Súplica, un traje de bombero casi completo
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Abrí la puerta de la habitación sabiendo que me reservaba algo, aunque no imaginé en ese momento lo que realmente me esperaba. Giré la llave: “¡Qué pasada!” No pude evitar decir eso en voz alta al abrir la puerta de la
habitación del hotel. Estaba encantada, sabía que me tenía algo preparado para hoy y no era la primera vez que me sorprendía con una visita relámpago a un hotel pero desde luego no estaba acostumbrada a esto. La habitación no era excesivamente grande pero estaba decorada con muy buen gusto: Suelo enmoquetado, muebles de madera perfectamente pulidos, aire acondicionado a la temperatura ideal, al menos una veintena de velas encendidas repartidas cuidadosamente por la habitación, baño amplio con un gran jacuzzi y una gran cama dominando la habitación en el centro. Desde luego me había encantado la sorpresa, seguro que
me lo pasaba muy bien esta noche. No sabía lo que me esperaba, si lo llego a saber en ese momento… bueno, me hubiera quedado igual, pero desde luego no me hubiera dirigido a la nota que había en la cama con la misma tranquilidad. Me percaté de una bebida preparada en la mesita al ver la nota. Recogí ambos, me senté en la cama y leí tranquilamente:
– “Hola gatita, espero que te guste la habitación, la noche va a ser larga. Ponte cómoda y espérame, no ronronees mucho, pronto estaré contigo”.
Sonreí, de un modo u otro siempre me hacia reír y estar de buen humor, desde mucho antes de salir juntos ya me llamaba gatita, pero cuando finalmente, después de algunos años como buenos amigos, empezamos a ser pareja en momentos de intimidad siempre me llamaba su gatita. Me encantaba. Acerqué la nariz a mi muñeca para asegurarme de que seguía oliendo al perfume que tan loco le pone. Disfrutando del ambiente de las velas me tomé la bebida a pequeños sorbos, desde luego conocía mis gustos perfectamente, mi bebida preferida preparada como a mi me gusta, bien cargada. Apuré la bebida dejando la nota en la mesita y me quedé pensando porque no me esperaba en la habitación como siempre, al fin y al cabo las velas estaban encendidas y casi enteras. Debió estar en la habitación poco antes de que entrara, extraño. Y como respondiendo a mis pensamientos, la puerta se abrió.
– ¡Meaowwwwww! – dije con una amplia sonrisa en la boca. Entró en la habitación y cerró la puerta tras de sí rápidamente. Ahora sí que se había superado, llevaba un traje de bombero casi completo que le quedaba simplemente magnífico, solo le faltaba la camisa, pero no me importó, pude apreciar sus marcados abdominales ya desde la cama. Sin mediar palabra, concentrado y con paso firme, como si estuviese trabajando de bombero entrando en un edificio en llamas, se dirigió a mi. Me abrazó con fuerza mientras me brindaba posiblemente el beso más cálido que me habían dado nunca. Me cogió en brazos y me recostó sobre la cama. Estaba a cien ya, que ingenua fui, esta era la auténtica sorpresa, sabía de sobra lo mucho que me hubiera gustado que hiciera esto. Le besé de nuevo con pasión, desde luego iba a disfrutar su sorpresa. Aún no sabía lo que me esperaba pero cualquier duda sobre lo que tenía pensado para mí se esfumó de mi mente y dejé de pensar. Tan solo pensar lo que íbamos a tardar en quitarnos la ropa ya me parecía más tiempo del que quería esperar.
Me despojé del pantalón y los tacones con más rapidez de la que esperaba. Mientras el besaba mi cuello y mi escote. Besé su cuello y me quitó la blusa con decisión, casi con violencia. Tumbada en la cama con solo las bragas y el sujetador mi única idea en mente era despojarle de ese disfraz que tan bien le quedaba y comérmelo. Me fui a incorporar para esa tarea pero el respondió cogiéndome fuertemente por las muñecas con una mano y sujetándolas por encima de mi cabeza apoyándolas en la almohada. Fui a besarle pero apartó la boca lo justo para que quedasen mis labios a punto de tocar los suyos. Intenté llegar a su boca un par de veces pero no solo me había sujetado bien sino que además apartaba ligeramente la cabeza cuando casi llegaba a besarle. Ronroneé y puse carita de gatita inocente, sabía que eso le encantaba. Por fin, habló:
– Has dejado velas encendidas con moquetas y cortinas cerca… ptsss ptsss, has sido una gatita mala.
