mirando a mis pies, de esta manera, reclinándose un poco hacia delante lograba sentir mejor mi verga dentro suyo, dado que al haber tenido su hijo por parto natural su vagina era verdaderamente grande. Esto además le permitía que sus dedos excitaran su clítoris, pero por sobretodo le agradaba poder ver mi miembro humedecido por sus jugos entrando y saliendo de su concha.
En una de las oportunidades en que ella se encontraba cabalgándome, se me ocurrió tomar un poco de gel lubricante untar un dedo y metérselo en el culo lentamente dado que lo tenía verdaderamente cerrado. Ella arqueó su espalda hacia atrás y lanzó un profundo suspiro. Esto me sorprendió. Al ver que le agradaba, comencé a bombearle lentamente al principio, para luego ir incrementando la velocidad. Kelly, comenzó a moverse alocadamente, sus manos dejaron de estimular su clítoris y tomaron fuertemente sus nalgas para abrirlas completamente, como pidiendo más, esto me animó a introducirle con mucha dificultad un segundo dedo, esta acción fue acompañada con un nuevo suspiro por parte de ella.
– ¿Te gusta mi amor? – le pregunte.
Sumamente agitada y con voz entrecortada me respondió:
– Sí! nunca había sentido una sensación así, con cada dedo que me metiste tuve un orgasmo.
La retiré suavemente de encima mío y la coloque en cuatro patas, tome abundante gel y lo esparcí por mi verga y sobre el pequeño agujero de su cerrado culo. Me pare detrás de ella y flexionando un poco mis piernas agarre mi miembro y comencé ha hacer círculos alrededor de lo que yo tanto deseaba. Kely sumisamente apoyó la cabeza y sus tetas en la cama, dejándole libre de esta manera sus manos, se tomó las nalgas y abrió lo más que pudo sus cachetes, comencé entonces a ejercer una leve presión con la cabeza de mi miembro. Lentamente fue entrando la cabezota de mi verga. En el espejo de la pared podía ver la cara de dolor de Kely, le pregunté:
– ¿Te duele?.
– ¡Si!… Pero no sé que me pasa, hoy estoy hecha una puta, cada vez estoy más caliente, mi concha esta totalmente mojada, seguir, despacio, pero seguir, mi vida, no pares.
La tarea no parecía fácil, tenía un agujerito verdaderamente pequeño, la sangre de mi miembro pugnaba por circular, pero los músculos de su culo ejercían una tremenda presión, las venas verga parecían que iban a estallar. Toda la sangre acumulada hacía que creciera y se engrosara aún más, y por ende se me dificultaba aun más penetrarla. Me agaché y la tomé de sus hombros colocándola nuevamente en cuatro patas, me acerqué y la besé como pude en la boca, ella me respondió efusivamente. Mi mano hábilmente jugueteaba con su clítoris, deslicé mi boca a una de sus orejas -la cual yo sabía le ponía muy caliente- mi lengua jugueteo entre los pliegues, mordí su lóbulo haciéndole suspirar. Estaba por enterrársela de golpe, pero ese hoyito palpitante ejercía rítmicamente una presión excitante, opté entonces por abrirle bien las nalgas con las manos para poder apreciar bien como centímetro a centímetro mi verga se perdía lentamente, tratando de extender lo más posible ese momento sublime. Cuando faltaba la mitad, unos nueve centímetros, yo ya estaba como loco, entonces le murmuré al oído:
– Mi vida, no puedo más…
Creo que ella entendió bien a que me refería, y me contestó:
– ¡Dale papito, cogerme… hijo de puta estoy muy, pero muy caliente… cogerme de una buena vez, romperme el culo de una buena vez!
Sin pensarlo dos veces me incorporé de manera tal que pudiera tomarla firmemente de sus caderas, al mismo tiempo que la atraía fuertemente hacia mí, me dejaba caer sobre ella. Se escuchó un leve chasquido de mis muslos pegando contra sus nalgas y mi verga enterrándose hasta los huevos rompiéndole brutalmente el culo…
– ¡Hay… Me duele! – me dijo.
