Relato erótico de como fue mi primera vez

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Quería relatarles lo que fue de mi primera vez. Tengo que manifestar que no fue lo que yo esperaba ¡fue mucho más allá de mis expectativas!. Soy una mujer de 24 años que fui educada en el seno de una familia católica, por lo que el tema de la sexualidad en general y en especial de las relaciones sexuales era un total tabú, por lo que crecí con muchas dudas y sobre todo con temores. A este punto de mi vida, el ser virgen obedecía a que las relaciones sexuales para mí eran vistas con morbo y como algo que no se debía hacer sino hasta que una estuviera casada. Pero mi destino iba a cambiar en una fiesta.

Era la celebración de cumpleaños de un amigo mío llamado Estuardo, en esa fiesta nos encontrábamos varios amigos de los cuales Juan era en quien más confianza yo tenía y con quien congeniábamos mucho, nunca entre nosotros había existido acercamiento de tipo sexual, sino que todo era puramente en un marco de amistad, sin embargo esa noche tomamos más de lo debido pero sin llegar a perder la conciencia y cuál no fue mi sorpresa cuando Juan se acercó a mí (enfrente de todos) y me pidió que le besara, yo no lo pensé ni dos veces y le di un beso suave, rico, sensual, en donde nuestras lenguas juguetearon en nuestras bocas tocando cada rincón y saboreando lo más profundo de nosotros que hacía tiempo queríamos sentir.

El beso llegó a su final y Juan alejó su rostro del mío y ambos nos quedamos viendo mutuamente con una actitud de asombro recíproco, callados y asustados, sorprendidos quizá de esa actitud de los dos y de aquél beso tan profundo y con tanto significado para los dos. Creo que muy dentro de nosotros por todo lo que había durado nuestra amistad había un poco de atracción física y espiritual que ninguno había manifestado hasta ese hermoso beso, fue entonces cuando se reinició el diálogo entre nosotros:

– Qué rico besas – dijo Juan.

Mi respuesta fue el darle otro beso, estaba explotando por dentro Juan despertó en mí una pasión que jamás había yo explorado ni experimentado. Tengo que irme – dijo Juan volviendo a rozar sus labios y lengua contra mis labios. Juan empezó a caminar hacia la puerta mientras yo lo veía salir, de pronto mi corazón y cuerpo reaccionaron de un salto y salí corriendo en busca de persuadirlo para que se quedara otro rato más.

– Quédate otro rato más conmigo -dije después de darle otro de mis besos más profundos.

El respondió con otro beso y acariciando mi espalda con su mano, la cual había metido debajo de mi blusa blanca de seda llegando al broche de mi sostén. Yo al sentir su mano desabrochando mi sostén lo detuve de reflejo, él se detuvo pero siguió besándome, la boca, mis ojos, mi frente, mi pelo, mis orejas, mi cuello mientras su cuerpo entero me acorralaba en contra de su auto. Fue entonces cuando Juan tomó la iniciativa.

– Ven a mi departamento – dijo Juan

– No, quedémonos acá, la estamos pasando bien así como estamos – respondí.

Sin embargo, Juan no se dio por vencido y siguió insistiendo, empapando al mismo tiempo todo mi cuerpo con sus tórridos besos. Después de quince minutos de rogarme para que fuera a su departamento, accedí a sabiendas de lo que podía pasar, pero por un momento olvidé todas aquellas culpas y remordimientos y solo me dejé llevar por mis instintos pasionales. Cuando nos conducíamos a su apartamento, no podíamos dejar de vernos el uno al otro con una mirada tan profunda que hasta me daba miedo de lo que podría pensar de mí.

Finalmente llegamos a su apartamento, era la primera vez que yo me encontraba con un hombre sola en medio de un encuentro que en determinado momento iba a terminar en sexo, lo cual me daba miedo y al mismo tiempo me excitaba como nunca. Cuando llegamos cerró la puerta sosteniendo una de mis manos, lo que le permitió halarme y apretarme en contra de su pecho y darme un beso de pasión aquellos que te dicen que ya te quieren en la cama y que ya no se aguantan otro momento más. Me ofreció algo de tomar, yo le pedí un whisky en las rocas, él eligió lo mismo, mientras los preparaba, me senté en el mueble de la cocina y él acarició mis piernas por encima del pantalón que llevaba.

– Qué rico hueles – dijo Juan

A lo que contesté con un gracias y con muchos besos. Sentí deseos de pasar mí lengua en todo su rostro y fue lo que hice, a él le excitó tanto que me cargó en sus brazos hasta llevarme a su alcoba, lo cual me causó un poco de ansiedad y empecé a temblar del miedo de lo que podía pasar, él sintió mi cuerpo temblar y me calmó besándome las manos y la frente, lo que encontré extremadamente sexy y excitante. Sentía culpa de que yo lo estuviera llevando a pensar que yo era una chica fácil y Juan como leyendo mi pensamiento me susurró al oído que desde hace tiempo quería estar conmigo pero por respeto no lo había hecho. Con ese comentario me dejé llevar y solo me entregué a él.

