La primera noche con mi novio de 60

Holis, como saben, soy Samantha, así me puso mi novio madurito y compañero de la ofi. Soy de Tampico. Saben que él tiene 60 y yo 18, y ya hemos vivido unas aventuras juntos, pues ya llevamos 3 meses de novios. Y les contaré la noche que me quedé a dormir con él, pues ya saben que es viudo.

Primero que nada, le dije una mentirita a mi mamá diciéndole que tenía un curso fuera de la ciudad, pero que llegaría domingo temprano.

En mi maletita puse mi ropa de salir de hombre y mi ropa de mujer. Recuerdo que Manuel me dijo que me llevaría a cenar y quería que me arreglara bonita y sexy, pero decente, y como él me da dinero para eso, él manda. Aparte, es mi hombre, jiji, así que se echó un vestido a la rodilla negro con tirantes negros, unas medias negras y de interior un bra y una tanguita negra. Y mis demás cositas, mi peluca ahora negra, colonia y maquillaje.

Pues llegó el día y era sábado en la tarde. Manuel cerró la ofi y nos fuimos a su casa, que está a 10 min de la ofi. Y como sabía que sería mío toda la noche, entre semana no tuvimos relaciones porque quería que estuviera bien cargadito. Llegamos a su casa; recuerdo abrazarlo. Y le dije: “Siéntate, papi, ahorita te hago la comida”. Yo, como su mujer, fui a la cocina y le hice un rico bistec con papas y le calenté sus tortillitas. Y el obvio alabó mi buen sazón. Y el resto de la tarde estuvimos viendo pelis abrazados. Ya que nuestras salidas eran a las 8:00, así que a las 7 me metí a bañar, me depilé completamente, me puse mis cremas y lociones, mi ropita. Me vi al espejo y no podía creer que era toda una mujer tan linda y tierna. Después salió Manuel y me dio un beso, dijo que era una mujer bellísima. Como sus llaves y su billetera, y salimos. Recuerdo ir tomados de las manos.  Al principio me dio un poquito de pena cuando caminábamos juntos y llegamos al restaurante. Noté que los demás hombres se me quedaban viendo y notaba que no era porque notaban quién era realmente, sino porque me veían muy mujercita para un señor, jeje. Comimos muy rico y platicamos de su vida y la mía. No quise comer algo muy pesado para no tener accidentes después, jiji.  Pagó la cuenta y nos fuimos a casa; era tan bonito ir caminando tomados de la mano.

Llegamos a casita y él se fue a la habitación y le dije: “Ahorita voy, amor”. Él estaba ya acostado desnudo. Me asombraba que, a pesar de ser chaparrito, tenga semejante animalón. Me empecé a desvestir; él me miraba con deseo. Quité mi tankini y mi sujetador y me acosté a un lado de él. Nos abrazamos y empecé a besar su pecho varonil, bajando hasta su hombría tan rica y saciante. Se la chupaba con una demencia que daba unos alaridos de placer. Y él, todo un macho, me apartó de su macana. Y me puso en cuatro; recuerdo que solo puso su glande en la entrada de mi colita y empujó con fuerza. Recuerdo dar un grito y un pujido; sentía que me empujaba los intestinos. Me tomó de las caderas y, como toro enloquecido, me empezó a bombear. El choque de su pelvis con mis glúteos era hipnotizante; sentía que me partía el ano, me ardía de una forma que no me ardía antes. De repente, siento que me empieza a dar increíblemente más fuerte, y siento su miembro más duro que una varilla en mi colita y empieza a gritar: “Sam, Sam, ya no aguanto, me voy a venir”, y terminando de decirlo, siento como su pene empieza a escupir como manguera su leche espesa y caliente. Solo recuerdo dar un gemido y sonreírle.

Nos dimos la vuelta y nos quedamos de cucharita, yo aún con su manguera dentro de mí; le pedí que así nos quedáramos para que dejara su semilla dentro de mí. El acento y nos quedamos de cucharita. Me abrazó y me besaba en el cuello y me pellizcaba los pezones; me empezó a excitar y él también. Noté cómo su pene se ponía de nuevo dura dura. Se dio la vuelta y me puso las piernas en sus hombros y, masajeándome las bubis, me empezó a bombear. Recuerdo que en esa posición sentía que me llegaba hasta el ombligo. Como aún tenía la leche de su primera corrida en la colita, con el vaivén se escuchaba un puf puf puf en cada entrada y salida de su pene en mí. Recuerdo que me decía que le encantaba estar conmigo y quería que duráramos mucho más. Él seguía bombeándome por unos 5 minutos y se vino las sensaciones que más me encantan cada vez que Manuel me hace el amor. Sentía que su pene oprimía mi punto G y me daban temblores en las piernas y empezaba a poner los ojos en blanco. Me tomó de las manos y, con su máxima bravura, aumentó el ritmo. Yo me sentía en las nubes, estaba gimiendo como toda una mujer. Sentir que su glande se hinchaba aún más dentro de mí y lo más hermoso: empezó de nuevo a correrse dentro de mí y yo ya no aguanté y noté cómo mi pene, aunque sea chiquitito, estaba durísimo y empezó también a botar leche como nunca. Grité como la y Manuel se desvaneció. Me dio un beso y nos quedamos dormidos. Me sentía realizada.

