Mi infidelidad (Parte I)
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Escribiendo un poco de contexto, tengo 28 años, mido 1.60, soy de piel clara y pecosa en el área del busto y la nariz, tengo ojos ligeramente rasgados y color café claro, cabello negro, el cual me gusta traer largo a los hombros o media espalda, no soy gordita pero si que soy caderona y piernudita, abdomen plano y senos medianos, firmes, de pezón pequeño y café muy claro. Ahora bien y la verdad, estando casada por varios años jamás se me pasó por la cabeza si quiera ver a alguien más que a mi marido, menos aún serle infiel, al menos así fue hasta que entre a aquel trabajo y lo conocí, a mi cómplice de intensas sesiones de infidelidad que sin duda disfrute y volvería a hacer.
Entre a trabajar a una empresa que parecía muy buena, la primera semana la pase sin pena ni gloria, todos mis compañeros y compañeras me recibieron de buena manera y con amabilidad, no hubo mayor problema hasta que llegó el siguiente lunes, lo vo entrar y no pude evitar observarlo de pies a cabeza, como alguien que admira una torre y es que ante mi se encontraba un sujeto de un metro noventa, de piel color canela, en ese momento usaba el cabello corto y una barba profunda pero bien arregladita, usaba anteojos cuadrados que le daban un aire intelectual pero su playera decía otra cosa y es que al ser tipo polo de manga corta dejaba ver un par de brazos firmes y músculos bien desarrollados, claramente iba al gimnasio.
— ¿Tu eres la nueva? -me pregunto sonriendo y chocando su enorme maza que tenía por mano con mi puñito cerrado, asenti, olía a un rico perfume maderoso- un gusto, desde ahorita me toca capacitarte, estos no le saben.
Los compañeros abuchearon su broma entre risas, y así comenzó mi día a día a su lado durante los cuales nuestra relación comenzó a estrecharse rápidamente, un día estábamos riendo en el comedor, al otro ya nos encontrábamos mensajeando por redes sociales, y un par de semanas después se hizo bien claro cuando nos besamos en el comedor, un beso pasional el cual dio rienda suelta a jugueteos cada vez más explícitos, una nalgadita discreta por aquí, una caricia por allá, situación que me llevo a tener fantasías eróticas con el mientras me masturbaba y que me servían para animar relaciones poco emocionantes con mi marido. Así hasta que por fin nos dejamos llevar por un deseo que claramente era mutuo.
Ese día fue la fiesta de cumpleaños de una compañera, llegué usando un vestido que estoy muy consciente de que acentúa mis caderas y por su largo me permite presumir mis piernitas torneaditas, por su parte Angel llegó usando un pantalón de mezclilla que adore ya que remarcaba unas nalgas firmes cosa que le hice ver en cuanto lo saludé.
—que bonitas nalgas -le di un apretón discreto, el se giro y beso mi mejilla.
—pero si yo no soy el que anda presumiendo -respondio comiéndome con la mirada de forma poco discreta, solo pude reírme.
Pasadas las 3 de la mañana y ya con varias copas encima bailaba con Angel, el calor para mí ya era insoportable por lo que le ofrecí retirarnos a un lugar más privado, ni tardo ni perezoso se despidió y se ofreció a, entre unas comillas muy grandes, a llevarme a mi casa, todos se despidieron y procedimos a ir en su carro a un motel que encontramos en Google Maps, lo pago y subiendo a la habitación empezó a besar mi cuello y tocar mis nalgas.
En cuanto cerramos nos empezamos a besar de una manera tan caliente que sin mucho esfuerzo me cargó y me empujó contra una pared, aquello fue nuevo para mi, genuinamente sentí como aquello me prendió aún más; un poco después me llevo a la cama en donde me recostó sin embargo rápidamente me moví para que el quedará boca arriba, comencé a besar su cuello, abrí su camisa y aunque ya había sentido su pecho pronunciado y los cuadritos de su abdomen bajo la ropa, sentir y ver aquello en vivo fue otra cosa muy diferente, su pecho no era peludo pero si tenía una guía de vello de su ombligo hacia abajo, como guiando el camino, baje un poco más ansiosa por liberar aquello tan firme que escondía bajo su pantalón, lo abrí y baje su boxer, como saludando muy enérgicamente salto su pene completamente duro, curvado hacia arriba, con venitas bien marcadas en el tronco y un poco de vello en la base y los testículos, no soy de juzgar por tamaños pero aquello superó mi expectativa sobre todo su grosor.
—esto no es precisamente pequeño como decías -bromee, el solía decirme que le media lo de un meñique- para nada
—habia que generar poca espectativa para hacerlo ver más grande -sonrio acariciándolo de forma muy sugerente.