Cogió algo de debajo de la almohada, yo estaba demasiado excitada, demasiado embobada como para notarlo. Noté algo suave como la seda que pasaba por mis manos, que se asió con firmeza a mis muñecas. Me habia atado las manos a la cama. En unos instantes estaba inmovilizada. Estaba completamente excitada. Fue a darme un beso al que respondí gustosamente… a escasos milímetros de mi boca se detuvo. Intenté llegar a esa
boca que tanto deseaba besar pero no lo conseguí. Desde luego estaba bien maniatada, estaba a su completa merced. Acercó sus labios a mi oído y susurró:
– ¿Recuerdas hace 6 meses cuando me sorprendiste tu así y me hiciste sufrir un poquito? Ahora me toca a mí. No te preocupes, será una venganza tan dulce como fue la tuya. Te voy a hacer gozar hasta que supliques de placer. Ya te lo dije, te esperaba una noche larga.
Se apartó, se quito algo de ropa dejando su torso completamente desnudo y me contempló unos segundos que parecieron minutos a una cierta distancia. Observé como me recorría con la mirada de arriba a abajo, lentamente, mirando cada parte de mi cuerpo con tranquilidad. Recuerdo que pensé que había sido una buena inversión esa braguita y sujetador que me compré tan sexys. Era lo único que llevaba puesto en ese momento. Eso y el fino pañuelo de seda que ataba mis muñecas. Notaba el cubre de la cama sobre mi piel. Era muy cómodo al tacto. Se acercó un poco más de nuevo y me dijo:
– Eres muy atractiva, decididamente me apasiona tu cuerpo, tienes unos pechos magníficos, besaría todo tu cuello y bajaría hasta besar cada parte de tu cuerpo. Y de hecho lo voy a hacer. Te soltaría ahora mismo gatita mía y haría el amor contigo hasta quedar más que agotado. Pero no lo voy a hacer, aun no estas preparada. Además has sido una gatita mala.
Dirigió su mano debajo de la cama como buscando algo y enseguida sacó una bolsa grande de deporte que tendió sobre la mesita. La abrió y escuché el sonido de varias cosas, echó un vistazo al contenido de la bolsa e hizo un gesto de aprobación y esbozó una sonrisa muy pícara. Hubiera dado cualquier cosa por saber que había dentro de la bolsa. Giré la cabeza intentando ver dentro de la bolsa e, intuyendo mis intenciones, sacó un pañuelo de seda de la bolsa y me vendó los ojos. La misma fina seda que ataba mis manos me impedía ver. Le oí sacar algo de la bolsa y noté que ponía algo en mis oídos. Al cabo de unos segundos lo único que oía tenuemente era mi propia respiración. Estaba en alerta, doblemente excitada que antes, esperando notar, puesto que sentir era lo único que podía hacer, que iba a hacer, deseando que me penetrase y que besase mis pechos ya endureciéndose.
Y así, maniatada, vendada y sorda, a su completa merced, sin ver tan siquiera que iba a hacerme y con un tranquilo silencio noté su boca besándome el cuello, lentamente, deteniéndose en cada beso, disfrutándolos posiblemente tanto como yo. Jugueteando con la lengua en las partes más sensibles del cuello. Centrándose en la parte entre las orejas y los hombros, y entre la barbilla y los pechos. Noté un soplido en mi boca y supe que sus labios estaban al lado de los míos, fui a besarlos varias veces tratando de encontrarlos, notando leves soplidos como para recordarme que esos labios que habían recorrido todo mi cuello estaban ahí, tan cerca y a la vez tan lejos, para ser besados.
