Soy el marido de una mujer guarrisima y muy puta

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Soy José de Barcelona. Mi nombre no os dirá nada por lo que comunico que soy el marido de una de las mujeres más guarras y putas que haya. A ella sí que la conocéis bien porque escribe contando sus aventuras sexuales, que son muchas y cada vez más cachondas. Ella es Marta, que quiere que la conozcan como “La zorra exhibicionista de Barcelona”.

La verdad es que, desde que nos hemos casado, ha cambiado muchísimo ya que ha pasado de ser una mojigata a ser una de las putas más grandes que he conocido y sabe muy bien que siempre tiene que estar disponible para mí y para mis amigos y luego puede tener todos los amantes que quiera siempre que me cuente lo que hace ya que, como su marido que soy, debo saber con quien y donde está, aunque la mayoría de las veces estoy yo con ella viendo como se la follan y como se exhibe en la calle.

Hace unos días fue el cumpleaños de la zorra de mi mujer

Como buen marido la invité a cenar por ahí, sabiendo que tras la cena vendría lo mejor de la velada y que yo le había preparado sin decirle nada. Marta, como siempre, me preguntó que se iba a poner para la cena ya que quería ir dando el cante y exhibirse en el restaurante, pero yo tenía otros planes así que solo dejé que se pusiera unas medias y un minúsculo tanga que eran tres cordones que se perdían en su culo y en su coño, dejando ver los labios de su chumino, comiéndose la tira del tanga, unos zapatos de tacón de aguja y encima el abrigo.

Ella estaba mosqueada pues sabía, o mejor intuía, que algo raro pasaba. De camino al restaurante le dije que teníamos que ir a buscar a nuestro amigo Ricky ya que vendría con nosotros a cenar.

Me miró extrañada pero se alegró y más cuando supo que tenía un regalo para ella. Llegamos a la casa de Ricky, subimos y al llamar al timbre ella se abrió el abrigo. Cuando salió el amigo, se dieron un gran morreo aprovechando él para sobar bien su cuerpo desnudo. Pasamos dentro y le dio una caja con el regalo. Marta lo abrió y vio que era un vestido de licra negro pero cuando iba a ponérselo, llamaron a la puerta. Le pedí a Marta que, desnuda como estaba, fuera a abrir la puerta.

Así lo hizo y ante ella apareció uno de mis mejores clientes de mi negocio. Era Juanjo, un hombre de 40 años, casado con una chica que es muy celosa pero que lleva unos enormes cuernos ya que, aparte de Marta, Juanjo se tira a toda mujer que pueda sin que la suya lo sepa.

Juanjo y Marta se fundieron en un gran beso y luego él le entregó su regalo que ella abrió rápidamente. Eran unas bolas chinas que, amablemente, él mismo le metió en el coño. Marta quería ponerse el vestido, pero no la dejamos pues aún faltaban dos regalos más. Al poco volvieron a llamar a la puerta y Marta, encantada, fue a abrir encontrándose con Yava, o algo así pues nunca sé como su nombre se pronuncia, un joven de 29 años, negro, muy alto y muy fuerte.

Yava no tenía ningún regalo para mi mujer ya que el mejor regalo era lo que tenía entre las piernas, un rabo de 28cm. En el acto se bajó los pantalones y mostró aquella monstruosidad que Marta agarró con las dos manos y jugó un rato con él hasta que volvieron a llamar al timbre. Yava se vistió y Marta fue a abrir llevándose la gran sorpresa ya que el que llamaba era mi hermano, el último en llegar.

Marta se puso muy colorada pero mi hermano, dándole un beso en la boca, le dio su regalo mientras acariciaba sus desnudas tetas. Era un corsé de encaje negro y ahora sí que le pedimos que se fuese a vestir en la habitación esperándola en el salón tomando una copa.

Mi hermano tiene 32 años

El es alto, guapo y como yo sabía que le gustaba mi mujer por eso le invité a la fiesta. Cuando apareció Marta, nos quedamos boquiabiertos ya que el vestido era súper ajustado, como una segunda piel, además de cortísimo ya que se le veía el inicio de sus redondas nalgas por lo que ella tenía que tirar de él hacia abajo para que le tapase algo, aunque no lo tenía nada fácil pues por más que tiraba más se le volvía a subir. En dos coches fuimos al restaurante donde teníamos mesa reservada.

Al llegar, Marta entregó su abrigo y entonces fue el centro de atención de todo el mundo. Incluso los camareros se peleaban para servirnos ya que la muy puta se abría de patas cuando venían ellos y se ponían a su lado para servirle, subiéndose, la muy zorra, el vestido y pasándose los dedos por el coño sacando y metiendo las bolas.

