Lucy, entre los lujos, el sexo y la marginalidad – I, II

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SOY UNA “DESCLASADA”

Hola, por una cuestión de preservar mi identidad me haré llamar Lucy para el lector, no especificaré donde vivo, ni daré detalles geo localizables, tampoco los nombres de los personajes que menciono son reales, pero sí fueron reales los acontecimientos aquí descriptos.

Actualmente tengo 33 años, hija única, soy abogada, provengo de una familia de muy buen pasar económico, no tengo hijos, a mi edad ya viajé por varios países de los 5 continentes, estoy formada en una de las mejores escuelas de mi país y estudie derecho en una universidad privada, casada legalmente hace 3 años con un esposo al que solo le interesa duplicar su patrimonio y recibir personas de negocios en nuestra casa para provecho personal, un marido al que le encanta mostrarme como la esposa bonita y de físico perfecto  ante nuestro entorno social.

Un entorno al cual detesto cada día más, dado que sus integrantes, su lógica de pensamiento y su accionar diario es repulsivo, de una doble moral constante y sexualmente aburrido. Físicamente hablando, heredé una buena genética de mis abuelos alemanes, soy rubia, cabello lacio, de ojos claros, cuerpo naturalmente voluptuoso, excepto el implante de siliconas que le dan volumen y firmeza a mis tetas, cuádriceps atléticos y un trasero que es la envidia de muchos hombres y mujeres.

Toda esa monumental carga corporal la mantengo gracias a las artes marciales (soy 1er Dan) que practico desde los 18 años luego de ser obligada por un referente de una villa marginal, hecho que comentaré más adelante.

Así me veo y me muestro ante el universo al cual pertenezco, y además finjo cara de idiota todo el tiempo para que todos piensen que solo soy una rubia insulsa, pero como reza el título del famoso cuento de Stevenson “Doctor Jekyll y el señor Hyde”, existe una dualidad en mi personalidad que en ocasiones me lleva, empujada por una fuerza interior y un deseo irrefrenable, a comportarme como una verdadera zorra puta y callejera de la más baja estirpe.

Hago cosas que ninguna mujer de mi condición social haría en su sano juicio y que se contrapone a la educación que recibí todos estos años de la típica chica blanca, occidental y cristiana perteneciente a una clase media alta.

Pero esta dualidad o giro opuesto respecto a mi comportamiento en lo que se refiere a conducta sexual y el apego a la marginalidad tiene un principio, hubo alguien y hubo algo, como un disparador, que me fueron empujando a “tomarle el gustito” a ciertas prácticas y conductas, dispuesta  a romper esa lógica de enseñanza fundada en ciertos ”valores y principios” que te preparan en la vida para mostrar una imagen aceptable dentro de una clase social en la cual estoy inmersa, con aroma a perfume francés pero putrefacta por dentro compuesta por personas de lo peor y que se pasan por el culo esos valores y principios que les enseñaron en sus asquerosas escuelas y universidades privadas.

Quien me lee pensara que soy una resentida social u odiadora serial, pero nada de eso es cierto, estoy cuerda y tengo motivos de sobra para pensar como pienso del entorno donde me crié y donde convivo a diario.

Todo lo que cuento aquí sucedió realmente, al igual que la foto en la cual estoy de espaldas, es mía, menos mi nombre, el relato es genuino y lo iré presentando cronológicamente por partes porque es extenso. ¿Qué me impulsó contarlo?, el morbo quizás y porque además deseo contactarme con el lector, saber que opinan al respecto y porque además quien lee estas páginas tiene un alto índice de morosidad el cual no juzgo, al contrario considero que el morbo es parte de la conducta humana y celebro que así lo sea, porque yo también lo soy.

PARTE II

ERIKA, UNA NIÑERA MUY ESPECIAL

Cuando somos pequeños y tenemos padres ocupados y preocupados por ganar dinero, obsesionados por tener cada día más, la mayoría de nosotros, los que pertenecemos a clases con más recursos, dependemos no tanto de ellos en forma directa sino de alguien más, una especie de tutor o guía, que puede o no, ser miembro de la familia.

Me voy apartar de mi persona un momento y voy a hablarles de Erika, porque ha sido para mí la persona más querida e importante en mi vida, inclusive más que a mis propios padres ausentes “sin aviso” desde que vine al mundo, y que tiene directa relación con esa personalidad dual que desarrollé, y que hoy día mantengo en secreto como forma de vida, hasta hoy, que decidí volcar en letras un resumen de mis vivencias intimas y ocultas.

Cuando Erika llego a nuestra casa ella tenia 24. Era la hija no reconocida de un empresario amigo de mi padre cuya madre era una prostituta, no obstante el amigo de mi padre se ocupó de que a Erika, su hija “bastarda”, nunca le falte nada, pero ella y su madre jamás salieron del barrio marginal del que habitaban, lejos de la vida del “señor importante” pero cerca en la clandestinidad.

Nacer en un barrio marginal con rasgos europeos y tener buen cuerpo es la puerta de entrada directa a la promiscuidad, y casi seguro que a la mayoría de edad llegues a esos años con varios kilómetros de verga metidas en cualquiera de tus agujeros corporales. Erika no fue la excepción, su cuerpo era codiciado por hombres y mujeres de todas las edades, no tanto por ser la hija de la puta más codiciada del barrio sino porque ella era muy bonita y sexy, salía del estereotipo usual de la clase baja, siempre estaba bien vestida e iba a una escuela privada que los demás chicos de por ahí no podían asistir.

Erika fue obligada y perdió la virginidad por un cliente de su madre, al tiempo fue follada por sus hermanastros, más tarde un tío, y luego otros chicos y hombres del barrio, ella sin dudas, y para peor, rompía el molde dentro de un contexto de pobreza y necesidades sobresaliendo de las demás chicas del barrio, por eso era el blanco predilecto de tipos de todas las edades deseosos de follarse una chica de las características poco usuales para una mujer de ese entorno social.

Según ella me confesó que fue con su tío con quien pudo experimentar por primera vez el pleno goce de una relación sexual, que quienes vinieron luego, no fueron relaciones forzadas, al contario fueron más que placenteras. Su padre, cuando se dio cuenta que Erika estaba siendo blanco de aquellos depredadores sexuales no quiso que su hija corriera el destino de su madre y la internó en un colegio de pupilas del cual salió al cumplir la mayoría de edad.

Durante 6 años estuvo trabajando como niñera recomendada en casa de gente de clase pudiente, ella tenía condiciones de sobra para crecer en ese ambiente, era bonita e inteligente por naturaleza. La posibilidad de conocer dos mundos totalmente diferentes, en el que ella se crió y el trabajar en un contexto de clase privilegiada le dieron a Erika el conocimiento necesario para aprender los códigos que se manejan en uno y otro ambiente social donde se movía como pez en el agua en ambos espacios.

Erika podía sentarse en una mesa servida con vajilla fina y saber el uso de uno y otro utensilio, pero también era capaz, y tenía los ovarios bien puestos, para sentarse a beber un vino de baja calidad en una fonda de mala muerte rodeada de tipos dispuestos a desnudarla solo con la mirada.

Erika heredó de su padre la inteligencia y la frialdad para saber actuar en cualquier contingencia, por eso se movía tan cómoda en ambos ambientes y pudo manejarse fácilmente en uno y otro lugar y yo fui su mejor alumna.

Mi correo es lucy_margot(a)yahoo(.)com, prometo contestar.

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