Aventuras intimas de Asterix y Obelix

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No sabemos mucho sobre la vida más íntima de los dos guerreros galos del cómic. Por lo que se sabe, son los dos únicos solterones en su aldea, dejando aparte al insoportable bardo Asurancetorix y a Panoramix, célibe por su condición de druida. Esto ha debido ser motivo de no pocos cotilleos, porque ya se sabe que en la pequeña aldea gala todo el mundo conoce a todo el mundo y no hacen más que correr rumores sobre la vida de cada cual. Dos hombres adultos y solteros que viven juntos y sin ninguna relación en su haber con mujeres, que se sepa, deben ser motivo constante para los chismes. Desde luego me niego a creer que pueda haber alguna relación entre ellos más allá de su gran amistad… Más bien imagino que es por esto que son tan aficionados a los viajes. Es mucho más fácil encontrar compañía femenina sin compromiso en el extranjero, lejos de los chismosos del pueblo. Además tampoco hay mucho donde elegir en la aldea. Todas las mujeres son aldeanas rudas y no muy atractivas… ¿Todas? No, hay dos mujeres que siempre y todavía se nos aparecen como verdaderas hermosuras. El que haya leído Asterix sabe a quién me refiero: a Falbala y a la señora de Edadepedrix. Sospecho que ni a Asterix ni a Obelix se les ha pasado por alto esto. Si sus álbumes fueran sólo para adultos, ésta podría ser una de sus aventuras…

Después del Banquete

Después de tradicional banquete para festejar otra nueva aventura, ocasión especial o sencillamente porque sí, los galos se retiran para dormir. La mayoría están completamente borrachos y han de acudir sus mujercitas para arrastrarlos hasta sus chozas; algunos vomitan. Esto es lo que sigue a sus típicos banquetes y hubiera sido interesante, aunque penoso, verlo en alguno de los álbumes. Sólo Asterix y Obelix se mantienen sobrios pues han evitado beber demasiado. Realmente, la noche no ha hecho más que empezar para ellos.

Cuando Obelix llega a su choza y entra a su habitación le espera allí la bella Falbala para hacerle más grata la digestión y el sueño. Quien haya leído “Asterix legionario” sabrá que Obelix se enamoró entonces de esta hermosa muchacha de rostro angelical y exuberante melena rubia hasta las rodillas. Desgraciadamente esta preciosidad tiene novio: Tragicomix, pero desde que éste es legionario sus ausencias son muy prolongadas y sus permisos muy pocos. Para darnos una idea del problema digamos que el servicio en la legión romana duraba nada menos que veinte años y hasta que finalizara el legionario no podía casarse. Pero Obelix prometió a Tragicomix que se ocuparía de que su prometida estuviera bien, y ha cumplido su promesa porque Falbala ya no lamenta tanto las ausencias de su novio… En fin, Obelix se recuesta en la cama completamente lleno e intentando relajarse. Después de haber comido bien hay que cuidar la digestión.

– Te he esperado impaciente, osito mío – le dice Falbala cariñosa antes de besarle.

Se quita el vestido y queda completamente desnuda, como me gustaría verla dibujada. A Obelix le encanta por supuesto y se incorpora perezosamente para abarcar sus pequeños, pero hermosos, pechos con sus manazas. Ella sonríe, adorable, mientras suelta su cinturón para desnudarle a él ella misma. Puede que Obelix no parezca un hombre muy atractivo precisamente pero está muy bien dotado… Para conseguir que su pene quede completamente erecto Falbala lo mueve primero con las manos y luego lo besa con entusiasmo. Sería imposible meterlo en la boca algo con ese tamaño, así que prefiere aplicarse con la lengua en él, sin dejar un solo sitio sin humedecer. Lo recorre desde la base hasta la punta, y cuando comienza a salir algo de semen no tiene inconveniente en tragarlo, esperando la eyaculación. Finalmente Obelix no puede aguantarse más y eyacula gimiendo de placer. Desde luego es tremenda la cantidad de semen que mana de su pene pero Falbala se afana por recogerlo todo, acabando así con la cara pringosa pero feliz porque su “osito” está satisfecho. Después de acabar se pasa la mano por la cara para limpiarse y le pregunta cariñosa a Obelix:

– ¿Te gustaría que te montase ahora, osito?

– Sí, pero tendrás que estimularme para que esté listo otra vez.

