La propuesta de Lari y Sharon

📋 Lecturas: ️2580
⏰ Tiempo estimado de lectura: 3 min.

Era viernes por la noche y el frío en la ciudad se sentía hasta en los huesos. Estaba en casa, sin planes, cuando recibí un mensaje inesperado.

Lari:

*Hola, Doc. ¿Estás ocupado? Sharon y yo queremos invitarte a nuestro departamento. Tenemos vino… y una propuesta que no creo que puedas rechazar…

Me sonreí al leerlo. Lari era siempre directa, pero esta vez el tono tenía algo distinto. Seductor. Intrigante.

Yo:

Hola, Lari. No tengo nada que hacer. Claro que les ayudo… ¿pasó algo?

Lari:

*No te preocupes, bebé. Te va a encantar.

Yo:

¿Bebé? Primera vez que me decís así… pero no me enojo, jeje.

Lari:

Es solo una pista de lo que te vamos a pedir…

No lo dudé. Me cambié, me perfumé, y en menos de una hora estaba frente al edificio. El guardia me dejó pasar sin preguntar. Subí al piso 7, el corazón latiéndome con una mezcla de ansiedad y curiosidad.

Cuando toqué el timbre, la puerta se abrió casi de inmediato. Lariza me recibió con una sonrisa pícara. Tenía un shortcito rosa que le moldeaba las caderas y con un culo bien formado sin ser muy grande y una campera negra que apenas ocultaba sus curvas. Detrás de ella, en el sofá, estaba Sharon, piernas cruzadas, copa en mano, con una mirada de esas que atraviesan.

Lariza es brasileña, 21 años, piel blanca, pelo negro lacio que le caía como seda por la espalda. Delgada, pero con un culito perfecto, de esos que uno no se olvida. Sharon era todo lo contrario: alta, morena, con un cuerpo de modelo—piernas largas, pechos llenos y una retaguardia que parecía diseñada por dioses con malicia.

Me invitaron a pasar. Me senté en el medio del sofá, Lariza a mi derecha, Sharon a mi izquierda. La calefacción estaba encendida, el ambiente cálido, sensual. Tomamos vino, hablamos de cosas triviales —la medicina estética, el trabajo, lo rápido que pasaba la semana.

Hasta que Lariza me miró a los ojos y dijo:

—Bueno, Doc… es hora de contarte por qué estás acá.

Sharon sonrió.

—Y ya te avisamos: es imposible que digas que no.

—A ver, sorpréndanme —les respondí, con una sonrisa ladeada.

Lariza apoyó su copa, se acercó un poco más, su perfume me envolvía.

—Queremos ser madres… y te elegimos a vos.

Me quedé en silencio por un segundo. No porque me sorprendiera, sino porque de repente entendí lo que estaba pasando.

—¿En serio?

—Sí —dijo Sharon—. Nos gustás, Emilio. No solo físicamente… también por tus genes, tu energía, tu forma de ser. Queremos hijos tuyos.

Lariza añadió:

—Y no por inseminación ni con médicos. Queremos hacerlo de verdad. A lo natural. Las dos… al mismo tiempo, en un trío.

Las miré. No había dudas en sus ojos. Solo deseo.

—Y, por supuesto —dijo Sharon mientras se desabrochaba el primer botón de la blusa—… sin preservativo.

Lariza se acercó aún más, me tomó la mano y la llevó a su muslo desnudo.

—Podés acabar dentro de quien quieras. No va a haber reclamos… solo placer.

¿Quieren que siga?

Compartir en tus redes!!
ElDocRubio
ElDocRubio
Artículos: 1