Me lo llevé a la boca, pude sentir como forzaba un poco al abrir mi boca para hacerlo entrar, enseguida exhaló de placer, moví mi lengua por su cuerpo, por la cabeza y jugando con la punta, chupaba un poco la punta llenando de saliva el área mientras acariciaba sus testículos y masturbaba el tronco, no supe cuánto lo hice así hasta que sentí como sujetaba ligeramente mi cabeza, sabía lo que quería hacer, no tenía que decir nada, recargue mis manos en sus piernas y lo deje hacerlo, usar mi boca para estimularse empujando ligeramente su pene, no tuve problema, aún con lo excitado que claramente estaba no fue brusco, algo que solamente logro excitarme aún más, podía sentir como mi vagina ya era básicamente una fuente, estaba prácticamente exigiendome ser usada. Después de un rato más termine de desnudarlo y sin dejar de acariciarlo el hizo lo mismo, levanto mi vestido y muy hábilmente retiro mi bra con una mano, nunca me quiso decir que pensó porque en cuanto mis senos se liberaron los acaricio de la forma más deliciosa y delicada que habían hecho, tocando mis pezones con sus dedos y después llevandoselos a la boca, los jugo con la lengua, los chupo y succionó, aún cuando sabía lo que hacía me seguía mis indicaciones entre gemidos.
—mas fuerte, succionalos, eso me gustó
Su mano descendió y se introdujo bajo mi tanga, nunca he sido muy fan de rasurarme el vello púbico ya que no me sale tanto, el lo jugo un poco antes de comenzar a acariciar mi clítoris y los labios externos de mi vagina, ya estaba demasiado húmeda, el lo noto pues comenzó a introducir dos dedos con mucha facilidad, por mi parte yo lo masturbaba; un rato después me empujó contra la cama y descendió a abrir mis piernas, me dio unos besos y lamidas en los muslos antes de hundir su rostro en mi entrepierna, enseguida arquee la espalda por el placer, podía sentir su lengua jugando con mi clítoris, lo chupaba, lo lamia, y pasaba a los labios externos, se apoyaba con sus dedos para estimular, el placer era tanto que yo apretaba un poco mis piernas sin dejar de gemir.
—ay no pares, sigue, aahhh sigue
Siguió un rato más cambiando de técnica y movimientos hasta que logro su cometido, me llevo a un orgasmo como no los había tenido en años, no siendo suficiente para el no me había recuperado bien cuando lo vi ponerse el condón y acomodarse para penetrarme, sujeto mi cadera y lo hundió lentamente dentro de mi, no pude evitar lanzar un gemido muy sonoro, aquella era una experiencia novedosa, podía sentir como mi vagina lo apretaba como si no quisiera que se saliera, empezó a embestir, empecé a recibir, yo gemía de placer, el resoplaba y gemía, fue la primera vez que escuchaba a un hombre expresar con tanta alegría el placer que estaba sintiendo.
—¿Te gusta? -pregunte entre gemidos-
—demasiado, aprieta muy rico -respondio sin dejar de hacerlo.
Nos detuvimos un momento para cambiar de pose, le hice recostarse boca arriba, me senté sobre el y tome su pene par acomodarlo, sola comencé a hundirlo dentro de mi, empecé a usar mi cadera para penetrarme una y otra, y otra vez, con mis manos en su pecho me equilibraba, el me sujetaba por la cintura, llegó un punto en que el placer fue tanto que arquee mi espalda y pase mis manos a sus piernas, el por su cuenta jugaba con mis senos; tras un rato en aquella pose el se irguio un poco, sujeto mis nalgas y comenzó a penetrarme con un poco de fuerza, incluso en aquella posición su fuerza le era de gran ayuda.
De nuevo cambiamos de posición, mi favorita personal, me recosté boca abajo y me límite a levantar las nalgas para el, Angel se puso de pie en la orilla de la cama, coloco la punta de su pene en la entrada de mi vagina, lo hundió sujetando mis caderas y como si algo se hubiese apoderado de el, empezó a embestir con cierta fuerza y velocidad.
—¿Te gusta? ¿Así está bien? -pregunto entrecortado.
—sigue, me encanta -respondi apretando los puños, para mí era demasiado placer y estaba por explotar de nuevo.
No se detuvo, siguio embistiendo una y otra vez, ya en confianza por la posición me dio un par de nalgadas, eso me gustó, gemía de placer al ritmo de sus embestidas.
—no pares, sigue, sigue, ya casi -comence a decir, podía sentir que estaba a nada de tener un orgasmo de nuevo. El por su cuenta gemía más y más fuerte. Llegué al orgasmo, mis piernas me temblaban y sentía como escurría un poco, el no se detuvo en ese momento, dio un par de embestidas más antes de sentir como hundía su pene hasta el fondo de mi vagina llenando el condón.
—que rico -me límite a decir antes de caer vencida por aquella experiencia, el se tumbo a mi lado abrazándome y besando mi espalda.
—por fin se me hizo -dijo acariciándome-
—¿Crees que podamos repetir? -le pregunté girandome hacia el.
—pues claro -se movió y de su pantalón saco una cajita de condones- aquí hay otros dos rounds por lo menos.
Si que aprovechamos los otros condones y el tiempo en aquella habitación, llegué a mi casa con un rico dolor muscular en las piernas y abdomen que sin duda era revitalizante para mí.
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