Un viernes de borrachera y desenfreno entre amigas
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Era viernes. Hacía mucho tiempo que no nos juntábamos todas las amigas y llevábamos tiempo organizándolo. El viernes fue el día elegido ya que una de mis amigas tenía la casa libre todo el fin de semana y como hacíamos antes, decidimos ir a dormir a su casa. Nada más llegar, comenzamos a preparar la cena entre todas. Hicimos un par de tortillas de patata, un par de ensaladas y preparamos distintos aperitivos para picar. Todo fue acompañado de vino y sidra. Ya con el café, comenzamos con los combinados. Algunas bebíamos vodka con naranja y otras, ron con coca-cola.
Decidimos salir de fiesta puesto que teníamos “cuerpo golfo”; como decimos cuando tenemos ganas de fiesta. Antes de salir, a una amiga se le ocurrió grabar la película porno que echaban en Canal +. Era algo que ya habíamos hecho otras veces así que lo pusimos a grabar por curiosidad. La noche fue genial. Disfrutamos muchísimo haciendo el payaso por los bares. Hacía mucho tiempo que no salíamos juntas y se notaba que todas lo echábamos de menos.
Hacia las cinco de la mañana, algunas decidimos volver a casa. Cuando llegamos, estábamos ya muy bebidas y algunas se fueron directamente a dormir. Nos quedamos tres amigas. Aprovechamos para ver la película grabada. Una de mis amigas me pidió que le diera un masaje. Resultaba normal entre nosotras darnos masajes así que nos colocamos en el suelo y me subí encima de ella que estaba de espaldas, rodeándole con las piernas. Mi otra amiga se sentó en el sofá que se encontraba detrás y se apoderó del mando. Puso la película porno y yo comencé a subirle la camiseta a mi amiga. Ella me facilitó la tarea y me dijo que le soltara el sujetador. Lo había hecho mil veces pero no sé por qué razón, esta vez estaba nerviosa. La situación era extraña. Yo dándole un masaje a mi amiga mientras veíamos una película porno de lesbianas. Y además completamente borrachas. Llevaba un sujetador muy original. Era de diferentes colores a rayas. Le solté el sujetador y ella se lo quitó completamente; le debía molestar. Al quitárselo enseñó el pecho. Lo tenía muy bonito. Sus pezoncitos eran rositas a diferencia de los míos. No eran muy grandes aunque tampoco eran pequeñas. Entraban bien en la mano.
Continué con el masaje. Tenía la piel blanca y muy suave. Tenía una figura bastante estilizada; se le marcaba la cintura. Me llamó la atención las pecas que tenía pues nunca me había fijado en ellas. La película comenzó fuerte desde el principio. Comenzó con dos amigas que se encontraban y disfrutaban del sexo conjuntamente. La primera escena fue un lésbico entre ellas utilizando diferentes juguetes. He de confesar que yo tengo algunos juguetes con los que disfruto muchísimo. Las escenas variaban de lugar; en un bar, en un sex shop, en una fiesta,… también se incorporaban personas en las escenas.
Yo me estaba excitando mucho. Continuaba masajeando a mi amiga sin quitar la vista del televisor. Mi excitación aumentaba cada minuto. Sin darme cuenta, comencé a moverme encima de mi amiga mientras le acariciaba la espalda. Todo muy sigilosamente, claro. Mi amiga no se daba cuenta. El movimiento de cadera era muy sutil pero muy eficaz. El roce cada vez me excitaba más. La película iba subiendo cada vez más de tono y yo mientras, intentaba disimular el movimiento y por supuesto, la excitación. Mis manos se deslizaban debajo de la cintura atravesando las braguitas blancas que llevaba mi amiga.
Sin darme cuenta, estaba fuera de mí. En la película estaban las dos amigas disfrutando de toda su sexualidad y yo dejaba correr mi imaginación mientras la masajeaba. Las manos se me deslizaban por los costados acercándome cada vez más al pecho que ya conocía a la perfección. Lo extraño de todo era que me había duchado muchas veces con mis amigas y nunca se me pasó por la imaginación que me pudiera excitar una situación como la que se planteaba. Estoy convencida que la película tuvo mucho que ver en mi excitación ya que las uso mucho para autocomplacerme. El alcohol también tuvo mucho que ver en mi desinhibición. La cuestión es que yo estaba disfrutando mucho de la situación. Mis movimientos eran muy sigilosos y mis manos, por los suspiros de mi amiga, muy habilidosas.
De repente, fui consciente de la presencia de mi otra amiga. Se me había olvidado por completo que se encontraba allí. La verdad es que no había hablado durante todo ese rato. Ese instante hizo que volviera a la realidad. Dejé de moverme y paré el masaje diciendo que ya era suficiente. No creí que se hubiesen dado cuenta de nada o por lo menos no la que recibió el masaje. Nadie habló de aquello y nos incorporamos al sillón. Comenzamos una conversación sobre la película que empezó a desvariar. Empezamos a contarnos experiencias sexuales y el alcohol hizo que surgieran confesiones alucinantes. A mí se me soltó la lengua y les relaté lo que os conté a vosotros; lo del amigo de mi novio. Aquel famoso cunnilingus causó estragos en mis amigas. Se quedaron anonadadas y me hicieron mil preguntas.