A ella no le importa volver a lamer y chupar su pene para que vuelva a estar pronto derecho… Pero el gemido de Obelix cuando eyaculó pudieron oírlo también Asterix y la señora de Edadepedrix que están en la habitación de Asterix (él y Obelix no comparten habitación y mucho menos la cama, por supuesto). Existe cierta polémica sobre cuál de las dos exuberantes galas es más atractiva: si Falbala o la señora de Edadepedrix. Yo, la verdad, elijo a la señora de Edadepedrix, una hembra pelirroja y coqueta de muy buenas formas y algo de carácter. Por cierto, no he podido averiguar el nombre de esta belleza, cosa que no comprendo, y tampoco puedo entender cómo ha podido escoger estar casada con Edadepedrix, el vejestorio de la aldea. Quizás le atraigan los hombres maduros pero hay diferencia entre maduro y decrépito. En cualquier caso no me creo que haya sacrificado sus necesidades por ese hombre… Asterix piensa gozarla esta noche pero dudo que sea el primero con el que sea infiel a Edadepedrix.

– Vaya, veo que tu amigo Obelix se lo está pasando bien – comenta divertida a Asterix cuando oyen el gemido de Obelix, y sin dejar de desnudarse.

Ella le saca a él una cabeza de altura pero el héroe galo es valiente y no se amilana, ni siquiera cuando tiene a una pelirroja escultural desnuda delante de sí.

– ¡Por Tutatis¡ – no puede dejar de exclamar ante semejante mujer y, acto seguido, acude a sus pechos que están a la altura de su cabeza. Le encantan sus pechos y sus pezones duros y colorados.

– Mejor nos vamos a la cama, aquí de pié poco vamos a hacer… – le dice ella irónica por su estatura.

En la cama Asterix promete demostrarle lo que es capaz de hacer un hombre bajo. Cuando está completamente abierta para él, el guerrero galo comienza a besar y masajear sus pies y luego sus piernas mientras se acerca adónde él quiere… Ella gime de placer al sentirle entre sus piernas pues el inteligente galo es hábil con su lengua y sus manos. Su bigote rubio le hace unas cosquillas muy agradables. Asterix opina que está lista y comienza a penetrarla mientras acaricia y besa sus pezones. Se mueve rápido encima de ella y girando las caderas hasta eyacular. Ella gime pero no ha quedado satisfecha porque la penetración ha sido demasiado rápida.

– ¿Qué? ¿Esto es todo? – le pregunta.

– Tranquilízate, esto lo arreglo yo enseguida.

Asterix se levanta y busca entre sus ropas, arrojadas sin consideración a un lado, hasta encontrar su cantimplora, siempre llena de poción mágica para una emergencia, como ésta por ejemplo…

– Esto me pondrá a tono otra vez – dice mientras abre la cantimplora.

– ¿No se supone que la poción mágica es sólo para defendernos de los romanos? – le comenta ella divertida.

– Bueno… Panoramix siempre me da la poción que necesito y, créeme, esto es muchísimo mejor que la viagra, ya verás.

Al momento de beber de la poción Asterix está recuperado y su pene vuelve a estar derecho. Su compañera se queda sorprendida y entusiasmada con el resultado. Asterix se encomienda a Tutatis y vuelve a montarla. La penetración es mejor esta vez y ella queda sonriente esta vez cuando se corre. Pero a ella no le basta y con un trago de poción vuelven a la carga. Todavía repiten unas cuantas veces hasta cansarse.

Mientras Asterix satisface a la señora de Edadepedrix, Obelix y Falbala no lo pasan peor. Otra vez recuperado gracias a la ternura de Falbala, ésta puede cabalgarle. Es mejor así porque puede ser incómodo tener a un hombre tan corpulento como Obelix encima de una. Ella se mueve con alegría sobre él mientras se agita su melena rubia, que parece flotar como si fuera un hada. Al principio se mueve con suavidad pero luego más violentamente pues su “osito” es un hombre resistente. Hay que recordar que Obelix cayó en la mármita de la poción mágica cuando era un niño. Si no, no se explica que pueda resistir los movimientos tan bruscos de su compañera. Ella gime de placer cuando siente el pene tan digno de Obelix moverse dentro de su cuerpo, hasta que no resiste más y decide correrse. Obelix vuelve a gemir aparatosamente y Asterix y su amiguita ríen en la habitación de al lado. Falbala se deja caer sobre Obelix pues está extenuada. Luego besa tiernamente a su “osito” y acariciándole el pecho.

Al día siguiente del banquete nadie madruga en la aldea, salvo Panoramix que acude al bosque a buscar las hierbas para sus pociones bien temprano. Todos los hombres sufren la resaca de la noche anterior y apenas pueden levantarse entre los hoscos comentarios de sus mujeres. Los excesos se pagan. ¿Todos? No, los dos guerreros galos Asterix y Obelix desayunan muy sonrientes y conversando acerca de lo genial que ha sido la noche anterior. Definitivamente ha sido una buena noche que habrá que repetir, quizás intercambiando parejas. Esperemos que haya otro banquete pronto.

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