Mi amor, necesito confesarte algunas cosas

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Mi amor, te confieso por qué lo hice. Mi amor, creo que a esta altura de las cosas necesito confesarte algunas cosas que te hice, ahora que crees saber toda la verdad. No quiero sacarte mucho tiempo, sé que estás ocupada.

No quiero sacarme nada de responsabilidad, pero me parecería extraño que nunca hubieras sospechado qué cosas me excitaban al límite de la locura. ¿No te dabas cuenta, cuando nos manoseábamos en lugares públicos, que no era porque no aguantara, si no porque quería que otros hombres se calentaran viéndote? Viendote es un decir, viendo tus enormes tetas, o no reparabas en que siempre me encargaba de que te quedaran los pezones visibles. O cuando te decía que fueras a pedir tragos a la barra en el bar, y yo mismo te acomodaba las tetas para que el canal quedara bien visible e impactante, ¿te crees que era para ahorrar? Más de una vez tuve que tocarme el bulto por encima del pantalón viendo como los barman te devoraban las gomas con los ojos.

Es que seguro que deben ver chicas más delgadas, chicas más lejos de los 30, y todo eso, pero la forma en que te movés, la mezcla de inocencia y firmeza que contrastan con el par de tetas que les ofrecías creo que son difíciles de imitar. Pero dejemos tus tetas por un rato, ¿para qué creés que te pedía las tangas mientras estábamos en restaurantes o lugares así? Por supuesto que me calienta que estés sin nada abajo, y sentir tu aroma a hembra, pero era por otra fantasía que tenía, y que pude cumplir pocas veces, pero las suficientes como para calentarme y regalarte esos polvos que tanto te hacían gozar. Mi idea era que tardaras lo suficiente como para hablar algunas cositas con el mozo.

¿Qué cositas?dirás. Acá nuevamente te acuso, si me permitís, por tardar tanto en el baño. Lo que me volaba la cabeza (y lo que pude hacer) es el motivo por el que no pudimos volver a uno de los lugares que más nos gustaban, y no porque me descompusiera. La verdad es que cuando me diste la tanguita esa vez, después de volver rapidito del baño, yo sabía que ibas a necesitar ir de vuelta. Cuando lo hiciste, llamé al mozo para pedirle la carta de postres y “sin querer” se me cayó. El la vio pero no dijo nada, yo lo miré y le dije:

-Disculpame, no quería ponerte incómodo.

-No pasa nada, acá pasan cosas así muy seguido, tranquilo.

-No sé que pensás que es, pero lo que esta mina (ahí no fuiste mi mujer, fuiste “esta mina”) me viene haciendo es demasiado. La conozco del trabajo y vive mandándome fotos en bolas ¿Sabés qué me dijo la muy turra? “Tomá, esta va a ser la propina del mozo”.

La cara del pobre tipo se transformó. Tenía 40, casi 10 más que nosotros, pero no creo que haya escuchado algo así nunca antes. Se acomodó un poco y me dijo:

-¿Y vos qué pensás hacer?

-Nada, si le sigo el juego va a ser peor. Mirá las cosas que tengo que aguantar…

En ese mismo momento tomé el celular de arriba de la mesa y le mostré la selección de tus mejores autofotos de puta en celo, las que al principio te insistía que me mandaras y que después empezaste a hacer sola. Cuando vio la que está sacada de arriba, mientras con un brazo te cubrís una porción de las gomas te metés el dedito en la boca, noté como el paquete del mozo no respetaba ni su delantal.

-¿Y de qué se queja, maestro? me dijo sin saber si tutearme o no.

-No de ella, si no de que me puede hacer perder el trabajo.

-A mí no me importaría perder el trabajo por poder acabar entre esas tetas.

Casi me muero ahí, pero puse mi mejor cara de malo y le pedí que la cortara. Le dije que esa misma noche te iba a pedir que la cortaras, y que si quería me diera su correo que le mandaba todo lo que tenía de vos, pero nada más. El tipo me lo trajo en la cuenta, y por unos meses con el material que recibió estoy seguro que te dedicó unas buenas pajas.

Pero como suele pasar, algunas cosas se profundizan sin que uno lo busque, y estas “travesuras” me empezaron a quedar cortas. Una de las veces que se me fue la mano, lo reconozco, fue cuando mezclaste un par de cosas que no debías en la casa de nuestros amigos (igual reconoceme que yo no estaba de acuerdo con que lo hicieras) y te tuve que llevar profundamente dormida en un taxi. Empecé bromeando con el tachero sobre lo fácil que me había resultado levantarte esa noche y lo difícil que iba a ser sacarte el jugo, porque estabas fundida. El tipo, de unos 50 años, se reía pero no comentaba, hasta que preguntó, sin mal tono:

-¿Otra no había?

-Sí, pero esta era la más tetona.

-Ja,ja, no vi a las demás pero te creo. Tenés suerte.

-Creo que más que chuparle las tetas y mandarle una mano para la concha no voy a poder hacer.

-¿Y te parece poco?

-Creo que no vale ni el viaje en taxi. ¿O sí?

En ese mismo momento, te saqué las tetas, una a la vez, mandando mano a lo bestia, y ni te mosqueaste. El taxista aminoró la marcha y acomodó el espejo, cuando vi que hizo eso te levanté la pollera y te corrí la tanguita negra, y tu concha apretadita y depilada quedó por completo ante sus ojos.

-Mirá pibe que no soy de piedra, eh.-dijo mientras respiraba cortado y se reía.

-¿Vos decís que manosearla vale el viaje o no?

– Y….sí. El tema es que voy a quedar muy caliente, ¿qué hago con eso?

-Mirá, pará el taxi ahí, que está oscuro, y nos cambiamos de asiento. Y vemos.

Hicimos eso. El taxista se acomodó, sacó la verga y las pelotas por encima del elástico del calzoncillo, y con una mano empezó a pajearse mientras con la otra te apretaba las gomas, te chupaba y mordisqueaba los pezones, y vos seguías respirando profundo. Se chupó dos de sus dedos, bien gruesos, y los mandó directo para tu conchita. Fue más suave de lo que pensé, te tocó el clítoris, te separó los labios, y empezó a hurgar bien adentro, tu concha se los devoró, sin piedad.

-Mierda…cómo me la cogería…pero tengo miedo que se despierte…

-Sí, creo que podemos ir cortando-dije con el mismo miedo.

-Dejame acabar y seguimos viaje.

Te recostó un poco más, acomodó su verga gruesa entre tus tetas, las agarró de los costados y las movió frenéticamente hasta que explotó en tu cara. Cambiamos de lugar, me dio los pañuelos de papel y me dijo:

-Limpiala un poco a tu mujer.

-No es mi mujer, es una mina que…

-Pibe, 30 años con el culo en este taxi de noche me enseñaron algo… Los dos tienen alianzas iguales, y cuando le hablaste mientras la subías la tratabas con cariño, ella ni te escuchó. Tomá mi número, yo tengo un par de formas de que puedas hacerle cosas como esta pero con ella despierta y que le guste. Limpiale bien el pelo y cerca de la boca y de la nariz, allá se fue el grueso de la leche. Te prometo que el próximo lechazo lo va a recibir despierta y en otro lugar.

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