Dando que hablar a los vecinos
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Hacía ya un tiempo que no sabía nada de Pablo y decidí llamarle a su oficina a ver como iban sus cosas, llamo y su secretaria me dice que no había ido a trabajar me pareció extraño y decidí llamarle a su casa, lo encontré con una voz de catarro bestial y me confirmó que había cogido una gripe de aquellas. Le pregunto si precisa algo y me dice que le vengo como anillo al dedo porque necesita unos papeles de su oficina y estaba por pedir que se los mandaran, le digo que no pasa nada que avise que me los tengan pronto que los recojo en media hora y se los llevo. Aprovecho y paso por el super ya que conociéndolo como le conozco estaba más que segura que no tenía nada en la heladera. Así que le hago una comprita recojo los papeles y marcho a su casa.
Me abre la puerta y la verdad es que daba pena, le saludo y le pregunto qué le pasó, me cuenta que olvidó poner un suéter en su equipaje de mano y se congeló en un vuelo comercial y que para cuando bajó sentía un frío que le calaba los huesos. Le digo que bueno que era una pena le doy los papeles y le digo que me imaginé que tenía su heladera vacía se ríe y me dice que tal cual, acomodo los víveres y le pregunto si ha comido algo. Me dice que no que iba a pedirse algo de delivery y le digo que si quiere comemos algo mientras me cuenta que ha sido de su vida. Estoy en eso cuando noto que ha hecho cambios en su cocina. Vive en un piso cómodo tiene pocos vecinos y en su mayoría son gente mayor. Le pregunto por los cambios y me dice que su vecino de enfrente le paró en la calle y le dijo que por favor hiciera algo en su cocina porque su mujer se le había quejado de que le había visto tomando jugo en pelotas. Me río con ganas y le digo que más bien a la buena señora le había encantado verle y que el que la habría pillado sería el marido y no pudo con la competencia. Le pregunto cuál es el apartamento me lo señala y me dice que para no tener problemas había puesto cortinado en la ventana de la cocina.
Mientras él está al teléfono yo me pongo a cocinar y me parece ver que del apartamento de enfrente se ha corrido una cortina un pelín tan sólo como para mirar sin ser visto. Aja con que esas tenemos, tu quieres mirar ¡pues te voy a dar lo que ver!. Como al descuido abro las cortinas, y me empiezo a sacar la ropa poco a poco, quedo en tanga y para rematar me pongo el delantal de la criada. Estaba como para una peli porno, delantal negro corto, tanga, liguero y batiendo huevos para una omelette. Miro con disimulo y estoy totalmente segura que me están mirando. Ahora Pablo vuelve de la sala y se queda duro. Le comento lo que ha pasado y le digo que vamos a matar 2 pájaros de un tiro, le vamos a dar en que pensar al viejito de enfrente y voy a darle una buena medicina para su catarro porque no hay nada como sudar entre sábanas para eliminar toxinas. Me mira y me dice que nunca ha tenido una mucama tan guapa y cachonda y que por un lado mejor así porque si la llegaba a tener se la iba a pasar cogiendo.
Se presta a mi juego y le advierto que tenemos que quedarnos el mayor tiempo posible en la cocina, me dice que como siempre haga con él lo que quiera. Pone una música suave y yo me empiezo a mover sensualmente al ritmo, le digo que se siente, le sirvo un whisky y empiezo a jugar con uno de los hielos me lo paso por los labios, por el cuello, por los pechos lo hago resbalar sobre mis pezones y lo bajo por mi estómago hasta mi sexo. Se ríe y me dice ¡el viejito se va a querer morir, Alexia ten piedad!. Termino la omelette y me siento en su falda y se la doy a comer con mi boca. Mientras termina de comérsela, me agacho y se la empiezo a chupar a todo esto el señor de enfrente tiene un panorama estupendo de mis tetas que se bambolean y de la chupada de antología que está recibiendo Pablo. Cuando está por acabar me pone sobre la mesa de frente a la ventana y me empieza a lamer el coño. Yo deliro y me empiezo a acariciar las tetas y a agarrarle la cabeza muevo la cabeza de un lado al otro como rendida de placer. Pero como no he tenido suficiente show, le digo que vayamos a su azotea.
Bajo ese sol abrasador me pongo en 4 patas en una tumbona que hay y ahora si veo que el viejito sale disparado por su casa para no perderse nada y desde su dormitorio nos ve coger como locos. Lo miro y le tiro un beso con cara de vicio. Pablo ríe y me la mete hasta el fondo y dice que no le importa agarrarse una pulmonía que me va a dar para que tenga y reparta. En ese momento con Pablo cogiéndome como si fuera la última vez no me importó que me miraran, me encantó la sensación del sol en mi piel, de ese aire caliente que me puso duros los pezones y me calentó la concha haciéndome sentir la más puta del universo. Fue sencillamente genial. Siento que Pablo me acaba y no conforme con haberle sacado toda la leche que se escurre por mis muslos. La saco de dentro de mí y se la termino de chupar. Le cojo la mano y lo llevo a la cama porque después de todo está malito.
Al otro día temprano me llama y me cuenta a las risas que le ha parado su vecino para disculparse por haber sido grosero con él y que seguramente todo debió de ser un malentendido y a las carcajadas me dice que le ha preguntado en dónde contrata él el servicio para su casa y si puede avisarle la próxima vez que venga la criada.