Mi primera vez como gay – Relato homosexual

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Me llamo Juan Pablo, profesional de 26 años y voy a relatar como cambió mi vida a partir de la confesión que me hizo un amigo de la infancia hace tan solo unos meses.

Gonzalo tiene 30 años. Es arquitecto y nos conocemos de toda la vida. La amistad que forjaron nuestros padres desde su adolescencia dieron lugar a dos familias de estrecho vínculo e inquebrantable amistad. Cuando se casaron con sus novias, nuestras madres, decidieron comprar casas vecinas en una playa de Uruguay en donde pasabamos las temporadas de verano completas desde que nacimos,

Los 4 años que me lleva fueron una distancia enorme durante la infancia que se fue acortando rapidamente en la adolescencia, etapa que nos fue uniendo en verdadera amistad verano tras verano. Crecimos compartiendo las temporadas estivales de diciembre a marzo durante muchísimos años. Durante el resto del año en la ciudad eran muy pocas las ocasiones en las que nos veíamos a pesar de la gran amistad de nuestros padres. Las distintas profesiones que ejercían y fundamentalmente el vivir en puntos opuestos y muy distantes de los alrededores de la ciudad hacía que no fuera posible la cotidianeidad y que tuvieramos vidas sin nada en comun que compartir. Sólo nos unía el verano y la feliz, divertida y despreocupada vida de las largas vacaciones que compartíamos.

Durante la adolescencia Gonzalo era el líder natural de chicos y chicas que conformabamos un nutrido y variado grupo de amigos de verano. Su carsma hacía que todos lo siguieramos y que fuera mi ídolo. Las más lindas adolescentes morían por él. Fachero, físico de rugbier, simpático y seductor lo convertían en un mujeriego insaciable que siempre conseguía a la mujer que deseaba. Su influencia me fue llevando por el mismo camino. Aprendía de él y me fue enseñando sus secretos de conquistador. Con el paso de los años fui pasando de discipulo a ladero y compinche de aventuras formando una dupla temible y ganadora. Además del gusto por la diversión y las mujeres nos unía la pasión por el rugby que los dos jugábamos y el fanatismo total por un equipo de fútbol.

Cuando comenzó la universidad y afianzó su noviazgo con una de sus conquistas esos veranos que conocíamos fueron transformandose en períodos mucho más cortos hasta ir desapareciendo totalmente. Comenzaron a transcurrir los años sin ningún contacto.

Tres acontecimientos disímiles hicieron que nos encontraramos tantas veces en muchos años. Primero el fallecimiento de mi padre, años más tarde su casamiento y meses después también la muerte del suyo.

Recién hace pocos meses, después de años de no saber nada de nuestra vidas, volvimos a encontrarnos.

Después de casi dos años de ejercer con bastante exito mi profesión , viviendo todavía con mi madre en la casa familiar y finalizado un largo noviazgo, necesitaba independizarme. Compre un departamento antiguo para irme a vivir sólo y lo llamé a Gonzalo para que me asesorara como arquitecto en algunas reformas y arreglos que necesitaba la propiedad además de querer verlo y saber que era su vida.

El reencuentro fue emotivo y alegre. Recordando y añorando esos estupendos veranos compartidos. Mientras recorriamos la propiedad la conversación alternaba entre lo que yo pretendía y el aconsejaba , el ponernos al tanto de nuestras vidas y las jugosas anécdotas, lo que derivó en que luego de varias horas no pudiéramos terminar de concretar nada. Así pues y con el ojetivo de ordenarnos un poco convinimos en encontrarnos a cenar para hablar solo de lo personal y otro día dedicarnos exclusivamente al departamento.

Nos reconocimos vernos tal cual años antes, como si los años no nos hubieran afectado o transcurrido. Fisicamente lo encontre igual y el me dijo verme mucho más fachero e igual de pendejo que siempre.Nos divertimos mucho. No me sorprendio que me contara lo bien que le iba y que tuviera muchísimo trabajo. Sí me sorprendió cuando me contó que su matrimonio había durado apenas un año, más aún que no estaba en pareja y que estaba viviendo con su madre en la casa familiar de siempre.

