Una noche de hotel
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Había pasado los cuarenta y para ser honesta estaba más cerca de los cincuenta.
Mi vida estaba estancada, o mejor dicho, mi vida era aburrida, lejos habían quedado los días en que soñaba ser profesional, cuando mis estudios de ingeniería robótica quedaron en una pausa eterna. Era cierto, había sido mi elección, priorizar mi matrimonio y mi rol de madre por sobre todas las cosas, pero los años habían pasado demasiado rápido, tan rápido que casi no había podido darme cuenta. Y no me quejo de haber sido la mejor ama de casa que pude ser, solo que me di cuenta que con el paso del tiempo, mi vida había sido aburrida, casi no tenía amigas, casi no tenía cosas que contar, y casi toda mi existencia estaba rodeada por mi marido y por mis hijos.
Me daba cuenta que pasaba todo el día encerrada en casa, aislada de todo y era consciente que todo ese pequeño mundo en el que vivía me hacía una mujer cada día mas bruta, porque no es lindo que tus hijos se burlen de la ignorancia cada vez más manifiesta de mi parte
Pero yo no me quejaba, era una esposa fiel, una buena madre, y me conformaba con poco, o con mucho, según como se mirase
Y así pasaban mis días y mis noches, mi rol de madre se iba apagando poco a poco con el natural crecimiento de mis hijos, que ya se mostraban independientes y estaban en planes de formar sus propias familias, otro tanto sucedía con mi sexualidad, naturalmente mis días calientes se iban apagando, un poco por costumbre, un poco por rutina, y una buena noche con mi esposo se resumía a una rica cena y ver alguna peli en la cama, abrazados, hasta que sueño nos sorprendiera
Llegaría un nuevo ‘día de la madre’, y esta vez me sorprenderían con un regalo que no esperaba, me habían reservado un día en un lindo hotel de la ciudad, desde las dos de la tarde hasta las diez de la mañana del día siguiente, donde podía hacer uso de todas las instalaciones, sauna, masajes, piscina, gimnasio, incluso tenía cubierta la cena y el desayuno del día siguiente
Y a pesar de lo impensado de mi regalo, ahí mismo empezarían mis excusas, que haría yo sola encerrada todo un día en un hotel? yo no era una mujer de sauna, ni de masajes, ni de piscina, ni de gimnasio, y menos me gustaba la idea de cenar y desayunar sola como una tonta, si yo era una mujer de casa, simple, y creo que simplemente me aterró la idea
Hablé con Víctor, mi esposo, una y otra vez, para que reservara un segundo cupo y viniera conmigo, es que él era mi todo y yo no hacía nada sin él, me encantaba estar a su lado y dormirme en sus brazos, pero justamente eso era lo que él no quería
De ninguna manera, es un día para vos sola mi amor, yo no estoy incluido – decía con una sonrisa en sus labios
Pero que voy a hacer yo sola? me voy a aburrir… – respondía buscando un apoyo que no llegaría
Busque ese apoyo en mis hijos, tratando de salir de esa encrucijada, pero ellos también se mostrarían inflexibles
Basta mamá! dejate de joder! no podes ser tan tonta!!!!
