Trio HMH exquisito – I
Hola, yo de nuevo.
Cómo ya antes les había platicado, me gusta mucho el sexo y lo disfruto de todas las maneras posibles. Soy Bisexual y lo mismo gozo con una mujer, con un hombre, con parejas y en fin, como se den las cosas.
Ahora les quiero contar de un trío HMH
En una página de encuentros sexuales, leí un anuncio que me llamó la atención: “Somos una pareja liberal y estamos en busca de un hombre dispuesto a un trío sexual. Sin compromisos de ninguna parte…”
Los contacté por correo electrónico y comenzamos la conversación.
Mario y María (nombre ficticios, desde luego), con algunas experiencias anteriores no muy satisfactorias, me hicieron varias preguntas hasta que por fin desahogaron sus dudas y me dieron un número telefónico para contactar.
Después de varias conversaciones, por fin acordamos un encuentro en una ciudad cercana a la mía, con la condición de que sí no éramos afines, hasta ahí llegábamos.
Llegado el día, nos vimos en un bar para conocernos personalmente (ya nos conocemos por fotos). Desde el primer momento me parecieron muy simpáticos: Mario un hombre fornido, alto y de barba cerrada, muy guapo. María una hembra muy alegre, ligeramente llenita, guapa y muy simpática.
Pedimos unas cervezas con sus respectivas botanas y platicamos un buen rato para romper el hielo. Más o menos una hora después, les hice la pregunta clave: ¿Pasé la prueba? Y ellos me contestaron sonriendo, claro que sí.
Mario pagó la cuenta y salimos del bar, teníamos un problema: los dos llevábamos vehículos y uno teníamos que dejar. Mario dijo, nos vamos en el mío y dejamos aquí el tuyo y luego pasamos por él. Así lo hicimos. Yo no sabía a dónde íbamos, si a su casa o a un motel. Fuimos al segundo, pero antes en el camino, se detuvo a comprar unas cervezas.
Ya dentro de la habitación y a pesar de que ellos eran los expertos, se veían nervios. Yo también lo estaba.
María se acostó el la cama y yo me acosté a su lado, Mario permanecía de pie observando. Le puse una mano en la pierna a María y sentí como su piel se erizaba. Estaba exitada. Me acerqué más a ella y sin dejar de acariciar su pierna, le besé el cuello y la oreja y ella tomó mi mano que tenía en su pierna y la llevó hasta su entre pierna y pude sentir la tremenda humedad en su panty. Por un momento me olvidé de Mario. Volteo a verlo y ya se había desnudado y se estaba acariciando un rico pene de unos 18 cm pero bastante grueso. Me exito mucho verlo. Me desnudé yo también y ayudé a María a quitarse la ropa. Ya desnuda pude apreciar unos pechos voluptuosos, con los pezones erectos. Una vagina hermosa que invitaba a devorarse. Le besé los pechos alternadamente mientras metía un dedo en su conchita mojada. Ella gemia de placer. Me bajé para hacerle sexo oral y no tardó mucho en tener su primera venida. Yo tenía la verga bien parada y con ganas de cogerme a María pero Mario, que no había dicho nada hasta el momento, se acostó al otro lado de su esposa y le pidió que se montara en su enorme verga. Ella le obedeció y se subió y se acomodo en ese enorme tronco. Yo veía fascinado como entraba y salía. Mi enorme sorpresa es cuando él me dijo que me acomodara atrás de su mujer y que me la cogiera por el culo. María me dijo que era una fantasía suya tener una doble penetración. Ni tardo ni perezoso me puse atrás y ella con sus dos manos se abrió las nalgas para ofrecerme su lindo culito. La lubrique con saliva y fui metiendo mi verga en un apretado hoyito. Ellos no se movieron para nada hasta que mi verga estuvo toda adentro. Entonces ella se puso como loca a cabalgar a su marido y yo, para no salirme, me agarré fuertemente de su cintura. María no tardó mucho en tener su segundo orgasmo de la noche. Los tres nos quedamos quietos. Yo sentía en la verga dos cosas extrañas, la verga de Mario y los apretones que ella me daba con el ano.
Yo no alcancé el orgasmo y creo que Mario tampoco porque su tranca seguía bien erecta. María estaba muy feliz y a Mario lo veía contento de poder cumplir la fantasía de su esposa.
Mientras él estaba unas cervezas, yo me fui al baño a lavarme el pene.
Semi acostados en la cama, tomando, platicando y descansado, ella me confesó que el encuentro fue de ella y que agradecía a él hacerlo realidad. Y que tenía otra fantasía pero era yo el que tenía que cumplirla, desde luego si yo aceptaba. Le pregunté que cuál era y me dijo que quería vernos haciendo un 69 su marido y yo. Le dije que por mi no había inconveniente. Mario dijo que también quería experimentar algo nuevo.
Al principio les dije a ustedes que la verga de él me llamó mucho la atención y ahora tenía la oportunidad de meterme esa bonita tranca en la boca.
A Mario se le había bajado un poco. Me acerqué a él y se la empecé a acariciar y a darle unos besitos en la punta. Sentía los escalofríos de él y me dispuse a meterme la cabezota de esa verga. Poco a poco fui metiendo ese rico palo y este empezó a crecer otra vez. Obviamente no me la podía tragar toda. Entonces me acomodé de manera que mi verga quedara cerca de su cara y él, primero tímidamente me la agarró mientras yo seguía mamando. Me subí sobre él y sentí primero el cosquilleo de su barba, ya la tenía cerca de su boca. Oi que María le dijo, mamala y él se la metió poco a poco y empezó a mamar hasta que agarró ritmo y se la trago toda (mi verga no es muy grande). Así estuvimos un buen tiempo hasta que Mario trató de meter toda su verga en mi boca, señal de que estaba a punto de venirse. Le agarré el tronco para que no me lastimara la garganta. Se sacó mi verga de su boca y con un grito placentero, descargó sus chorros de semen en mi boca. No me los pude tragar todos porque era muy abundante. Quise saber que estaba haciendo ella y la veo masturbándose con un dildo. Venía preparada para todo.
La noche apenas empezaba y sucedieron varias cosas más. Pero eso se los contaré en una segunda parte…
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