Mi mano bajo presurosamente hacia su concha para estimularla, sentí entonces un tibio líquido salía a borbotones de entre sus piernas, por la acometida se había orinado. Esto me excitó aun más y comencé a bombearle salvajemente. Despiadadamente se la metía profundamente, para luego casi sacarla del todo, para nuevamente empujarla hasta el tronco. Los músculos de su culo me apretaban con gran fuerza, como si dos manos tomaran al mismo tiempo mi verga haciéndome delirar de placer. No pude aguantarme más y acabé como nunca había acabado tanta leche en mi vida.
Después de unos segundos de haber acabado, hice otra cosa que me da mucho placer, que es sacarle la verga de golpe. Por unos segundos les queda el agujero del culo palpitando, totalmente abierto, permitiendo de esta manera que parte del semen salga para afuera, a mi esto me da una sensación de haber hecho “una buena faena”. Ella lentamente se levantó, y caminando dificultosamente se dirigió al baño, pasaron unos minutos y me llamo, estaba sentada en el inodoro y cuando entre metió una mano por el costado del mismo, y pasándola por su culo después me la mostró. Sus dedos estaban embadurnados con mi semen teñido ligeramente de un color sanguinolento.
– ¡Espero que estés satisfecho… ahora soy tu mejor alumna!. ¡Que pedazo de acabada… hace más de dos minutos que solo me cae semen del culo! – me dijo.
Por esas cosas de la vida nos alejamos, solo para encontrarnos de vez en cuando para por supuesto irnos ha echarnos una buena revolcada. Uno de esos días me dijo:
– Hoy va ha ser la última vez que estemos juntos.
– ¿Porque? – le pregunte.
– Estoy saliendo con un hombre que me quiere y quiere a mi hijo muchísimo.
– De corazón, te digo, espero que seas muy feliz.
Pasaron unos meses y recibí una llamada de Kely.
– Por favor, podemos ir a tomar un café juntos.
– Sí, como no, que te pasa.
– Prefiero decírtelo en persona.
Coordinamos el horario y nos encontramos en un café céntrico. Ella comenzó a relatarme que su pareja, al igual que ella, al conocerme no sabía coger. No le estimulaba, solo se le subía le abría las piernas, le bombeaba un rato y acababa.
– Extraño sobremanera, cuando nos revolcábamos juntos. Necesito que me ayudes.
– Si, vos sabéis que siempre podéis contar conmigo… paro lo que quieras, en que te puedo ayudar.
– Lo que te voy a pedir se que sonará un poco extraño… pero ya lo hablé con Jorge -su pareja- y él aceptó.
Yo asentí con la cabeza como dándole ánimos para que continuara.
– Este… Bueno…Quiero que vengas al departamento y le enseñes que es lo que debe hacer.
– Pero…
Kely me interrumpió diciéndome:
– Vos me acabas de decir que podía contar con vos.
– Si pero esto…
Nuevamente interrumpiéndome:
– Te estaría eternamente agradecida.
– Bueno. Dije no muy convencido.
– Pero cuando – le consulté.
– Él está ahora en su departamento esperándonos.
– Como…
– Es que estaba segura que no fallarías. Por eso tengo todo arreglado, vamos…
Sin más, pagué los cafés y salimos. Jorge tenía el departamento a una cuadra de donde estábamos, así que fuimos caminando. Llegamos al edificio y subimos por las escaleras -dado que estaba en el primer piso-. Mientras lo hacíamos, ella subía por delante de mí lo que me permitía mirar su hermoso y apetecible culo. Llegamos a la puerta del departamento, introdujo la llave y abrió la puerta, para cerrarla una vez que yo ingresara.
– Jorge…
– Estoy duchándome amorcito – le respondió.
Kely me indicó que me sentara en el sillón del living, colocó un disco compacto romántico en su equipo de música para luego dirigirse a la cocina a buscar algo para tomar. A los pocos minutos, vestido únicamente con una toalla en su cintura apareció Jorge. Me incorporé del sillón y le extendí mi mano para saludarlo, él se acercó y me besó en la mejilla diciéndome:
– Hola… bebé… como estas… quédate tranquilo… yo soy premoderno.
