Diario de una ninfómana llamada Rebeca
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Me llamo Rebeca, tengo veinticinco años, pelo rubio natural largo hasta los hombros, piel muy blanca y pechos operados para conseguir el 110 de contorno que deseaba. El resto de mis medidas son: 60 de cintura y 95 de caderas. Mis piernas son largas y torneadas que terminan unidas en un pubis siempre rasurado lo justo para que se vean a simple vista los labios de mi coño. Hoy me apetece escribir en mi diario lo que hago normalmente en un día cualquiera. Mi marido tiene un buen empleo y dispongo de servicio para atender las necesidades de la casa. Por una complicación que tuve siendo muy joven, no puedo tener hijos, por lo que todas las horas del día son para mí.
7´00 horas A.M.- Suena el despertador, pero yo ya estoy despertando a mi marido con una buena mamada bajo las sábanas. Tenemos la misma edad y, aunque él hace mucho deporte, parece más viejo y cansado que yo. Cuando consigo poner duro su pene lo inserto en mi hambrienta vagina que ha estado pidiéndome guerra toda la noche desde que echamos el último polvo. Me subo sobre él, ofreciéndole mis jugosos pechos. Mi esposo me agarra de los pezones (como sabe que me gusta) y me atrae hacia él mientras horada con su polla mi coño sudoroso. No puede aguantar mis brincos sobre él y se corre entre espasmos quedando jadeante.
8´00 horas A.M.- Mi marido ya marchó al trabajo. Me estoy dando un baño de espuma mientras acaricio mi cuerpo lascivamente. Apoyo mi pierna derecha en el borde de la bañera e introduzco el mango de mi cepillo para el pelo en mi cueva de los placeres hasta que consigo un intenso orgasmo.
9´30 horas A.M.- Estoy ya vestida para la batalla diaria. Un cortísimo traje de una pieza de licra negra que acaba un palmo por debajo de mis ingles; medias negras con costura posterior y zapatos de altísimo tacón. El pelo recogido en un moño y gafas negras muy grandes. El traje es escotado hasta la exageración, por lo que mis oprimidos pechos parece que van a salir en un descuido. Espero en el rellano hasta que oigo a los estudiantes de arriba coger el ascensor. Pulso el botón para que pare en mi planta. Tal y como imaginaba los dos adolescentes tienen clase de deporte a primera hora, por lo que llevan sus pantalones cortitos que tanto me excitan. Los saludo y pulsamos el botón de descenso. Los chicos están azorados pues al verme el escote (que yo me empeño en ponerles delante de las narices) sus jóvenes pollas están presentando armas. El portero de la finca, sobornado por mí, para el ascensor entre dos plantas. No pierdo el tiempo y levanto mi vestido hasta las caderas mostrando la hermosura de mi chocho, a la vez que mis manos se dirigen como garras a los cipotes de mis vecinitos. Ambos hermanos no saben que hacer (es su primera vez); pero yo les alecciono rápidamente y mientras uno saca mis pechos por el escote el otro mete su lindo cipote hasta sus ya velludas pelotas. Cuando se corre uno ocupa el otro su lugar.
10´15 horas A.M.- Es la hora de mi visita a la obra de la esquina. Ya me están esperando en la caseta el peón y su jefe. Voy con el tiempo justo. Hoy toca mamada al jefe mientras el peón me la mete por el culo sin lubricación. Me agarra cada uno un pecho y me retuercen los pezones hasta que nos corremos los tres. Me trago el semen del albañil.
11´00 horas A.M.- Como le debo un favor al policía del barrio que me quitó una multa, lo acompaño hasta el rincón de un callejón y me mete su picha (no muy grande) De todas formas, me agacho ante él y me masturbo el clítoris mientras le hago una fellatio. De sus gordos testículos me lanza grandes chorros de semen hasta mi garganta. Por lo menos he desayunado bien.
12´10 horas PM.- Tengo hora con el ginecólogo. El tío está buenísimo y además es tan vicioso como yo. Me ata a la camilla con los brazos levantados y mis piernas flexionadas y apoyadas muy abiertas en los soportes para los pies. Me coloca en los pezones unas pinzas con electrodos que me pegan pequeñas descargas eléctricas cada diez segundos. Introduce en mi ano una jeringa para enemas y me lo lava a conciencia. Luego mete otra jeringa mucho mayor hasta lo más hondo de mi útero y descarga toda su presión. Aunque con estos preliminares ya me he corrido no menos de cinco veces, estoy deseando que mi médico tire su traca final. Tras hacerme chupar su miembro mientras me agarra del pelo, mete su mano derecha dentro de mi vagina y la gira varias veces mientras yo pego brincos sobre la camilla. Finalmente me empala por el ano y, a la vez, introduce un enorme consolador de látex negro por mi coño. Se corre en mi recto. Vuelve a lavarme con el enema y nos despedimos. Le pago a su secretaria sus elevadísimos honorarios.