Le conté mi situación y la necesidad que sentía de volver a la diversión, a la joda. me dijo que el estaba muy tranqui, laburando a full, que cuando se separó habia estado un tiempo dedicado a full a la noche y que la iba a pasar genial si me dedicaba, Además que estaba dispuesto a acompañarme en el inicio del recorrido. Era el momento justo para volver a las aventuras. Jóvenes, exitosos, facheros y libres.

Dedicó exclusivamente un arquitecto – decorador de su estudio y casi una docena de obreros a las reformas de mi departamento para terminarlo cuanto antes. Mientras tanto salíamos muy seguido de joda, tanto los fines de semana como algunos dias de semana. La pasábamos estupendamente bien. Gonzalo seguía siendo el ganador de siempre en una versión aún mejorada. Manejaba la noche y las situaciones en todos los boliches a los que íbamos. Disfrutábamos de las mejores mujeres mil veces mejor que en la adolescencia. Desde las más jovencitas a las más maduras las teníamos a todas a nuestra merced y deseo. Nuestra vida era una fiesta.

Al poco tiempo me mudé al departamento que habia quedado espectacular. Rapidamente se fue convirtiendo en el destino de nuestras conquistas y en el centro de la joda. Cada vez mas tiempo pasábamos allí con las mujeres que en discos o bares. Habíamos conseguido el lugar ideal donde terminar nuestras aventuras muchas veces convertido en el unico y exclusivo lugar donde transcurrian.

Al cabo de un par de meses de ritmo vertiginoso un viernes por la noche nos encontró en el depto. planeando el comienzo de un fin de semana que pintaba perfecto. No sé si fue obra del cansancio y del agotamiento que empezabamos a sentir que lo que sería una cena en un restaurant de moda se convirtió en un relajado y más comodo pedido de delivery a domicilio. La charla tranquila y muy distendida nos fue haciendo olvidar los objetivos iniciales y el relax que conseguimos nos perpetuó a quedarnos allí. Solos, cómodamente charlando nos descubrimos tan a gusto que olvidamos por completo nuestra intenciones primerias de salir a devorar la noche como habitualmente hacíamos.

Tirados en un amplio y descansado sofá llevabamos un par de horas charlando de nada en particular cuándo Gonzalo me manifestó que hacía exactamente diez años que lo perseguía una duda. Se quedó mirándome con un gesto muy particular. En silencio yo no lograba entender a que se refería. Con un relato lento, minucioso me fue guiando a una tarde de verano, cuando yo tenía 16 años y el 20. Cuando recordé exactamente la situación que me refería quedé inmovil y sorprendido. Nunca hubiera imaginado que pudiera recordarme esa escena que pensé había quedado condenado al olvido eterno. Intimamente en diez años lo habia recordado pocas veces convenciendome de haber sido una jugada producto de la adolescencia. Una tipica fantasía que no pude manejar por un instante y que con su actitud Gonzalo había demostrado no percatarse. Hasta ese momento.

Aquella tarde de verano con una excusa que no recuerdo le pedí que me acompañara a casa. Toda mi familia en la playa nos dejaban solos dentro. Lo llevé a mi habitación y sin decir palabra puse un video porno que tenia bien escondido en el VHS. Comenzamos a mirarlo en silencio y a los pocos minutos no pude evitar y sin pensarlo siquiera me baje las bermudas y le mostré lleno de excitación mi pene erecto mirándolo a los ojos provocativamente. Fue apenas un mudo y sordo instante que duró nada porque casi al mismo tiempo escuchamos la puerta de entrada y la voz de mi madre llamándome. Salimos nerviosamente casi corriendo. Todo lo que sucedio despues de esa escena fue tan normal como si solo hubiera sido mi imaginación y no hubiera pasado realmente. Jamas hablamos del tema. No habia pasado.

Jamás tuve deseos homosexuales en mi vida. Apenas alguna fantasía reprimida en la adolescencia justamente con Gonzalo, que ya practicamente sentia olvidada. Miles de sensaciones encontradas me sacudían. Estaba mudo y mirándolo con mucha verguenza pero recordando algo del deseo adolescente. No sabía a que dejar paso o como seguir porque no descubría su intención. Logre zafar del primer interrogante afirmando no recordar haciendome bien el boludo.

