Quisiera verte con otro en la cama – I, II
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PARTE I
Recibí un mail de Arturo desde CDMX solicitando le ayude con un relato, luego del intercambio de mensajes les entrego lo que surgió del pedido por el hermano mexicano.
El hecho de que una persona tenga una fantasía sexual no presume necesariamente que desee llevarla a la práctica. No es mi caso, tengo una fantasía y quisiera realizarla.
Se dice que el varón es el que más fantasías tiene, pero de diferentes formas, aunque, varones y mujeres fantasean por igual.
Estoy casado con Sonia con sus cuarenta y dos años, que no contrastan para nada con mis cincuenta y siete, llevamos una vida sexual muy activa.
Es la mujer más exquisita que jamás conocí. Chaparra ella, cabello negro, unos ojos curiosos que te observan al introducir la verga entre sus carnosos labios. Tetas término medio y un culo perfecto y grande, combo que hace de ella una morena increíble. Cuando vamos por la banqueta se nota en las miradas masculinas brotar el deseo por ella. Por mi cabeza pasa la idea que únicamente yo me excito con ella, pero al regresar a casa y hacer el amor luego de ese paseo cuasi exhibicionista, con ligeras ropas y transparencias, ambos estamos muy calientes y tenemos ese sexo desenfrenado.
¿Cómo nace mi fantasía?
Simple, así tal cual he relatado, a raíz de las miradas ajenas.
¿Cuál es mi fantasía?
Aunque parezca loco, quiero ver a mi esposa teniendo sexo con otro hombre. Quién lo diría, a mi edad querer andar de mirón, pero el haberme excitado tanto y tantas veces al saber que la gente la desea, me hizo tomar la decisión de proponérselo.
Luego de una noche de paseo y buen sexo le digo.
– Sonia, te quiero hacer una pregunta, espero no te enojes, pero aparte de las fantasías que ya realizamos, ¿te quedo alguna pendiente?
– Creo que no, Arturo, siempre me dejas satisfecha sexualmente y lo que hemos querido, lo hemos realizado, ¿Por qué me preguntas? ¿Por qué no debo enojarme?
– Porque tengo una que me ha surgido hace un tiempo, desde que presto atención cuando paseamos, veo cómo te observan con deseo y se babean por vos.
– Bien y el punto es…
– Que me gustaría verte hacer el amor con otro hombre.
– ¿Pero estás loco?
– No, pero siempre hemos hablado y te hago la propuesta, no tenés que decidir ahora mismo y tenés la posibilidad de decir si, o decir no. Desde que me di cuenta de lo que generas en la calle y también me percate que te diste cuenta vos también, porque desde que regresamos estás muchísimo más caliente que habitualmente.
Poniéndose colorada y habiéndose visto descubierta.
– Bien lo voy a pensar, pero no te afirmo nada.
Pasaron los días y noté que al salir de paseo mi esposa salía vestida distinta, más transparencias, vestidos o polleras excesivamente cortos, casi dejaban ver la ropa interior y cuanto más transparente más se animaba, inclusive una vez pude ver a través de la transparencia que venía sin interiores, dejando el pensamiento de quien la miraba al libre albedrío.
Seguía siendo recurrente las sesiones de sexo extraordinario luego de esos sucesos y a mí me ponía a mil.
Pasados escasos dos meses, vino un primo hermano de Sonia que había emigrado de la Ciudad de México hacia Londres, pues como ingeniero en informática había conseguido una chamba en la empresa I.B.M. para nada naco y había hecho mucha lana.
Lo recibimos en casa, invitando a que se quede con nosotros, preparando una habitación para él, lo que acepto enseguida.
Durante la semana se la paso visitando gente que hacía rato no veía, por eso quedamos en cenar el día sábado.
Llegado el día, preparamos para comer, chiles rellenos acompañados con arroz y tortilla. Para tomar, bien tradicional, unas chelas bohemia.