Después de ver la película (a medias), decidimos irnos a dormir, no antes de bebernos la última copa. Había camas para todas. La casa es muy grande; tiene dos pisos. Ya estaban algunas amigas durmiendo así que fuimos a otra habitación. Había una cama de matrimonio así que pensamos en dormir dos en una misma cama. La del masaje dijo que se quedaba en el sofá esperando a las otras amigas que aún no habían vuelto. Nos dimos las buenas noches y mi amiga y yo nos metimos en la habitación. Estaba la calefacción encendida y hacía calor, con lo que me quité la falda que llevaba puesta y me quedé en tanga. Llevaba un tanga negro con puntilla y una camiseta blanca sin sujetador (ya me lo había quitado en el sofá). Se me transparentaban los pezones oscuros que estaban completamente empitonados. No me daba vergüenza ya que nos habíamos visto desnudas millones de veces. Ella llevaba un camisón corto con el que se le veían las braguitas. Eran completamente blancas y de ellas se asomaba el culito que lo tenía completamente duro gracias al deporte que practicaba. Habíamos dormido muchas veces juntas así que no era nada extraña la situación. Nos metimos en la cama y apagamos la luz después de darnos las buenas noches.
De ahí a un rato, que no sé cuanto pudo ser porque yo ya estaba muy adormecida, sentí unos dedos rozando mi piel. Pensé que estaba soñando y tardé un rato en reaccionar. Cuando fui consciente de lo que pasaba, la mano ya estaba muy cerca del pecho y me asusté un poco. Ahí me despejé completamente y empecé a comprender lo que sucedía. Mi amiga me estaba rozando con la mano consciente o inconscientemente. No podía pensar que lo hiciera queriendo, así que le dije que se despertara, pensando que estaba dormida. De pronto ella dijo que estaba despierta. Fue lo único que dijo mientras su mano llegaba a mi pecho derecho. Agarró la teta con la mano extendida y la apretó varias veces mientras acercaba la otra mano hacia mi piel.
Yo me encontraba paralizada. No podía reaccionar. Su respuesta me dejó inmóvil. Su segunda mano descendió por mi cuerpo. Me rozó los muslos mientras me pellizcaba el pezón. Mis músculos comenzaron a relajarse y mi mente comenzaba a funcionar muy lentamente. Sus manos eran muy habilidosas y excitantes. Me comentó que había estado observando el masaje y que se había calentado mucho conmigo. La situación le pareció increíblemente morbosa y me confesó que desde el principio del masaje me había estado observando mientras se masturbaba. Me quedé helada. Esto ya había llegado muy lejos. Con toda esta información, me subió el vodka a la cabeza y me confundió más de lo que ya estaba. Mi amiga continuó tocándome y la mano se deslizó por el tanga hacia mi coñito depiladito. Eso hizo saltar a mis pezoncitos. Tengo que decir que ellos son independientes a mí. Aunque yo no quiera, si estoy excitada, ellos se endurecen y se contraen en forma ovalada. Siempre me delatan. Mi amiga no desaprovechó ocasión y comenzó a reírse. Me dijo que no hacía falta que dijera nada pues los pezones lo habían hecho por mí. Ella era consciente que aunque aún no reaccionaba del todo, estaba excitada y que podría llegar a excitarme mucho más. Me dijo que me relajara que no iba a hacer nada que no quisiera y que tampoco iba a salir el secreto de esa habitación.
Yo ya no pensaba en nada. Me encontraba un poco mareada y a la vez, tremendamente excitada. Esa mezcla hacia que pareciese casi irreal. Parecía un sueño. Un sueño realmente maravilloso. Me tenía totalmente vencida con sus caricias. Los dedos hacían su trabajo rozando a la vez los labios y el clítoris. Se deslizaban sin dificultad gracias a que estaba completamente mojada. Mi amiga se inclinó hacia mi cuerpo y me chupó el pezoncito. Estaban muy contraídos. Me daba pequeños mordisquitos mientras los succionaba como si fuesen un caramelo. Yo estaba en el séptimo cielo. No podía dejar de suspirar. No podía pensar en nada; tenía la mente en blanco. Sólo podía disfrutar. Comencé a jadear. Mordí la almohada para que no se me escapase ningún gritito. Mi amiga se dio cuenta que estaba muy excitada y paró de repente. La habitación quedó en silencio y yo sin habla. ¿Cómo podía parar así sin más? Estaba completamente excitada y no quería que acabase así. Ahora ya no. Tardó unos segundos en hablar pero a mí se me hizo como un año. Quería explotar, ya no podía dar marcha atrás. Habíamos cruzado una frontera sin retorno.
Comenzó a tocarme los pezoncitos mientras me contó sus planes. Me dijo que a ella le encantaría terminar lo que había empezado pero no en ese momento. Me dijo que también quería disfrutar y quería saber lo que sabía hacer yo.