15´00 horas PM.- Me acerco hasta el parque donde acampan unos vagabundos. Huelen que apestan, pero mi furor uterino puede más que el mal olor. Se me follan tras unos arbustos mientras palpan golosamente todo mi cuerpo. La peste que echan hace que me corra entre gritos. Se acerca el guarda del parque al oír el ruido. Los vagabundos desaparecen y yo quedo con los muslos abiertos anegada en esperma. El guarda es jovencito y yo le pongo las tetas sobre la cara cuando se inclina a preguntarme lo que me pasa. Minutos después me anoto otro polvo e incluso le pido que me haga un doblete ayudándose con la porra.
17´30 horas PM.- Al ir hacia casa paso por una cancha de baloncesto vallada con tela metálica. Miro durante un rato a los seis jugadores que están jugando un partido de tres contra tres. Los pollones de los tres negros se bambolean dentro del pantalón corto. Los otros deben ser hispanos, muy machos ellos con bellas sonrisas latinas. Le hago una seña a uno e ellos que me está mirando. Se acerca y le musito algo al oído. Corre hacia sus compañeros y les susurra mi oferta. Me miran los seis. Para animarlos levanto el vestido hasta mi cintura y me doy la vuelta para que vean mi hermosa grupa. Minutos después tengo las nalgas apoyadas contra la tela metálica y uno de ellos (negro) me mete por el coño su gruesa polla heredada de sus ancestros africanos. Uno tras otro pasan por mi agujero descargando su mercancía líquida. He conseguido correrme dos veces más.
18´15 horas PM.- Algo insatisfecha me dirijo a un restaurante chino que conozco. Los dueños son tres hermanos orientales que confirman que toda regla tiene su excepción: ostentan entre las piernas unos atributos dignos de un senegalés. Me hacen pasar a la cocina y, sobre una mesa, me la clavan de veinte maneras diferentes. Y como colofón la especialidad de la casa: dos de ellos me taladran el coño a la vez mientras el tercero lo hace por el culo. No me pregunten porque no sé cómo lo consiguen.
19´45 horas PM.- Con las piernas un poco temblorosas y el coño echando fuego llego hasta mi casa. Me espera como siempre mi criada ucraniana con el baño preparado. Tras el masaje dentro de la bañera que elimina todo resto de esperma, nos vamos a mi cama. Desnudas las dos, Katrina lleva puesto el arnés con el consolador que me regalé para mi último cumpleaños: tamaño extra. Después de follarme a conciencia ” per angostam viam”, la ucraniana se quita el consolador y pone su chocho a la altura de mi boca. Se lo como con avidez mientras ella hace lo propio con mi palpitante vulva. Su lengua bien entrenada flagela mi clítoris un montón de veces por segundo y, ayudada por sus mágicos dedos, me proporciona mi clásico orgasmo de antes de cenar.
20´30 horas PM.- Mi pichoncito me llama con media hora de antelación para decirme que llevará dos invitados a cenar. Llamo al catering de la esquina y cuando llega la vista ya está todo preparado. Los invitados son el jefe de mi marido y su mejor cliente. Sin que mi marido se entere, aprovechando sus visitas al baño, me dejo empalar primeramente por el cliente y luego por el jefe. (Durante la cena les alegré las braguetas con mis pies previamente descalzados). Tras la segunda ronda de cópulas, me aseguran que mi marido será elevado a socio capitalista muy en breve, aunque no les dejo parar hasta que me han proporcionado, por lo menos, un orgasmo cada uno.
23´30 horas PM.- Algo borracho, tras despedir las visitas, mi marido me desvela su oculta ilusión de tener un “menage a trois”. Llamo rápidamente al gigoló de la tercera planta y pronto estamos los tres jadeando sobre nuestro lecho matrimonial. Mi marido nos hace fotos al gigoló y a mí mientras follamos en todas las posturas del Kamasutra. Mis corridas en manos del experto son impresionantes… (Al irse el gigoló mi marido me pide perdón por obligarme a realizar tamañas indecencias). Yo le digo que se lo perdono todo si me alegra un poco el cuerpo.
1´30 horas AM.- Tras meterle un dedo por el ano y acariciarle la próstata, mi esposo tiene una erección de caballo. Aprovecho para montarlo y no abandono la cabalgada hasta haber conseguido tres orgasmos consecutivos. Mi marido cae en coma profundo y sé que no despertará hasta las 7´00 horas AM. Mientras duerme le limpio la polla con la boca mientras me meto dos dedos de una mano y froto mi clítoris con la otra.
Finalmente me tumbo a esperar mientras veo las manecillas luminosas del reloj que avanzan lentamente.