Luego de cenar y hablar de su vida en el exterior, continuamos con las cheves, que corrían como agua, ya medios mareados por el alcohol, decidimos ir a dormir, me retiro al baño a fin de orinar quedando los primos hablando en el sillón.
A mi regreso me encuentro con una escena que me fascino, Raúl acariciaba el brazo de mi vieja, nos miramos a los ojos y reconocí de volada esa mirada, sin que él se diera cuenta, me guiño un ojo entendí de inmediato.
Me quedo al margen de la escena dispuesto a esperar que se cumpliera mi fantasía, sentado en un sillón individual, casi en frente de ellos.
Sus caricias fueron subiendo de tono acercando sus rostros comenzaron a besarse apasionadamente, las manos de Raúl se posaron en los pechos de mi vieja masajeándolos con dulzura, dejo deslizar una de sus manos hacia las piernas desnudas rozando con la punta de sus dedos, subía de a poco, hacía solamente nuestra, hasta hoy, zona de placer.
Su ágil mano recorrió todo el contorno de su hilo, que cubría la zona a ser vulnerada por primera vez, por otra verga que no era la mía.
La cara de Sonia, se iba transformando a medida que las caricias aumentaban, dándome cuenta de que había llegado a destino cuando su boca se abrió y dejo escapar un gemido, Raúl se apresuró a desnudar a mi vieja, haciendo lo mismo el mientras la besaba. Mi verga ya tiesa quería escapar del pantalón, evento que me llevo a hacer lo mismo, quedar desnudo.
Ya los tres en traje de Adán y Eva retomamos nuestras posiciones y tareas.
Fernanda se sentó en el sillón a piernas abiertas, tomándolas por debajo de sus rodillas para elevarlas en una, poco sutil, invitación para comenzar la acción.
Raúl, ese hombre que estaba bien padre, con su metro ochenta aproximadamente, se arrodilló frente a la depilada vagina acercando su rostro a ella. Algo podía observar, pero no en detalle, lo que me daba más morbo, Sonia me miraba de reojo, con media sonrisa dibujada en su rostro. Por momentos, cuando la lengua de Raúl tocaba ciertos puntos de su vagina, que destilaba jugos a montones, esa sonrisa se transformaba en una boca abierta que gemía, mientras tanto yo, con mi mano comenzaba sin haberlo pensado con una lenta, pero deliciosa chaqueta, mi miembro se encontraba duro como, creo, nunca estuvo, la neta me lo estaba pasando de puta madre.
La cosa se estaba poniendo cada vez más chida, puse unas rolas lentas para completar el ambiente generado.
Creo que les llegó la hora de echar la pasión, ambos dirigieron su mirada hacia mí buscando aprobación, con unos leves movimientos de cabeza asentí.
Raúl le pidió que se arrodille en el sillón, Sonia obedeció presurosa tomándose con ambas manos del respaldar poniendo su culo en pompa y apertura de piernas para dejar expuesto su sexo al miembro que pendía de la entrepierna de su amante, duro y apuntando a su objetivo. Siguió besando esa vagina por un rato más, arrancando a mi vieja un ¿segundo, tercer? Orgasmo, ya he perdido la cuenta. Se incorporó, apuntó su arma a la entrada de la chorreante vagina y de un solo empujón hizo que se perdiera en su interior, logrando que un grito de placer escapara de la boca de Sonia.
Sus hermosas tetas iban de adelante hacia atrás cuál badajo de campana, Raúl con movimientos de vaivén entraba y salía de “mi” vagina, esa que hace años vengo disfrutando, hacía rebotar sus testículos en la entrepierna con un ruido hermoso y excitante. Sonia ya extasiada hacía que su cadera se moviera en círculos y hacia ambos lados, por momentos leves elevadas y bajadas de ese gran culo que tiene, me detuve a escucharlos y era un solo gemido, mi paja ya era más violenta, mi esperma me urgía y pedía salir, se lo permití, con varios chorros salió de la uretra con gran fuerza, impactando contra una silla, jadeante observe como la eventual pareja también llegaba al orgasmo con Sonia mirándome a los ojos y una gran sonrisa en su rostro, Raúl saco su gran verga de la vagina, que dejaba ver como escurría el semen por sus muslos. Aun duro ese miembro lo coloco en el esfínter anal, Fernanda se dio vuelta diciéndole.