Finalmente, antes de que me empezase a desesperar me besó y nuestras lenguas se juntaron en un beso prolongado. Y luego otro y otro más. Fue alternando besos prolongados y apasionados con sesiones de besos tiernos, que me producían excitación y cosquillas, por todo el cuello. Finalmente besó mis hombros brevemente y empezó a besar el escote y la zona circundante de los pechos. Estuvo un rato así mientras mi deseo de que por fin besase un pecho se incrementaba. Me retorcí levemente en la cama. Empezó a besar la parte de los pechos que dejaba el sujetador descubierta y pasó un rato así, alternando con besos profundos en mi boca y breves besos en el cuello. Finalmente una gran anticipación se apoderó de mí cuando noté sus fuertes manos girándome ligeramente y retirando el sujetador que aprisionaba mis pechos así como los pañuelos aprisionaban mis manos. Pero no jugueteó con mis pechos como tantas otras veces habia hecho, siguió besando el contorno de mis pechos un rato. Por fin, me dio un beso muy profundo en la boca y después de jugar nuevamente nuestras lenguas noté su boca besando mis pechos. Como respondiendo a mi deseo, aceleró y besó mis pechos con celeridad. Por fin noté su mano en contacto con mis pechos y masajeándolos completamente mientras su boca y su lengua se detenían en cada rincón y besaban y lamían cada parte de mis senos. Mis pezones se endurecieron en un instante y, como esperándolo, aceleró aún más. El placer era magnífico, pese a que aún hubiera dado lo que fuese por abrazarle y disfrutar yo también de su cuerpo, disfruté enormemente y me dejé llevar. Me di cuenta que estaba muy húmeda ya, y más que lubricada. Le dije:
– Soy toda tuya, penétrame, fóllame. Me estás poniendo a mil.
– No no, eres mi gatita. Quiero jugar con mi gatita. Además aún no estas preparada para eso.
Apenas le oí pero fui a replicar cuando habiendo llegado a un buen punto de excitación, se retiró. Volví a darme cuenta rápidamente de que cuando no me estaba besando o tocando no podía percibir nada. No tardó mucho, en breves instantes me quito lo que me impedía oír y dijo:
– Voy a admirar tu cuerpo palmo a palmo y de paso averiguar que partes tienes más sensibles.
Dicho eso noté algo que debían ser algunas plumas o algo similar pasando por, apenas acariciando, mi nuca. La sensación al principio agradable pasó a ser de excitación cuando recorrió mi cuello, mis pechos, mis rodillas, mi vientre… Recorrió casi cada parte de mi cuerpo de ese modo, alternando excitación con sensaciones muy agradables, pasando por risa que no podía contener en algunas zonas. Volvió a recorrer todo mi cuerpo con las plumas mientras, esta vez, acompañaba caricias por todo mi cuerpo con su otra mano. Pasando muy levemente
las yemas de los dedos, apenas notándolos. Alternaba zonas de placer con zonas de risa. Estaba a mil de nuevo, entonces acercó las plumas y la mano poco a poco pasando por cada zona, unas desde el cuello, otras desde la punta de los pies, hasta que se encontraron en la zona que más guerra estaba pidiendo ahora. Ummmm como deseaba que me acariciase ahí. Dicho y hecho.
– Voy a acariciarte toda esa parte, creo que igual la tengo algo descuidada ¿verdad? (sonreí) ¿no creo que te importe no? – me dijo bromeando.
Me reí a gusto y antes de responderle noté las plumas pasando por entre las piernas y pasando a acariciar mis labios a través de las bragas que aun llevaba. Mientras con las yemas de los dedos acariciaba el contorno de las bragas, en toda su extensión. A veces deslizaba ligeramente un dedo dentro de las bragas, entre los pliegues. Ummmm me sabía a gloria. Me besó y se puso a juguetear con mis pechos con su boca mientras seguía recibiendo las caricias. Estaba completamente excitada y empezaba a notar las bragas más que húmedas. Justo cuando más excitada me estaba poniendo me susurró al oído:
– Me encanta torturar a mi gatita.