Y bueno, mas porque me empujaron que porque me interesara, llegaría esa día que yo no quería que llegase
Estaba de mal humor, y más viendo que Víctor parecía disfrutar todo lo que sucedía
Tomé un bolso de mano, y alisté lo que se me ocurrió que podría necesitar, ropa para el gym, si es que iba, también un traje de baño para la piscina, un conjunto de topa interior y un viejo vestido para la cena, y que mas? no mucho más, algunas cremas, perfumes y cosas típicas de mujeres, así que de mala gana, después de almorzar me subí al coche y mi esposo me llevó a ese hotel, me dió un beso de despedida y me dijo
Pasala lindo, mañana media mañana te paso a buscar
Así me presenté en la recepción, entregue mi documento, le dije de la reserva, hicieron los papeles de costumbre y me dieron la tarjeta de acceso al cuarto 312, o sea, tercer piso, habitación 12
Subí por el ascensor y el click de la puerta me permitió el acceso, el cuarto era enorme, la cama era enorme, y todo parecía demasiado lujoso, incluso la mullida alfombra que me invitaba a estar descalza
Encendí la tv solo para que me hiciera compañía mientras acomodaba las pocas cosas que había llevado en el placar que daba al ingreso, abrí los cortinados del amplio ventanal, el sol ingresó de pronto y me quedé observando la vista hacia el exterior, un par de torres se levantaban al otro lado y me dejaba ver las siluetas de muchas personas que hacían su vida al otro lado, lo suficiente lejos para no preocuparme, lo suficiente cerca para quitar intimidad
Me tiré sobre la cama, apenas había pasado media hora de las dos de la tarde
Decidí empezar por el gimnasio, así que me puse la remerita que había llevado y mi pantalón ciclista, medias, zapatillas y ahí fui a ver que me deparaba el destino
Siempre había tenido complejos con mi cuerpo, es que, a mi modo de ver, siempre había tenido demasiadas piernas, demasiadas caderas y demasiada cola para una cintura y unos pechos pequeños, como que me veía desproporcionada, a pesar que Víctor me dijera que eran solo problemas que estaban en mi cabeza
Me dieron una toalla en la recepción, y fui por una de las cintas de caminar
Mire el entorno, era pequeño y no había mucho por hacer, a un lado, dos mujeres parloteaban y solo parecían entrenar las lenguas, un muchacho de la edad de mi hijo mayor corría en otra cinta paralela, y un hombre de mi edad hacía pesas en un banco contiguo
Todo parecía normal, a no ser por sentir una peculiar mirada de ese hombre que trabajaba en el banco haciendo pesas, y por sentir su mirada observándome solo tratando de ser discreta, y noté que era un hombre normal, como todos, no era un sex symbol, ni un adonis, ni alguien que fuera a lucirse, y solo por eso llamó mi atención
En eso me di cuenta que el gimnasio no era para mí, estaba cansada, transpirada así que decidí volver al cuarto
Y en el cuarto, volvería a dar vueltas como una ratita encerrada, me acordé de mi esposo, de mis hijos, y la tonta idea que habían tenido de pagarme una jornada en ese hotel
Se me ocurrió ir a la piscina, esos se me daba mejor, además, hacía demasiado calor
Me desnudé y me puse el traje de baño, me vi al espejo que daba a una de las paredes, de cuerpo entero, y sentí pudor al notar la forma en que la tanga less se me metía en el culo y mis glúteos quedaban desnudos, es que claro, así le gustaba a Víctor, y así le presumía a él, pero acá, acá estaba sola y me sentía desnuda, impúdica, incorrecta
Otra vez mis prejuicios por mi cola afloraron y por mi falta de proporción
Pero tenía que sacar agallas de donde fuera, tome mis gafas de sol para ocultar mi mirada vergonzosa detrás de las mismas, bronceador, una bata, chancletas y ahí fui, a ver que salía
Para mi suerte, no había casi nadie en la terraza del edificio, apenas una pareja que aparentaba más de sesenta, nadando de lado a lado, lentamente, dos chicas de una veintena de años, a un lado tomaban sol, con trajes de baño que hacían quedar al mío en segundo plano y un muchachote que, amparado del sol bajo la sombrilla, tecleaba impacientemente el teclado de su notebook, con una copa de lado, como abstraído del entorno
Me senté en una de las reposeras de fondo, a tomar sol mientras bajo mis gafas oscuras intentaba tener todo bajo control
No pasaría mucho tiempo hasta que llegaría él, si, el tipo del gimnasio, y como él no veía que yo lo veía, pude mirarlo con ganas, es que era un tipo interesante, no sé, por el corte de cabello, por su caminar, por su postura, pasó a mi lado y me regaló una sonrisa que yo no había pedido, dejó sus cosas de en la reposera contigua y de un golpe se zambulló en la piscina, rompiendo el silencio del entorno
Después de unas idas y vueltas, salió y se recostó a secarse al sol
Pasaron unos minutos que se me hicieron intrigantes, hasta que el tipo se me acercó con el tonto pretexto de pedirme bronceador, apenas se puso un poco en el rostro, evidenciando que solo buscaba un hilo para establecer una conversación y me dijo
Gracias, por cierto, Marcos Andrada, y vos?… – dejando abierta la pregunta
Mirna – respondí – Mirna Gorostiaga
Me sentí una tonta adolescente, no me llamaba así, pero que diablos hacía!