– Ahí sí que no, ese es de mi marido solamente.
Chupando el miembro, se lo limpio de las gotas que aún salían.
Al rato ya aseado y vestido, Raúl quiso hablar de lo sucedido, no lo dejamos, diciendo que lo que sucedió, solo sucedió y listo, sin entrar en mayores detalles.
Sin volver a repetirse la experiencia, a la semana nuestro invitado retorno a su chamba, mientras duro su estadía no se habló del tema, solo que al despedirse le agradecimos el momento que pasamos esa noche.
Siempre tuve claro que Sonia no iba a buscar a nadie, tendría que ser yo, tenía que encontrar ese alguien que se lo propusiera, para poder hacer realidad mi fantasía.
Por suerte apareció quien pudo llevarla a cabo, lo bueno que surgió sin pensarlo, el factor sorpresa de esa noche fue mucho más excitante, convenimos en no realizarla más, aunque ella no sabía que yo había grabado todo con el móvil, y a veces lo veíamos para elevar nuestro morbo.
¿Que si me sentí mal? No para nada, al principio un poco de incomodidad saber que la experiencia podía ser muy chida y mi inseguridad podría jugarme en contra, pero como confío plenamente en ella, me dio tranquilidad y pude disfrutar de mi fantasía, esa misma fantasía que le transmití y fue recibida de buen agrado.
– Arturo, gracias por arrastrarme a tu locura linda, fue lindo y excitante sentirme deseada, sentí un poco de pena por vos, pero al verte con esa cara de felicidad también me tranquilicé, te amo tanto que amarte mucho es poco.
– Gracias a vos mi vida.
– Algún día, tal vez, yo también te voy a sorprender…
Se desvistió y con su móvil comenzó a sacarse fotos frente al gran espejo de la sala, quería obsequiármelas para que siempre la tuviera presente, para que explicar cómo termino la historia, solo digo que casi rompemos la cama.
PARTE II
Luego de casi un año, recibo nuevamente un mail de Arturo de la ciudad de México, volviendo a confiar en mí para que lo ayude a narrar su historia, ampliando el relato anterior.
Aprovecho a publicar ambos para no perder el hilo.
Hola, amigo, te escribo contando las nuevas experiencias con Sonia, mi muy putisima esposa, quien hoy ya ha cumplido sus cuarenta y tres años. Sigue luciendo su metro sesenta y siete que contrastan con mis cincuenta y ocho años, notándose la diferencia de altura con mi metro setenta y ocho.
Como te he contado sigue con el gusto de mostrarse en la vía publica luciendo su hermoso y gran culo como si también sus tetas, ni tan grandes, ni tan chicas, pero si, firmes.
Trataré de ser lo más breve posible.
Cierta noche paseábamos por el centro comercial, ella vestida con unos leggins y una remera muy ajustada, ambos con una transparencia extrema. Como es mi costumbre, yo siempre unos pasos detrás de ella para incentivar mi morbo.
Se podía prever su piel suave, sus firmes pechos, parecían querer romper esa remera ajustada, y ni que hablar de la perfección de sus piernas.
El lugar estaba atestado de gente, los que se dedicaron a desmenuzarla con las miradas, esas miradas lujuriosas y excitantes que se reflejaban tanto en nuestros, como en los demás rostros, revelando un total estado de excitación difícil de disimular. Todo ese flirteo hace que, al llegar a casa, tengamos unas sesiones de sexo muy intenso, sin límites, totalmente desenfrenado, en donde le prohibimos la entrada tanto a la ropa como al pudor.
Creo que, viendo como le dicen vulgaridades, piropos y la quieren desnudar con la vista es lo que más me calienta.
Pero… siempre hay un, pero, hay un juego que nos apasiona y con él, logramos los mejores orgasmos que jamás se hayan visto o contado en la historia del sexo.
