Las bragas usadas de mi suegra

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Tengo 30 años y soy un apasionado de las relaciones con señoras maduras. Estoy casado pero eso no me impide de vez en cuando algún escarceo con una de estas señoras tan placenteras y maravillosas en la cama. Me encantan las señoras gordas a partir de 45 años porque en la cama me han demostrado la maestría y el auténtico placer sexual. Debo decir que tengo un vicio irremediable y es el de las bragas usadas. Me encantan, me vuelven loco, me apasionan. Ese olor tan profundo e intimo de un buen coño de una señora mayor con sus jugos, sus pelos púbicos… en fin una delicia.

Pues este relato me está sucediendo en la actualidad y estoy pasando una temporada feliz a nivel sexual. Resulta que mi mujer no es de la ciudad donde vivimos y los fines de semana solemos ir a casa de mis suegros a visitarles. Mi suegra es una señora de 55 años, bajita, de unos 80 kilos y con unas tetas y un culo soberbio. Desde que la conocí, y puesto que yo ya tenía experiencia con señoras de esta edad, mi deseo por llevarla a la cama cada día era mayor.

Todo comienza un día, que fui al servicio de mi suegra y me encuentro el cesto de la ropa sucia allí. Encima de toda la ropa, estaban unas bragas sucias, utilizadas por ella. Eché el pestillo de la puerta y comencé a olerlas y a comerme toda esa maravillosa mezcla de flujos que tenía manchadas. Me hice una paja monumental.

Así fueron pasando los días y cada vez que iba al servicio buscaba entre la ropa sucia y siempre solía encontrar 2 o 3 bragas sucias las cuales me comía vorazmente. Un sábado me encontraba, o eso creía yo, solo en su casa y estaba bastante caliente y me fui al servicio dispuesto a comerme alguna braga de mi suegra. No eche el pestillo puesto que creía que estaba solo. Pero no era así. Estaba pasando mi lengua por las bragas y haciéndome una soberana paja cuando de repente abren la puerta. Era mi suegra… Me quedé blanco y no supe cómo reaccionar. La situación era bastante bochornosa para mí. Mi suegra puso una cara de sorpresa y me dijo:

– Qué haces cochino?

– Te estás comiendo mis bragas?

– Que significa esto?

Yo no sabia que contestar… Me quede sin palabras. En ese momento ella comenzó a bajarse las bragas que tenía puestas y me dijo:

– Ahora te vas a comer estas que llevo, delante de mí, que están todavía calentitas.

Yo no dije palabra y empecé a oler aquellas bragas que desprendían un olor muy fuerte. La polla me bajo de un golpe por la situación, pero empezaba ya a subir otra vez hasta que se me puso como una piedra, ya no me importaba que mi suegra estuviera allí contemplando la situación. Ella no decía nada y yo seguía comiéndome las bragas cada vez con mas ahínco.

– Eres un guarro, me dijo, cómo te pueden gustar unas bragas sucias y meadas, no me lo puedo explicar.

Yo ya no me corté y le dije:

– Tienes unas bragas maravillosas, me pones a cien y no lo puedo remediar. Ya sé que está mal, pero me encantan tus bragas. Eres una mujer muy apetecible y no me pude resistir a oler los encantos de tu coño. Seguro que mi suegro no te da caña y tu seguro que necesitas este mástil, duro y con aguante.

En ese momento me hizo tumbar en el suelo y me puso todo el enorme culo en la cara, aquel con el que yo había estado soñando durante mucho tiempo.

– Ahora te lo vas a comer todo, cerdo, me decía, comete este culo sucio y después me limpiaras el coño, ya que venia a lavármelo, me lo vas a lavar con la lengua.

No me lo hubiera imaginado de mi suegra, se puso a ordenarme desesperadamente que la diera lengüetazas y que la limpiara bien el coño y el culo a la vez yo sentía un placer y un morbo indescriptibles. Me estaba comiendo a mi suegra y se me pasaba por la cabeza mi mujer, pero eso no era problema en ese momento. Yo la dije:

– A ver si nos van a pillar.

– Calla guarro, y sigue comiendo. No te gustaban las guarrerias de mi culo? pues ahora te lo vas a comer entero.

De repente y cuando me estaba comiendo ese enorme culo, la muy cerda me empezó a mear en la cara y me hizo beberme parte de su pis.

– Si tu eres un guarro, yo soy una puerca así que ahora me vas a hace disfrutar a mí.

Empezó ella a comerme el rabo con una maestría impresionante y me dijo:

– Ahora échame toda la leche en la cara, que tengo sed.

La situación era impresionante. Me estaba tirando a mi suegra y me estaba demostrando que era una autentica sucia viciosa como yo. Me estaba tratando como a un esclavo sexual y yo disfrutaba maravillas. Estuvimos follando y comiéndonos durante una hora hasta que dije que lo dejábamos por si venia mi mujer.
A ella le daba igual.

– Déjame que goce un poco más cabronazo, que mi hija ya te la come todos los días.

Yo ya me solté y me vestí y la veo que se vuelve a poner otra vez las bragas y se tira un pedo impresionante y me las da diciendo:

– Toma estas de recuerdo, para que te las comas.

Las bragas estaban bastante sucias y encima ahora con un poco de mierda incluidas. Me hizo comérmelas delante suyas y a continuación me las guarde.

Llegaron los demás a casa y nos pusimos a ver la tele como si nada hubiera pasado. Así seguimos todavía echando polvos cuando podemos, que es bastante a menudo, y así fue como descubrí la zorra que es mi suegra.

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