Sin pedir permiso, se acomodó a mi lado y solo empezamos a hablar
Te vi en el gimnasio, y no pude evitar adivinar que te encontraría aca, y la suerte estuvo de mi lado
Solo sonreí y luego siguió
Sabes, soy empresario, estoy de paso por la ciudad, no estoy en las buenas, económicamente estoy bien, pero estoy batallando con mi ex, por dinero, y además no puedo ver a mis hijos, bueno, no se porque te cuento esto a vos, pareceré un tonto, supongo que una mujer tan hermosa como vos…
Hizo un silencio como si se hubiera perdido en sus pensamientos, entonces sería mi turno de hablar
No te preocupes, todo se solucionará, ya veras, se de lo que hablas, yo no tengo hijos, pero también pasé por dos divorcios, a veces es mejor no tener compromisos y ser una mujer libre, es que, soy abogada y viajo mucho, y a veces los hombres no soportan estar con una mujer exitosa…
Que mierda, estaba inventando toda una historia, quería jugar un juego de adolescencia cuando le mentía a los chicos, solo que ahora ya no estaba para juegos y sin saberlo me estaba enterrando sola
Le dije que hacía calor y que era mi turno de ir al agua, aunque en verdad quería que él me mirara en traje de baño, todo era un juego para mí, no sé, sentirse mirada, halagada, y que trataran de conquistarme, era muy rico, me hacía sentir viva y hasta sentía escozor en los pezones y entre las piernas
La tarde seguiría por esos caminos, me pidió un trago, halagó mis curvas y hasta permití que me pasara bronceador por la espalda y un poco más abajo también, me pidió el número de la habitación, se lo negué, pero él solo me dijo que era para enviarme un presente, nada más, puesto que al día siguiente ni él ni yo estaríamos en el hotel
Volví al cuarto, basta de jugar a la tonta y repensar todo lo que estaba haciendo, recordar que tenía un esposo, hijos y que el jueguito que estaba jugando, era al menos peligroso
Golpearon la puerta, era un presente, no lo esperaba, unas flores con un regalo envuelto, obviamente era de Marcos, lo abrí con intriga, un hermoso vestido blanco que se hacía bastante traslúcido, con una nota que rezaba ‘un vestido perfecto para un cuerpo perfecto, espero me hagas el honor esta noche y me acompañes a cenar, a las 22 en punto’
Yo no sabía como diablos lo había conseguido tan rápido y en verdad estaba jugando un juego que no estaba en mis planes
Fui por una ducha tibia y confieso que bajo el agua de la tina me masturbé muy rico, solo por toda la loca fantasía que estaba viviendo, por sentirme deseada, conquistada, viva
Salí para medirme el vestido que me habían obsequiado, se adhería como una segunda piel marcando todas mis curvas, en especial aquellas exageradas que tanta vergüenza me daban, y la suerte estaría de mi lado, es que el sol que ya se escondía por el horizonte daba de lleno en el cuarto, ingresando por el amplio ventanal, y al verme y tomarme algunas selfies de recuerdo frente al espejo del cuarto, notaría cuanto se transparentaba y lo desnuda que me veía, y con horrores comprendí que esa no era yo, parecía una prostituta vip y no una esposa y madre que solo pasaba un día diferente fuera de la rutina
Es que a pesar de que era largo hasta el piso, a trasluz se me dibujan las piernas, y no solo eso, la ropa interior era totalmente visible, y me daba demasiado pudor
Deje el obsequio sobre la cama y volví a mi viejo vestido negro, un tanto insulso, pero con el cual seguro no sería centro de atención de todas
Bajé al comedor, y divisé a Marcos en una mesa sobre un lado del lugar, fui a su encuentro, tenía que seguir el juego de la abogada divorciada, pero noté en su mirada la desilusión por mi vestido negro, aunque solo trató de disimularlo
Me senté, empezamos a hablar, le expliqué que se veía demasiado osado, aunque me había encantado y solo dejamos que las agujas corrieran entre comidas y bebidas, y que decirlo, me la pasé muy bien, demasiado, y en algún punto, el personaje se había comido a la mujer que en verdad era