Dentro de lo que es nuestro juego, entran en escena tres personas, que creen en mi inocencia, y no estoy al tanto, que Sonia tiene esos tres amantes… a saber: uno es mi compadre, el otro es un amigo de Sonia y el tercero y último mi vecino, que se las cogen cuando me voy al trabajo o en alguna fiesta o reunión.
Cada vez que ella tiene un encuentro amoroso con alguno de ellos, Sonia me cuenta con lujo de detalle el mismo, a la vez que me masturbo, para acabar en la cama con ella haciendo o mejor dicho recreando algunas de las situaciones.
En una ocasión estábamos tomando en la casa y me puse muy borracho, mi compadre se llevó a mi esposa para tener sexo a una pieza para huéspedes, besándola por todos lados y chupando sus sabrosas tetas fue bajando hacia su panocha para pegarle flor de mamada y finalizar llenándosela de semen.
Al retirarse todos e irnos a la cama, me contó como fue lo sucedido. Nuevamente iniciamos el ritual. Luego de contarme como había sido, le saque la ropa y me zambullí entre sus piernas para chupar esa suave vagina, la que destilaba aún el semen de mi compadre, se la chupe al ritmo de sus risotadas que fueron producidas cuando vio mi cara al darme cuenta de que estaba probando el semen de mi compadre… ella se apresuró a meter mi miembro en su boca, sabe cómo me gusta, como, cuando y en qué lugar pasar su ágil lengua para provocarme el orgasmo enseguida. Cosa que logró, llenando su boca de semen me beso y traspaso mis propios fluidos preguntando si sabía igual que el anterior.
En otra ocasión sucedió que su amigo le dio un aventón hasta la casa, ella sabiendo que al escuchar ruidos, yo me asomaría por la ventana le hizo ubicar la troca cerca de la banqueta para que yo no me perdiera el espectáculo. Con sigilo observaba si yo me asomaba, hasta que pudo distinguir mi sombra recortada en el marco de la ventana. Pude imaginar una sonrisa pintada en sus labios. Su cabeza desapareció de mi vista, imagino mansa mamada le estaba haciendo, solo veía su espalda subir y bajar, hasta que se sentó a horcajadas sobre él para dar comienzo a una brutal cabalgata sobre su pija. Al saberse observada, gesticulaba con sus brazos y daba fugaces miradas hacia la ventana, hasta que observe su particular gesto al tener un orgasmo, abrió su boca inmensamente llevando la cabeza hacia atrás en forma secuenciada, según pulsaba su vagina la expulsión de sus jugos. Al terminar el amigo, se acomodó la ropa y emprendió el corto camino que separaba el carro de la entrada de la casa.
Al entrar, la puse contra la pared levantando su pollera, estaba sin bragas y aun chorreando semen por sus piernas, levante una de sus piernas sobre mi cadera introduciendo mi miembro, al que no le costó entrar, la bombee en forma vehemente, no hizo falta mucho para que ambos lleguemos al orgasmo. Chorreando semen fuimos hacia la ducha.
Y por último te cuento que una vez, paso por el comercio de mi vecino, viudo él. Estaba por cerrar el negocio, la hizo pasar para atenderla, la llevo a la bodega y se zambullo a chuparle sus tetas, ella ni lerda ni perezosa saco su miembro del pantalón para pajearlo. Se fueron agachando hasta llegar al piso y fundirse en posición sesenta y nueve. Luego de estar un rato así, él se sentó en una silla y la puso de espaldas a él, intento por el culo y le espeto que eso era de su marido solamente, si quería seguir, tenía que conformarse con la panocha, cosa que hizo.
Al llegar a casa y contarme, hicimos el amor por donde se le había negado a mi vecino.
Bueno luis, espero que los datos te hayan servido como para organizarlos en un relato, te envío un abrazo y hasta más ver.
Obvio que este trío aún siguen jugando a engañarme, pero cada vez con menos frecuencia.
P/D. Te envío unas fotos de mi esposa espero las puedas publicar.
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