Dicho eso, con la pluma y la mano me empezó a hacer cosquillas, supe que anotó antes las zonas que más me hacían reír. Al principio me hacia reír y luego pasé a risa casi histérica, llorando de risa. Intentaba librarme pero las ataduras seguían bien firmes pese a la movilidad que me quedaba. Estuvo un buen rato así y luego me besó y volvió a acariciar partes que me excitaban, siguió besando mis pechos mientras acariciaba mis bragas mojadas. Alternó dos veces más entre tipo de caricias, y finalmente noté su boca estirando de mis bragas, me incorporé levemente y poco a poco, me quitó las bragas con la boca. Solo con el tacto de mis labios con el cubre me di cuenta de lo mojada que estaba. Me fue acariciando el cuerpo de nuevo del cuello hacia abajo con la pluma y de los pies hacia arriba con las manos. Me anticipaba a lo que se acercaba, por fin caricias en mis labios directas, ummm pero fue avanzando muyyyyyy lentamente, como haciéndome desear el momento y vaya que si lo deseaba. Pero justo cuando llegaban a coincidir las retiró. Solté un ronroneo y casi grito. No hizo falta,
inmediatamente lo noté. Y no eran las plumas ni las manos, sino su lengua la que iba recorriendo mis muslos dando besos suaves y lamiendo. Y así siguió hasta llegar a mis húmedos labios no sin antes detenerse en la parte interior de las piernas. Y a base de lamer, siempre sin despegar la boca de mi piel, llegó por fin. Lamió suavemente mis labios internos, metió la lengua en mi vagina, lamió cada parte y besó cada parte y, finalmente, con un placer fantástico, lamió mi clítoris. A veces lo besaba, otras lo lamía, otras introducía la lengua en mi vagina y jugueteaba ahí, otras apresaba mi perla con los labios y jugaba a succionar o incluso soplar suavemente. A veces lo hacía lento y otras veces lo hacía completamente acelerado. Pronto una mano se posó en mis pechos y los sujetó firmemente, masajeándolos con un movimiento circular. Luego noté que a su boca se unía tambien un dedo penetrando mi vagina. A veces besaba mis pechos mientras pasaba la pluma por abajo. Segregaba líquidos incesantemente y, en casi la cúspide de mi excitación, acariciando el orgasmo, con un placer que me llenaba los sentidos dijo:
– No no, ¿se iba a correr mi gatita tan pronto?
Dicho eso, se detuvo y sentí algo muy frió en mis pezones. Me tensé como un arco por la sensación. Los paso por mis pechos y en pocos segundos ya no estaban tan fríos. El esperado orgasmo se alejó de mí así como sus labios se alejaban de los míos antes, sintiéndolos cerca pero no alcanzándolos. Apenas unos segundos después, me besó en la boca y me susurro:
– Voy a ponerte a mil otra vez.
Y se puso otra vez a lo mismo. Alternando ritmo frenético con pausas donde saboreaba lentamente. Me dijo lo mucho que le gustaba como olía cuando estaba tan excitada y me penetró con los dedos, 3 dedos esta vez, con suavidad primero y luego con decisión mientras seguía moviendo la lengua y usando la boca como solo él sabe y su otra mano prestaba atención a mis pechos. Me abandoné al placer de nuevo preparándome para el brutal orgasmo que iba a tener.
Y de repente, apurando al máximo, los hielos estiraron del orgasmo alejándolo otro poco de mí. Esta vez en un pecho y en la espalda. Me volví a tensar, noté el frió intenso de los hielos unos segundos y luego besó cada parte por donde habían pasado. Me dijo con una afable sonrisa:
– Quiero que supliques correrte gatita.
No tenia intención de suplicarle, deseaba correrme mas que nada y luego hacer otro tanto con él, pero él casi llego a suplicar cuando le había hecho yo algo parecido unos meses atrás, así que conseguí aguantar el deseo de pedírselo, de todos modos no me hubiera hecho caso, yo no se lo hice.
Y así estuvo algunas veces más, no puedo recordar cuantas. Puede que dos o tres. Hasta que me salió:
– No pares, o suéltame y te haré gozar también. Ha sido genial, pero no puedo más.
– Pídemelo – Respondió él
– Necesito correrme, quiero correrme, deseo estallar en ese orgasmo. – Estaba absolutamente excitada
– No no, aún te queda. ¿Te gustó la bebida que te preparé? Como te gusta bien fuerte ¿no notaste nada verdad? Añadí un par de cosas extras, ya sabes, todo hierbas naturales, una de mis viejas recetas, pero debería hacer efecto dentro de nada y ponerte muy excitada y sensible. – Dijo sonriendo ampliamente
Solo de pensar en que me tenia a su merced, en todo el placer que me estaba dando, más lo tremendamente caliente que estaba me puso más excitada de lo que pensé que pudiera estar. Enseguida añadió:
– No te preocupes, si hay algo que me gusta es torturar a mi gatita a base de placer. Voy a hacer que te corras una y otra vez hasta que pierdas la cuenta de los orgasmos.