Cenamos bien pero nos encargamos de que Marta bebiera mucho para ponerla contenta ya que el alcohol la vuele mucho más zorra de lo que ya es. Tras pagar, Marta fue al lavabo y vimos como dos camareros la seguían diciéndole algo. También vimos como ella les cogía de la mano y los metía en el lavabo con ella.

Mi hermano y yo nos dirigimos al servicio y al entrar vimos a Marta que estaba comiéndose la polla a los dos. Justo fue entrar y ellos correrse en la boca de mi mujer. Mi hermano no daba crédito a lo que veía. Salimos y nos fuimos de bares por algún que otro pub donde dimos el cante todos ya que bailamos con Marta y todos le metimos mano dando lugar a que un chico se animase y sacase a bailar a mi mujer.

En una ocasión un chico joven pidió bailar a Marta y en medio de la pista se morrearon, él le subió el vestido acariciándole el coño y el culo. Marta, en correspondencia, le sacó la polla y le masturbó un poco en la pista, luego se lo llevó al reservado donde se arrodilló ante él y le hizo una mamada espectacular. El chico se corrió en su cara pero cuando dijo que quería follarla, ella le dijo que no y se vino con nosotros.

Una vez en casa, propuse que debíamos follarla de uno en uno estando yo presente cada vez. Lo echamos en suerte y quedamos en que primero la follaríamos por el coño, luego por el culo y si quedaban fuerzas, por la boca. El primero fue Ricky que entró en la habitación conmigo, tiró a mi mujer en la cama, se desnudó y con su polla tiesa se puso sobre Marta, le apartó el minúsculo tanga y se la metió en el coño hasta los cojones.

Marta gemía como una golfa y la muy puta tenía el coño encharcado ya que a cada embestida de Ricky se oían los chapoteos. Ricky se corrió enseguida, le dejó toda su leche en el coño, se retiró y entró Juanjo que ya venía en pelota y con la polla muy dura que, rápidamente, metió en el coño de mi mujer. Marta, muy abierta de piernas, se dejaba follar. Se corrieron los dos a la vez entre fuertes gritos de placer y al retirarse Juanjo entró Yava, con su descomunal polla durísima y gordísima.

El hombre se puso sobre ella y empezó a penetrarla por su coño húmedo. A Marta le hacía daño pero poco a poco, aunque al principio le costó, vi como conseguía metérsela por completo. La muy puta se corrió al notarla toda dentro, chillando como una guarra.

Se corrió varias veces y daba la sensación que se meaba ya que, con sus corridas, puso las sábanas empapadas. Yava se corrió en su coño y cuando le sacó la polla, a mi mujer le salía gran cantidad de leche del coño que le resbalaba por los muslos y el culo. Ahora era mi hermano el que ocupaba el chocho de mi esposa y mientras se la follaba ella le besaba y él no paraba de sobarle las tetas a la vez que Marta le decía las ganas que tenía de follárselo.

Mi hermano se corrió enseguida y cuando Marta se levantó, de su coño salió un torrente de leche de todos sus amigos y que ella cogió con la mano para llevársela a la boca lamiendo sus dedos con lascivia. Ayudé a Marta a darse la vuelta, colocándola a cuatro patas con el culo muy elevado para que ahora, uno a uno, le diesen con la polla por el culo.

Esta vez preferí que estuvieran todos presentes mientras le follaban el culo y sorteamos el orden. Para mí fue un enorme placer ver como cuatro hombres desnudos, con sus pollas muy tiesas, hacían cola para dar por el culo a la guarra de mi esposa. Yava fue el último en metérsela en el ano ya que por ser la más gorda, era mejor ir abriéndole el culo poco a poco.

Mi hermano fue el primero, luego Ricky y el último Juanjo. Uno a uno se fueron corriendo como locos y Marta casi no podía mantenerse sobre la cama a cuatro patas ya que no llevaba la cuenta de las veces que la muy puta se había corrido. Yava se colocó detrás de Marta.

Del culo de ella salía un reguero de leche que mojaba sus muslos y su coño, pringándole los pelos del coño y goteando sobre la sábana. El negro apoyó el capullo en la entrada del culo de mi mujer y de un golpe seco y fuerte, se la clavó casi entera. Marta dio un alarido terrible y comenzó a gritar que le dolía muchísimo. Por supuesto que Yava no le hizo caso y empezó a follar su bonito trasero.

Mi esposa lloraba de dolor y nosotros estábamos alucinados de ver como aquella enorme polla podía entrar en el culo de mi mujer ya que, aunque lo tenía abierto, la verga era monstruosa.

Yava se corrió en su culo mientras Marta seguía con lágrimas en los ojos, y cuando se la sacó, vimos un torrente de esperma salir del dilatado agujero y caer sobre la cama. Marta quedó tumbada y se quedó dormida por lo que la dejamos descansar un rato y fuimos al salón a tomar una copa.

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