Nuevo departamento de marketing con mucho sexo

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Empecé a trabajar en esa empresa como recepcionista y a los seis meses me destinaron al departamento de Marketing, dado que estaba a punto de terminar esa carrera y en verdad me interesaba usar mis conocimientos dentro de esa compañía y de paso, ascender y hacer carrera.
Tenia dos jefes directos, una mujer de 38 años que se llamaba Diana y un hombre, de 40 años que se llamaba Roberto. Ambos eran de ascendencia árabe y, tanto el como ella, eran muy atractivos. Roberto era alto, de contextura muy fuerte, ojos negros como la noche. Estaba casado con Diana, también morena de ojos negros pero de físico más pequeño, aunque formidable. Eran una pareja sensacional y verlos juntos impactaba, porque además no mezclaban lo laboral con lo personal, se notaba que su matrimonio se llevaba a cabo fuera de las puertas de la compañía, allí dentro solo eran jefes del mismo departamento y nada más.

Yo tenia 26 años, estaba terminando una relación de 5 años con un hombre al que no me unía nada mas que la rutina, me faltaban 3 materias para obtener la Licenciatura en Marketing y estaba fascinada con el ascenso en mi trabajo, esperaba que fuera el comienzo de una gran carrera allí dentro.
La verdad es que trabajar con ellos era un placer porque eran súper profesionales y correctísimos como jefes, respetaban las ideas ajenas y las valoraban y además, por que no decirlo, poder admirar a un hombre como Roberto todos los días, era un regalo para los ojos. Solía vestir trajes oscuros, siempre usaba los mejores perfumes, sus manos eran impecables y daban una sensación de fortaleza impresionante, tenia un andar muy masculino y no había mujer que no lo siguiera con la mirada cada vez que el recorría los pasillos del departamento. Pero jamás le dio cabida a nadie, nunca se le conoció ningún desliz con sus empleadas, siempre se lo asocio con la imagen de la fidelidad hacia su mujer y creíamos que no era para menos, porque Diana era realmente bellísima, inteligente y muy simpática. Trabaje durísimo durante casi un año, conseguía pequeños logros y cada vez me tocaba estar mas cerca de Roberto y Diana, hasta que un día me nombraron supervisora del área, siguiendo bajo la gerencia de ellos dos.

Estábamos en medio de una campaña de publicidad por lo tanto nos quedábamos fuera del horario normal de trabajo y además, íbamos a veces los fines de semana. Uno de esos fines de semana Diana no fue y Roberto estaba particularmente nervioso, irritado, por momentos se lo veía como ausente y la verdad es que se hacia difícil concentrar todas las energías en lo que hacíamos. Pocas veces lo habia visto asi, como tambien he de decir que pocas veces lo habia visto tan buen mozo, los jeans que llevaba le marcaban un fisico espectacular, la camisa blanca contrastaba perfectamente con su piel oscura, llevaba una barba de dos dias que lo hacia casi casi irresistible y cada vez que se acercaba, ese perfume me mareaba y daban ganas de hundirlo en el inmenso sillón de su escritorio y darle un beso que lo dejara sin aliento. Desayunamos, almorzamos, merendamos y cenamos en la oficina. Parecía que no terminábamos mas con esa jornada, que nunca le pondríamos punto final al proyecto y decidimos terminar ese día si o si, asi que Roberto me propuso descansar una o dos horas después de la cena y retomar el ritmo toda la madrugada para cerrar el tema a primera hora del día siguiente.
Pedimos comida china, nos sentamos a comer tranquilamente y charlamos de miles de cosas banales hasta que llegaron los temas personales.

Roberto me pregunto si habia terminado con mi pareja, le comente que si, que ahora estaba sola, que el se habia ido de casa pero que eso no me afectaba, que disfrutaba de la soledad pero que a veces extrañaba despertar por las mañanas acompañada. Como seguía hablando de mí sin preguntarle nada a el, quiso saber por que no lo interrogaba sobre su vida privada y le respondí que no me parecía lo correcto dado que tanto el como su esposa trabajaban conmigo y que, por otra parte, se los veía lo suficientemente felices como para pensar que tendrían problemas. Roberto me dijo que hacia mucho que estaban juntos, que básicamente eran felices pero que en mas de una oportunidad el se planteaba si era amor, felicidad o costumbre y que justamente hacia unos dias en los que estaban algo irritados entre si y que ese día habían discutido, que por eso el estaba de ese humor y me pedía disculpas por adelantado por si habia tenido alguna reacción fuera de lo común.

Nada habia que disculpar y eso fue lo que le respondí, lo cual pareció aflojarlo, se levanto, puso música y siguió llenando mi copa y la de el con vino blanco una y otra vez. Con tantas confesiones y alcohol encima, mis ojos ya estaban comiéndose a Roberto sin reparos y reconozco que las cosas me daban vueltitas lentamente, estaba algo borrachita pero feliz, embriagada por la presencia masculina que tenia a mi lado, por su perfume y por sus ojos negros, que en ese momento estaban más brillantes que nunca. De pronto, cuando quise incorporarme para colocar un cd en el equipo, casi me caigo y el me tomo fuerte de las manos, lo cual me ayudo para no lastimarme pero tambien para dar el primer paso y juntar mi boca con la de Roberto, sin pedirle permiso.