Hummm. Dije para mí. Este tipo es medio rarito, pensé.
– Hay… no estás incómodo con tanta ropa. Aquí en mi casa nos gusta andar algo más livianos. Sácate todo y ponte cómodo. Voy a darle una manito a Kely para traer el champagne y venimos. Dale… si, ponerte cómodo, no seas tontito.
Lentamente comencé a quitarme la ropa, maldiciendo el momento que le dijera a Kely que podía contar conmigo para lo que quisiera. Cuando le dije lo que quisiera no era para tanto, pensaba. Acomodé la ropa sobre una de las sillas, quedándome únicamente con el slip. Al mismo tiempo entraba Jorge trayendo una hielera con una botella de champagne en su interior, unos pasos más atrás venía Kely solamente ataviada con su tanguita con tres copas en la mano, sus tetas se bamboleaban rítmicamente, esto como siempre hacía que se me parara la verga.
– Epá… que bien dotado es tu profesor – le dijo a Kely.
Ella se sonrió y dijo al mismo tiempo que acomodaba las copas sobre la mesa: Si lo sabrá mi culo!.
Jorge, sonriendo, sirvió las tres copas de champagne, nos pasó una a Kely y otra a mí, posteriormente tomó la suya y ofreció un brindis: Por Kely. Todos alzamos nuestras copas y bebimos. Yo apenas un trago y ellos tomaron hasta la última gota, nuevamente Jorge volvió a llenar las copas, y ellos nuevamente bebieron todo su contenido, seguidamente Kely se me acercó y me dijo: Te indico donde es el baño así nos duchamos. Solo atiné a balbucear: Bueno. Me tomó de la mano y nos dirigimos al baño. Se quitó su bombacha, me sacó mi slip y abrió la ducha. Comenzó a enjabonarme, cosa que ella sabía que me calentaba muchísimo.
– Kely… perdona que te pregunte algo.
– Si, lo que quieras – me respondió.
– Este… Jorge me parece que es medio rarito.
– Si, es medio afeminado, pero que queréis que te diga, me quiere y por sobre todo quiere a mi hijo, nos mantiene económicamente y tiene un buen pasar, vos conocías mi situación después de mi divorcio.
Opté por callarme y no continuar indagando. Después que nos dimos una buena ducha, Kely se encargó de secarme, para luego hacer lo mismo con ella. Al salir traté de colocarme la toalla en la cintura pero Kely me dijo:
– Así estas perfecto, siempre andamos en bolas en el departamento, excepto cuando viene a visitarnos mi hijo.
Me tomó nuevamente de la mano y me guió de regreso, pero esta ves directo a su dormitorio.
– Bueno… – dijo Kely – Jorge me hará el amor como él sabe, no tengas temor en interrumpirnos para explicarle lo que haga falta. Yo asentí con la cabeza en silencio.
Seguidamente Jorge comenzó a acariciarle a Kely, y tras unos minutos pretendió llevarla a la cama.
– Espera Jorge – lo interrumpí- Tienes que dedicarle tiempo a esas hermosas tetas que tiene tu pareja, para luego propinarle una buena chupada a su clítoris.
Él asintió y comenzó ha hacer lo que le había indicado. Jorge parecía que resultaría un buen alumno dado que con sus mamadas le estaba arrancando unos buenos suspiros a Kely. Mientras tanto yo me senté en un pequeño sillón que había en la habitación.
Después de darle varias indicaciones y posteriormente al notar que Kely se retorcía de placer, con la espectacular chupada de concha que le estaban haciendo, le dije: Ahora si Jorge podes llevarla a la cama.
Ella se acostó abriendo sus piernas, Jorge entonces la penetró profundamente. Así le estuvo bombeándole un rato, pero Kely no respondía a la labor que estaba haciendo la verga de Jorge. Kely bajó las manos que estaban sujetando el cuello de Jorge, y con una tomó una de sus nalgas y con la otra trató de introducirle un par de dedos en el culo de él, pero ella al ser corta de estatura se le dificultaba la tarea. En una de las mesitas de luz miré que había un consolador de respetables dimensiones, unos 22 centímetros de largo por unos cinco centímetros de ancho, me levante lo tomé y se lo pasé a Kely, ella me lo rechazó y me hizo señas para que yo me encargara del tema.