Ya en la mañana siguiente, recuerdo que él estaba bien dormido, así que me metí debajo de la sábana y se la empecé a mamar. Él se despertó y se rio y se masajeaba la cabeza. Aquella anaconda también ya había despertado. Me dijo: “Chaparro, hasta su precum sabe riquísimo”. Recuerdo estarlo chupando como si fuera un becerro, jeje. Quité la sábana y dejé su pene apuntando hacia arriba. Nunca había intentado sentarme así, luego luego en su pene, ya que, aunque ya me lo he comido varias veces, la verdad sí me da miedito por lo grande que es. Pero dije que qué más da, lo tomé y me levanté y me fui sentando. En él sentía como esa enorme mantecada iba abriendo mi colita. Llevaba la mitad y dije: “Ahora es cuando me dejo caer y meterme todo”. Recuerdo que Manuel me agarró fuerte de la cadera y me bajó aún más fuerte y nomás caí por completo, puse los ojos en blanco, me temblaron las piernas y mi penecito se puso duro de una sola vez. Traté de agarrar fuerzas, levantarme con los brazos y piernas, y empecé a cabalgar yo solita esa enorme anaconda. Sentía que mi colita no se podía estirar y sentía que me estaba empalando cada vez que llegaba al final. Lo cabalgué por 5 minutos; yo, sinceramente, me temblaba todo, sentía que me desmayaba y esa hermosa sensación cuando te vas a venir sin tocarte. No sé qué pasó o si es una sensación normal; el placer que me daba su pene me hizo hacerme pipí. Solo le decía: “Perdón, perdón, es que no aguanto”. Él me dijo: “NTP, bb”, quiere decir que te gusta, ¿Cómo te hago el amor? Después de la pipí, sentía cómo me escurría como cascada mi lechita; solo gemía y gritaba como loca. Él se puso tenso y prácticamente me penetró con su pelvis, metiéndome aún más su pene dentro de mí. Siento cómo bañaba mis intestinos con su semen: 1, 2, 3, hasta 6 lechazos sentía en mi interior. Me desvanecí en su pecho, abrazada, pero sin dejar salir aún su pene de mi colita, hehe, hasta que se hizo más chica y se escuchó un plop, pero nada, tonta, apreté mi colita para que no se saliera nada del dectar de mi hombre, aunque sinceramente no sentía mi colita.

Le di un beso y me paré a hacerle el desayuno, pues ya eran las 9 de la mañana y quedé con mi mamá de llegar temprano. Le hice su café y unos huevitos a la mexicana. Y en lo que almorzaba, fui a lavar las sábanas porque sí me dio pena cuando del orgasmo me hice pipí, jeje.

Arreglé la cama, mis cosas, mi mochila; él se veía muy feliz, me tomó de la mano y me dijo que todo estuvo muy bonito: la comida, la cena, el desayuno, estar conmigo y hacer el amor hasta quedar dormidos. Yo le di un beso y le dije que me encantó todo, y más hacerle su almuerzo y lavar las sábanas como su mujer, con su lechita en la pancita. Me dijo que si quería vivir con él ya como mujer todo el tiempo y que me quería dar dinero para ponerme bubis y hormonas. La verdad, cuando lo dijo, me sentí super feliz; le dije que lo pensaría.

Tomé mis cosas, le di un beso y me fui a casa. Ya en domingo en la noche, la vdd, aún me temblaban las piernas. Lo chistoso es que quería hacer popis y era puro gas y sentía que pujaba fuerte y sentí que algo bajaba, volteaba y era la leche de Manuel. Así estuve toda la noche del domingo; me daba pena bajar a cenar, no fuera que se dieran cuenta que de repente se mojaba la parte trasera de mi short. Tuve que ir por unas toallas fem de mi hermana de nuevo y ponérmelas; cené a gusto y feliz y me fui a dormir. Ya el lunes en la mañana revisé mi toalla y estaba manchada de semen con cafecito, jeje, pensé: “Este hombre casi me rompe mi colita”.

Pensé en lo que me dijo Manuel , y le dije a mi mamá que quería independizarme y ver por  solo . Además , un compañero del trabajo buscaba un roomie y así la renta sería más barata . Al principio dudó, pero dijo que estaba bien que ya arreglara mis cosas, solo jijijij.

Y pues en esas ando, arreglando mis cosas para irme a vivir con Manuel. Llevo poca ropa de hombre solo para la oficina , porque Manuel quiere que , llegando del trabajo y los fines de semana, ya ande de su mujer al 100%. Llevo tres semanas con hormonas ; es una lata, la verdad, los cambios de humor . Me duele el pecho, a veces no me da hambre, pero vale la pena. Siento mi piel más suave, mi voz más frágil. No sé, me siento más femenina. Espero les haya gustado mi relato. Aún así, es mi historia. Espero les guste. Si le dan “me gusta” o veo que tiene muchas vistas , les cuento cómo Manuel me puso una tiendita para ya no trabajar en la oficina y andar todo el tiempo de mujer, cómo me ha ido con las hormonas y mi tratamiento, y de cómo se lo dije a mi familia sobre mi transformación. Y obvio, las nuevas cosas que me ha hecho experimentar mi maduro de 60. Por cierto, ya cinco meses de novios. Y ahora sí, como su mujer y señora de la casa.

 

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