Inmediatamente después, siguió masajeando los pechos, penetrándome con los dedos y chupando y lamiendo mi clítoris, disfrute del placer hasta que al final pegó unos suaves mordisquitos y tuve un orgasmo brutal, mantuvo su boca rodeando mi clítoris mientras yo arqueaba la espalda y se me nublaba la vista. No sé lo que
me duró, pero recuerdo seguro que no respiré mientras tanto. Justo después de estar en la gloria, me besó y me acarició lentamente el cuerpo como antes, y poco a poco volvió a lo mismo. Una y otra vez. No sé si por la situación o un poco la ayuda de la bebida afrodisíaca que preparó pero alcancé el cuarto orgasmo y seguía con muchas ganas de guerra. No, no perdí la cuenta de los orgasmos, como para perderla, con cada uno tocaba un pedazo de cielo. Solo deseaba una cosa ahora, sentirle dentro de mí.
Me quitó la venda de los ojos, me besó un rato mientras me acostumbraba a la todavía tenue luz de las velas repartidas por el cuarto. Le sonreí, pensaba, pobre de mí, que el juego ya habia acabado. Pero al verle de nuevo, con el disfraz completo de bombero, recordé el striptease que le hice yo antes de dejar que fuese suya. Efectivamente, me sonrió con una mirada cómplice, me dio unas fresas jugosas que había puesto en la mesita, las cuales devore tan rápido como me las daba, y se puso delante de la cama. Empezó a quitarse la ropa muy lentamente mirándome siempre a los ojos fijamente. Con lentitud y unos movimientos muy sensuales que me hacia morderme los labios se fue despojando de toda la ropa. Con cada pieza quitada, me daba tiempo a disfrutar de cada parte de su anatomía y desear hacer el amor con el, que me penetrase hasta tener un orgasmo, sentirle dentro de mí, ser abrazada por sus brazos, poder acariciar su torso, deteniéndome en cada abdominal.
Cuando se hubo desnudado completamente vi su pene completamente erecto y preparado, se dirigió hacia mí y me prepare ilusionada y caliente. Se detuvo al lado mío, me besó y empezó con las caricias y volvió a hacerme gozar con su boca, solo que esta vez, yo sabía que por fin notaría ese pene dentro de mí. Bajando el ritmo cada vez que me acercaba al orgasmo estuvimos así durante un largo rato. Habia segregado tanto liquido que cierta parte del cubre de la cama estaba completamente empapada. Y así, acercó su miembro a mi vagina, rozó varias
veces como dudando mientras yo le miraba expectante y dijo:
– Nah, no debes estar preparada, ni me lo has pedido ¿no? –
– ¿Que no estoy preparada? Estoy en un charco de mis propios flujos vaginales. ¡Métemela! ¡Te lo suplico! – respondí yo.
– Ummm mi gatita saca las garras, ¿Me lo suplicas? Has dicho la palabra clave. – Dijo con una amplia sonrisa
Con un rápido movimiento aflojó el nudo de los pañuelos de mis muñecas y me liberó. Le abracé con fuerza mientras le besaba sin parar. Besé cada parte de su cuerpo mientras él me correspondía con mas besos. Toqué con fuerza cada parte de su cuerpo que tanto había deseado antes mientras nos comíamos a besos y finalmente le tumbé boca arriba, me puse encima de él y le empecé a cabalgar con un movimiento rápido al principio y casi salvaje después. Se incorporó en esa posición y beso mis pechos mientras su pene iba entrando y saliendo. Mis manos se apretaban firmemente en su espalda. Le besaba con tal fuerza que le hice varios chupetones por el cuello. Conforme veía que él se acercaba al orgasmo, me acercaba yo al orgasmo; le apreté con más fuerza hasta que finalmente una oleada de placer recorrió mi cuerpo. Sin duda el mas fuerte de todos los que había tenido esta noche. No pude evitar clavarle las uñas por la espalda mientras nos abrazábamos fuertemente. Después caí exhausta y reposé la cabeza en su pecho. Al cabo de un tiempo sin hablar mucho me quedé dormida no sin antes agradecerle su sorpresa y decirle lo mucho que había disfrutado. Lo último que pensé antes de dormir fue la sorpresa que se me ocurrió que le estoy preparando ahora.
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