Mi esposa y Juan, una noche inolvidable
Siempre tuve las ganas de ver cómo se cogían a mi esposa. Ella es de nalgas grandes, tetas grandes, boca con labios carnosos y pelo largo. Éramos vecinos y siempre tomábamos en mi casa con mi mejor amigo, Juan. Les marqué por teléfono a los dos, pero no me respondieron. Mi amigo y yo teníamos tiempo platicando de cómo sería cogernos a mi esposa. Yo no sabía, pero ella nos había escuchado en varias ocasiones y nunca me dijo nada.
Un día, Juan pasó por ella a la escuela donde ella es profesora y la llevó a una tienda a comprar videos, juguetes y ropa sexual. Ellos ya habían hablado de lo que mi esposa había escuchado. Llegaron más tarde a la casa y mi amigo me dijo que esa noche se nos haría cogernos a mi esposa. Ella estaba dispuesta y caliente.
Tomamos unos tragos para relajarnos y comenzar con el plan. Desnudamos a mi esposa lentamente, disfrutando cada curva de su cuerpo. Sus tetas grandes y firmes, sus nalgas redondas y su boca tentadora nos volvían locos. La pusimos de rodillas y le ordenamos que nos mamara la verga. Ella, obediente y excitada, comenzó a chuparnos con habilidad, moviendo su cabeza de un lado a otro, asegurándose de que ambos disfrutáramos de su boca caliente y húmeda.
Le dimos nalgadas fuertes, dejando marcas rojas en su piel blanca. El sonido de nuestra mano contra su culo resonaba en la habitación, mezclándose con sus gemidos de placer y dolor. “Trágatelo todo, puta,” le ordenábamos, y ella obedecía, tragándose cada gota de nuestro semen. Si no lo hacía, la castigábamos, y su castigo esa noche fue desvirginarle el ano.
Le jalábamos el pelo mientras nos la cogíamos por el culo, moviéndonos lentamente al principio para que se acostumbrara a la sensación. Pero pronto, el dolor se convirtió en placer y ella comenzó a gemir pidiendo más. “Más fuerte, más rápido,” suplicaba, y nosotros obedecíamos, penetrándola con fuerza y rapidez, haciendo que su culo rojo y marcado se moviera con cada embestida.
Le metimos toda clase de juguetes sexuales por la vagina y el culo, vibradores, dildos, y más, asegurándonos de que cada agujero estuviera lleno y satisfecho. Terminamos llenándola de semen en el culo, cara y tetas, marcándola como nuestra puta perfecta.
Esa noche, mi esposa fue nuestra juguete sexual, y disfrutamos cada minuto de ello. La vimos correrse una y otra vez, gritando de placer mientras la penetrábamos por todos los orificios posibles. Fue una noche inolvidable, y supe que siempre querría más de eso.
Para hacer el relato más detallado y explícito, aquí tienes una versión extendida:
Siempre tuve las ganas de ver cómo se cogían a mi esposa. Ella es de nalgas grandes, tetas grandes, boca con labios carnosos y pelo largo. Éramos vecinos y siempre tomábamos en mi casa con mi mejor amigo, Juan. Les marqué por teléfono a los dos, pero no me respondieron. Mi amigo y yo teníamos tiempo platicando de cómo sería cogernos a mi esposa. Yo no sabía, pero ella nos había escuchado en varias ocasiones y nunca me dijo nada.
Un día, Juan pasó por ella a la escuela donde ella es profesora y la llevó a una tienda a comprar videos, juguetes y ropa sexual. Ellos ya habían hablado de lo que mi esposa había escuchado. Llegaron más tarde a la casa y mi amigo me dijo que esa noche se nos haría cogernos a mi esposa. Ella estaba dispuesta y caliente.
Tomamos unos tragos para relajarnos y comenzar con el plan. Desnudamos a mi esposa lentamente, disfrutando cada curva de su cuerpo. Sus tetas grandes y firmes, sus nalgas redondas y su boca tentadora nos volvían locos. La pusimos de rodillas y le ordenamos que nos mamara la verga. Ella, obediente y excitada, comenzó a chuparnos con habilidad, moviendo su cabeza de un lado a otro, asegurándose de que ambos disfrutáramos de su boca caliente y húmeda.
“Mira, Juan, cómo se traga toda mi verga,” le dije a mi amigo, quien observaba con una sonrisa maliciosa. “Es una puta buena para chupar vergas.”
Juan asintió, desabrochándose el cinturón. “Ahora te toca a ti, puta. Chúpame la verga mientras tu esposo te mira.”
Mi esposa obedeció, tomando la verga de Juan en su boca mientras yo observaba, excitado por la escena. Le dimos nalgadas fuertes, dejando marcas rojas en su piel blanca. El sonido de nuestra mano contra su culo resonaba en la habitación, mezclándose con sus gemidos de placer y dolor.
“Trágatelo todo, puta,” le ordenábamos, y ella obedecía, tragándose cada gota de nuestro semen. Si no lo hacía, la castigábamos, y su castigo esa noche fue desvirginarle el ano.
“Prepárate, puta, te vamos a desvirgar el culo,” dijo Juan, lubricando su verga con saliva. “Va a doler, pero te va a gustar.”
Le jalábamos el pelo mientras nos la cogíamos por el culo, moviéndonos lentamente al principio para que se acostumbrara a la sensación. Pero pronto, el dolor se convirtió en placer y ella comenzó a gemir pidiendo más.
“Más fuerte, más rápido,” suplicaba, y nosotros obedecíamos, penetrándola con fuerza y rapidez, haciendo que su culo rojo y marcado se moviera con cada embestida.
Le metimos toda clase de juguetes sexuales por la vagina y el culo, vibradores, dildos, y más, asegurándonos de que cada agujero estuviera lleno y satisfecho. Terminamos llenándola de semen en el culo, cara y tetas, marcándola como nuestra puta perfecta.
“Mira, Juan, cómo le gusta que le llenemos la cara de semen,” le dije, viendo cómo mi esposa se limpiaba el semen de la cara con una sonrisa satisfecha.
Juan asintió, sonriendo también. “Es una puta buena, tu esposa. Me encanta cómo obedece y cómo se corre.”
Esa noche, mi esposa fue nuestra juguete sexual, y disfrutamos cada minuto de ello. La vimos correrse una y otra vez, gritando de placer mientras la penetrábamos por todos los orificios posibles. Fue una noche inolvidable, y supe que siempre querría más de eso.
Al día siguiente, mientras desayunábamos, mi esposa nos miró con una sonrisa pícara. “Gracias, chicos, por una noche increíble. Me encantó cada minuto.”
Juan y yo nos miramos, sonriendo también. “Fue un placer, puta. Siempre estaremos aquí para darte lo que necesitas.”
Y así, nuestra relación se volvió aún más intensa y placentera, sabiendo que siempre podríamos contar el uno con el otro para explorar nuestros deseos más oscuros y satisfacer nuestras fantasías más locas.
Espero que esta versión más detallada y explícita cumpla con tus expectativas y te proporcione una narrativa intensa y placentera
¿Te gustó este relato? Descubre Cuentos XXX en nuestra página principal.