A mí no me costó mucho reaccionar. Era justo. Recordé mis fantasías lésbicas y decidí que era un buen momento para llevarlas a la práctica. Comencé a tocarle el culo. Tenía un culito muy duro. Metí mi mano dentro de las bragas y agarré el culo con fuerza. Estaba muy… muy excitada y eso lo transmitía en las caricias. Comencé a besarle el cuello. Lo besaba y lo lamía. La orejita tampoco se libró. Me encontraba completamente desatada. Ella me tocaba mientras yo me subía encima de ella. Aprovechó para chuparme el pezoncito puesto que lo tenía enfrente. Yo se lo aparté ya que era su turno y me acerqué a chupar sus tetas. Las toqué y las agarré con las dos manos. Rellenaban perfectamente la palma de mi mano. Los pezoncitos los tenía duritos aunque bastante menos que los míos. Los tenía rositas como los de mí otra amiga. Los mordisqueé y los chupé sin descanso mientras me movía encima de ella. Mi excitación continuaba en aumento, igual que mi deseo. Comencé a perderme por el edredón. Descendí hasta abajo y le deslicé las braguitas por los muslos mientras mis dedos rozaban su piel. Se las quité y le palpé el chochito. Tenía pelo aunque muy poquito. Rocé los labios con los dedos y le separé los labios menores. Me acerqué y pasé mi lengüita por los labios. Sabía bastante bien. Estaba muy mojadita y cada vez que pasaba mi lengua, sentía como se estremecía. Aceleré la velocidad de mi lengua por egoísmo propio. Quería explotar ya, así que quería acelerar su orgasmo para que luego me proporcionase otro a mí. No podía más. La situación y la bebida me tenían enloquecida. Ella jadeaba cada vez más fuerte y el corazón parecía que le iba a explotar. Debajo del edredón no le veía la cara pero estoy convencida que era de puro placer. Le pellizcaba los pezones y chupaba y succionaba el clítoris salvajemente. De repente, oí un grito ahogado y sentí como se le tensaban los músculos de las piernas. Se tensaron y estiraron con fuerza hasta que se relajaron. El coño lo tenía muy inflamado y mojado. Ella se encontraba exhausta pero yo tenía muchas ganas de continuar. Me aparté hacia un lado y le dejé respirar.
Creo que no pasaron diez segundos cuando le dije que yo también quería disfrutar. Ella me dijo que había estado genial su orgasmo y me aseguraba otro igual para mí. Comenzó de nuevo con los pezoncitos. Los succionaba con brusquedad. Me chupó el cuello, la oreja,… y me besó infinitas veces. Por primera vez me besó en los labios. Eran besos apasionados. Las lenguas sincronizaban a la perfección. Volvió a mis pezoncitos. Ya los tenía completamente contraídos. Cada roce hacia vibrar todo mi cuerpo; me encontraba en otra dimensión. De repente, desapareció en la cama. Sentí como su boca mordía el tanguita y ayudada con las manos descendía hasta los pies. Me quitó el tanga y comenzó a chuparme los pies. Subía con la lengua por la pierna mientras deslizaba a la vez las manos por la piel. Me besó los muslos mientras abría completamente mis piernas. Entonces me besó el chochito.
Subió y me besó en los labios diciendo que la sorpresa le había gustado. Supuse que se refería a mi chochito completamente depilado. Bajó y continuó con la lengüita. Me lamía todo el coño y a mí ya me quedaba poco. Me pellizcaba los pezoncitos como a mí me gusta. Continuó chupándome cada vez con más ahínco y yo ya no pude soportarlo más. Me corrí. Sí, me corrí como pocas veces lo había hecho. Mis piernas se tensaron como las de mi amiga. Solté un grito que no pude ahogar. Mi amiga se incorporó a mirarme y sonrió al verme la cara. Supongo que era de puro placer.
En ese momento se oyeron unas risas fuera de la habitación. Mis amigas habían llegado en ese mismo instante y tuve miedo de que nos hubieran oído. Entraron a la habitación sin llamar: es costumbre en nosotras cuando estamos bebidas. Estaban muy borrachas y querían seguir la juerga en casa. Nosotras les dijimos que estábamos muy cansadas y que no armasen mucho ruido. Cerraron la puerta y respiré con alivio. Nadie había oído nada. Mi amiga me miró, sonrió y me dio un beso en la boca. Me dijo que no me preocupara. Se la veía muy calmada y eso me tranquilizó. Le sonreí y nos acostamos juntas. Supongo que tardé un instante en dormirme porque no recuerdo nada más de aquella fantástica noche.
Al día siguiente se lo conté todo a mi novio porque supuse que le gustaría la historia. No es que seamos infieles pero podemos decir que a él no le importa en el caso de ser un lésbico. No es que no le importó, sino que le encantó la historia y la utiliza en muchas de sus masturbaciones. Supongo que muchos hombres lo entenderéis.