No veía gel por ningún lado, así que Jorge sufriría las consecuencias. Sintiendo un poco asco con la mano izquierda le abrí sus peludas nalgas, con la otra, acerqué la gruesa punta de aquel enorme falo plástico, increíblemente Jorge se acomodó parando un poco su culo, como para facilitarme la tarea -evidentemente no era la primera vez que ese intruso lo visitaba-, le introduje unos cuatro centímetros, y el suspiró agitadamente, abandonó su quietud y comenzó a bombearle aceleradamente a Kely. Ella estiró una de sus manos, y retirando la mía agarro el aparato y sin más se lo introdujo hasta que solo habrán quedado uno o dos centímetros afuera.
Jorge ahora estaba como poseído, la cogía salvajemente, arrancándole un orgasmo de placer a la que hasta hace poco era mi mejor alumna.
Después cambiaron de posición, él se acostó y Kely se le montó encima, como si de un caballo se tratara teniendo así todo el control. Ella lo cabalgaba violentamente, pegando unos pequeños grititos cada vez que descendía auto penetrándose, ella giró la cabeza y me dijo entrecortadamente:
– Ven por favor… estoy extremadamente caliente, quiero sentirte, ven ya y cogerme por el culo.
Sorprendido lo miré a Jorge, él asintió. Como de donde estaba sentado podía ver perfectamente como la verga de Jorge entrando y saliendo de la vagina de Kely debo reconocer que me había calentado, me levante del sillón, me subí parándome detrás de Kely. Jorge la tomó de los hombros atrayéndola hacia si, dejándome a la vista su apetecible agujerito, lentamente descendí, tome con una mano mi verga, hinchada por la excitación, y con la otra le separé las nalgas. Así sin lubricación alguna la penetré de golpe, arrancándole un gritito de dolor. Pero luego se sobrepuso y comenzamos los tres a tomar el ritmo. Cuando noté que Kely estaba por acabar, silenciosamente me levante sacando la verga totalmente erecta -el ver la cara de Jorge no me había permitido llenarle el culito de leche- me dirigí entonces al living, desde donde pude -mientras tomaba el resto de champagne de mi copa- oír los gritos de placer de ella indicándome que Jorge había aprendido bien lo indicado.
A los pocos minutos apareció Kely en la puerta del dormitorio, en sus muslos se veía el fragor de la batalla, fluían entremezclados los líquidos de su vagina y el semen de Jorge. Se me acercó y me dijo:
– Que pasó que no sentí tu leche calentita.
– Es que no pude acabar al verle la cara a Jorge.
Sin decir una palabra tomó mi mano y me llevo hasta el baño, abrió la ducha, me colocó debajo del agua que corría agradablemente tibia, se arrodilló delante de mí, tomó ese miembro mío que tantos placeres le había dado y prácticamente se lo engulló. Comenzó a propinarme la mejor mamada de verga que me hayan hecho en mi vida. Mientras disfrutaba del intenso placer que me brindaba su boca entró Jorge, bajó la tapa del inodoro que estaba al lado de la ducha y se sentó a observarnos. Kely, definitivamente se había convertido en una experta en mamada, me estaba matando, le dije:
– No doy más…
Ella mirándome directamente a los ojos me dijo:
– Quiero tu semen caliente, que llenes la boca de leche.
Y así lo hice, en mi vida había acabado tanto, ella con la boca abierta arqueó su lengua en forma de cuchara, parecía que nunca terminaría de correrme. El semen colmó su boca tapando por completo su lengua. Cuando noto que había terminado tomó con dos dedos mi verga, y como ordeñándola, extrajo una última gota la que retiró con la punta de su lengua. Se incorporó, se dirigió hacia donde Jorge estaba sentado, lo tomo de las manos y lo paró, se acercó a él con los labios bien apretados, como para no perder ni una gota de aquel tibio semen, y le propinó un profundo beso, de la comisura de los labios de ambos fluyeron algunas hilos de semen.
Esa fue la última vez que los vi a ambos.
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