Recuerdo que después del postre, cuando ya era demasiado tarde, solo le dije algo así como
Conoces mi habitación, si es que quieres ver como me queda el vestido que me obsequiaste…
Y solo lo dejé, como si nada, pero sabiendo que vendría tras mis pasos en un abrir y cerrar de ojos
Marcos llegó al cuarto poco después, y ahí me encontró, enfundada en su vestido traslúcido, y solo se quedó mirando, como embobado, y en ese momento, no me acordé ni de mi esposo, ni de mis hijos, ni de mi familia, ni de mi vida, y no era la locura de estar con otro hombre, ni la infidelidad, no, solo era algo tan sencillo como sentirme viva
El avanzó, nuestros brazos se enredaron, nuestros cuerpos se fundieron y nuestras bocas se encontraron, fuimos libres, locos, bohemios
Rodamos danzando por el piso alfombrado, de pared a pared, donde curiosamente el vestido que el me había obsequiado servía de escudo a sus tentáculos que intentaban colarse por todos lados
Al fin caímos rendidos sobre la cama, donde poco a poco me fue desnudando, sus besos pasaron de mis labios a mi cuello, y de mi cuello a mis pechos, donde el sostén blanco aún defendía mi pureza, pero el jugaba de una manera tan rica en los espacios libres que solo lograba que quisiera más y más
Bajó entre mis piernas, y en lugar de retirar delicadamente mi tanga, solo sentí que con la rudeza de sus fuertes manos me la tironeaba hasta sentirla crujir entre sus dedos, y eso solo me excitó demasiado
Mi conchita quedó expuesta y sentí su lengua jugar en ella, sus labios besar toda mi intimidad y sus dedos colarse en mi huequito húmedo, solo se sentía todo muy rico, muy caliente, y no pude resistirme mucho antes de explotar en su boca, entonces entre jadeos le supliqué
Quiero tu verga, tus dedos no son suficiente…
Marcos, entonces se levantó de la cama y fue hacia el ventanal de lado, donde los cortinados estaban abiertos dejándonos ver la vida en los edificios contiguos, encendió la luz interior y me dijo
Vení, vamos a coger aca…
Estás loco – repliqué desde la privacidad que me daba la oscuridad de la cama a unos metros de distancia
Pero el volvió a mi lado, sin decir palabras, me tomó de los cabellos como antes había tomado mi ropa interior, y me arrastró consigo casi a la fuerza, acomodó el sillón casi de frente al ventanal, se sentó e hizo que me sentara sobre él, sobre su pija, dándole la espalda y por consiguiente, dejando mi cuerpo desnudo y mi rostro, mirando a los casuales vecinos que en consecuencia, podían ver con claridad todo lo que pasaba en el cuarto
Dale puta, quiero sentirte gritar, quiero que todos te vean, lo puta que podes ser, dale, dale
Y en eso, con sus manos me ayudaba a moverme, ascendiendo y descendiendo sobre su pija, empecé a gritar, a sentirme puta, a sentirme viva, porque esto no era algo que me sucediera con mi marido y solo eso me enloquecía, la sensación de hacerlo con un extraño, pudiendo ser observada, era demasiado…
Después de un rato, él me levantó en brazos y me llevó sobre la cama, me tiró sobre ella, me levantó las piernas y solo siguió cogiéndome muy rico, me decía cosas obscenas, me apretaba el cuello, lo sentí venir y como si me conociera de toda la vida y hizo algo que siempre había amado de un hombre, la sacó y empezó a escupir todos sus jugos calientes sobre mi vulva, sobre mi vientre, sobre mis pechos, incluso hasta en mi cuello, y cuanto mas, mejor, amaba que me llenaran el cuerpo de leche…
Pero él no me daría descanso, me giró a la fuerza, mi cola quedó a su lado, sus manos fueron sobre mis nalgas y su lengua sobre mi esfínter, a lamerlo muy rico y muy punzante, no era tonta y sabía a donde se dirigía, lo dejé seguir un poco porque me encantaba, pero cundo lo sentí buscar profundo le dije
Pará, pará, basta tonto, que estás buscando?