Fui advirtiendo que su mirada me profundizaba y que me volvía a hablar de una manera más directa y provocativa. Más acorde con mi deseo prohibido y olvidado. No podía creer que estuviera pasando.

Del casi sin intencionalidad “Que hubiera pasado si tu vieja no entraba” pasamos a un diálogo, que disfrazaba de dudas los prohibidos deseos, convertido en ardiente seducción. “Que te hubiera gustado que pase”…Diez años después comenzabamos a recrear aquel momento y sus sensaciones, seguros que esta vez nadie impediría develar el misterio.

El deseo prohibido que sólo él me provocaba estaba ahi expuesto, incontrolado,mudo. Lo miraba ofreciendole mi pija enorme, casi sin querer desnuda, descuidadamente, como casual y naturalmente. Esperando que solo fuera suficiente para una deseada respuesta. El silencioso pánico completaba la escena ahogando cualquier palabra. Su mirada me devolvía incrédula el mismo deseo y su cuerpo inmóvil el mismo pánico. La excitación se multiplicaba y crecía. El hombre que me había enseñado a seducir, el gran seductor, me invitaba a lo desconocido. El placer de ser presa y seducido.

Lentamente me fui acercando y comence apenas a rozar su mano. Con pequeñas caricias la fui tomando y sin resistencias le fui enseñando a descubrir, haciendola recorrer poco a poco con sus

dedos, todo el largo de mi pija. El dulce beso que nuestras bocas encontraron fue la puerta abierta que encontraron tantos deseos reprimidos dispuestos a liberarse completamente a descubrir placeres todavía vírgenes y desconocidos para ambos.

Desnudos, me chupaba la pija desenfrenadamente. El silencio se iba transformando en sonidos de gozo. La excitación aullaba palabras de sexo. Deseaba mi pija tanto como yo deseaba darsela. Nos besabamos apasionadamente. Dulce pero savajemente sexual lo di vuelta poniendolo debajo mio. Le fui comiendo de a poco el cuello bajando por su espalda. Antes de llegar a su raya deje que mi lengua se apoderada totalmente de esa piel soñada. Los gemidos de placer me guiaban, me imploraban desesperados el destino deseado. Instintivamente nuestros cuerpos se posicionaban. Gonzalo se ponía en cuatro con su perfecta cola bien parada abriendo totalmente sus piernas mientras mis manos abrían sus nalgas y mi boca con la lengua como primera avanzada tomaba el orificio de su ser. Comenzaba una invasión placentera, lenta, degustada. Descubríamos juntos el placer infinito que solo dos hombres que se desean pueden prodigarse.

Me excitaba hasta el descontrol su femenina manera de pedirme que lo haga mujer. Que sea su macho y que lo cogiera. Despues de amar infinitamente su orto con mi cola y todos mis dedos lentamente uno a uno el momento de extasis se desencadenaba. Comence a cogerlo despacio casi no queriendo haciendo que me pidiera y rogara más. Cada pedazo que lo penetraba rapidamente lo quitaba, volviendolo loco de placer que rugia por todo y que mas y mas me excitaba.El descontrol me llevo al fondo donde mi pija sentía un ardiente fuego estrecho que la aferraba y quieta gozaba los crecientes y salvajes movimientos de ese calido tunel de placer.

La cogida se fue convirtiendo en salvaje, casi a****l. A punto de acabar tome su pija coordinando los placenteros movimientos para lograr una misma y unica explosión final. Me gritaba que lo llenara de leche y yo le pedia la suya . Al maximo de nuestros movimientos soltamos juntos el mismo grito, gemido, aullido, gutural melodía de placer hecho chorros incontenibles de leche caliente. El polvo maravilloso, unico, de nuevo y distinto infinito placer reprimido nos convertia en los mas deseados e impensados amantes que comenzaban al fin liberados una nueva y placentera vida recién apenas descubierta.

Cojimos de todas las maneras que pudimos durante todo el fin de semana. Nos gozamos integralmente. Millones de besos, caricias y mimos permanentes dejaron en evidencia que nos amabamos locamente.

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