Juan empezó a desabotonar mi blusa botón por botón y en intervalo, me besaba el pecho, cuando llegó a soltar todos los botones, descubrió mis senos debajo de un sostén de media copa, pasó su lengua encima de mi sostén como preámbulo a conocer mis pezones que aguardaban por él desesperadamente. Acercó su pecho en contra del mío y con sus manos soltó el broche del sostén, en ese momento sentí que me desmayaba de la presión que sentía y él lo sabía. Nos dejamos caer a la cama, nuestro lecho de amor, y me besó mis senos y pechos a más ya no poder al punto que me dolía cuando succionaba mis pezones, lo hacía con tanta pasión que no me podía estar quieta y me movía de lado a lado, él me seguía con su boca a mi ritmo. Aprovechó un momento y se quitó su camisa, yo sólo lo veía y cerraba mis ojos rápidamente. Luego empecé a sentir como sus manos se dirigían a mis bragas de pantalón y soltó el botón y bajó la cremallera, yo estaba muy nerviosa y como resultado empecé a llorar, él me besó y me dijo que no me preocupara que todo iba a estar bien él no iba a hacer algo para lo cual yo no quisiera o no estuviera lista, en ese momento pasaron tantas cosas por mi mente que decidí ignorarlas y seguir en aquél momento que tan bien me estaba haciendo sentir. Juan, continuó bajándome los pantalones y quitándome mis zapatos, cuando me quedé solo con mis interiores me dijo que yo le quitara sus pantalones a lo que accedí inmediatamente, lo hice casi como un robot y él me dijo que le besara las piernas cuando le bajara el pantalón, lo hice, sentí que la pasión ya no podía ser más. Me puse encima de él con mis piernas abiertas y él acostado boca arriba observándome cuando me dijo:

– ¿Quieres ver cómo estoy por ti?

Tomó mi mano y la puso en su pene, cuando lo toqué por primera vez retiré mi mano automáticamente y él con un poco de presión volvió a ponerla encima de su pene.

– Quiero que la toques bien y que la sientas y la sobes.

Eso fue exactamente lo que hice, era una sensación rara pero fabulosa, toqué aquél garrote, duro, hinchado, fuerte que estaba encorvado dentro de los interiores de Juan, el morbo salió de mí y por iniciativa propia le quité los interiores viendo como aquél miembro salía parado vigorosamente esperando a ser satisfecho, me asombré al ver que era muy grueso y muy largo, nunca pensé que fuera tan grande, ¿cómo era que eso iba a estar dentro de mi?-pensé-.

En ese entonces me quedé parada viendo aquél panorama que ya no me asustaba tanto, Juan estiró su mano para que yo le diera la mía pero no podía reaccionar, entonces él se sentó al filo de la cama para quitarme mis interiores. Lo hizo suavemente, con sus dientes y cada centímetro que bajaba, me daba un beso, cuando llegó al suelo iba subiendo con su lengua acariciando mis piernas hasta que llegó a mi vagina, se puso de rodillas frente a mi y su boca encajaba a nivel con mi vagina, se quedó viéndola un momento cuando empezó a besarla con tal amor y romance que salió de mi un líquido que le gustaba a Juan, me explicó entonces que eso indicaba que yo estaba excitada, luego siguió explorando con su lengua hasta que yo me lancé a la cama para seguir con aquél ejercicio que me estaba haciendo sentirme bien, poco a poco Juan fue abriendo mis piernas hasta que las puso encima de sus hombros y su rostro quedó cara a cara con mi vagina.

Juan entonces tomó sus dedos y suavemente los fue introduciendo a mi vagina, hasta ahora no me dolía nada, únicamente sentía una enorme pasión, fue entonces cuando me estremecí y tuve mi primer orgasmo. Juan dijo que tocara su pene, yo lo toqué y estaba más duro y parado que antes, parecía que iba a explotar en dirección a mi, así que lo tomé en mis manos y lo toqué con mis dedos, eso volvió loco a Juan y me dijo que lo metiera a mi boca, pero no lo hice porque me pareció que no me iba a gustar, él pareció entender y me dijo…

– ¿Estás lista para estar conmigo?-

– No – contesté con un poco de miedo

– No tengas miedo que no te va a pasar nada, no te voy a hacer daño, te voy a hacer sentir mujer, mi mujer, vas a ser mía.

