El diario de Marta la cachonda (IV)
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Me hacían falta unas mini-vacaciones, más si estaban cargadas de momentos tan excitantes… Por fin he podido disfrutar de un descanso después de los días tan duros de trabajo, lástima que haya salido con un tiempo tan malo. La semana pasada no pude escribiros, entre unas cosas y otras me faltó tiempo para sentarme a poner algo. Total, fueron unos días muy normalitos, con trabajo y poco más. Lo que me esperaba el fin de semana eran unos días libres, sin trabajo y lista para desconectar.
Sabía que libraba el viernes, sábado y domingo. Durante la semana fui hablando con varios amigos a ver si se apuntaban a irnos a algún sitio. Al principio dijeron que si, que les apetecía salir un poco de Valencia, pero cuando vieron que el tiempo se ponía chungo hacia el final de semana y decían que el fin de semana iba a ser peor, se rajaron y pensaron que era mejor dejarlo para otro fin de semana.
Me jodió mogollón, porque ellos no trabajan los fines de semana y yo no suelo librar, así que hablé con Guiseppe para ver si se querían venir a algún sitio, también se lo dije a Carlitos, a él se lo había dicho desde el principio, solo que tardó en responder. A estos que les falta tiempo a apuntarse a un bombardeo, dijeron que sí enseguida. Otros de los que esperaba respuesta era de mi primo y Rosa, que si pudieron.
Al final los que nos fuimos éramos Carla, Guiseppe, Alberto, Rosa, Carlitos y yo. Lo de elegir un sitio donde ir a pasar el fin de semana fue algo rapidísimo, nos reunimos el jueves por la tarde en el piso de Guiseppe y buscamos un pueblecillo no muy lejano donde poder ver la nieve que anunciaban que iba a caer. La decisión final fue Alcalá de la Selva, que ya fuimos una vez y estuvo muy bien.
Nos fuimos con todo el sábado por la mañana y allí vimos nevar a base de bien, como pocas veces habíamos visto. La casa era una pasada, con una buena chimenea, que le metimos la caña que hacía falta para no pasar frío. Nos apañamos muy bien a la hora de cocinar. Pero lo más divertido del fin de semana lo protagonizaron mi primo y Rosa. No se cortan un duro a la hora de… en fin, ahora os lo cuento.
Carla hizo lo mismo que la otra vez, cuando fue a ponerse el pijama, para no pasar frío en su habitación, se puso delante de la chimenea. No le importaba que los demás estuviéramos allí. Ella se plantó allí y empezó a quitarse la ropa poco a poco. Tiene estilo hasta para eso. Lo que pasa es que esta vez pasó algo más que no pasó la otra vez. Se quitó el sujetador y se puso el pijama por completo, mientras los demás inevitablemente mirábamos. Carlitos estaba alucinado, mirando disimuladamente. A mi no me importaba, si eso iba a provocar que luego estuviera más excitado cuando nos fuéramos a la cama, pues mejor (eso es lo que pensaba en ese momento).
Lo que no me esperaba es que Rosa, que había bebido demasiado vino, imitara a Carla y empezara a desnudarse delante de la chimenea también. Pero ella tenía que dar la nota y empezó a hacer como un striptease, acabando en pelota picada y tonteando con el tanga, si se lo quitaba si no se lo quitaba. No se lo llegó a quitar. Mi primo, se plantó delante de ella, la sentó encima de él y tocándole las tetas empezó a decir “¿Quien se va a comer estas hermosas tetas?” Ella le siguió el juego y empezó a tocarle el paquete diciéndole “¿Y quién se va a comer esto?”.
Los demás nos descojonábamos, pero no nos acabábamos de creer lo que veíamos. Eso no era nada. Se puso el pijama y se me quedó mirando. Se levantó hacia mí diciéndome que solo faltaba yo. La verdad es que hacía más calor delante de la chimenea que en la habitación y solo cuando se pusieron a corear que me desnudara… ” Que se desnude, que se desnude…” decidí hacerlo. Total, me han visto desnudos los tres y ellas no, pero no me daba corte. Empecé y cuando me quedé con las tetas al aire se me acercó Rosa y me las cogió partiéndose el culo.
Se puso a decir “¿Quién se va a comer estas?” y señalaba a Carlitos gritándole “¡Tuuuu!” A él le daba vergüenza, pero se reía también, que podía hacer. Me puse el pijama. Rosa siguió con el espectáculo y empezó a animar la cosa para que fuera ellos los que se desnudaran delante de la chimenea y delante de nosotras, que era lo más excitante. Carla y yo nos apuntamos a los cánticos para que ellos hicieran lo mismo. Como no se movían, Rosa se puso en pie y fue directa a por Alberto, lo plantó delante de ella y le desabrochó el pantalón, él no decía ni pío. Le quitó el pantalón y se quedó en gallumbos. Ahí no acababa todo.
Le dijo que siguiera él, pero no quiso, así que ella le cogió los huevos con la mano y le amenazó que lo haría ella. Con una mirada nos bastó a las chicas para levantarnos a ayudar. Le sujetamos bien y le quitamos los calzoncillos, nos pusimos a gritar como histéricas. Pero Rosa no había terminado, os recuerdo que si a ella no le importa hacerlo con Alberto en sitios públicos, no le se iba a cortar a la hora de hacer algo más… Y delante de todos.
Bueno, ya os lo cuento en otro rato, que estoy cansada ya de teclear.