Mi primer viaje sola en autobús

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Hola, tengo 19 años y este es mi segundo relato en el que cuento mis aventuras y nuevas experiencias.

Después de follar analmente con mi padrastro y hacerle una mamada a su amigo, la verdad es que yo quería más, pero también tenía curiosidad por saber cómo mi mamá follaba con ellos dos, pues, según contaron, fue la causa del divorcio con mi papá.

Empecé a ver a los hombres y a las mujeres de forma diferente, y también usaba mis grandes tetas para llamar la atención siempre. Pero nada sucede como queremos. Llegaron las vacaciones de Semana Santa y mi amiga de la secundaria me invitó a pasar las vacaciones con su familia, pero mi papá también me invitó a ir con él a la playa.

Mis padres apenas llegaban a los treinta, mi padrastro ya tenía cuarenta y tantos años, y por lo que descubrí con el pene más grande que el de mi papá, mi mamá resultó ser una putita según mi padrastro. Él no me había vuelto a tocar por temor a que nos descubrieran. No sabía qué elegir para mis vacaciones y mi amiga se fue a Puerto Vallarta con su familia. Mi papá resultó que también iba a Puerto Vallarta, así que, por andar de indecisa, tuve que irme en autobús sola. A pesar de que mi mamá no quería por mi edad, decía que, como mínimo, a los quince podía hacer eso, pero mi papá y yo insistimos para que me dejara ir.

Me tocó ir en el autobús con una señora, así que no vi a los demás pasajeros. Salimos de noche, era la noche de Guanajuato, pero se escuchaba un grupo de varias personas que también iban a la playa.
Llegamos a Lagos de Moreno y la señora se bajó ahí.

No presté atención y me quedé dormida. De repente, sentí como si rozaran mis tetas, pero no despertaba. Yo iba en el asiento de atrás. Cuando sentí que volvían a tocar una de mis tetas, desperté, pero no abrí los ojos. Ahora sí notaba completamente cómo me estaban sobando una teta, pero muy leve. Era algo que me gustaba mucho, pero también quería ver quién era el atrevido, así que me moví, hice como si fuera a despertar y dejé de tocarme.

Vi cómo se pegó rápido a la otra ventana haciéndose el dormido. Ya era un señor mayor. Volví a mirar a los demás pasajeros y todos dormían. Miré de nuevo al señor y vi que se tapaba los pantalones cortos con las manos. Estaba algo caliente, así que me acerqué y le dije:
—¿Para qué se hace eso?
Me dio frío, así que abrió los ojos y me dijo:
—Disculpe, es que me quedé dormido y no vi que me apoyara en usted.
—Es que vengo sola, mi papá me espera en Vallarta —le dije. —Tan chiquita y andas sola —me dijo.
—Deje me acerco a usted —le dije.
—Es que esta chamarra no es muy caliente —respondió.

Estaba oscuro el autobús, pero veía cómo tapaba su erección bajo su short con las manos. Me recargué en él, pero a los cinco minutos, sin decirle nada, me acosté aprovechando que nadie más iba hasta atrás y me recargué en su pierna de almohada. Me hacía la dormida, pero no me tocaba.

Entonces me di la vuelta y rozando su verga le dije susurrando:
—Perdóneme, señor, por decir que es conchuda. Si quiere, me quito. Ya le pegue, mire y toque su verga, aún recostada en su pierna.
—No importa —me dijo—, no pasa nada.

Y sin decirle nada, le levanté un poco el short, sacando su verga dura y peluda. Me miraba, pero no decía nada. Le pasaba la lengua y pegaba su verga a mi cara. Él solo miraba para que nadie lo viera. Entonces, bajé el cierre de la chamarra y metió las manos bajo mi blusa. Como no llevaba sujetador, empezó a sobar mis tetas, apretándolas y jugando con mis pezones.

—Uffff, eso me excita mucho —le dije—. Así que comencé a chuparle la verga más rápido, pero tratando de no hacer tanto ruido. Sabía que cuidaba que nadie viera, hasta que terminó en mi boca. Seguí chupando y limpiándolo con mi lengua.

—Ven —me dijo—. Me senté sobre sus piernas de lado yo, gracias a que era chaparrita me movía fácil.
Sentí cómo me bajaba el pantalón que traía y cómo su verga se ponía dura de nuevo.
—Por atrás para no embarazarme —le dije. Me levanté un poco, acomodando su verga en mi culito, y empecé a meterla poco a poco. Solo cerraba los ojos y mordía mis labios para no gemir, mientras apretaba mis tetas bajo mi ropa, hasta que sentí cómo terminaba en mi culito. Me bajé y me quedé a su lado. «Voy a dormir», le dije, y él siguió apretando mis tetas. Desperté y lo vi sentado delante de mí, a dos asientos de distancia, con su mujer. Ya estábamos llegando a Puerto Vallarta.

Llegué y mi padre ya me estaba esperando; ni me miraba, jijiji, y todo parece indicar que nadie se enteró.

Así viví mi segunda experiencia, que no había planificado, pero me ganó lo caliente. Espero que les guste; traté de recordar lo más que pude.

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