La mama de mi alumno es mas que una puta en celo
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Llevaba meses observándola desde la ventana de mi clase a aquella mama que traía a su hijo pequeño a la clase de al lado. Ana era una mama un tanto moderna y liberal de un pequeño pueblecito, una mujer estupenda que a pesar de que ya estaba en los 36 años y era madre de dos hijos, sus tetas se mantenían tan tiesas como las de una jovencita de 18 años con un trasero duro y de una preciosa forma redondeada. Todo ello acompañado de una bonita cara.
Dada mi situación laboral, soy profesor sustituto; tengo la gran suerte de conocer a las mamas de los machismos alumnos que han pasado por mi aula en los diferentes centros en los que he estado. He conocido a mamas con las que apenas mantenía reuniones pues no me resultaban lo suficientemente atractivas y unas mamas estupendas con las cuales cualquier razón era buena para comérmelas con la mirada. Ana era una de ellas, que a pesar de no ser mama de ninguno de mis alumnos, se convirtió en protagonista de mi fantasía. Me encanta hacer feliz a las mujeres casadas que no son debidamente atendidas por sus maridos.
Un buen día tuve la gran suerte de llegar el primero a la escuela y ver sobre la mesa del director la ficha de uno de los hijos de Ana donde tenia su dirección y su teléfono, datos suficientes para ponerme en contacto con ella si es que reunía el valor suficiente para realizar lo que desde hacia tiempo se había convertido en una fantasía sexual peligrosa, follarme a las mamas más guapas de la escuela. Rápidamente cogí un papel y un boli y copie todo sus datos mientras mi corazón latía fuertemente y mi mano temblaba de manera exagerada.
Me pase todo el curso dudando en dar el paso o no, era mucho lo que me jugaba, si a Ana le molestaba mi actitud posiblemente acudiría al director con lo que ello supondría para mí, vergüenza ante mis compañeras y posiblemente apertura de expediente, o sea aunque apunté no disparé. Por este temor espere al siguiente curso en el cual no estaría en el mismo centro y no me vería envuelto en semejante problema. Harto de mojar mis sabanas blancas en la oscuridad de mi habitación pensando en lo que podía haber sido y no fue, con más calentón que esperanza, le escribí una carta invitándome a proporcionarle lo que ella quisiera con dulzura y cariño. Nunca pensé en que aquella carta tendría contestación a las dos semanas de ser enviada. Sonó mi teléfono móvil y una voz dulce preguntaba quien era yo.
– ¿Qué quien soy yo? ¿Y tu quien eres? Eres tú la que me estas llamando.
– Ya… ¿Y como tengo yo el número de tu teléfono móvil?
Al oír estas palabras comprendí que la mujer que tantas veces había deseado estaba al otro lado del teléfono, era Ana, pues muy pocas personas tenían mi número de teléfono, solo aquellas que me interesaban que lo tuvieran y Ana lo tenía por que se lo había mandado en la carta. Tras un momento de perplejidad, pues no esperaba contestación alguna a aquella carta; reaccione y entable una conversación con ella. Tras varios días de mensajes quede con ella en un lugar tranquilo y apartado para echar uno de los mejores polvos de mi vida.
Apareció a la cita vestida con una minifalda negra que dejaban ver sus estilizadas preciosas piernas y una blusa negra ajustada que marcaban sus redondeadas y tiesas tetas. Tras dos besos de presentación fríos y tímidos comenzamos a charlar sobre la carta y sobre nuestra situación y pronto comprendí que Ana sería la que me ayudaría a realizar una de las fantasías que más había deseado desde que termine la carrera. Tras un largo periodo de conversación, sus constantes cruces de piernas consiguieron hacer despertar a mi miembro que apretaba con fuerza hacia fuera queriendo participar en aquella conversación que cada vez se iba poniendo mas caliente.
No pude mas, mientras me contaba alguna de las batallitas de su hijo, me acerque a ella, la cogí de la mano y se la puse sobre mi paquete a la vez que le metía la lengua en su boca con intención de unirla con la suya y una de mis manos se posaba sobre uno de sus senos. Me puse detrás de ella y comencé a besar su nuca y los lóbulos de sus orejas mientras soltaba los botones de la blusa. Una vez sueltos todos, comencé a masajearle sus dos senos notándolos duros y con los pezones erectos. Sus tetas estaban envueltas en un sujetador de lycra con u precioso bordado semitransparente que no tarde en quitárselos y adueñarme de ellos como recuerdo junto al tanga con el que hacia juego y que se lo fui quitando poco apoco metiendo mis manos por debajo de su minifalda. El olor que emanaban aquellas prendas hicieron que aun me calentara mas y rápidamente me desnude para tumbarme encima de ella.
Cada vez que la palma de mi mano recorría su arregladito coño y uno de mis dedos pasaba entre sus labios inferiores, Ana gemía de placer y se pellizcaba sus pezones excitándose aun más. Lamí sus senos, sus pezones, sus caderas, la cara interior de sus muslos haciendo que se calentara mas y más. Todo estaba listo para introducir el pan en aquel horno ardiente. La tumbe sobre una de las mesas de aquel merendero apartado y escondido, flexiono sus piernas para ponerlas sobre mis hombros y dejarme su estupendo coño bien visible y la fui penetrando poco a poco sintiendo todo su calor en mi glande. Una vez que ya la tenia dentro comencé a follármela suavemente observando el vaivén de sus tetas por cada golpe de cadera que le propinaba, por cada envestida de mi polla que me iba excitando mucho mas aun. Tras un buen rato, la excitación de ambos izo que aumentáramos el ritmo y que nos corriéramos juntos de una manera brutal.
Mi fantasía se había cumplido, a pesar de que no era la mama de ninguno de mis alumnos, era la mama más excitante y más caliente de aquel pequeño colegio. Desde aquel día mantenemos una bonita amistad, nos mandamos mensajes ardientes, nos regalamos cosas excitantes y de vez en cuando repetimos e intentamos mejorar aquel primer polvo. Todo bajo un secretismo total.
Una vez cumplida mi fantasía, he buscado otras fantasías como tirarme a alguna de mis compañeras de trabajo, fantasía que acabo de cumplir durante este curso y que ya os la narrare otro día.
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