Esas palabras me volvieron loca así que le dije que hiciera lo que quisiera conmigo. Juan entonces se colocó encima mío y me empezó a besar los pechos y succionaba fuertemente mis pezones que estaban igual de erectos que su pene, luego fue en busca de mi lengua y nos dimos un fuerte beso con un abrazo que lo sentí tan íntimo. Puso su pene a las puertas de los labios de mi vagina y empezó a sobar con su punta de arriba a abajo lo que me súper excitó luego sin yo darme cuenta cada vez que él quería penetrarme yo instintivamente me hacía para atrás al punto de llegar a la pared que teníamos en la cabecera de la cama, ya no tenía a dónde correrme más así que eso lo aprovechó Juan tomó mis nalguitas con una mano llevándome a su erecto y fuerte pene y me besó fuertemente y me penetró un poco, me dolió un poco y quise gemir del dolor pero su boca encima de la mía no me dejó así que grité por dentro y respondí su beso con más fuerza, luego sacó su pene de nuevo y volvió a penetrarme más profundo y así repetidas veces hasta que sacó una vez más su pene y me dijo:

– Grita si quieres, ahora sí, aquí voy.

Juan me miró y con su mano tomó su pene y me penetró fuertemente hasta el fondo rompiendo mi himen de una sola vez, fue muy fuerte que no me pude quedar sin hacer nada, del dolor levanté mi cabeza para buscar su boca, no la encontré porque a él también le dolió tanto que cuando lo vi tenía los ojos cerrados. Yo sentí que era solo de Juan, que él y yo éramos uno mismo porque sentía aquella conexión por medio de su miembro fuerte, hinchado, súper súper grueso tan dentro de mí. No sé si grité o no, porque me quedé sorda de tanto dolor y tanto placer a la vez realmente quería explotar y exploté a puras lágrimas, empecé a llorar Juan me beso mis ojos y mis mejillas y siguió penetrándome sacando y metiendo suavemente su pene en mi vagina, a los pocos minutos llegué a un orgasmo sintiendo que mi vagina ejercía presión en el pene de Juan lo cual pude notar que a él le fascinaba, luego me dijo que si me dolía.

– Me duele mucho pero me gusta, no pares, hazme lo que quieras, hazme tuya – dije

Sorpresivamente Juan sacó su pene de mi vagina y empezó con su lengua a acariciar mi clítoris, tuve mi tercer orgasmo en su cara y con esos líquidos corrió a mi rostro a darme un beso, luego con sus dedos acarició los labios de mi vagina, y me succionó a más ya no poder mi clítoris.

– Toma mi pene en tus manos y métetelo tú sola – dijo Juan

– No, hazlo tú – dije

– Todo corre por cuenta tuya ahora – dijo él

Se acostó boca arriba y yo me puse encima de él, entonces tomé con mis manos su pene y me penetré yo misma lo que sentí súper excitante y era yo la que me movía para sentir placer, me movía arriba abajo, de un lado a otro y entonces Juan tuvo su primera descarga adentro de mi, sentí como su líquido caliente iba mezclándose con los míos y gritaba, gritaba de placer, lo vi entonces y lo besé, estábamos cansados así que nos recostamos un rato abrazados.

Como a las dos horas de estar recostados, sentí entre mis nalguitas un miembro duro y ansioso por continuar la fiesta, yo ya estaba más que relajada y tranquila así que… Cuando menos sentí tenía a Juan totalmente penetrado en mí por el culo, me dolió pero menos que en mi vagina, estábamos en una posición de los dos de lado yo dándole la espalda a él así que me penetró cuantas veces pudo hasta que se derramó en mi culito, no cupo toda su leche adentro y yo podía sentir como se derramaba en mis nalguitas su semen, él se agachó a besar mis nalguitas y recoger ese semen y lo llevó en su lengua hasta mi boca, lo que me pareció súper sexy.

– Quiero que me masturbes

– ¿Cómo lo hago?

– Sólo sóbalo de arriba a abajo

Así lo hice y volvió a derramarse en mis manos y saltó un poco en mi vientre y mis pechos, él se encargó de lamer todo mi cuerpo y limpiarme con toda su lengua. Nos despertamos en la mañana cara a cara, él me dió un suave y tierno beso y dijo:

– Ya eres mía, solo mía, sólo yo te he hecho mujer, sólo tienes dentro de ti mis jugos, sólo mi pene a visitado esa virginidad tuya, yo te descubrí, eres mía mi chiquita, mi amor.

Cuando nos levantamos de la cama, las sábanas estaban manchadas de sangre, lo que él encontró sensual y me abrazó y me besó. Yo al pararme no podía ni caminar del dolor así que él me llevo al baño y nos bañamos juntos cada uno enjabonando al otro, en medio de besos y abrazos.

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