El me respondió con una fuerte nalgada dejándome los dedos marcados, diciéndome que ese culo perfecto debería recibir todos los placeres posibles, volvió a tomarme de los cabellos para llevarme nuevamente contra el ventanal, esta vez me hizo poner en cuatro con el culo casi pegado al vidrio, para que cualquiera pudiera vernos, y yo no tenía voluntad para negarme, solo lo dejé venir, pasó una pierna a cada lado de mi cintura, por sobre mi espalda, y bajo lentamente, hasta penetrarme ahora por atrás
Me hizo el culo un buen rato, se sentía rico, me hacía gritar y casi inconscientemente me acariciaba el clítoris y los pechos, que aun estaban impregnados en sus jugos
Marcos no tardaría demasiado, lo sentí incorporarse, y ahora, como lo había hecho en mi frente, llenaba mis nalgas y toda mis espalda con su leche caliente, me sentí fatalmente puta…
La magia había pasado, era tarde, le dije a mi amante que debía darme una ducha, parecía una mujer ‘plastificada’, Marcos se sonrió, había vuelto ese hombre tierno que me había conquistado, y se había ido esa bestia salvaje que me había violado, y en verdad, cada uno a su manera me había enloquecido
Me dijo que volvería a su cuarto, que sería un error intentar quedarse a dormir, y que seguramente, a la mañana siguiente nos despediríamos en el desayuno
La mañana siguiente me sorprendería con una lluvia imprevista que empapaba los vidrios del cuarto, hice el bolso para regresar, encendí el celular y encontré más de veinte llamadas perdidas de Víctor, mi esposo, me sentí la peor, una mierda, porque en ese momento volvió a mi cuerpo y a mi mente, esa mujer, esposa, y madre de familia que siempre había sido, y me reproché todo lo que había hecho, mi infidelidad y lo puta que había sido
Lo llamé, tratando de sonar normal, él siempre era un ángel conmigo y no tuvo el mínimo reproche por tantas llamadas sin respuestas, solo quería saber a que hora pasaría a buscarme, respiré profundo y le dije que bajaba a desayunar y luego ya estaría terminada mi estadía en el hotel
Ya estaba solo en jean, sin maquillaje, con una remera cualquiera, como cada día
Me senté en la misma mesa en la que me había sentado la noche anterior, junto a Marcos, y hablando de Marcos, miré en derredor sin notar su presencia
Me serví una taza de leche con café, más leche que café, algunas facturas, pan, manteca, dulce, y algunas frutas con un vaso de jugo de naranja
Lo disfruté lentamente, con la intriga de esperar que llegara el hombre que nunca llegaba, viendo de reojo el reloj de pared porque estaría llegando el otro hombre, el que vendía por mi, mi marido
Me sentía como la historia de Cenicienta, ya no estaba mi carroza, ni mi príncipe, ni mi vestido, ese vestido… suspiré resignada
Volví al cuarto para tomar mi bolso de mano y retirarme, dejé el vestido escondido bajo el colchón, con todo el dolor del alma, quien sabe cuando alguien lo encontraría, las flores empezaban a marchitarse y me dieron pena, les agregué un poco de agua y las acomodé a un lado, repasé con la vista y cerré la puerta
Bajé a la recepción, tenía que hacer el check out, y no pude resistir la tentación de preguntar por el señor Marcos Andrada, el muchacho que me atendía fue muy cortes y después de revisar la lista de huéspedes me dijo
El señor Andrada se retiró muy temprano, acá figura a las siete horas, tenía un móvil reservado para el aeropuerto…
Le agradecí el detalle con una sonrisa y luego fui a la puerta, donde poco después pasaría Víctor a buscarme, hablamos mucho, le conté todo lo que había hecho, el gimnasio, la piscina, la cena, al menos, la parte de la historia que podía contarle
Cerré esa noche de hotel en el mejor de los lugares en un rincón de mi corazón encerrada con siete candados, una noche que no volverá a repetirse
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