Al principio se quedo inmóvil pero no ceje en mi empeño de que me devolviera el beso, lo busque con mi boca, lo provoque con mi lengua y lo incentive con mis manos hasta que respondió. Reconozco que ese valor que tuve era producto de la cantidad de alcohol que habia ingerido, pero tambien de las ganas incontrolables de hacerlo que venia acumulando desde que ingrese a su departamento.
Mientras seguia besándolo, me tomo de la cintura y me acerco a su cuerpo al punto de que no quedaba ningún rincón entre ambos por donde pudiera pasar siquiera un mínimo haz de luz. Nos besamos apasionadamente, desesperadamente, su aliento era caliente, su respiración estaba agitadísima pero eso me excitaba aun mas.-Sus hermosas manos se dedicaron a recorrerme por completo, desde la cintura subían por mis brazos, me acariciaban el cuello, me tomaban del cabello con fuerza para presionar mas mi boca sobre la de el, era un Roberto completamente diferente al que veía a diario, era un hombre netamente pasional, lejos de aquel frió ejecutivo que veíamos día a día.
Cuando parecía que íbamos a quedarnos sin respiración, sacábamos fuerza de algún lado y seguíamos besándonos, recorriendo uno la boca del otro con nuestras lenguas, batallando con ellas entre los labios del otro, lamiéndonos los lóbulos, mordisqueándolos, en la urgencia del deseo nuestras bocas chocaban y devoraban cuanto centímetro de carne encontraban del otro lado.

Con desesperación le saque la camisa y comencé a besar su pecho amplio, fresco, suave. Dejo sus manos a los costados de su cuerpo y se dedico a sentir mi boca en su pecho, mi lengua saboreando sus tetillas, mis dientes mordiéndolas levemente, mis labios succionándolas hasta sentir sus suspiros de placer, para descender con mi boca por la línea de vello hasta su ombligo y detenerme allí para probarlo, como si de un plato exquisito se tratara, para mojarlo con mi saliva y querer descender mas y mas. Lentamente le desabroche el cinturón y baje el cierre de sus jeans con mis dientes, sintiendo de paso la dureza de su pene contra mis mejillas a traves de la tela rustica que lo cubría.

Baje sus jeans y su pene salto frente a mis ojos en todo su esplendor, majestuoso, invitándome a probarlo, a cuidarlo entre mis manos.

Lo tome delicadamente y comencé a lamerlo, despacio, sin apuro, tratando de prolongar ese momento sublime por horas. Mi boca lo cobijo por completo, lo guarde dentro, lo sorbía centímetro a centímetro de piel, mis manos lo sujetaban porque estaba tan duro, tan enhiesto que solo tendía a elevarse y querer salir de mi dominio. Roberto solo presionaba mi cabeza levemente, tomándome de la nuca, empujando sus caderas hacia mi boca y suspirando, con sus bellos ojos negros cerrados, prolongando cada caricia de mi lengua sobre su miembro. Lo apoye sobre su vientre, lo lamí desde la base hasta la punta, sus testículos hervían y fueron aliviados por mi boca, al colocar cada uno de ellos entre mis labios para poder succionarlos, para poder paladear su sabor.

– Sos maravillosa, decía entre suspiros, no te detengas.

Y no lo hice, metí y saque su miembro de mi boca tantas veces como este latía, tantas veces como su punta iba soltando pequeñas gotas de liquido que me indicaban que estaba a pleno goce, que no tardaría mucho en sobrevenir un bello orgasmo que me daría la posibilidad de saborear toda la leche que allí hubiera.

Soltando mi cabeza, Roberto me quito mi remera por sobre mis hombros, dejando mi pecho al descubierto y tratando de acariciar mis senos desde su altura, por sobre mi brassier. Como prologo al primer orgasmo de mi gerente, saque su pene de mi boca y lo coloque entre mis senos, lo deje descansar allí mientras me quitaba el brassier y comencé a deslizar su pene sobre ellos, roce su punta sobre cada uno de mis pezones hasta sentir que se endurecían y lo encerré entre los dos, haciendo que el se moviera con sus caderas hasta que soltó un chorro de semen caliente que se derramo sobre ambos y esparcí con mis manos sobre mis pezones, lo lleve a mi boca y saboree su leche con gran deleite.

Me fascina tu semen… es rico, muy rico…

Déjame ver que tienes para mi, dijo mirándome fijamente.

