Me cogió mi supervisor
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Conseguí trabajo en una empresa comercializadora de pescado en Veracruz, México, me mandaron para colaborar con el supervisor de control de calidad, que se llama Daniel. Desde el primer día noté que por cualquier cosa me tocaba las manos, pero, aunque tengo esposa, esos roces continuos me gustaban, principalmente porque desde hacía meses no había estado con un macho.
Nos tocó viajar a otra ciudad portuaria, lamentablemente no alcanzamos habitación en el único hotel que había. La secretaria hizo la reservación para otra fecha y tampoco tenían habitaciones disponibles, por lo que nos tocó dormir en una oficina de la empresa, donde había un sofá cama. Cuando dejamos de trabajar nos fuimos al dormitorio. Daniel se desnudó y se metió a la regadera, terminó de bañarse y volvió a salir desnudo, comenzó a secarse y cuando lo volteé a ver, tenía tremenda erección, su rabo calculé le medía unos 14 centímetros y era bastante grueso.
Entre a bañarme y antes de salir me puse mi ropa. Daniel comenzó a reírse, diciéndome: “Conmigo no tengas pena, durante el tiempo que trabajes en la empresa y tengamos que salir a las diversas bodegas foráneas, siempre me vas a ver desnudo, además, quiero ser directo contigo, estoy deseoso que cojamos desde esta noche y creo que no te soy indiferente, claro que si no quieres tampoco te voy a forzar, pero, te repito, esta noche quiero coger contigo”.
Tenía toda la razón, él también me gustaba. Me fui acostar a su lado y comenzamos a tocarnos y a besarnos, a entrelazar nuestras lenguas. Él ya estaba desnudo, empecé a agarrarle su enorme sable que goteaba fluidos, se la empecé a mamar, no me entraba en mi boquita, tenía una verga bien hermosa y rica. Me desnudó y comenzó a meterme uno de los dedos en mi culito, sentía rico como me iba abriendo, hicimos el 69, me dio una mamada de culo que hasta me hizo ver estrellitas de lo caliente que me puso.
Le pedí que por favor me metiera ese monstruo que poco a poco se fue abriendo paso en mi cerrado culito, cuando llevaba metida la cabecita, se detuvo, para que me acostumbrara a tener ese enorme sable, era tanta mi calentura que empecé a echarme hacia atrás para que fuera entrando, hasta que me la metió toda. Nunca había tenido una verga de ese tamaño en mi agujerito. Sentía rico tener ese trozo rollizo y grueso en mi ano, que entraba y salía rítmicamente. Ufffff ¡qué ricooo!
Era tanta mi calentura que cuando se estaba viniendo en mi culito, ya no me pude aguantar y empecé a eyacular, nunca en mi experiencia homosexual había sentido tanto placer como con mi supervisor, aunque creo que todo se debe a que tiene un rabo hermoso, bastante grueso, me llenaba totalmente.
Los tres días que estuvimos trabajando en esa sede de la factoría nos la pasamos cogiendo, cuando concluimos iniciamos el retorno hacia nuestra sede, pero antes de llegar nos hospedamos en un hotel donde dimos paso a nuestro placer. Ahí, mi supervisor me la mamó por primera vez y cuando se puso de perrito, me pidió que lo penetrara. Si bien es cierto que mi pene es mucho más pequeño que el de él, gemía de placer a cada embestida que le daba.
Cuando me terminé de venir, se la sacó y me la empezó a mamar, hasta dejarmela bien limpia, era una rica mamada que se volvió a poner erecta y el goloso se sentó en mi rabo y se puso a cabalgar, hasta que los días nos venimos al mismo tiempo, él sobre mi estómago y yo dentro de su culito.
Por la madrugada hicimos el 69 y nos tragamos el semen, para posteriormente partir a la ciudad para llegar a nuestras casa y a las 9 de la mañana presentarnos a trabajar.
Aun seguimos con nuestra relación, la disfrutamos cuando nos toca salir a visitar las bodegas foráneas. Besitos, Daniel.
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