Me levanto del suelo, me coloco frente a el y me acaricio profundamente, sus amplias manos parecía que me recorrían en segundos, me desvestía a la par que me acariciaba y cuando me tuvo completamente desnuda frente a el, me dio vuelta y me apoyo su pecho en mi espalda, paso sus manos por delante de mi cuerpo, me acaricio de arriba a abajo y cerro sus palmas sobre mis pechos mientras me obligaba a mover las caderas al compás de las suyas, provocando en cada movimiento que su pene chocara desde atrás con mis muslos. Estaba teniendo una nueva erección, estaba sintiendo como su pene nuevamente se hinchaba con el roce de mis nalgas, de mis muslos, como pugnaba por meterse entre ellos.

Después de dejarme los pechos ardiendo y los pezones hinchados y erectos, sus manos bajaron y me separaron las piernas, me acariciaba la cara interna de mis muslos con una fuerza impresionante, empujaba mis caderas hacia atrás y guiaba mis manos para que pudiera tomarle su pene.
Cuando lo tome, me guiaba para que con el me acariciara los labios de mi vagina y yo sentía como eso iba sacando mi flujo y lo mojaba, lo hacia más resbaladizo pero más cálido.

Me estaba enloqueciendo con sus manos, con las mías, con sus besos en mi cuello, con su pene acariciándome desde atrás, con uno de sus dedos que logro entrar en mi vagina sin problemas, porque yo estaba muy excitada, muy caliente y quería mas y más y más. Como si un demonio se hubiera apoderado de Roberto, me coloco sobre el apoyabrazos del sillón y después de abrir mis piernas al máximo, metió su pene en mi vagina desde atrás, logrando que un grito de placer me recorriera las entrañas y saliera sin control por mi garganta.

Entro y salió de mi tantas veces tomando mis caderas con sus manos y presionando hacia su ingle que creía que me iba a morir allí mismo, la sensación de sus embestidas sumada a la de mis pechos bamboleándose y friccionando el cuero del sillón, era indescriptible. El ruido de nuestros cuerpos chocando y el olor de mi flujo saliendo de mi vagina a granel llenaban la oficina de una forma terrible, los jadeos cada vez más fuertes de el me ponían a mil, sus palabras diciéndome que hacia rato que no cogía de esa forma me daba valor para darle mas y más, para dejarlo mas y mas satisfecho y a su vez, lograr el mayor placer en esa situación.

Estaba sintiendo que ese pene dentro de mi vagina me estaba llevando a la gloria pero sabia que Roberto iría por mas y no me equivoque. Después del orgasmo que sobrevino con su pene dentro de mi vagina, se dedico a dar una y mil vueltas con la cabeza de su pene por el borde del agujero de mi culito, que ya estaba mojado y latiendo.

Rozo y rozo la entrada hasta que lo metió, hasta que tremendo pene me atravesó las entrañas, hasta que me obligaba a moverme a su ritmo, dándome la sensación de que me iba a quedar sin aire pero llena, completa, feliz de esa cogida fenomenal, la cual se vio coronada por un chorro de semen imponente dentro de mi culo, que se deslizo por dentro y por fuera, cayendo por mis nalgas y la parte trasera de mis piernas. Cuando lo saco, sentí que su erección no habia disminuido aunque su leche hubiere salido así que se sentó en el sillón y me ubico de espaldas a el para que me sentara sobre su miembro.

Al hacerlo sentí que mi vagina lo engullía por completo, lo ubique con mi mano y entro a fondo y empezó una cabalgata de gemidos y entradas y salidas gloriosa.

Sus manos en mis caderas me levantaban, me sostenían segundos en el aire y me dejaban caer fuertemente, logrando que me diera la sensación de que su pene me iba a atravesar de lado a lado, pero no habia dolor sino el más puro deseo de seguir moviéndome con el adentro.

Deje caer mi espalda sobre su pecho para poder asi abrir bien mis piernas y mientras su pene seguia entrando y saliendo, sus manos abrieron los labios de mi vagina y llegaron a mi clítoris, que necesitaba miles de dedos que lo rozaran y miles de lenguas que lo lamieran.

Me levante dejando su pene erecto y me acomode con mi boca sobre el y le coloque mi vagina a la altura de su boca, nos complementábamos perfectamente bien hasta en ese 69 que me dejo exhausta, su lengua era bien áspera y se encargo de lamerme y cogerme con ella tantas veces como yo pude colocar mi pene entero dentro de mi boca. Fue un orgasmo amplio, generoso, húmedo, terminamos los dos empapados, transpirados, mi boca llena de su semen y la suya, llena de mis flujos.

– Esto ha sido único… sos sensacional !!

– Me encanto, me encanto !!

– Verdad que sí?, me respondió sonriéndome con esos ojazos negros llenos de deseo y eso que aun no probaste a mi mujercita, espera que se entere de esto y vas a ver lo que es bueno.

Sin decir mas, me levante, fui al baño y ya comencé a pensar en una próxima campaña que nos demandara jornadas laborales como aquella, pero esta vez con Diana presente.

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